martes, 24 de mayo de 2016

CAPITULO 101




Este lugar es distinto al auditorio donde tocaron anoche. Se ve como un teatro antiguo, con los asientos en forma de herradura y un piso abierto para estar de pie en frente del escenario. La multitud allí crece rápido, así que elijo un asiento en la primera fila cercana al escenario para poder ver sin pelear con la multitud.


Es hora de que comience el show y me sorprende la congestión de gente reunida para escuchar a Southern Ophelia. Esta gente está esperando para oír cantar a mi chica, y me abruma lo rápido que ha alcanzado la cima. No va a convertirse en estrella, ya es una.


No estoy seguro donde me deja esto en su vida. Estoy seguro de que debe haber sido muchísimo más fácil amarme y jugar con la idea de quedarse en Australia cuando no tenía nada esperando por ella en casa, pero ese no es el caso ahora.


Tiene todo esto, una banda con gente dependiendo de ella y una carrera con admiradores.


Miro la multitud mientras Paula y sus compañeros de banda actúan, y algunas veces se me hace muy claro: ésta es solo una pequeña porción de la fama en su futuro, y me asusta como el infierno. Estoy aterrorizado de que ame el brillo y el
glamour de esta vida y lo elija sobre mí. Quiero que Paula tenga cada pedazo de éxito que se merece porque la amo, pero no a expensas de nuestra vida juntos.


Eso es por lo que debo usar el próximo mes para mostrarle las razones por las que debería escogernos antes que a esta vida. Si me hace un bastardo egoísta, que lo haga. Puedo vivir con eso siempre y cuando ella esté conmigo y no nueve mil millas más lejos.


Parece que Claudio se ha alejado de Paula esta noche. No la está cogiendo con los ojos mientras cantan, así que supongo que recibió el mensaje. No puedo culparlo por tratar. Ella es un tremendo partido.


Cuando terminan de tocar la que creo que es la última canción, el idiota deja el escenario y Paula se sienta en un banco bajo un cenital. Giña en mi dirección mientras toca unos acordes en su Martin y se inclina al micrófono.


—Escribí esta canción durante un momento extremadamente oscuro en mi vida.


Recién me separaba del hombre que amaba y pensé que nunca nos veríamos de nuevo. Es sobre las cosas que le diría si alguna vez volvía a mí. Bueno, finalmente lo hizo, y esta canción es para él. Se llama “Amada por ti.”



Éramos completos extraños
Unidos por la mano del destino.
Fuiste un viento fuerte
Volándome en la arena.
Me acercaste a ti
De la seguridad de la costa
Y lo que creí que quería
Se hizo mucho más
Ahora sólo quiero que me quieras
Y sólo quiero que me necesites
Mi corazón ruega ser amado por ti.
En las aguas más turbulentas
Me ahogué alegre en ti
Y en la calma de la tormenta
Mi amor por ti creció.
Pero ahora estás eligiendo
Dejarme ir
Y se hace más difícil cada día
No dejar mostrar el dolor.
Porque sólo quiero que me quieras
Y sólo quiero que me necesites
Mi corazón ruega ser amado por ti.
Mi corazón cuenta
Lentamente los días
Cada uno acercándonos más
A nuestros caminos distintos.
Y me preocupo
Sobre cómo seguiré adelante
Cuando eres la razón
Detrás de cada canción.
Porque sólo quiero que me quieras.
Y sólo quiero que me necesites.
Mi corazón ruega ser amado por ti.


Paula termina y modula, “Te amo ", antes de besarse los dedos y mantener su mano en mi dirección. Es completamente juvenil, pero eso no me impide atrapar el beso y llevarlo a mis labios. Me veo como una niñita, pero ¿qué puedo decir? El amor te hace hacer cosas tontas y la captura de un beso al aire, definitivamente cae en esa categoría.


—Amigo, ¿ella acaba de mandarte ese beso a ti?


Me he sentado al lado de este chico todo el espectáculo sin siquiera mirarlo hasta ahora.


—Sí, lo hizo. Y ahora me voy a ir a buscar uno de verdad.


Veo la sorpresa en sus ojos y refuerza para mí la gran estrella que ven, cuando miran a Paula.


—Vaya. ¿La cantante de Southern Ophelia es tu novia? Eso debe ser fantástico.


Novia no se siente como la palabra correcta para lo que ella es para mí.


—Es mucho más que mi novia.


—Genial. Dile que fue un espectáculo impresionante.


Camino hacia el lugar donde ella me dijo que nos encontraríamos después y está allí, esperando como prometió. La acerco y beso el costado de su cara.


—Bebé, sigues impresionándome.


—¿Te gustó?


Supongo que quiere decir la canción que cantó para mí.


—¿Gustar? Infiernos... me encantó.


—Sabes que la escribí acerca de ti. Quise decir cada palabra.


—Lo sé. Y eso es lo que siento por ti. Volvamos a la habitación, así puedo mostrarle cuánto.


Hace una mueca que me dice que es un no.


—La banda siempre se reúne después de cada actuación para discutir cualquier novedad de la gira. Tengo que ir a la habitación de Claudio. Nunca dura más de quince minutos como máximo. ¿Quieres venir conmigo? Quiero que conozcas a los chicos.


Joder, no, no quiero ir a la habitación de Claudio, pero aún más, no quiero que Paula vaya sin mí.


—Claro, si eso es lo que quieres.


Creo que siento mi nivel de testosterona subir mientras me acerco al cuarto donde me reuniré con los sujetos a los que Paula ha estado cerca los últimos tres meses. Sabiendo que uno de ellos tiene una cosa por ella, no hace mucho para calmar mis tendencias instintivas de hombre de las cavernas, de asegurarme de que sabe que es mía y no para que él la tome.


Paula se detiene antes de entrar y coloca sus manos a cada lado de mi cara.


—Estás tenso, pero no debes estarlo. Estos chicos son como hermanos para mí.


Creo que se olvida que tengo una hermana y yo nunca he considerado besarla como la que vi anoche.


—Sólo hay uno de ellos que me pone tenso, y él es el que vi besándote.


Pasa sus manos por mis mejillas hasta que están en mi mandíbula. Acaricia con los dedos por encima de mi pequeña barba.


—Tienes que dejarlo ir.


Más fácil decirlo que hacerlo.


—Nos llevaremos bien, siempre y cuando retroceda.


—Ya lo ha hecho, así que no debería de haber ningún problema. ¿Cierto?


Utiliza sus manos para girarme la cabeza de lado a lado involuntariamente.


—Di, “No, Paula. No va a haber ningún problema con Claudio”. —No, Paula. No va a haber ningún problema con Claudio. —Saca las manos de mi cara y yo añado—: Mientras mantenga sus manos lejos de ti.


Pone los ojos en blanco y sacude la cabeza.


—Vamos. Vamos a terminar con esto, para que puedas ver que no hay ninguna amenaza.


Los miembros de la banda están sentados alrededor hablando cuando entramos en la habitación de Claudio, pero todos ellos nos prestan atención cuando ven que estoy con Paula.


—Hola a todos. Este es Pedro, y quería traerlo para que se conozcan, ya que vamos a verlo mucho por aquí durante las próximas semanas.


Su manager, Randy, es el primero en presentarse. A continuación, PJ y Ryan.


Claudio se queda atrás para lo último. Al principio creo que es porque me está midiendo, pero entonces él está en sus pies para ofrecerme su mano y no siento ningún tipo de confrontación.


—Paula me ha hablado mucho de ti, así que es bueno conocerte al fin.


Si yo tenía en mi mente ser un pendejo, podría interpretar sus palabras en código por otra cosa, como que tal vez Paula le dijo mucho sobre mí, significa que ella confió en él, o tal vez él está señalando que es, finalmente, un placer conocerme porque no he estado alrededor. No creo que nada de esto sea el caso.


Me mira a los ojos, de hombre a hombre, y no me da una mala sensación en absoluto.


—Encantado de conocerte, también amigo.


—Nuestra chica lo hizo bien esta noche, ¿verdad?


Sorpresa, eso es lo que siento por no estar ni un poco ofendido al oír a Claudio referirse a Paula como nuestra chica, como si fuese parcialmente suya. Me habría molestado un montón si alguna vez hubiese escuchado a Benjamin llamarla suya.


—Sí. Es bastante sorprendente.


El tiempo se nos escapa y terminamos pasando mucho más tiempo que los quince minutos. No me importa porque todos, sorprendentemente, resultan ser muy buenos. Yo esperaba estar ansioso por salir de allí, pero termina siendo Paula
la que me persuade de irnos, porque es tarde y está cansada.


No es hasta que nos fuimos que me doy cuenta de que la habitación de Paula, nuestra habitación, está al lado. He estado bien con todo lo demás, pero no me gusta esto. 


Desliza la tarjeta de acceso y luego la saca hasta que aparece la luz verde de acceso.


—Esta es la última vez que nos quedamos al lado de ninguno de ellos.


Estamos entrando en la habitación cuando dice:
—Siempre nos agrupan. ¿Por qué es un problema, siempre y cuando no estamos compartiendo?


La puerta se cierra y la pongo sobre mi hombro para llevarla a la cama. La arrojo en broma sobre su espalda.


—Debido a que no follamos suave y silenciosamente. Follamos duro y fuerte.


—¿Y no quieres que me avergüence porque ellos nos escuchen?


La vergüenza no era lo que tenía en mente.


—Pongámoslo de esta manera: no estoy muy interesado en que alguno de ellos se masturbe con el sonido de nosotros follando en la habitación de al lado.


Ella arruga su nariz.


—Eww.


—Exactamente. Si escuchan algunos de los sonidos que haces, no hay esperanza de que alguna vez te miren de nuevo sin visualizar lo que estabas haciendo mientras hacías ese ruido. Confía en mí cuando digo que es mejor si esta es la última vez que estamos tan cerca.


Mientras me saco la camisa de mis pantalones y con mi mano abro el botón superior, Paula se apresura sobre su bolso en la cama.


—Espera. Tengo una idea. —Lo abre y saca su teléfono—. Y necesitamos el tipo de música correcto. —Una canción comienza a sonar y sonríe diabólicamente mientras dice—: “Addicted” de Saving Abel es perfecto para lo que vas a hacer por mí.


—¿Y qué voy a hacer por ti?


Se escabulle a la cabecera de la cama y se sienta.


—Vas a hacer un striptease para mí mientras miro.


Hacer un striptease sería una cosa nueva para nosotros.


—¿Lo voy a hacer?


—Sí... lo harás. Lo he hecho para ti cada vez que me lo has pedido, y numerosas ocasiones en las que no lo hiciste. Ahora, te lo estoy pidiendo, y lo vas a hacer.


Estoy bastante seguro de que es mejor no decir que no, si quiero volver a verla bailar otra vez, así que me empiezo a mover con la música, mientras me desabrocho la camisa.


—Es mejor que tengas preparados unos billetes para mí, cariño.



CAPITULO 100





El chofer debe haber acelerado porque la limo se detiene en un hotel mucho antes de nuestro horario estimado de llegada, y Paula aún está completamente desnuda. Se retuerce buscando su ropa y ropa interior mientras maldice.


—Mierda. Ya estamos aquí y estoy desnuda. —Mira su reflejo en la pared espejada—. Parece que me hubieran montado y dejado mojada.


No puedo resistirme.


—Definitivamente ha habido mucha montura y debo decir que estabas bastante mojada cada vez.


—No es gracioso. Los chicos van a mirarme una vez y sabrán exactamente qué estuve haciendo.


Estoy completamente bien con que ellos sepan.


—Definitivamente espero eso. Al mejor ese idiota de Claudio se alejará.



—Claudio sabe lo mucho que te amo y le alegra verme feliz, incluso si eso significa que nunca podrá haber algo entre nosotros. Es ese tipo de chico, así que por favor, no le hagas la vida imposible. No es como Benjamin en absoluto.


—No te preocupes. No te avergonzaré volviéndome todo un Neandertal. — Quizás. Puede que no vaya a golpearme el pecho o a arrastrar a Paula del cabello, pero aún así mostraré que esta chica es mía para que no haya confusiones.


—Gracias.


Se mira otra vez en el espejo e intenta suavizar su cabello.


—Oh, demonios. Es bueno que hayamos llegado antes de lo pautado porque tendré que empezar de cero.


—Nena, te ves hermosa.


—Esto te hace feliz, ¿no? Me tienes viéndome como un desastre con todo mi maquillaje arruinado de tus frotadas y mi cabello viéndose como si hubiera estado dando vueltas por el asiento trasero.


Juguetonamente la empujo al asiento y me pongo sobre ella. 


Estamos mirándonos a los ojos cuando le digo:
—Tienes toda la maldita razón. Quiero que sepan que te cogí todo el camino hacia aquí y que mi esperma aún está dentro tuyo así ni siquiera piensan en acercarse de esa forma a ti. —Meto mi mano bajo su falda para frotarla entre las piernas. Siento el lugar húmedo donde mi descarga ha goteado hasta sus pantis—. ¿Recuerdas lo que te dije sobre esta parte de tu cuerpo?


—Sí.


—Dilo. —Quiero oír la prueba de que no lo ha olvidado.


—Nadie más me toca allí.


Amo oírla decir eso.


—¿Y por qué nadie puede tocarte así?


—Porque soy tuya y de nadie más. —Me hundo en esas palabras.


Empujo sus pantis a un lado y deslizo mi dedo dentro de ella.


—Lo que hace a esto mío.


Ella gira sus ojos, sonriendo, y eso me dice que le gusta la naturaleza posesiva que siento por ella.


—Puedes ser verdaderamente crudo a veces.


—Pero amas cada cosa sucia que digo o hago.


Resopla dramáticamente.


—Sí, lo hago. Ahí lo tienes. Lo admito. ¿Contento?


No tiene idea.


—Sí, mucho.


—Bien. Ahora, déjame levantarme porque tengo que prepararme para el show.


Le doy un beso en la boca.


—Sí, señora.



CAPITULO 99




Siete horas. Pensé que no se podría hacer, y probablemente no podría hacerlo con cualquier otro hombre, pero ¿a quién estaba engañando? Es de Pedro Henry del que estamos hablando. El hombre es una absoluta máquina del sexo. 


Hmm, que suerte la mía.


Es una locura. Estamos sentados en la parte de atrás de la limosina de camino a Austin después de un maratón de siete horas de sexo y mi sed por él no es menor de cuando estaba en el ascensor de camino a su suite la noche anterior. Este
hombre puede hacer que lo quiera solo con respirar.


Intento distraerme a mí misma con conversaciones.


—Aldana llamó esta mañana cuando fui a recoger mis cosas del autobús. Le conté toda la historia sobre nosotros, tú y yo. No estaba contenta de que se lo hubiese ocultado todo este tiempo. —Decir que no estaba contenta es minimizar su reacción. Estaba francamente cabreada.


—Es tu mejor amiga, estaría preocupado si no se hubiese enfadado.


—Ella está en Wagga Wagga con Zac. ¿Lo sabías?



Vuelve la cabeza bruscamente hacia mí.


—Aldana Donovan está en Wagga Wagga. —Se ríe—. Supongo que eso explica por qué Jim no la pudo encontrar en U.S. Increíble. Estuvo en el mismo pueblo que yo durante el mismo momento. —Parece estar pensando en algo—. Casi me mata pero fui al apartamento de Benjamin para rogarle información sobre ti después de que te hubieses ido. Se dio el placer de retenerme ciertos datos.


—Lo siento Benjamin, es un idiota.


—Está bien. —Se ríe—. Tuve una oportunidad para verlo otra vez. Aplicado para una beca en Avalon. Y me tomé el placer de decirle que se fuera a la mierda. Puedes imaginarte la sorpresa en su cara cuando entró en mi oficina con su currículo en la mano. Fue impagable.


—Apuesto a que ensució sus pantalones. Debiste contratar a Zac. Aldana me dijo que no había encontrado una beca aún. Terminaron a mitad del año escolar así que todas las posiciones estaban tomadas para la clase siguiente.


—Lo haré si es lo que quieres. —Está sujetando mi mano y su pulgar me está acariciando la parte de arriba de la mano—. Haré cualquier cosa que me pidieses. —Observo como lentamente me acaricia desde delante y hacia atrás de mi piel, y recuerdo dónde estuvo antes, porque es un movimiento muy similar. El recuerdo enciende chispas que viajan por mi brazo hasta el centro de mi ingle. Junto mis piernas presionándolas y me muevo en mi asiento intentando aliviar el deseo, pero es inútil. Solo hay una solución para eso.


El dulce, y seductivo sonido de “Don’t Forget to Breathe” de los Bitter Sweets empieza a sonar y sólo se añade a mi creciente excitación. Pedro Henry toma nota de mi creciente inquietud.


—Cariño, ¿estás bien? ¿Necesitas que el conductor pare?


El baño no es lo que necesito ahora mismo . Estoy avergonzada de admitir que hemos hecho el amor todo el día y que aún quiero más. Eso no puede ser normal.


Trago y me aclaro la garganta antes de decir:
—Estoy bien.


Intento permanecer sin hacer ningún movimiento, pero se siente como una de esas veces que me pica algo y me vuelvo loca si no me rasco.


Renuncia a sostener mi mano y la apoya sobre mi muslo desnudo para consolarme, sin ser consciente de que es como si echara acelerante a un incendio salvaje.


—Estás tan al borde que no puedes estarte quieta ni por dos segundos. Perdona si el dolor es por mi culpa.


Estoy un poco sensible pero no tiene nada que ver con lo que estoy sintiendo ahora.


—Yo no lo siento. —Estudio la división entre el conductor y nosotros—. ¿No nos puede ver?


Creo que Pedro Henry puede estar pillándolo. Se ríe como respuesta.


—No con la división subida.


—Y ¿puede oírnos?


Definitivamente ha entendido por donde estoy yendo con esto, a juzgar por su rostro.


—No al menos que grites.


—Eres conocido por hacerme eso. —Estoy burlándome de él y ambos lo sabemos.


—Sólo porque es lo que querías.


Pongo mi mano sobre su muslo y empiezo a masajear el músculo de debajo de sus pantalones.


—Eso es verdad. Es lo que siempre quiero.


Me inclino para presionar mis labios contra el lado de su cuello debajo de la oreja y beso ese lugar especial que lo vuelve loco. Muevo mi manos por su muslo y cuando siento lo duro que ya está, muevo mi boca hacia arriba y me cierno sobre su oído, susurrando sin respiración.


—Voy a quitarme toda la ropa y cuando termine quiero que me folles hasta que me corra.


—Lo que tú digas.


Recorro mi dedo sobre su labio inferior.


—Ese es mi chico bueno.


Subo el volumen de la música y me desabrocho el cinturón así puedo empezar mi show. Quizás no tenga una barra en la parte de atrás de la limosina, pero eso no me impide darle a Pedro Henry una actuación de escándalo.


Me giro así estoy de cara a él y alcanzo mi pelo para quitarme los ganchos que lo sujetan. Sacudo la cabeza para que caiga y lo atuso con las manos. Acabo de joderlo para el espectáculo de esta noche pero no me preocupa en este momento.


—Tienes un pelo hermoso. —Se inclina para coger un mechón y sonrío mientras me aparto. No sería un espectáculo si me toca mientras le hago un desnudo.


—No se toca a la stripper del asiento de atrás.


—Stripper del asiento de atrás, ¿huh?


Me quito mi chaqueta vaquera y empiezo a desabrocharme los botones de mi camisa marfil sin mangas. Él observa mientras cada botón revela un poco más de piel. Lo hago despacio para tentarlo mientras se forma su anticipación de lo que le espera detrás del suave algodón de la camisa.


Me arrepiento que mi sujetador y mis bragas sean de simple encaje blanco, pero nunca esperé tener la necesidad de lencería sexy durante el tour. El sexo era en la última cosa que pensaba mientras viajaba de ciudad en ciudad, así que tengo suerte de tener este conjunto.


Nota para mí misma: Conseguir buena lencería lo antes posible.


Permanezco fuera de su alcance en el otro lado del coche mientras me quito mi camisa y la tiro al suelo. Meto la mano por la cintura elástica de mi falda para alcanzar mis bragas y las deslizo hacia abajo por mis caderas hasta que forman un charco alrededor de mis botas. Me quito una prenda a la vez y luego las añado a mi creciente pila de ropa en el suelo.


—No te quites las botas. Quiero que las lleves mientras me cabalgas.


Su insinuación no me pasa desapercibida mientras alcanzo la parte de atrás de mi sujetador.


—Lo que quieras. —Me quedo sin nada más que mis botas, tal como él me quiere.


Me deslizo a través del asiento hacia él, se desabrocha el cinturón de seguridad para encontrarse conmigo en el centro.


Levanto mi pierna y me muevo para sentarme a horcajadas encima de él. Agarra mi trasero desnudo y me empuja contra su furiosa erección. Muele contra mí mientras me besa el cuello antes de moverse hasta mis pechos.


—Cualquiera que haga mis fantasías realidad de la forma en que lo haces tú no puede ser real.


Agarro sus manos y las dejo sobre mi pecho.


—Todo de mí es real.


—Te quiero, Paula. —Nada suena más dulce que esas palabras.


—También te quiero. Pero estás utilizando demasiada ropa para realizar esta fantasía —le digo mientras desabrocho su camiseta. Cuando está abierta, deslizo mi mano dentro y siento sus pezones endurecerse a mi tacto.


Llevo mi mano hacia sus pantalones y desabrocho rápidamente el botón. Levanta las caderas del asiento y le da a los pantalones varios tirones hasta que los tiene por sus rodillas.


Siento su erección contra mi estómago y la envuelvo con mi mano.


—Estoy a punto de hacerte sentir muy bien. —Me levanto sobre las rodillas y posiciono su punta contra mi entrada húmeda. Él aguanta su respiración con anticipación. Le toco con mi mano libre su boca—. No te olvides de respirar.


Siento su cálido aliento en mis dedos y luego los succiona dentro de su boca con una fuerte entrada de aire mientras me deslizo sobre su eje.


—Ohhh… No sé cómo te puedes sentir tan apretada después de todo lo que hemos hecho antes.


Me levanto sobre mis rodillas hasta que está casi fuera y vuelvo a bajar.


—Nuestros cuerpos encajan perfectamente.


—Eso es porque tú y yo pertenecemos juntos. Siempre.


Siempre. No es una palabra que esté acostumbrada a escuchar de Pedro Henry, al menos no en referencia a nuestra relación, pero amo el sonido. Hace que quiera a este hombre incluso más, así que decido que el viejo dicho es verdad. El cerebro es el órgano sexual para una mujer porque escucharlo decir eso envía a mi cuerpo a un torbellino desesperado.


Presiono mis manos contra el techo y me inclino hacia atrás, así se puede deslizar más profundo. Siento como que nunca lo puedo tener lo suficientemente cerca.


Me satisface cuando me mete los dedos entre las piernas, acariciándome de la forma más maravillosa. Todas esas sensaciones combinadas me hacen llegar y siento como los músculos más profundos de mi núcleo toman el control mientras cabalgo entre las olas del placer.


Cuando termino, él no está ahí conmigo, así que me muevo rápido arriba y abajo para darle lo que necesita. Pone los brazos por debajo de los míos y enlaza sus manos sobre mis hombros. Cada vez que bajo, usa sus manos para impulsarme hacia arriba fuerte mientas levanta las caderas. 


No tarda mucho tiempo cuando noto los espasmos dentro de mí y sé que ha encontrado su alivio también.


Cuando ambos hemos terminado, no me muevo porque estos son los momentos que saboreo, simplemente teniendo a Pedro Henry dentro de mí sin ninguna línea clara de dónde comienza uno y acaba el otro. Esas veces en las que estamos calmados y simplemente sujetándonos el uno al otro después, son cuando más cercana me siento con él.


Pone sus brazos a mí alrededor y me empuja más cerca para colocar el lado de su rostro entre mis pechos.


—Tu corazón va muy deprisa.


—Debería hacerlo después de esto. Creo que deberías viajar conmigo para mantenerme en forma ya que yo no puedo trabajar en mi poste.


—Tu poste en Avalon te extraña. Como también yo.


—Extraño Avalon. Se siente como un hogar para mí.


Levanta su rostro de mi pecho y me mira.


—No se ha ido a ninguna parte. Avalon puede ser tu hogar otra vez. Conmigo.


¿Qué está diciendo?


—¿Quieres que vuelva contigo?


—Sé que no ha pasado ni un día entero desde que he vuelto a entrar en tu vida, pero tenerte conmigo en Australia es lo que más quiero.


Estoy siendo empujada hacia dos direcciones. Este hombre está en mi corazón y esa parte de mí quiere dejarlo todo y tomar la siguiente conexión hacia Australia con él en este segundo. Pero entonces está la otra parte, la que me grita que he invertido ocho años de vida en mi carrera de música. 


Finalmente estoy alcanzando el éxito y ha llegado con un precio terrible. No estoy preparada para renunciar a mi carrera.


Pero tampoco estoy preparada para alejar a Pedro Henry de mi vida. Y me da miedo que al decirle que no puedo ir con él a Australia lo esté perdiendo otra vez.


No estoy segura de que pueda sobrevivir esta segunda vez.


Creo que él ve la guerra interna que estoy teniendo y pone dos dedos sobre mis labios.


—No digas nada todavía. No espero que tomes una decisión ahora mismo. Necesitas considerar lo que significaría mudarte a nueve mil millas para tu vida, no sólo ahora sino en los siguientes años.


La pasada noche me dijo que nunca se iba a separar de mí otra vez. Hoy está diciendo que pertenecemos juntos. 


Siempre. Se siente como si estuviese sugiriendo que nos casáramos, pero no está diciendo exactamente esas palabras.


—He estado haciendo arreglos para estar lejos de las viñas por las próximas cuatro semanas. Realmente quiero que pasemos ese tiempo juntos decidiendo lo que vamos a hacer a partir de ahí.


Un mes entero juntos. No puedo imaginar una mejor forma de pasar el tiempo.


—Por supuesto. Quiero estar contigo cada minuto de las próximas cuatro semanas.


—Bien. Esperaba que dijeras eso.


Apoya su frente contra mi pecho.


—Tenemos muchas conversaciones por delante durante estas semanas, pero no quiero ser el que las inicie. Te esperaré a que decidas hablar.


Beso la cima de su pelo oscuro.


—Gracias por ser paciente conmigo.


—Sabía desde hace tres meses que iba a venir a por ti. Tú lo sabes desde hace un día. Me doy cuenta de que mi llegada ha sido inesperada y que tenías todos estos planes que no me incluían a mi apareciendo de la nada.


Pedro Henry. —Pongo mis manos a cada lado de su cabeza y lo subo, así puedo verle el rostro—. Tu llegada fue tan inesperada como bienvenida. Tú, hombre de las cavernas, eres la mejor sorpresa que he tenido en… toda mi vida.