martes, 21 de junio de 2016

CAPITULO 190





Dieciocho semanas, casi la mitad del embarazo. No puedo creer lo mucho que el vientre de P ha cambiado en el último mes. Es una pequeña protuberancia que apenas se puede detectar por debajo de su ropa, pero estoy sorprendido por la forma en que se siente cuando se acuesta, como un firme pomelo que sobresale de la parte inferior de su abdomen.


P tiene una cita con su obstetra hoy. Tuve que faltar a su última cita por motivos de trabajo, pero hoy no me lo perdería por nada en el mundo. Tendrá su primera ecografía de cuatro dimensiones. He estado mirando en línea algunas de las fotos y hoy deberíamos ser capaces de ver la cara de nuestro bebé por primera vez.


La Dra. Sommersby entra en la habitación y hace todas las cosas de rutina primero. Puedo oír el latido del corazón por primera vez y juro que desencadena algo en mi pecho, una sensación que nunca he sentido antes, y tengo esta loca imagen apareciendo en mi cabeza de mi corazón en creciendo como el del Grinch.


—¿Estás bien?


—Esta es la primera vez que escucho el latido de su corazón. No sabía que me haría sentir así.


La Dra. Sommersby ríe.


—Bueno, Sr. Alfonso, va a sentir un montón de cosas diferentes cuando vea a su bebé en este ultrasonido. Él o ella se va a ver muy diferente que cuando lo miramos a las seis semanas.


P empuja la cintura de sus pantalones abajo y la buena doctora comienza el análisis. Toma un minuto para mí el orientarme, pero luego se vuelve claro.


—Mira, P. —Me río, tal vez incluso una especie de risita—. Es una mano, y puedo ver todos los dedos. —Miró la pantalla, hipnotizado por lo que estoy viendo, porque es mucho mejor cuando es tu propio hijo al que se estás viendo.


No estoy seguro de parpadear por miedo a perderme algo. 


Se mueve mucho, ella no ha mencionado sentir nada.


—¿Sientes esos saltos mortales?


—Tal vez unos pequeños alborotos aquí y allá, no los registré como los movimientos del bebé. Pensé que era burbujas de gas o algo así. —Suelta una risita.


La Dra. Sommersby mueve la sonda y tenemos un tiro perfecto de la cara así que la enmarca.


—Esta es una buena.


—Mira eso. Tiene que ser una niña porque esa pequeña cara se parece a ti.


Paula no aparta sus ojos de la pantalla por un momento.


—No lo creo. Eso es definitivamente tu nariz y barbilla, así que creo que es un niño.


—¿Quieren saber quién tiene la razón?


Ninguno de los dos respondemos, porque hemos tenido esta discusión durante semanas.


Ella se muere por saberlo y quiere tener todo comprado en función del género y listo para cuando llegue el bebé. La está matando que Aldana ya sabe que ella va a tener un niño.


Pero quiero ser sorprendido. Creo que nada podría ser más especial que ver a su bebé por primera vez y escuchar es un niño o una niña.


—He visto esa mirada antes. No están de acuerdo, ¿eh?


P niega con la cabeza.


—Nop, y nadie está cediendo.


—Siempre puedo escribirlo y sellarlo en un sobre para el que quiera esperar para saber.


Preferiría que me digan ahora en lugar de que ella sepa y se le deslice en una conversación casual o enterarme cuando vea una habitación pintada de color rosa o azul. Así que me
rindo, dejando a un lado lo que quiero como siempre lo hago con P, porque la amo mucho y quiero que sea feliz.


—Está bien. Puede decirnos.


—Vamos a ver si este pequeño moco cooperará y se mostrará. —Mueve la sonda a través del vientre de P—. Tengo el hábito de no mirar hasta que me han dado el visto bueno para que no se me escape. —Aguanto la respiración, esperando oír el veredicto. ¿Tengo un hijo o una hija?


—No, no nos digas. —P me mira y me aprieta la mano—. Sabré lo que es el bebé cuando llegue aquí y puedo comprar la ropa que quiero entonces. Mereces tener esta sorpresa.


No quiero que ella se rinda, ese es mi trabajo.


—Pero te mueres por saber.


—Está bien. Tengo el resto de mi vida para saber si es un niño o una niña, así que vamos a disfrutar de la angustia de no saber.


Me inclino para besarla.


—Gracias, amor.


—Muy bien, entonces, vamos a seguir adelante con las medidas. —Nuestra diversión ha terminado ya que la parte de diagnóstico del ultrasonido comienza; no más tomas lindas de las características del bebé—. Paula, ¿has estado teniendo contracciones?


—No que yo sepa. —Se ríe, pero luego ve la mirada de preocupación en el rostro de la Dra. Sommersby—. Asumo que eso es algo que me debería reconocer, ¿no?


—Usted es una mamá por primeriza así que puede que no. ¿Calambres?


—No, nada. ¿Hay algo mal? —Oigo el pánico en su voz y mi corazón comienza a correr.


—La longitud del cuello uterino se acorta y pareces dilatada. Las membranas están tomando forma de reloj de arena a través del cuello uterino.


—No sé lo que eso significa.


La Dra. Sommersby detiene el examen.


—Cuando una madre se pone de parto, su útero se contrae y con el tiempo, esto es lo que hace que el cuello del útero se acorte, o adelgace, y se dilate. Las contracciones empiezan leves y poco a poco más intensas, pero eso no es el caso para el uno por ciento de las mujeres embarazadas. Ellas han debilitado el tejido cervical, por una razón u otra, y el peso del feto provoca la dilatación sin contracciones en absoluto. Por lo general, no se diagnostica hasta que la madre haya tenido al menos un aborto involuntario en el segundo trimestre. Me temo que eso es lo que está pasando aquí.


Escucho la palabra aborto involuntario y estoy confundido. 


Pensé que estábamos más allá de ese riesgo.


—¿Qué tan grave es esto?


—Crítico, me temo. Tiene por lo menos dos centímetros.


Es demasiado temprano. Ya lo sé, pero me pregunto de todos modos.


—¿Y el bebé?


—La viabilidad se considera veinticuatro semanas, pero incluso entonces, la tasa de supervivencia en esa gestación es de alrededor de un cincuenta por ciento y el déficit de
toda la vida puede ser devastador.


—Eso es por lo menos en cinco semanas. —Paula me mira, su rostro dolido. No tiene que decir las palabras, dudo que pudiera si intentaba, porque ambos comprendemos cuál será el resultado. Nuestro bebé no sobrevivirá si nace ahora.


—Tenemos dos opciones: dejar que la naturaleza siga su curso y permitir que el embarazo termine por sí mismo, o hacer todo lo posible para mantenerlo.


Nos miramos el uno al otro, pero no necesitamos tiempo para hablar del asunto.


—Queremos hacer todo lo posible.


—Deben saber que este será un camino muy largo. Vamos a tomar decisiones sobre su plan de atención a diario ya que su condición puede cambiar rápidamente. —La Dra. Sommersby toma el teléfono para hacer una llamada—. Quiero que sea transportada al hospital en ambulancia. No habrá vuelta atrás si esas membranas en forma de reloj de arena se rompen.


El shock la golpea y Paula comienza a llorar.


—Lo siento mucho. No sabía que algo estaba mal. Me sentía completamente normal.


Esto no es culpa de ella. Es mía. Soy yo quien estoy embistiendo mi polla en ella cuando debería haber estado guardándolo para mí.


—Creo que yo lo hice, anoche. Yo fui demasiado duro contigo. —Sabía que iba a terminar perjudicando a ella y al bebé.


La Dra. Sommersby termina su llamada


—Te estoy ingresando para el trabajo de parto y sus órdenes van a estar allí cuando llegue.


Las enfermeras van a estar haciéndole un montón de cosas a la vez, pero lo más importante, es que esté en reposo absoluto en posición de Trendelenburg. Eso significa que la cabecera de su cama estará en la posición más baja y los pies estarán elevador por lo que prácticamente estará parada en la cabeza. Va a ser una situación incómoda, pero si tenemos suerte, las membranas volverán a subir al cuello uterino. Si eso ocurre, es posible que se la pueda llevar a la cirugía y colocar un cerclaje donde tejeré una sutura a través del cuello del útero y luego lo cerraré y ataré fuerte.


—¿Cuánto tiempo debe permanecer el cerclaje dentro?


—Lo cortaría alrededor de semana treinta y seis.


—¿Así que hay una posibilidad de que todavía pueda llevar el embarazo a término?


—Tenemos una oportunidad si soy capaz de poner el cerclaje dentro, pero es complicado porque hay riesgos asociados con la colocación del mismo. La aguja que usaría para colocar la sutura puede romper la bolsa de aguas. Es por eso que quiero que se acueste con su cabeza hacia abajo, así puede volver atrás al interior del cuello del útero, o ni siquiera haré el intento.


Esto es aterrador como el infierno. No recuerdo haber sentido esta clase de terror.


—¿Podría haber causado esto durante el sexo? —La culpa que siento me está matando y si lo hice, debería saber que soy la causa.


—No. Con cuello uterino incompetente, no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Y no hay manera de saber que lo tienes hasta que haya un problema. Pero la buena noticia es que sabemos que el cuello uterino de Paula es débil, así que la traería en su próximo embarazo, en algún lugar alrededor de catorce semanas, y colocaría un cerclaje antes que esto suceda de nuevo.


Ni siquiera había pensado en futuros embarazos. Apenas he tenido tiempo de envolver mi cabeza en torno a este.


—¿Así que es posible que quede embarazada de nuevo y lleve el embarazo a término?


—Siempre y cuando la sutura se coloque a tiempo, no debería tener ningún tipo de complicaciones. —Es un alivio oír eso.


El servicio de ambulancia llega y sólo puedo tomar distancia y ver como se mueven sobre ella en la camilla.


—¿Es usted su marido?


—Lo soy.


—No podemos dejar que suba con ella, pero puede seguirnos en su vehículo.


Quiero discutir, decirles que están locos si piensan que me van a separar de mi esposa, pero eso va a causar un retraso innecesario.


—Está bien. —Le beso la frente—. Estaré justo detrás de ti.


Estoy siguiendo a la ambulancia y la dura realidad de nuestra situación me golpea:
Paula y yo podríamos perder el bebé. De repente, todos los problemas que tuvimos en el camino a este lugar parecen tan insignificantes.


—Oh Dios, por favor cuida de Paula y nuestro bebé. Te ruego que no tomes a nuestro pequeño antes de que tenga la oportunidad de vivir.


P ya está ingresada en su habitación de parto para el momento en que estaciono y la encuentro. Tal como prometió la Dra. Sommersby, ya ha sido colocada en una cama con la cabeza hacia abajo y los pies en alto. Gravedad. Es lo que hemos utilizado para dejarla embarazada y ahora parece que la vamos a utilizar para mantenerla de esa manera.


Varias enfermeras están haciendo cosas diferentes a P al mismo tiempo: una pone una vía intravenosa, otra obtiene sus signos vitales y coloca un monitor en su estómago, una
tercera hace una larga lista de preguntas acerca de su historial médico. Es mucho ver tantas cosas hechas a tu esposa al mismo tiempo. Y no tengo ningún control sobre nada de eso. Todo lo que puedo hacer es sentarme y esperar que estas personas sepan lo que están haciendo.


Una hora más tarde, el torbellino de conseguir a P internada y las enfermeras completando las órdenes iniciales del médico ha terminado. Está instalada —lo mejor posible mientras casi patas arriba— y nos quedamos solos por primera vez desde que comenzó esta pesadilla. Acerco mi silla a la cabecera de su cama para que me vea y tomo su mano. Me inclino y la beso.


—¿Puedo hacer algo por ti?


—Despertarme y decirme que todo esto es una pesadilla.


—Todo va a estar bien. Nuestro bebé tiene el corazón de un guerrero. Ella es parte de ti así que no tiene opción.


—Dijiste ella. Estás tan convencido de que este bebé es una niña.


Lo estoy.


—Estás tan convencida de que es un niño.


—¿Por qué una chica? Pensé que todo hombre quería un hijo.


Demasiado énfasis en los hombres que desean hijos.


—Cuando te perdí, tuve un montón de tiempo en mis manos. Pasé la mayor parte de ese tiempo pensando en cómo se vería mi futuro si te reconquistaba. La imagen de ti sosteniendo una niña con largos rizos castaños y tus mismos ojos color caramelo… eso es lo que siempre vi y creo que su imagen se quedó conmigo, pero estaría encantado con cualquier niño que me des.


Las lágrimas llenaron sus ojos, pero corren hacia el nacimiento de su cabello en lugar de por sus mejillas. Llego a una y la seco.


—Debería llamar a mis padres para hacerles saber lo que está pasando. Estoy seguro de que mi madre estará en el auto de inmediato.


—Dile que no tiene que venir. No hay nada que pueda hacer excepto mirarme… así.


—Como si eso fuera a suceder. —Margarita Alfonso estará aquí en menos de cuatro horas. Lo predigo y piedad a cualquiera que se interponga en su camino.


Esto va a ser horrible para P. A sólo una hora y ya se deslizó hacia la cabecera de la cama tan lejos que su cabeza se aprieta contra ella.


—¿Quieres que te baje en la cama? —¿O te suba? No sé cómo llamarlo.


—Sí, pero no tires de eso. —Apunta a un tubo de plástico que cuelga sobre la cama.


—¿Qué es eso?


Arruga la nariz.


—Un catéter.


Oh Dios.


—¿Dentro de ti?


—Sí. Ahí es donde van por lo general.


No los vi ponérselos.


—¿Por qué?


—No puedo llegar hasta el cuarto de baño y creo que te puedes imaginar por qué una bacinilla no va a funcionar.


—Oh, P. Siento tanto que seas tú la que está atravesando todo esto. —Lo haría por ella en un segundo.


—Puedo hacer cualquier cosa necesaria por nuestro bebé. Me olvidaré acerca todo este poco de incomodidad cuando lo coloquen en mis brazos.


Me inclino para besar su frente.


—A ella.


Ayudo a P a reposicionarse antes de salir al pasillo para llamar a mis padres. No estoy seguro de haber temido una llamada tanto en mi vida. Mamá va a estar devastada.


Hacemos nuestro saludo normal, pero luego viene la parte en la que tengo que decirle por qué la llamo. Empiezo por el principio, cuidando de no dejar de lado ningún detalle, y puedo oír su llanto antes de que llegue a la parte del cerclaje.


—Escucha, mamá. La doctora es optimista de que las membranas volverán a entrar para que pueda coser el cuello del útero y cerrarlo. Hay esperanza.


—¿Cómo está manejando esto Paula?


—Está bien, dispuesta a hacer lo que sea necesario para mantener al bebé en el interior durante tanto tiempo como sea posible.


—Estoy empacando una bolsa mientras hablamos. Estaré ahí tan pronto como pueda.


Esto va a ser un largo camino de acuerdo a la Dra. Sommersby.


—No tienes que venir ahora, mamá. No hay nada que seas capaz de hacer más que sentarte en una incómoda silla y mirar a Paula mientras se desliza lentamente hacia la cabecera de la cama.


—Entonces ese será mi trabajo, no quedarme a cuatro horas de distancia.


Cuelgo y me preparo para la otra llamada que tengo que hacer a Julia Chaves. Todavía no la he perdonado por hacer llorar a Paula, diciéndole que había cometido un error estúpido al quedar embarazada. P no me lo dijo así, pero me pregunto en el fondo de mi mente si su madre podría haberla animado a tener un aborto. Si lo hizo, es inteligente por no habérmelo dicho. No creo que jamás pudiera perdonarle una cosa así.


—Julia, es Pedro. Paula me pidió que te llame porque algo ha sucedido.


—¿Está bien?


—Lo está pero ha habido una complicación con el bebé y está en el hospital.


—¿Está teniendo un aborto involuntario? —Su voz suena un poco demasiado optimista.


—Podría perder el bebé, pero la doctora está haciendo todo lo posible para evitarlo.


—Necesito hablar con Paula porque tengo una gran noticia. Jake y yo nos vamos a casar.


Todo lo que veo es el color rojo. Qué perra. Se entera de que su hija está en el hospital luchando por salvar la vida de su nieto y su respuesta es contarle a Paula sobre su feliz
noticia. ¡Jodidamente-increíble! Tal vez está enferma mentalmente en cierto nivel.


Ninguna persona en su sano juicio sería tan indiferente con su hijo.


—Está dormida —miento. No permitiré que moleste a Paula—. Haré que te llame cuando despierte. —O tal vez no lo haré. No estoy seguro de que hablar con su madre sea beneficioso en estos momentos. Creo que podría causar mucho más daño que bien








CAPITULO 189




La alarma se apaga, despertándome de uno de mis sueños más eróticos, así que estoy duro.


Maldita sea.


Me tumbo en la cama pensando en otra cosa excepto en lo único que va a aliviar mi furiosa erección, pero no sirve de nada. Esto no va a desaparecer sin algún tipo de acción y sé el tipo que prefiero.


Estamos en el escalón de las catorce semanas y P se ha sentido mucho mejor esta semana, así que decido probar las aguas. Está acostada de lado, de espaldas a mí, y arrastro mi mano alrededor de su cintura. Froto su bajo vientre donde nuestro bebé está creciendo y reconozco la firmeza ahora presente. No parece como que estaba allí la semana pasada.


Deslizo mi mano más abajo y beso la parte de atrás de su cuello antes de poner mi mano entre sus piernas, frotando hacia arriba y hacia abajo.


—Nena, me levanto a la ducha.


—¿Por qué no te creo?


Presiono mi erección contra su trasero.


—Lo siento. Estaba teniendo un buen sueño cuando sonó la alarma y todavía estoy encendido por eso. —Encendido es decir poco. Quiero estar dentro de P desesperadamente. Le besó la parte posterior de su cuello y bajo a su hombro—. Pero está bien si no te sientes dispuesta. Mi palma puede conocer mejor a mi polla en la ducha.


Pone su mano alrededor de mi muñeca y tira de ella lejos de su cuerpo, desinflando mis esperanzas para una follada mañanera, pero luego me sorprende cuando la desliza hacia la parte delantera de sus bragas y comienza a mover su ingle hacia atrás y adelante.


—Fóllame por detrás.


No tiene que pedirlo dos veces.


Meto mi mano aún más en sus bragas y escucho hilos rompiéndose. Nunca he arrancado su ropa interior, pero el sonido es caliente, le doy a la entrepierna de un fuerte tirón,
desgarrándolas para que me dieran acceso a entrar en ella.


—Oh, mierda. —Quiero enterrar de golpe mi polla en ella pero no puedo. Tengo esta fobia de lastimarla a ella o al bebé, así que utilizo cada gramo de autocontrol para entrar en su interior suavemente.


Sólo tengo unos cuantos golpes cuando P empieza a hablar.


—Sé que quieres que sea más duro que esto.


Esta no es la manera en que follamos duro pero sigue siendo bueno.


—Lo hago, pero sé por qué me contengo. —Le he contado mis miedos.


Se aleja de mí.


—Ponte en tu espalda. —Así es como lo hacemos la mayor parte del tiempo, con P en la parte superior, y no me importa un poco. Ella está en el control y yo soy capaz de disfrutar
del sexo, sin el temor de ser demasiado duro con ella. Los dos conseguimos lo que necesitamos.



Muevo mi mano en su clítoris y lo acarició mientras se desliza hacia arriba y hacia abajo en mi polla. Quiero que se venga también. Si no lo hace, me siento como un amante
egoísta e inadecuado.


—¿Se siente bien?


—Sí, no te detengas.


Y al igual que dos bombas, perfectamente sincronizadas, explotamos juntos.