jueves, 19 de mayo de 2016
CAPITULO 86
Pasé la última semana en mi apartamento en Sydney porque pensé que me volvería loco si me quedaba otro día en Avalon. Los recuerdos de Paula me perseguían a cada lugar donde miraba. No había un lugar en el viñedo en el que no la viera, pero mi cama era lo peor. No había dejado que la Sra. Porcelli lavara las sábanas porque quería acostarme en ellas y oler a Paula a mi lado.
¿Cuán desesperado era eso?
Mi decisión de venir a Sydney era definitivamente una buena. A pesar de que todo el asunto de la número catorce fue un gran error, me abrió los ojos a lo que necesitaba hacer, así que no podía arrepentirme en ese aspecto. Pero por otro lado, fue la decisión más estúpida que había tomado. No sabía por qué pensé que algo podría sacar a Paula de mi cabeza. Ni siquiera la amnesia podría borrarla de mi cerebro.
Está grabada allí por siempre.
Mi tiempo de ocultarme en mi apartamento había llegado a su fin. Era momento de que regresara a Avalon. No podía descuidar por mucho el viñedo durante el tiempo de cosecha.
Casi estaba a punto de salir cuando mi teléfono sonó, el nombre de mi hermano en la pantalla. Es temprano aún. Inmediatamente me preocupo porque algo le haya pasado a papá, porque Ernesto nunca me llamaría tan temprano de otra forma.
—¿Qué es?
—Nada malo. Yo, uh... me preguntaba si podía pasar por allí y hablar contigo un minuto antes de ir a trabajar.
Esto es extraño, no se parecía a mi hermano para nada. Y no tenía mucho tiempo antes de ir a trabajar, así que sabía que algo pasaba.
—Seguro.
—Estoy saliendo de casa ahora, así que estaré allí en aproximadamente quince minutos.
Le di una mirada a Ernesto cuando llegó y le devolví el cumplido que me dio la semana pasada cuando me recogió en The Langford.
—Te ves como la mierda.
Él no me la devolvió y fue allí cuando supe que lo que sea que le pasara, era serio.
—¿Qué sucede, hermano?
—Solo necesito hablar con alguien.
—Bien. Yo soy alguien, así que dispara.
Ernesto se frotó la barbilla con la mano y fue cuando noté que no se había afeitado —en mucho tiempo— lo cual no era para nada como él. Pero tampoco yo estaba actuando con normalidad, así que tenía el mismo aspecto descuidado en mi rostro ahora.
—Es Em. Está embarazada otra vez.
No sé qué esperaba, pero definitivamente no era eso. Por su mirada, pensé que sería algo más calamitoso.
—Oh. Bien, supongo que las felicitaciones están a la orden, pero estoy un poco sorprendido. No creí que estuvieran planeando tener más niños.
Rió pero no parecía del todo divertido.
—No lo hacíamos. Dejó sus pastillas en casa cuando salimos ese pequeño fin de semana hace un par de meses. Pensamos que estaría bien si los tomaba cuando regresáramos. Estábamos equivocados.
—¿Cómo se siente Em con esto?
—Está feliz, y ya habla de él como si fuera a ser un niño. Siempre pensó que yo quería un niño, pero nunca me preocupó si tendríamos uno o no. Estoy loco por mis niñas.
No tenía que decirme cuánto amaba a sus hijas y a Emma; eran su mundo. Él pudo tener todo el dinero y los lujos que yo tengo, pero volvió su espalda a ello por su familia.
—¿Entonces, no estás feliz por tener un nuevo bebé?
—No, no lo estoy. Y soy un egoísta hijo de puta por sentirme de esa forma.
Tomó un profundo aliento y lo soltó lentamente antes de empezar a pasearse por el piso de mi sala, las manos a cada lado de su cabeza. Este era un nuevo aspecto de él y me tenía preocupado la razón detrás de su conflicto.
No sabía si sería capaz de ayudarlo, pero podía oír, incluso si no podía ofrecer consejo.
—Puedes decirme lo que tienes en la cabeza y no te juzgaré. Quiero decir, demonios… mira lo que he estado haciendo por los últimos cuatro años. No es como si hubiera estado ajustando mi aureola. No estoy en posición de juzgar.
Se sentó en el sofá y se recostó contra él, con la cabeza en sus manos.
—Me siento como si acabara de recuperar a Emma. Mila ha estado prácticamente atada a sus pechos por el último año. Doce condenados meses es un largo tiempo para que tu esposa tenga un niño ordeñándola día y noche. Hermano, es la peor clase de impotencia. Me siento como un bastardo por querer que mi niña se despidiera de su fuente de comida para poder conseguir un polvo.
Wow. Esas son palabras que nunca sacaría de mi cabeza.
Podía haber estado bien sin ellas.
—Dos meses. Ese es el tiempo que Mila ha estado destetada, y ha sido genial. Ambas niñas están fuera de nuestra cama y en sus propias habitaciones. Finalmente he sido capaz de follar a mi esposa en nuestra cama en vez de escabullirnos para hacerlo silenciosamente en el sofá cuando no tiene alguna niña succionándola como una sanguijuela. Pero ahora hay otro en camino que vendrá a interponerse entre nosotros.
¡Joder! Nunca me sentaría en su sofá otra vez.
No sé qué decirle. No tuve aviso sobre esta situación.
—Suena como si te estuvieras quebrando. Tienes… ¿siete meses antes de que llegue? Yo me abastecería para el invierno mientras pudiera.
—Pero ese es otro problema —gruñó—. Emma siempre tiene labor de parto prematuro y necesita descanso pélvico, así que va a frustrarme durante meses antes de siquiera llegar allí.
Demonios. Mi pequeño hermano me ha hecho sentir pena por él.
—¿Mamá aún no lo sabe?
—Sí. Le dijimos la otra noche. Ella está encantada más allá de palabras. No esperaba conseguir otro nieto hasta que encontraras a Paula y la embarazaras.
Hasta embarazar a Paula. Hubo un tiempo cuando oír algo como eso habría causado que me volviera loco, pero no hoy.
Ya no estaba asustado por cómo sería la vida con una familia. Estaba más asustado por lo que sería no tener una, pero, particularmente, estar sin Paula. Sé que ella quiere bebés, y planeaba dárselos, tantos como quisiera, en el momento que estuviera lista. Estaba esperando con ansias ponerlos dentro de ella.
—Estará bien. Estoy seguro de que Emma y tú lo harán funcionar bien con otro niño.
—Sé que estará bien. Solo me asusta porque este no estaba planeado. Me siento como si hubiera perdido el control y no me gusta. Dios, debes pensar que soy un total imbécil por llamar a mi propio hijo una causa de impotencia.
—Te dije que no te juzgaría, y no lo haré, porque no sé cómo me sentiría si estuviera en tus zapatos. Y ambos sabemos que amarás a la pequeña causa de impotencia.
Desearía estar enloqueciendo porque Paula estuviera embarazada. Al menos eso significaba que la tendría conmigo.
—Pedro, vas a encontrar a Paula y entonces serás tú quien tenga los zapatos de ansiedad porque no querrás arruinar ese tiempo especial con ella.
—Espero tener la oportunidad de entrar en pánico.
Realmente lo espero.
CAPITULO 85
Encontré a mi madre en su sala de estar. Su casa es humilde, su decoración sencilla. La mayoría de sus muebles son de tiendas de gangas, así que me pregunto qué piensa de ello el famoso Jake Beckett, mientras está en los barrios bajos.
Ella me mira y puedo decir por su expresión que piensa que me veo como el infierno, porque lo hago. No me ha visto en dos semanas, así que estoy segura de que mi pérdida de peso y los círculos oscuros, capturan su atención.
—¡Paula Chiara! ¿Qué te ha pasado? ¿Has estado enferma? ¿Agarraste algo mientras estuviste en tu viaje?
Claro que sí. Se llama enamorarse. Esperaría que ella de todo el mundo fuera la que reconocería este aspecto.
—No estoy enferma, mamá.
—Entonces, ¿qué te ha pasado?
Me acerco y me quedo en el sofá junto a ella. Parece que no tengo gracia estos días. Todo lo que hago es dejarme caer.
No sé por dónde empezar con todo lo que ha pasado. Mi vida es una equivocación tras otra, a excepción de Pedro Henry. Él es lo único correcto en mi vida.
—Supongo que debería empezar por decir por qué fui a Australia.
Ella no sabe nada de mi relación con Fernando. Le mantuve a él en secreto porque sabía que ella había desalentado nuestra relación. Me habría dicho que era una mala idea involucrarme con mi productor. Y habría tenido razón.
Puedo ver que no es feliz cuando le digo acerca de nuestro enlace, pero no dice nada, así que sigo con mi viaje. Y mi Pedro Henry. Mi rostro sonríe involuntariamente con sólo decir su nombre. Es imposible no sonreír cuando el sonido sale de mi boca.
Creo que la veo suavizarse mientras describo el amor de mi vida y lo que siento por él. Dejo fuera la mayoría de los detalles acerca de nuestro acuerdo, excepto aquella en la que acordamos que nuestra relación había terminado una vez que me fuera. Añado una mentira piadosa y le digo que la decisión se basó en la imposibilidad de una relación de larga distancia, más que del hecho de que él no quiere contactarse conmigo de nuevo.
El pensamiento trae lágrimas a mis ojos. Fue tan fácil para él dejar que me vaya de su vida. Yo le dije que lo amaba y él no pudo decirme lo mismo. Porque no me quería.
Cuando termino de darle la versión resumida de mi tiempo con Pedro Henry, paso a mi reunión con David y Fernando.
Parece contenta con lo que estoy diciendo, pero luego todo se trata de un frenazo al llegar a la parte en la que golpeo los testículos de Fernando.
Me levanto del sofá y camino. Estoy totalmente esperando su reprimenda por mi acto que probablemente mató a mi carrera, pero me sorprende.
—¿Ese hijo de puta te amenazó con arruinar tu carrera, mientras él te sujetaba contra tu auto? Patadas en las bolas es lo más pequeño que se merece. Lo que él trató de hacerte es chantaje, que es ilegal, así que no te preocupes por nada. Nosotros nos ocuparemos de esto.
¿Quién es nosotros? ¿Está refiriéndose a mí y a ella, o ella y el donante de esperma?
De repente escucho la voz de un hombre, y está enojado.
—¿Quién la inmovilizó contra su auto y amenazó con arruinar su carrera?
Salto por la soberanía en la voz. Cuando miro hacia la voz, veo a Jake Beckett de pie en la puerta. Sé que mis ojos deben estar enormes por la extraña manera que está mirándome.
—Lo siento. No quise asustarte.
No dije nada, con cautela camina hacia mí, como si fuera un animal asustadizo listo para salir corriendo en cualquier momento. Él no aparta sus ojos de mí, mirándome a la cara. Parece hipnotizado. Tanto como quiero, no puedo quitar mis ojos de él, tampoco. Es como mirar un espejo. Nunca supe que éramos tan iguales.
Él pone sus manos a cada lado de mi cara. Mi reacción inicial es de apartarme, pero no puedo. Me encanta el contacto afectivo de este hombre por una razón que no puedo identificar.
—Dios mío, te ves como mi hermana. Es increíble.
He pasado casi toda mi vida odiando a este hombre por lo que nos hizo a mi madre y a mí. Él la dejó embarazada mientras estaba casado con otra mujer y luego fingió que no existíamos. Nos tiró como basura. Lo odio por eso y cada momento que pudo haber hecho mi vida más fácil, pero optó por no hacerlo.
Te odio. Las palabras bailaban en la punta de mi lengua.
Quiero decirlas, o tal vez gritarlas, para así poder ver la expresión de su cara. Quiero hacerle daño como él me lo hizo todos estos años.
Cuando termina de mirarme, toma sus manos y las utiliza para tirar de mí en un fuerte abrazo. Mi cara se presiona en el hombro, pero no para las palabras que yo estoy decidida a decir.
—Te odio —susurro débilmente mientras me empujo en su contra, pero él sólo me agarra más fuerza.
—Puedes decirme que me odias tanto como quieras, pero no va a cambiar cuánto te amo, Paula.
Quiero decirle lo doloroso que ha sido sentirse no amada y deseada por él toda mi vida y la forma en que afecta directamente a cómo veo a todos los hombres con los que interactúo. En cambio, estoy sorprendida por lo que estoy sintiendo. Esto no es en absoluto la reunión que había planeado en mi cabeza. Todos los años de ira que sentí por este hombre se desvanecen porque él es mi padre y me sostiene por primera vez. Mi regresión a esa niña que soñaba y oraba para que me quisiera porque era digna de ser amada.
—Nunca voy a poder decirte cuánto lo siento por estar ausente en tu vida. Pero te prometo que no volverá a suceder. El mundo va a saber que eres mi hija porque te amo.
Nunca necesité que el mundo supiera que era hija de Jake Beckett. Y seguro no necesito que lo sepan ahora. No quiero su pase libre a la industria de la música.
—No. No quiero que nadie lo sepa.
—No lo entiendo.
Estoy seguro de que no lo hace. La mayoría de la gente no lo haría.
—No quiero mi éxito basado en el hecho de que soy la hija de Jake Beckett. Quiero hacerlo porque soy una maldita buena música. Si anuncias que eres mi padre, nunca voy a saber si era lo suficientemente buena para tener éxito por mérito propio.
Puedo decir que no le gusta, pero eso no es realmente malo para mí.
—Voy a hacer lo que quieras, Paula. Prométeme que puedo anunciarlo después de que te lo hayas demostrado a ti misma.
No estoy en un lugar donde esté ansiosa por hacer promesas.
—Déjame lograrlo en primer lugar, y luego vemos desde allí.
CAPITULO 84
Pensé que había tocado fondo antes, pero no podía estar más equivocada. Este lugar en el que ahora resido es un nivel del infierno.
Camino como un zombi a través de mi apartamento hasta que llego a mi habitación y me caigo de espaldas sobre mi cama. Suspiro mientras miro al techo y veo las cuchillas oscilantes del ventilador, pensando en cómo me recuerdan a mi vida. Cada hoja está persiguiendo la que está delante de ella, pero es una carrera inútil. Ninguna de ellas volverá a ponerse al día con el futuro. La historia de mi vida. Persigo la felicidad justo en frente de mi cara, pero siempre fuera de mi alcance, no importa lo rápida que yo sea.
Me acuesto así por un tiempo antes de que finalmente me quede dormida. No tengo ni idea de cuánto tiempo he estado dormida cuando mi teléfono me despierta con el tono de “Jolene”. Fabuloso. Julia Chaves es exactamente lo que necesito ahora.
Contemplo dejarla ir al correo de voz, pero sé que sólo seguirá llamando.
Persistencia, es uno de sus dones.
—Hola, mamá.
—Pau, he estado esperando todo el día para que me llamas con una actualización con tu encuentro con David y Fernando. ¿Por qué no he oído hablar de ti?
Fue un error decirle que me estaba reunido con ellos. No quiero hablar de esto ahora, pero ella no me va a dar una elección. Nunca lo hace. Esa es otro de sus talentos, pero no quiere decir que no voy a tratar de salir de ello. Esa es una de mis habilidades.
—Es una historia muy larga y realmente no quiero hablar de eso ahora. Tal vez podamos reunirnos un poco más tarde y hablar de ello.
—Eso significa que no ha ido bien. Por favor ven. Tenemos que hablar de esto, así podemos obtener un plan de juego en cómo deberíamos ir desde aquí.
Me encanta eso… cómo debemos ir desde aquí. Tenía una presencia real en la industria hace un tiempo y conoce los entresijos de cómo funcionan las cosas. Tal vez ella tendrá algunas ideas de qué dirección tomar, porque yo malditamente no sé cómo termina en este punto.
Pero no voy si su amante está dando vueltas.
—Él no está ahí, ¿verdad?
—No, Pau. Él no está aquí —lo dice como si estuviera molesta de que yo no quiera estar cerca de él.
—Está bien. Estaré ahí después de cambiarme.
Termino mi llamada y me pongo un pantalón de trotar que lee la palabra LOVE en todo el trasero, el mismo que Pedro Henry disfrutaba empujando a mis rodillas cuando me inclinaba sobre el brazo del sofá de Benja. No me importa cuán vieja o gris me haga, siempre lo voy a llevar en mi memoria. Pero por si acaso, voy a escribirlo en un diario para que mi enfermera pueda leérmelo si me da Alzheimer.
Puede que no recuerde que era yo en la historia, pero se me ocurrirá que alguna señora tuvo suerte.
Y, sin embargo, no necesito un diario para registrar nuestra historia. Cada canción que escriba de aquí en adelante será de Pedro Henry. Así es como nuestra historia continuará por siempre… a través de mi música.
Él siempre será cada canción que yo cante.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)