martes, 31 de mayo de 2016

CAPITULO 119





Pedro Henry me pidió que me casara con él. 


Más o menos. 


Puede ser. 


No estoy segura de sí se supone que ésa sea una propuesta real. No sé si lo puedo tomar en serio; está borracho como el infierno. ¿Quién sabe si mañana se acordará de sacar el tema?


Me doy la vuelta, así que estoy sentada de lado sobre su regazo. Necesito ver sus ojos.


—¿Que acabas de decir? —Sus ojos azules están confusos, pero no dejan los míos.


—Dije, cásate conmigo.


—Estás borracho.


—Sí, estoy un poco perdido, así que tienes un buen argumento allí, pero todavía sé lo que estoy diciendo. He estado pensando en ello durante un tiempo, mucho tiempo, en realidad. Te quiero y quiero que seas mi esposa.


—No puedo decir que estoy realmente tan emocionada acerca de una propuesta de un borracho.


—Sé que esto es realmente malo. Sé que mi propuesta es terrible, pero no digas que no. Puedo hacerlo mejor cuando no haya bebido. Tendré unas flores y un anillo y te diré cosas para hacerte desmayar. —Por lo menos, reconoce el problema.


No puedo entender mucho de las cosas que dice. Sería una tonta por hacerme ilusiones, pero tengo que admitir que me encanta escuchar esas palabras venir de su boca. No soy tan tonta como para fomentar esta conversación mientras está borracho, así que lo tomo de la mano y tiro de él hasta que se levanta de la silla.


Lo dirijo hacia el dormitorio y nos paramos junto a la cama. 


Aflojo el nudo de su corbata antes de levantarla por encima de su cabeza y arrojarla a la silla en la esquina de la habitación. Desabrocho la camisa y los pantalones para quitarlos antes de que se acueste. Me imagino que eso va a ser mucho más fácil que tratar de desnudar a un borracho niño de gran tamaño en la cama.


Cuando lo tengo desnudo, apenas empujo mi dedo contra su pecho y cae de espaldas.


—Made… ra.


Se ríe de mi referencia.


—No te preocupes. Tengo un poco de madera para ti.


Incluso borracho, sigue siendo ingenioso.


Se escabulle en la cama hasta que su cabeza está apoyada sobre una almohada.


—Desnúdate para mí.


La música ha cambiado a otra melodía sexy, así que empiezo mi lenta seducción de quitar mi traje de cabaretera. 


Me mira con los ojos entornados, pesados y me pregunto si seré capaz de desnudarme ante de que se desmaye. Decido que probablemente no debería demorarme demasiado tiempo en quitarme mi traje.


Cuando estoy libre del atuendo, me arrastro hasta la cama y me siento a horcajadas sobre él. No creo que deba esperar una gran cantidad de actividades extracurriculares, ya que está un poco saturado de whisky, así que me hundo en él. Me mira mientras lo monto y mueve sus manos a mis pechos. Los aprieta mientras me muevo arriba y abajo de su longitud.


—Me encantan tus pechos, mucho. Son jodidamente perfectos.


Se levanta y me voltea sobre mi espalda. Besa mi hombro, mi pecho y luego toma una de las puntas de color rosa en su boca.


—No puedo esperar a verte amamantar a nuestros hijos.


Whoa. Eso no es hablar sucio. Es grave cuando incluyes bebés en la mezcla.


Ni siquiera estoy borracha y mi cabeza da vueltas.


Y dijo: bebés, como en más de uno. Éste Pedro Henry es tan diferente del hombre que conocí hace seis meses. Éste me dice que quiere las cosas que el otro estaba empeñado en no tener. Tal vez me arrepentiré, pero decido que quiero explorar esto un poco más, mientras que su lengua está suelta.


—¿Has cambiado de opinión sobre querer bebés?


No responde así que agarro la parte superior de su cabello para tirar su boca de mi pezón.


—¿Has cambiado de opinión acerca de casarte y de querer hijos?


—Sí.


Agarro su rostro para que me mire.


—¿Por qué?


—Porque te amo y quiero ser tu esposo. —Se desliza hacia abajo y besa mi estómago—. Y quiero ver tu vientre crecer con una parte de mí en él. —Me frota allí—. Quería que estuvieras embarazada cuando te encontré, pero no lo sabías, ¿verdad?


—En cierto modo lo sospeché basado en cómo actuaste y las cosas que dijiste.


—Probablemente es mejor estar casado por un tiempo sin un hijo en camino.


—Creo que eso es muy recomendable.


—Sí. Porque voy a querer follarte mucho. —Entra en mí y gime—. Oh, esto es tan bueno. Voy a hacer esto todos los días después de casarme contigo.


Toda es charla borracha, así que probablemente no deba darle ninguna atención, pero todavía envía escalofríos por mi columna vertebral el oírle decir cosas sobre casarse conmigo y tener hijos. 


Tengo que preguntar si quiere decir lo que dice.


Después de todo, está ebrio. ¿Cuán sincero puede ser cuando está en este tipo de condiciones? Sólo hay una forma de saber, ver lo que dice cuando esté sobrio.



No hay comentarios:

Publicar un comentario