miércoles, 22 de junio de 2016
CAPITULO 195
Soy dada de alta del hospital por buen comportamiento —sin complicaciones como dolor, sangrado, pérdidas o contracciones— pero me dan instrucciones de volver inmediatamente si alguna de esas cosas pasara. Se supone que debo estar en cama haciendo reposo en casa, lo que significa que solo puedo levantarme para bañarme e ir al baño. De todos modos, tengo un montón de nada para hacer mientras estoy acostada. La Dra. Sommersby dice que puedo progresar a actividades rutinarias dentro de dos semanas, con una sola excepción. Sin sexo. Mi vagina está completamente fuera de los límites, así que nada debe meterse en ese templo. Órdenes estrictas de la doctora y una de las pocas cosas en las cuales no es permisiva.
Estos van a ser unos difíciles cinco meses.
—¿Sofá o cama? —pregunta Pedro Henry, mientras pasamos por la cocina.
—Estoy un poco harta de la cama, así que creo que preferiría el sofá un rato. Quizá puedes sentarte junto a mí y podemos ver televisión.
—Absolutamente. Mamá pensó que quizás podrías necesitar algo cómodo para usar las próximas semanas, así que esta mañana trajo algunas cosas a casa. ¿Quieres que te las traiga?
Margarita es tan considerada.
—Sí, por favor. —Nota mental: Llamar y agradecerle por eso.
Pedro Henry vuelve con una camiseta rosa y un par de pantalones blancos a rayas rosadas.
Los dos son de un suave algodón y están recién lavados.
—No puedo creer que incluso los lavó.
—Haría cualquier cosa por ti. —Me entrega la ropa—. Te quiere muchísimo.
Mis ojos se llenan de lágrimas y mi corazón duele, pero no sé si son las hormonas o la tristeza que siento cuando pienso en lo poco que mi propia madre se preocupa por mí.
—Yo también la quiero.
—Lo sabe.
Me pongo mis nuevos pijamas y descanso en el sofá con una mullida almohada bajo mi cabeza y mis pies en el regazo de Pedro Henry. Frota mis pies mientras miramos televisión y es uno de los momentos más aburridos que hemos pasado juntos. Y lo amo… solo estar con él, sin hacer nada. Es absolutamente increíble.
CAPITULO 194
Solo le toma un momento a mis ojos para enfocarse, pero soy capaz de distinguir a Pedro Henry sentado al lado de mi cama. Está sosteniendo mi mano, moviendo su pulgar sobre mi piel de la forma que tan a menudo hace.
—Oye, chica bonita.
—Alfonso —grazno y me doy cuenta cuán dolorida y áspera está mi garganta. Trato de toser, para borrar lo que se siente como un tapón, pero no puedo—. ¿Puedo tener algo para beber?
Margarita se acerca al lado de mi cama, con una taza y una cuchara.
—La enfermera dijo que puedes tomar unos cubitos de hielo y cuando estés mejor y más despierta, pasar a sorbos de agua.
Pedro Henry levanta la cabecera de mi cama, y me doy cuenta que no estoy acostada boca abajo. Entro en pánico, inmediatamente llevo mis manos a mi estómago mientras temo lo peor.
—¿El bebé?
Las manos de mi esposo se unen a las mías en mi abdomen.
—Ella está bien.
Margarita aprieta sus labios mientras mira a Pedro Henry.
—Tú, pequeña mierda. Es una niña y no me lo dijiste.
Ahora está en problemas.
—No, mamá. No sabemos qué es el bebé. Pienso que es una niña, así que la llamo ella para irritar a P; se inclina a un niño.
—Oh.
Aunque he tenido una cirugía, me siento más normal de lo que me he sentido en días.
—¿Me parece que todo ha ido bien ya que me dejan sentarme?
—Sí. La Dra. Sommersby vino hace unos treinta minutos. Es optimista que el cerclaje aguantará porque tu cuello uterino se sintió más firme y es más grueso de lo que apareció en el ultrasonido. Dijo que la bolsa de aguas hinchándose por el cuello uterino probablemente lo estiraron. —Qué alivio.
Margarita se acerca a besarme.
—Está bien, niños. Voy a irme, así los dejo tener un poco de tiempo juntos. ¿Puedo conseguirte algo?
Tengo todo lo que necesito aquí mismo.
—No puedo pensar en nada, pero gracias.
Pedro Henry espera hasta que Margarita se ha ido para cernirse sobre mí, con su cabeza frente a la mía, y coloca su mano en mi estómago.
—Estaba tan asustado, P.
Alcanzo su cara porque quiero sentirlo. Ha estado muy preocupado por mí y el bebé para afeitarse. Su vello facial está demasiado largo para ser considerado barba incipiente, así que casi es una barba.
—Lo sé. También lo estuve, pero por primera vez en días, empiezo a sentir que todo va a ir bien.
—La Dra. Sommersby dice que quiere que estés en observación hoy y parte de mañana. Si no tienes dolor o contracciones, va a darte de alta en la noche de mañana.
—Oh Dios, qué alivio. —No puedo esperar para volver a Avalon. No puedo creer cuanto lo he echado de menos—. Podría haber empujado a través de esto tanto como lo necesitaba, pero debo admitir que estoy lista para salir de aquí. Cuatro días estando en esta cama mirando a estas paredes ya es mucho para aceptar.
—Nena, has sido una campeona. Incluso las enfermeras han comentado lo bien que has manejado estar sobre tu cabeza por días. Ni una vez te quejaste.
Quejarme solo hubiera hecho las cosas más difíciles para Pedro Henry y no hubiera conseguido nada.
—No había razón para hacerlo. Estaba preparada para hacer cualquier cosa que fuera necesaria por este bebé, y no había otra manera de hacer las cosas.
—Sé que lo harías, y esa es solo una de las razones por las cuales te amo tanto.
No debería pero quiero saber si mi madre ha llamado para saber de nosotros.
—¿Ha llamado alguien?
Una mirada peculiar se afirma en el rostro de Pedro Henry y solo puedo interpretarla como que mamá no está lo suficientemente preocupada para llamar por noticias.
—He actualizado a Aldana. Dijo que te transmitiera todo su amor y sus deseos de poder estar aquí. Emma llamó y quería que supieras que te quiere y está pensando en ti y en el bebé. Chloe, más de lo mismo… te quiere, está pensando en ti.
—Pero, ¿nada de mi familia? —Apuesto a que ella ni siquiera les dijo a Nanna y a Pops. Sé que hubieran llamado si sabían que algo estaba mal.
—Lo siento, nena.
—Está bien… está obsesionada con él. Estoy acostumbrada a ello. —Supongo que fui una estúpida por pensar que pudo poner algo delante de ella, o él, por una vez, pero está bien.
Margarita ha sido más una madre para mí este año de lo que la mía ha sido durante toda mi vida. Los Alfonso son mi familia ahora, y me quieren. Y yo los quiero.
CAPITULO 193
No puedo estar sentado. Me siento inquieto, caminando por la habitación de P desde la puerta para mirar por el pasillo y de vuelta a la silla ignorada.
—La doctora dijo que Paula estaría en cirugía por una hora si no se presentaban complicaciones y luego iría a recuperación otra hora más, así que pon el culo en esa silla antes de que me dé un mareo por tanto movimiento. —Mamá no me mira desde donde se encuentra leyendo, sus gafas están bajas en su nariz.
Tomo la silla que se encuentra junto a ella.
—Lo siento. No puedo evitarlo. —Mi corazón late y hay murciélagos revoloteando en mi estómago.
—Siempre fuiste nervioso, vigilando a Chloe como si fuera una flor delicada. Nunca pudiste ver que tu hermana menor era tan dura como un clavo, pero fue una buena práctica para ti. Has pasado de ser el hermano mayor defensor a marido y padre protector.
—Sigo siendo el hermano mayor defensor. —Y no me gusta que Chloe esté con ese idiota.
—Benja es bueno para Chloe. La trata bien.
Porque sabe que le patearé el trasero si se sale de línea.
—Mamá, es un bastardo. Está usando a Chloe y al final solo va a lastimarla. No lo conoces de la manera en que yo lo hago. —Es solo cuestión de tiempo y estaré allí para derribarlo cuando lo haga.
Parece escéptica.
—¿Y cuán bien lo conoces?
—Bastante bien.
—Benjamin es el hermano de la mejor amiga de Paula y la persiguió cuando llegó a Australia.
¿Mamá sabe que Benjamin fue tras P?
—Es correcto.
—Ambos la persiguieron a la vez así que fue tu oponente en el duelo para ganarse el corazón de Paula.
—Pero ella era mía y él lo sabía —argumento.
—Hijo, escúchame. Benja fue tras la mejor amiga de su hermana, sabiendo que pagaría un infierno si la jodía. Le propuso una auténtica relación desde el principio, una que podría haber prosperado en algo real. Ahora, piensa de nuevo en lo que tú le ofreciste: una aventura que durara unos pocos meses sin conexión después de eso. Nunca ni siquiera le preguntaste su apellido mientras vivía contigo y compartía tu cama. Entonces, dime quién se comportó peor.
Está bien. Mamá tiene razón. Probablemente fui más bastardo que Benjamin pero eso no quiere decir que debería dejar de cuidar a Chloe.
—Me relajaré un poco respecto a él.
—No, hijo. Te relajarás completamente. Chloe está enamorada de Benjamin y no tienes derecho a arruinarlo porque te niegas a dar marcha atrás en una rivalidad que terminó cuando te ganaste el corazón de Paula.
Oh diablos. De todas las malditas personas, ¿por qué mi hermana iría a enamorarse de Benjamin Donovan? La tierra está habitada por billones y tuvo que escogerlo a él.
—Puedo hacerlo pero me va a tomar tiempo. No puedo apagarlo como un interruptor.
—Si ayuda, piensa en ello como un favor para tu madre.
No. No ayuda ni un poco pero no tengo tiempo para responder porque el teléfono de P está sonando en el armario donde guardan sus cosas. Estoy seguro de que se trata de su madre.
Realmente no tengo la paciencia o el deseo para hablar con ella en este momento, pero tiene derecho a saber sobre su hija y su nieto, si esa es la razón por la que llama. Podría estar llamando para discutir sus planes de boda. No me extrañaría de ella. Perra egoísta.
No reconozco el número y luego recuerdo que la melodía de llamada que escuché no era la de su madre.
—¿Hola?
—Buenos días, este es Grayson Drake, asistente del fiscal en el caso contra Fernando Phillips. Estoy intentando localizar a la Srta. Paula Chaves.
—Es Alfonso ahora.
—¿Disculpe?
—Ya no es más Chaves. Es Paula Alfonso. Soy su esposo, Pedro Alfonso— explico.
—Ignoraba que usted y la Srta. Chaves se habían casado. ¿Podría hablar con ella?
—No está disponible por el momento y no lo estará pronto.
—Bueno… supongo que puedo continuar y hablar con usted dado que es uno de los testigos a declarar en este caso. Hablé con la Srta. Chaves hace varios meses…
Interrumpo porque ya no se llama así.
—Es Sra. Alfonso.
—Eh… sí. Hablé con su esposa hace varios meses cuando el caso de Fernando Phillips fue ante un juez por comparecencia pero lo pondré al día, como ahora es su esposo y ambos viven en otro país. ¿Está familiarizado con el sistema de justicia estadounidense?
—Para nada.
—Como sabe, el Sr. Phillips fue liberado bajo fianza hace un mes dado que no se consideraba con riesgos de fuga debido a sus lazos con la comunidad, o sea su esposa e hijos. —Sí, lo sé. El bastardo ha estado caminando libre como un ave—. El juez de la audiencia preliminar considera que había evidencia suficiente para mover el caso a un juicio, y también lo hizo el jurado de acusación, por lo que el Sr. Phillips fue acusado oficialmente. Se declaró inocente de todos los cargos en su contra y el juicio ha sido programado para la semana que viene, el siete de mayo. El fiscal necesita hablar con ambos sobre su testimonio antes de ese día, preferiblemente en persona, pero por teléfono es aceptable si no pueden presentarse antes del juicio.
¿En serio? ¿Vivimos en un continente distinto y nos dan una antelación de una semana?
—En este momento, nuestra presencia no es posible. Mi esposa está embarazada y sufriendo algunas complicaciones, por lo tanto ha sido internada en el hospital por un tiempo indefinido.
—Podemos intentar mover la fecha, pero no más de unas pocas semanas a lo sumo.
Eso no funcionará.
—Paula no viajará por el resto de su embarazo. —O poco después. Estará amamantando y de ninguna manera arrastraremos a un recién nacido por el planeta debido a Fernando Phillips.
—Bueno Sr. Alfonso, eso ciertamente plantea un problema. El Sr. Phillips está haciendo mucho ruido acerca de su derecho constitucional a un juicio rápido, que a la fecha ya está siendo violado.
Eso me manda a la órbita.
—¿A quién mierda le importan sus derechos luego de las cosas que le hizo a mi esposa?
—Al sistema de justicia estadounidense le importa.
—Bueno, eso es lamentable. —Este es el mundo técnico en el que estamos inmersos—. ¿Qué tal sobre testificar por video?
—No es inaudito que un testigo declarar por un circuito cerrado de video, pero es una posibilidad remota. No esperaría que el juez lo haga. Permitir a la víctima testificar desde el otro lado del globo no tiene precedentes en un caso criminal donde los derechos constitucionales están en juego. Por no mencionar que el interrogatorio vía internet sería terriblemente difícil. Francamente, Sr. Alfonso, me sorprende que este caso sea llevado a juicio porque usted y su esposa son básicamente la única evidencia que tenemos. Es débil incluso con su testimonio porque de lo contrario no sería corroborado. La evidencia restante es circunstancial, en el mejor de los casos, y probablemente inadmisible, por lo
que sería casi imposible conseguir un veredicto de culpabilidad sin su testimonio. Esperaría que su abogado defensor presentara una moción para que los cargos sean retirados y probablemente suceda si no testifican.
Es increíble.
—Tienen nuestras declaraciones. ¿No las puede usar?
—Son rumores, e incluso si pudiéramos usarlas, son poco persuasivas. —Tiene una respuesta para todo.
Jodidamente-increíble.
—Entonces, ¿me está diciendo que puede atacar a mi esposa, intentar violarla, y salirse con la suya?
—Es difícil ganar un caso cuando el demandado tiene conexiones y el mejor abogado defensor que el dinero puede comprar —explica.
—Bueno, no es el único con dinero y conexiones. Así que, supongo que esa es la manera estadounidense. —Pero no es la manera Alfonso. De ninguna manera voy a dejar que
ese maldito se salga con la suya con lo que le hizo a Paula—. Realmente me enferma verlo caminar pero no puedo poner en riesgo la seguridad de mi hijo nonato. En ese sentido, Paula no irá y no puedo dejarla en este momento crítico.
—Sr. Alfonso, lamento mucho escuchar eso. Les deseo lo mejor a usted y su esposa.
Termino la llamada con el Sr. Drake y estoy muy furioso.
—Fernando Phillips atacó a Paula, dejó su cuerpo ensangrentado con moretones, e intentó violarla. Habría tenido éxito si no hubiera llegado a tiempo, y va a salir libre sin repercusiones.
Lamento que mamá tuviera que escuchar la conversación.
—No está bien, pero al menos ahora ella está aquí y no en Nashville. No puede llegar a ella desde donde está.
—No he terminado con él.
—Hijo, no hay nada que puedas hacer. Por más que odie lo que ese hombre le hizo a nuestra chica, tienes que dejarlo pasar.
Estoy listo para discutir con mi madre y lanzarle las palabras de regreso a su cara. Es una de nosotros ahora y protegemos a los nuestros… a cualquier costo. Pero no soy capaz porque la puerta se abre con P siendo ingresada a la habitación.
Estoy contento de ver la cabecera de su cama en una posición normal. Tomo su mano pero está durmiendo y no se mueve cuando la tomo.
—Pensé que estaría despierta cuando regresara.
—Algunas personas, luego de la anestesia, salen más mareadas que otras. Simplemente perdura un poco más de tiempo, no significa que haya algo malo. —La enfermera vuelve a aplicar el monitor en el vientre—. Estoy poniendo el monitor de regreso para que podamos asegurarnos que no está teniendo contracciones. A veces un cerclaje causa que el útero se contraiga. Si eso ocurre, necesitaremos darle algunas medicinas para detenerlas. Entonces, el cerclaje es un paso en la dirección correcta pero aún tenemos que llegar a un lugar seguro.
—Por lo que sabe, ¿el procedimiento fue bien?
—Lo hizo estupendo. La Dra. Sommersby debería venir en una hora y hablar con usted.
Doy un suspiro de alivio porque nada catastrófico, como la ruptura de las membranas, ha pasado. Esta mujer es mi vida y ahora también lo es este bebé. No sé qué haría si algo le
sucediera a alguno de ellos.
CAPITULO 192
Día cuatro. No pensé que estaría tan cansada de esto tan rápidamente pero así es. No quiero quedarme aquí más tiempo. Quiero volver a casa, en Avalon. Anoche lloré como un bebé luego de que finalmente Pedro Henry se fuera a dormir porque no quería que me viera.
He estado aguantando, mostrando un exterior fuerte, porque no quiero que él o Margarita vean mi debilidad y lo confundan con egoísmo.
Puedo ver cómo alguien podría estar aquí y volverse depresivo. Quizás eso es lo que me está pasado ahora, pero seguiré haciendo lo que tenga que hacer por este bebé y rezaré que las membranas se hayan retirado.
Espero muy nerviosa, acostada hacia abajo en una cama de clavos, a la vez que contengo la respiración esperando el veredicto.
—Paula, no veo la hinchazón. Creo que podemos programar la cirugía y hoy realizarte el cerclaje.
¡Aleluya! Quiero saltar de la cama y dar volteretas por el pasillo.
Pedro Henry me aprieta la mano y se inclina para besarme.
—Sabía que lo lograrías. Nunca dudé por un segundo.
Las cosas se mueven rápidamente, preparándome para la cirugía, y estoy nerviosa. No… más bien como petrificada.
Todavía hay riesgos con este procedimiento, así que aún no
estamos fuera de peligro. Pero el diagnóstico ha mejorado mucho del de hace cuatro días.
Mi enfermera quirúrgica y anestesista entran a la habitación para llevarme al quirófano.
Pedro Henry se ve tan asustado como lo estoy yo.
—Vas a hacerlo perfecto y la Dra. Sommersby va a cuidar bien de ti. Estaré esperando aquí. —Se agacha y me besa en la boca—. Te amo, P.
—También te amo.
Estoy siendo llevada por el pasillo marcha atrás, las luces fluorescentes parpadean mientras nos movemos debajo de ellas. Es desorientador moverse en la dirección equivocada y el parpadeo no ayuda. Es nauseabundo.
—No me siento bien.
La cama se detiene y un paño es colocado sobre mi rostro.
—Cierra los ojos y no mires las luces de arriba. —Recuerdo a las enfermeras diciéndome que les notificara inmediatamente si sentía náuseas. Vomitar podría causar que mis membranas se hincharan aún más o posiblemente se rompieran—. Concéntrate en tu respiración, respira lenta y profundamente. Casi hemos llegado. —Siento que algo es colocad en mi mano—. Esto es un paño con alcohol.
Huélelo. Ayudará a que las náuseas pasen.
Lo llevo a mi nariz e inhalo profundamente. Milagrosamente, ayuda. Ojalá hubiera conocido ese truco hace un par de meses.
El aire frío de la sala de operaciones me golpea en el segundo que soy llevada dentro y mi cuerpo tiembla involuntariamente antes de que haya tenido la oportunidad de enfriarme.
Mis dientes se aprietan con fuerza y una rigidez me causa temblores.
—Tengo algunas mantas calientes una vez que te traslademos.
Soy deslizada con las sábanas y una camilla a una mesa en medio de la sala. Luces brillantes iluminan directamente mi entrepierna. Los estribos esperan, y estoy bastante segura de que sé lo que sigue. Estaré abierta para que todos en la sala vean. Qué humillante. Espero que primero me duerman.
Alzo la mirada y veo al revés el rostro de la enfermera anestesista poniendo la máscara de oxígeno en mi boca y nariz.
—Sra. Alfonso, solo un poco de aire fresco para usted. —Un momento más tarde la mujer parada a mi lado dice:
—Voy a darle algo vía intravenosa para hacerla dormir.
—Está bien.
Y todo se pone negro.
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