martes, 7 de junio de 2016

CAPITULO 147





Nuestra mañana en el spa fue muy relajante. Tendré que recordar darle a Pedro Henry un agradecimiento especial por eso esta noche.


Estoy sentada en un taburete en mitad del piso del baño y Aldana me está aplicando el maquillaje. Ella es fantástica en eso y podría haber sido un artista de maquillaje si hubiese querido serlo. Está trabajando en mi rubor cuando una sonrisa viene a mis labios. Estoy pensando en esta noche, y eso me recuerda la lencería que he elegido. A él va a encantarle. Es ardiente e inocente al mismo tiempo —justo de la forma en que le gusto— y no puedo esperar a ver su reacción.


—¿Por qué estás sonriendo como el gato que se comió al canario?


—No quieres saberlo.


—Estás pensando en esta noche.


—¿Soy tan transparente?


—Sí. 


¿Crees que va a sentirse diferente porque él es mi esposo? No es que no hayamos tenido relaciones sexuales en casi cada forma imaginable.


—No soy la indicada para preguntarle, cariño. Deberías preguntarle a Emma.


Como si fuera una señal, Em entra en el baño.


—¿Preguntarme qué?


Me siento tonta preguntándole a alguien sobre sexo en la noche de bodas.


—Tengo curiosidad por algo. No es ningún secreto que mi cama marital no será una virginal. ¿Puedo esperar que ésta noche se sienta diferente con Pedro Henry como mi esposo?


Ella levanta las cejas ante mi pregunta.


—¿Estás sugiriendo que no era virgen cuando me casé con Ernesto?


Siento el calor en mis mejillas.


—Oh, Dios. Lo siento, Em. Ni siquiera pensé en eso.


—Estoy bromeando, Paula. Había estado con Ernesto en todas las formas posibles para el momento en que nos casamos. Creo que es un asunto Alfonso —dice riendo—. Es diferente pero obviamente no de una manera física. Es emocionalmente diferente... realmente no tengo palabras para explicarlo. Creo que es algo que tienes que experimentar por ti misma para entenderlo.


—Creo que estoy más nerviosa por el sexo de lo que lo estoy por la boda. Quiero que esta noche sea diferente y especial, pero tengo miedo de que no lo sea porque hemos... probado el néctar tan a menudo.


—No sé cómo es una luna de miel virginal por lo que no puedo comparar las dos, pero no creo que ninguno de ustedes estará decepcionado. No dejes que eso te preocupe.


Margarita aparece en la puerta y ligeramente golpea contra la puerta abierta.


—¿Puedo molestarlas por un momento?


—Por supuesto.


—No quería decir nada esta mañana hasta que estuviese un cien por ciento segura, pero tengo una sorpresa para ti. —Ella está sonriendo mientras se hace a un lado.


Detrás de Margarita están parados mi mamá y mi papá. Y Nana y Pa también.


Estoy fuera de mi asiento y en los brazos de mi mamá al instante. Por mucho que ella se haya equivocado, lo olvido todo en ese momento porque es mi madre y siempre la amaré.


—No puedo creer que estés aquí. Gracias por venir. —Miro a mi papá y a mis abuelos—. Y ustedes también. Estoy sorprendida. No me esperaba esto en absoluto.


—Margarita me llamó la semana pasada. Dijo algunas cosas que me hicieron entrar en razón, y me di cuenta que no había manera de que pudiera perderme el estar aquí para ti. Me odiaría a mí misma si elegía perderme la boda de mi única hija.


Articulo un “gracias” a Margarita sobre el hombro de mi madre y paso unos minutos poniéndome al día con mi familia antes de que Aldana los eche para que podamos terminar mi cabello y mi maquillaje. Cuando termina, no hay duda en mi mente de que nunca me he visto mejor.


—Aldana, eres increíble.


—Ayuda cuando comienzas con un hermoso lienzo.


—Gracias.


—Y el toque final —dice mientras asegura la pieza floral color champán en la parte de atrás de mi cabello. Está metida y clavada en un moño perfectamente romántico, justo por encima de mi cuello—. Me alegro de que no vayas con algún velo de aspecto ridículo colgando hasta tus pies.


—No importaba si se trataba de una boda en una iglesia o una viña... eso no iba a suceder.


Ella me da un espejo para que pueda ver como se ve la parte de atrás de mi cabello con el adorno floral.


—Lo elegiste es perfecto. ¿Estás preparada para ponerte tu vestido? El fotógrafo está esperando y no querrás andar a la carrera para terminar tus retratos de novia antes de la ceremonia.


—Tan lista como alguna vez lo estaré.


—¿Quieres que tu mamá y Margarita estén aquí para ayudar?


No se sentiría bien si no lo hicieran.


—Sí, eso quiero.


Después de que Aldana las trae de nuevo, estoy en mi bata junto a la cama mientras ellas trabajan en retirar el vestido del portatrajes. Mi madre suspira cuando lo ve.


—Oh, Pau. Es hermoso.


Es el vestido de novia más bello que he visto en mi vida. El perfecto tono intermedio de encaje color vainilla cremoso sobre charmeuse color champán... algo que nunca imaginé elegir. Siempre pensé que el encaje era algo anticuado, pero no en este caso. Es un moderno vestido sin mangas estilo trompeta con un romántico y profundo escote en V. Mi parte favorita, y probablemente la razón por la que lo elegí, es la gruesa cinta color champán alrededor de la cintura adornada con un ornamento floral que coincide con el de mi cabello.


Entro en mi vestido y Aldana lo hala hacia arriba. Inhalo para que ella pueda cerrar la cremallera porque es un poco apretado en la cintura.


—Cariño, tu modista no te hizo el corte con nada de holgura aquí.


Trabajo para situar mi escote.


—No, no lo hizo. Le dije que quería que me quedara ajustado y lo hizo exactamente como le dije, así que no puedo quejarme. —Es incluso un poco más apretado en el pecho de lo que pensé que sería. 


Pedro va a ser un gran fan de la demostración de pechos que tienes aquí. Se ven geniales.


—Sólo espero arreglármelas para que no se me salga uno -o ambos- durante la recepción cuando bailemos.


Ella llega y los hace saltar.


—Nah, estás bien. Estos cachorros no van a ninguna parte.


Doy una vuelta alrededor y miro a mi mamá y a Margarita.


—¿Qué opinan?


Margarita, siendo la correcta persona que es, permite que mi madre hable primero.


—Estás preciosa, nena. Nunca dudes de lo orgullosa que estoy de ti o de tus decisiones. Pedro es un caballero y tiene suerte de estar haciéndote su esposa.


—Eres una hermosa novia. Julia siempre será tu mamá, pero yo no podría estar más emocionada de ser tu otra madre. Eres una de los míos a partir de este día. Hoy te conviertes en Paula Alfonso, la esposa de mi hijo y la madre de mis futuros nietos. —Margarita pone sus brazos alrededor de mí y me aprieta—. Te quiero. Pero por favor, no me hagas esperar mucho por un bebé.


—No creo que tengas que preocuparte por eso —me río.
Veo la expresión de sorpresa en su rostro.


—¿Estás embarazada?


—Todavía no, pero hemos estado hablando de ello. Mucho. Pedro Henry ha dado un giro de ciento ochenta grados. Me dijo que nunca quería tener hijos después de que nos conocimos, y ahora casi todas las demás conversaciones son acerca de niños.


—Pensé que él nunca se casaría o tendría hijos, pero entonces llegaste y todo cambió. No sabes lo feliz que me hace saber que ya están hablando de tener dulces bebés.


—Está bien, señoras —interrumpe Aldana—. Odio ser la que interrumpa, pero tenemos que conseguir que Pau vaya con el fotógrafo para que esté a tiempo para casarse con Pedro Henry si quiere ponerse a trabajar en tener esos bebés de los que están hablando.


—Ella tiene razón. No falta mucho para que comience la ceremonia. —Mi mamá me pasa el ramo de rosas blancas—. Te amo, nena. No te pongas nerviosa.


—No lo estoy. No puedo estarlo porque todo es perfecto.


Y lo es. Me voy a casar con el hombre que amo y cada persona que significa algo para mí está aquí para presenciarlo y celebrar el comienzo de nuestras vidas como el señor y la señora de Pedro Henry Alfonso.





CAPITULO 146





Abro los ojos y miro el reloj. Son las 6:37 de la mañana del sábado, y el lugar de Pedro Henry ya está vacío. Está levantado antes de lo habitual en la mañana de este fin de semana. El pensamiento despierta mi curiosidad,


y luego la razón de su ausencia me golpea.


Es el día de nuestra boda.


Me pongo la almohada sobre el rostro para que nadie me oiga y chillo a todo pulmón. No puedo creer que este día esté aquí. Pedro Henry será mi esposo hoy más tarde.


Me cambio rápidamente a algo más presentable que la camiseta de Pedro Henry y voy a la cocina. Oigo a alguien allí y echo un vistazo por la esquina para asegurarme de que no es mi novio, aunque estoy segura de que sabe que no debe estar hoy en esta casa conmigo. Margarita me ve y se ríe.


—Él no está aquí. Sabe que lo golpearé casi hasta la muerte si pone un pie en esta casa hoy. —Me siento en mi lugar habitual en la barra y puedo oler la taza de café recién hecha de Margarita. Ella la sostiene el alto—. ¿Quieres una taza de café?


No sé cuándo sucedió, pero adquirí un gusto por el café en algún punto a lo largo del camino. Probablemente fue en la gira con la banda ya que era lo único disponible para energizarme.


—Tomaré una, aunque tal vez no sea una buena idea tomar cafeína en adición a mis nervios.


—Está bien estar nerviosa.


—Tal vez nervios no es la palabra correcta. —Margarita es mi suegra ahora y lo más cercano que tengo a una madre, por lo que puedo ser honesta con ella sobre lo que estoy sintiendo—. Estoy dolida porque mi mamá no vendrá. Todavía está enojada porque la dejé a ella y a mi carrera. Cuando me dijo que nunca iba a visitarme, pensé que lo estaba usando como ventaja para hacer que me quedara, pero ahora veo que hablaba en serio. Si no va a venir para mi boda, entonces tampoco la veré nunca viniendo de visita.


—Lo siento, Paula. Tenía la esperanza de que viniera, pero ni se te ocurra pensar que no tienes gente que te quiere. Tus padres siempre serán tus padres, pero nosotros también somos tu familia, no sólo Pedro Henry. Siempre estaremos aquí para cuidar de ti porque eres nuestra ahora, y te amamos.


Siento las lágrimas llegando.


—Sé lo importante que es la familia porque nunca he tenido una. Estoy tan feliz de estarme convirtiendo en un miembro de los Alfonso. Los amo a todos y a cada uno de ustedes.


Margarita se seca los ojos con una servilleta.


—Son suficientes lágrimas en el día de tu boda. No quieres que tus ojos estén rojos e hinchados.



Este es el día más feliz de mi vida, y no voy a dejar que el egoísmo de mi madre me lo estropee. Se detiene aquí.


—Tienes razón. No puedo cambiar las cosas sobre las que no tengo control, así que no más lágrimas. —He derramado demasiadas de esas y tengo esta maravillosa vida por delante de mí ahora. De aquí en adelante, todo va a ser diferente con Pedro Henry a mi lado.


—Tu novio tiene una sorpresa para ti. Organizó que todas nosotras tengamos un mañana en el spa. Nuestra cita es a las nueve.


Ese es mi Pedro Henry, siempre mimándome como una princesa. Es lo que me prometió la noche de nuestra primera cita y todavía no me ha decepcionado.


—Le encanta mimarme. Estoy segura de que tengo que darte las gracias por eso.


—Traté de enseñárselo a él y a Ernesto. Tenía la esperanza de que crecieran como hombres atentos y detallistas que trataran a las mujeres con respeto, así que puedes imaginar mi horror cuando Pedro Henry me dijo sobre el acuerdo que tenía contigo.


¡Oh, mierda! Había tenido la esperanza de que nunca tuviese esta conversación con ella.


—No te molestes con él. No lo hizo él solo. Estuve de acuerdo en todo.


—Me alegro de que sucediera de la manera en que sucedió. Ese tiempo separados les mostró a cada uno de ustedes lo que se estaban perdiendo por no estar juntos. Probablemente es lo mejor que les pudo haber pasado a ustedes dos. Dudo seriamente que alguna vez quieran pasar un día separados de nuevo.


Pienso en todos los días que hemos pasado separados, y sé que tiene razón.


—No. Nunca quiero volver a estar lejos de él. Jamás.



CAPITULO 145







Estoy durmiendo en la casa de huéspedes porque Margarita Alfonso insiste. Dice que no puedo dormir con P. porque no se supone que la vez el día de la boda, pero es las once así que técnicamente todavía no es el día de la boda.


Las mujeres Alfonso se encuentran en la casa patrullando todas las entradas para evitar que llegue a mi novia, pero ellas no contaban con mi perseverancia o mi inteligencia en la eliminación de la pantalla de la ventana de nuestra habitación más temprano ese día cuando ellas no estaban mirando.


Me escabullo a la ventana e intento mirar en el interior pero no puedo ver nada detrás de las persianas, excepto la tenue luz de la lámpara de la mesita de luz.


Escucho voces pero todo lo que puedo oír es la guitarra y la suave voz de P. ¿Qué está haciendo cantando y tocando tan tarde… la noche antes de nuestra boda?


Golpeteo ligeramente en la ventana y espero en vano una respuesta. Finalmente, golpeo y luego escucho el sonido de la música detenerse. Un momento más tarde, P levanta uno de los listones de la persiana para luego alzarla. Destraba la ventana y la levanta.


—¿Qué estás haciendo ahí fuera? ¿Siendo un mirón?


—Quería verte.


—Sí. Eso es lo que los mirones hacen. —Levanta una ceja hacia mí—. Sabes que a tu madre le daría un ataque si sabe que estabas fuera de la ventana.


Y esa es la razón por la que ella necesita apresurarse y dejarme entrar.


—Por eso estoy colándome.


—¿Estás colándote?


Ella piensa que estoy bromeando.


—Sí. No he estado contigo por días porque te mantienen muy ocupada. Estoy con abstinencia.


—Te vas a casar mañana. Lo recuerdas, ¿cierto?


—Tenemos una hora hasta que sea el día de nuestra boda y quiero pasar cada minuto contigo. —Su rostro parece como si lo estuviera considerando, por lo que hago un movimiento para sellar el trato—. Por favor, P. Haré que valga la pena, pero tendrás que dejarme cubrirte la boca cuando te haga gritar mi nombre.


Niega con la cabeza pero sonríe. Sé lo que significa y estoy listo antes de que ella diga nada.


—Mete tu trasero aquí antes de que mi suegra te atrape, pero te lo estoy advirtiendo ahora, gritaré si no haces que valga la pena.


—No hay ni una posibilidad.


Me subo a través de la ventana y caigo dentro.


—Shh… van a escucharte y vendrán corriendo a ver lo que está sucediendo.


—No tengo miedo —alardeo.


—Sí. Y esa es la razón por la que te estás escabullendo por la ventana… porque eres tan valiente.


La agarro por la cintura y la acerco a mí.


—Deja de hablar y bésame. No tenemos mucho tiempo. Probablemente menos de cincuenta y cinco minutos, y no sé si puedo hacer todas las cosas que quiero hacer en menos de una hora.


Llevo mis labios hacia los de ella y enlaza sus dedos a través de la parte posterior de mi cabeza para acercarme. Ella podría negarse, pero ha extrañado estar conmigo tanto como yo en los últimos días. Puedo sentirlo en la urgencia de su beso.


—Creo que mi chica está un poco caliente.


No desperdicia tiempo desabotonando los botones del frente de mi camisa.


—Estoy un poco frustrada sexualmente. No eres el único que se acostumbró a recibirlo todos los días. —Consigue abrirla y la aparta de mis hombro hasta que cae al suelo. Pasa sus palmas hacia arriba por mi pecho y luego baja alcanzando mi bragueta—. Después de todo este tiempo debería haber superado la sensación de tener mariposas en mi estómago cuando estamos juntos, pero no lo hago y no creo que alguna vez lo haga.


—Bien. —No quiero que alguna vez lo supere.


Alcanzo mi playera que ella está usando y la saco por encima de su cabeza.


—Estás usando mi playera.


—Me la puse porque quería olerte cuando me metiera en la cama. Pero tener al verdadero aquí conmigo es mucho mejor. —Estoy de acuerdo con eso.


Empuja hacia abajo mis pantalones vaqueros y mis calzoncillos y yo los pateo fuera del camino. Cuando la acerco, mi erección se presiona contra su estómago y ella roza con sus dedos mi eje arriba y abajo.


—Creo que mi niño está un poco excitado.


—Quizás estoy un poco frustrado sexualmente. ¿No es así como lo llamaste?


Pongo mis manos en sus caderas y empujo sus bragas hacia abajo por sus piernas hasta que sale de ellas.


—Creo que lo hice. —Cuando pone sus brazos sobre mis hombros, agarro las partes traseras de sus muslos y la levanto para que envuelva sus piernas alrededor de mi cintura. No creo que llegue a cansarme alguna vez de hacer eso.


Llevo a mi casi novia a nuestra cama y la bajo con suavidad al colchón. Aparto un cabello suelto de su cara antes de llover besos sobre él.


—Eres muy hermosa. Soy un bastardo con suerte por tener que mirarte el resto de mi vida.


—Me considero yo la afortunada.


Paso mis pulgares por sus mejillas.


—Voy a pasar el resto de mi vida demostrando que soy digno de tu amor.


—Ya has demostrado tu valía. Esa es la razón por la que me convertiré en tu esposa el día de mañana.


—Mi esposa. —Todavía no he asimilado mucho que me volveré el esposo de Paula mañana—. Me encanta escucharte decir eso.


Me tomo mi tiempo besando su boca y luego migro de su cuello a su pecho, entre sus senos. Palmeo uno mientras succiono su pezón con fuerza dentro de mi boca y paso mi lengua por encima de él. Rozo la punta con mis dientes y ella gime al tiempo que su respiración aumenta, por lo que vuelvo a hacerlo porque le gusta.


Vago hacia abajo hasta que mi boca está sobre su arco púbico.


—Y voy a tener esto por el resto de mi vida.


—¿No se supone que estés en modo de pánico por nunca más estar con otra mujer?


Siempre he oído eso, pero no es cierto.


—Nunca. El pensamiento de no tenerte por el resto de mi vida es lo que me pone en modo de pánico.


—Entonces deberías estar bien porque no me voy a ninguna parte.


—Bueno, yo voy a otra parte, y es hacia abajo —le digo mientras separo sus piernas—. Eso es lo que quieres, ¿no?


Su mano se apoya en la cima de mi cabeza, acariciando mi pelo. Río para mí mismo porque sé sin duda alguna que la gentil caricia que ella está haciendo ahora pronto se convertirá en ella agarrando un puñado y dándome un tirón.


—¡Sí! No tienes idea de cuánto quiero tu boca en mí.


—Apuesto a que tengo una buena idea de eso.


Bajo más y le doy ese lento y largo golpe en el centro. Su cuerpo se sacude como si hubiera sido quemada.


—Siempre sabes tan bien, P. No sé si alguna vez seré capaz de obtener suficiente de ti. —Separa más las piernas y se mece contra mi boca. Empujo dos dedos dentro de ella mientras uso mi lengua para rodear su más sensible lugar. 


Se había apoyado sobre sus codos observándome y tenía esa cara, la que veo cuando sé que estoy haciendo todo bien.


Creo que le gusta verme hacerle esto porque parece ser la norma estos días.


Todavía recuerdo cuando miró por primera vez. Éramos una novedad el uno para el otro, y creo que estuvo avergonzada por ni siquiera pensar en ello, pero de todas maneras miró. Ahora, mira a la zorrita erótica. No tiene miedo de decirme lo que quiere o necesita, y me encanta eso. Es un cambio enorme escucharla decirme cómo hacerla correrse.


—Dime lo que quieres.


Se muerde el labio inferior y lo desliza lentamente entre medio de sus dientes.


—Quiero que hagas el Dyson sobre mí ahora mismo —dice mientras toca el lugar por encima de mis dedos. Me encanta el nombre que le ha asignado a mi movimiento de succión—. Y mientras haces eso, quiero a tus dedos deslizándose dentro y fuera de mí pero intenta con tu mano de esta manera, ella me instruye mientras estira su mano hacia abajo.


—Lo que quieras, cariño.


Pongo mi boca sobre ella y empiezo a alternar lentamente entre aplicar succión y liberarlo a la vez que deslizo mis dedos dentro y fuera de la manera que ella quiere. Golpea el colchón con la mano y cae hacia atrás contra la cama mientras sus piernas se tensan.


—¡Maldición! ¡…Mierda! —Alzo la mirada hacia ella y la veo sujetar las sábanas en sus puños—. ¡Joder! —grita a la vez que arquea su espalda de la cama y sus piernas tiemblas a mi alrededor—. Oh… oh… estoy por correrme. —Esta es una de las raras ocasiones que ella no tira de mi cabello y me alegro, a juzgar por la fuerza que veo emplear en la cama.


No hay duda del momento en que su orgasmo termina porque se queda quieta.


Me siento en cuclillas y la miro tendida en su exultante estado. Me emociona ser capaz de hacerle esto, y que ella quiera que se lo haga. Es algo que ella ha llegado a esperar, y siempre estaré feliz de cumplir.


Sus piernas se han desplomado porque está relajada. Las empujo hacia arriba hasta que sus pies están plantados en la cama. Sigo en cuclillas y tiro de ella hacia abajo hasta que nuestros cuerpos se tocan. Mueve sus pies del colchón a mis hombros y doblas las rodillas hasta que están posicionadas firmemente. Los dedos de sus pies se clavan en mi piel. Eso es nuevo.


—Debes pensar que necesitas aferrarte.


—Apuesto que no es una mala idea.


Hay un golpe en la puerta y nos damos entre sí una mirada de oh, mierda pero sea quien sea puede olvidarlo. De ninguna manera, no voy a dejar a P. con este tipo de erección.


—¿Estás bien, Paula? Pensé que te escuché gritar. —Mierda, es mi madre.


—Sabía que gritarías fuerte. Se suponía que te cubrirías la boca.


—Se suponía que tú cubrirías mi boca.


—Bueno, eso es un poco difícil de hacer cuando mi cabeza está siendo apretada entre tus piernas.


Ella me señala con su dedo y sospecho que cuando abra su boca, es para discutir pero no sale nada. En vez de eso se ríe.


—Sí, tienes razón.


—Solo un minuto —grita ella mientras sale como un rayo de la cama para agarrar mi camisa para poder ponérsela—. Ve al baño mientras le aseguro a Margarita que todo está bien —me susurra.


—Esto es ridículo. Vas a ser mi esposa en dieciséis horas. No tendría que colarme como un adolescente, en especial en mi propia casa.


—No se trata de ti. Se trata de la idea que tu madre tiene para nuestro perfecto día de bodas, así que deja de quejarte y mete tu trasero allí.


Gruño a la vez que tiro de las mantas para que mi furiosa erección y yo podamos ocultarnos en el baño. Pone su dedo en la boca.


—Shhh.


Me oculto en el baño por un minuto antes de que ella abra la puerta y entre.


—Le dije que me golpeé el dedo del pie y por eso estaba gritando. No estoy segura de sí lo creyó. Creo que pudo haber visto tus ropas esparcidas en el suelo. Si lo hizo, fuimos agarrados porque ella sabe que eres demasiado anal para haber dejado un desastre como ese.


—Probablemente está en este mismo momento comprobándome en la casa de huéspedes. —La levanto sobre el mostrador del baño y la empujo en el borde—. Va a saber que el gallo está en el gallinero cuando no me encuentre allí, así que mejor nos apresuramos.


Me empujo en su interior y ella jadea antes de abofetearme la espalda.


—¿Por qué demonios fue eso? —pregunto.


—Sabes que mi nuevo control de natalidad no ha tenido tiempo de funcionar y sigues haciendo esto.


Lo olvidé.


—Ambos sabemos que eres del tipo jugadora. Te gusta echar a la suerte tu destino. Lo vi cuando estábamos en las Vegas.


No me detengo y ella no hace que lo haga.


—Creo que tú eres al que le gusta arriesgarse cuando se trata de esto.


—Quizás.


Agarro sus caderas y golpeo con dureza dentro de ella con tanta fuerza como puedo. Ella lleva sus piernas hacia arriba y las envuelve en mi cintura en tanto se apoya contra el espejo. Observo mi reflejo entregarse a ella y desearía que ella pudiera verlo porque es algo tan malditamente ardiente.


Salgo de ella y me echo hacia atrás.


—Baja y date la vuelta. Quiero que mires esto conmigo.


Se desliza de la encimera y gira antes de inclinarse hacia adelante, de la manera que la quiero. Pongo mi polla en su entrada mojada y observo sus ojos en el espejo mientras me deslizo dentro de ella. Nunca llegué a ver su cara cuando le estoy dando esto por detrás, así que es algo nuevo.


Ella se está aferrando al borde de granito y observa mi cara.


—Te gusta esto, ¿verdad?


Le doy con más fuerza y ella sigue perfectamente el ritmo conmigo, pero no esperaría menos de un músico.


—No voy a mentir. Me encanta demasiado.


Me inclino hacia adelante y beso su espalda mientras entrego unos últimos golpes y luego recuerdo que su control de natalidad no está funcionando todavía.


¡Maldición! Tengo que retirarme.


No quiero hacerlo, pero agarro una toalla de mano y me corro en ella. No es ni de cerca tan satisfactorio como correrme dentro de P, pero no quiero que se enfade conmigo porque quiere evitar un embarazo por el momento.


Me está fulminando con la mirada.


—Pensé que habíamos acordado esperar un tiempo antes de intentar quedar embarazada.


Estoy allí parado sosteniendo la evidencia: una toalla llena de semen, que es lo opuesto a haberlo intentado.


—Me retiré. Eso no califica como que intente dejarte embarazada. Te habría llenado cuando exploté mi carga si a eso estaba apuntando. Créeme, estarías llena de pequeños nadadores ya que han pasado unos pocos días.


—Todavía puede suceder incluso si te retiras, dice la chica del vientre hinchado.—Graciosa.


—Lo sé y si sucede, sólo sucede. Por cierto, deberías saber que no voy a usar condones en nuestra luna de miel. Olvídalo. No va a pasar. —Listo. Ella estaba advertida.


—Lo sé. Tengo algunas otras cosas, pero es inútil si no me das la posibilidad de ponérmela.


—La próxima vez, nena. No lo haremos a las apuradas. —Ahora estábamos intentando vencer la alarma Margarita.


—La próxima vez, seré tu esposa. —Vaya, no había pensado en eso.


Hay un golpeteo en la puerta del dormitorio, seguido por la voz de mi madre.


—Sé que estás ahí, pedazo de mierda, te voy a dar dos minutos para que acabes, te vistas y salgas de allí.


Nos miramos entre sí en el espejo y reímos a la vez que simultáneamente decimos:
—Atrapados.