viernes, 17 de junio de 2016

CAPITULO 178




Jodidamente-increíble! Saco mi trasero de una tormenta de mierda sólo para ser succionado dentro de otra.


Miro al niño en la fotografía. Es rubio y con ojos azules, quizás verdes. Nada en él me recuerda a mí. Tomé biología y brevemente estudié genética básica así que sé que no tiene que parecerse a mí para ser mío, pero me parece que debería haber cierta clase de parecido.


A pesar de que Ernesto y yo somos diferentes, ambos nos parecemos a papá y a todos los otros Alfonso. Los tres niños de Ernesto se parecen a él en una u otra manera, especialmente su hijo, pero ¿es justo hacer una comparación?


Miro la foto y no siento conexión con este niño. ¿Mi corazón no debería suavizarse o llenarse de alguna clase de emoción por descubrir que podría tener un hijo? No. Estoy enojado como el infierno, no con este niño, sino conmigo mismo. 


¿Cómo pude haber jodido las cosas de esta forma con mi descuido? P y yo estábamos a punto de tenerlo todo y
algo que hice hace tres años ha tirado todo eso al infierno.


Mi instinto me dice que este no es mi hijo, pero hay sólo una forma de averiguarlo. Volteo la foto e inmediatamente reconozco el nombre. Jenna Rosenthal. Ni siquiera me dio un alias cuando tuvimos nuestra corta relación hace unos años.


Llamo al número e inmediatamente responde.


—Eso no tomó mucho. Lo sabía, así que ya tengo el equipo.


—No. Quiero hablar con mi abogado y que me recomiende un doctor de reputación para hacer la prueba. —Vamos a hacer esto siguiendo las reglas. De ninguna forma me va a
atrapar con falsos resultados. Estoy seguro de que esa clase de mierda pasa todo el tiempo a jodidos imbéciles, pero no soy idiota—. Tomaré la primera cita disponible porque quiero
terminar con esto lo más pronto posible.


—Estoy segura de que quieres terminar y olvidarlo, pero esto no acaba la prueba. Ashton es tu hijo y voy a asegurarme de que cuides de él.


No puedo verme con un hijo llamado Ashton. No se siente correcto.


—Comenzaremos con la prueba de paternidad. Prueba que es mío y cuidaré de él, pero dejemos una cosa en claro. Nunca te hagas la impresión de que algo pasará entre nosotros. Estoy casado.


—Juzgando por la mirada en el rostro de tu esposa, no lo estarás por mucho tiempo. — Puedo decir que le dio gran placer decir eso.


—No es tu asunto.


—Es ahí donde te equivocas. Ashton está a punto de convertirse en una gran parte de tu mundo, y soy su madre, así que eso significa que estaré en tu cara siempre que me sienta de humor para ello. Cada parte de tu vida será mi asunto, comenzando con tu vida hogareña.


No voy a pelear con esta mujer sobre un niño que podría o no ser mío.


—Mi asistente arreglará todo y te llamará con la cita y la hora. —Termino la llamada, sin darle tiempo a responder algo.


Necesitaba ir con Paula. No sé qué le diré pero tengo que verla. Y no puedo ir oliendo a whiskey amargo.


Entro al baño para darme una ducha y veo la prueba de embarazo de P descansando en el mostrador. Acordamos que íbamos a ver juntos los resultados, pero Jenna Rosenthal arruinó eso.


¿Entonces qué hago? Queríamos descubrir los resultados juntos. No se siente correcto hacerlo sin ella. Nada en esta situación se siente correcto. P debería estar aquí conmigo y
deberíamos estar haciendo una de dos cosas: celebrar la nueva vida que hemos creado o trazando un plan de juego de cómo íbamos a hacer que nuestro bebé sea una realidad. 


Pero no haríamos ninguna de las dos cosas por mi culpa y mi jodido pasado. Si resulta ser mi hijo, fue concebido mucho tiempo antes de que conociera a Paula. ¿Podría ella usar eso contra mí? No está aquí, así que estoy empezando a pensar que puede, y lo hará.


Me debato entre mirar el test, pero no por mucho. Quiero saber si mi esposa está embarazada. Todos saben que las dos líneas significan que está embarazada. Una línea significa que no lo está, pero quiero estar seguro, así que tomo la caja de la basura y verifico lo que estoy viendo.


Dos líneas. Paula está embarazada.


—Lo hicimos, nena.


Una vez le dije a Paula que es el único ángel en mi vida. 


Ahora tengo dos.


CAPITULO 177




Un Pedro Henry con resaca todavía se despierta antes que yo. Increíble. No sé cómo lo hace.


Estoy acostada en mi estómago y la sábana es tirada hacia abajo. El aire fresco llega a mi piel y luego el leve roce del pescuezo facial de Pedro Henry se mueve a lo largo de mi espalda baja, seguido por un beso de su boca.


—Es por la mañana, dormilona.


Levanto mi almohada y entierro mi cabeza debajo de ella.


—Vete.


—No, mi amor. Pedí el desayuno y nos espera en la otra habitación. Las tortillas frías no son buenas, así que levántate.


Me quito la almohada y lo miro por encima de mi hombro.


—¿Cómo es que estás tan alegre esta mañana?


—No puedo mentir; me siento como una mierda, pero no me importa porque estoy emocionado acerca de ti haciendo pis en ese palo.


Oh, es cierto. Es la hora.


Fue difícil como el infierno, pero nos negamos a hacer una prueba de detección temprana de embarazo por temor a un resultado falso. Eso hubiera sido devastador, así que decidimos esperar hasta hoy para ver si vamos a ser padres.


—¿Quieres que haga la prueba ahora, o tengo que comer mi tortilla antes de que se enfríe?


Se arrastra por mi espalda y se encuentra encima de mí con su boca en mi oreja.


—Lleva tu dulce culo a ese cuarto de baño y haz esa prueba. —Me golpea con fuerza sobre mi culo mientras se está levantando.


Grito y me siento en un lado de la cama.


—Este es el plan. Haré la prueba, salgo y espero el tiempo que dice que se necesita, y luego entraremos y lo leeremos juntos.


—Me parece muy bien.


Me levanto para ir al baño y toma mi mano.


—Sabes que está bien si no es positivo, ¿no? Eso sólo significa que vamos a seguir intentándolo, lo que no es una mala alternativa en absoluto.


Asiento.


—Lo sé.


Entro en el baño y mi vejiga se siente como que va a explotar cuando abro la caja y me preparo para el acto. Una prueba de embarazo es bastante auto-explicativa, pero leo las instrucciones de todos modos porque nunca he tomado una y no quiero meter la pata. Sigo las instrucciones al pie de la letra y coloco la prueba sobre el mostrador. Me deslizo en la bata del hotel y abro la puerta del baño, pero me detengo en seco cuando escucho la conversación en la sala de estar entre una mujer y Pedro Henry.


—He estado tratando de encontrarte por un tiempo —dice ella.


—Hay una razón por la que no lo hiciste y es porque acordamos ningún contacto después.


—No sabía quién eras hasta que vi tu anuncio de la boda en el periódico. Entonces no podía creer mi suerte cuando te vi en el vestíbulo la noche anterior.


—¿No es contra algún tipo de política que mires a los huéspedes cuando se trabaja aquí? — Está enojado.


—Lo es, pero no me importa. Vale la pena el riesgo, porque tenía que verte —se defiende.


—Estoy casado ahora.


Es claro que esta es otro de las doce y estoy tan jodidamente cansada de esto. Es ridículo.


Esto está arruinando nuestro potencial momento del bebé, lo que podría ser uno de los momentos más épicos de nuestras vidas.


Entro en la sala de estar y Srta. Número X esta toda emperifollada para mi marido. Inmediatamente estoy cabreada. Es hermosa —voy a darle eso— pero no es joven. 


Encaja totalmente con su tipo antes de mí.


Podría jugar tímida. Podría jugar bonito. Pero lo que me apetece jugar no es ninguna de esas opciones.


—Me gustaría que te vayas ahora.


—No puedo hacer eso, pero hay una cosa en primer lugar. 
—Coloca una fotografía en la mesa al lado de nuestro desayuno—. Este es mi hijo de dos años de edad. Es tuyo y tú vas a empezar a apoyarlo. Puedes tomar voluntariamente una prueba de paternidad o puede ser ordenada. La elección es tuya.


Puedo decir que le gustó decir eso, y estoy enferma. Me trago el vómito que sube por mi garganta. No voy a hacerlo delante de ella.


Camina hacia la puerta y dice en voz alta sobre su hombro:


—Mi número está en el reverso de la fotografía. Espero con interés escuchar de ti, Pedro.


Paso a través de una serie de emociones a la vez, pero ninguna es más predominante que el dolor que siento en mi corazón.


Pedro Henry se sienta en la silla y pone su cabeza entre sus manos.


—Estoy asumiendo que hay una posibilidad de que este niño podría ser tuyo ya que no estás tratando de convencerme de lo contrario.


—Estuve con ella durante un par de semanas, pero no me acuerdo cuándo. Tendría que pensar un poco en esto.


—¿Tendrás que pensar un poco en esto? —Siento las lágrimas viniendo—. Bueno, yo no tengo que pensar en esta mierda. No puedo soportarlo más.


—No digas eso, P.


Camino hacia la cama donde está mi ropa y me quito la bata para que pueda vestirme y largarme de aquí.


—No entiendes cómo es esto, lo humillante que es para mí cada vez una nueva viene a nuestra vida. Se desmorona una parte de mí cada vez que me enfrento a otra. Pensé que era lo suficientemente fuerte como para manejar la situación, pero no lo soy.


Estoy vestida sobre la cama y poniéndome mis zapatos cuando Pedro Henry cae de rodillas frente a mí.


—No me dejes, P.


—No puedo quedarme.


—Tenemos que hablar de esto.


Las lágrimas caen por mi rostro.


—Otra mujer puede haber tenido a tu bebé. Yo no, tu esposa. —Pongo mi mano sobre mi pecho—. Y me rompe el corazón porque quería ser la única, solamente la única, que te diera los bebés. —Lo miro a los ojos—. Infinito.


Inmediatamente reconoce la palabra en clave. Da un paso fuera de mi camino porque sabe que lo mejor que puede hacer en este momento es dejarme ir.





CAPITULO 176






Llamo a la puerta una vez. Dos veces. Y una tercera vez.


—Pedro Henry. —Recuerdo la segunda tarjeta de acceso en mi bolso y la saco. Abro la puerta y empujo para abrirla—. ¿Pedro Henry? ¿Estás aquí?


Camino por la sala de estar de la suite, pero no puedo ver si está en la cama. Está escondido de mi vista detrás de una pared, pero veo una tanga de color rojo situada a los pies de la cama. Es la que dejé durante mi apresurada salida, lo que me recuerda que aún estoy sin bragas.


Camino por la puerta del dormitorio y Pedro Henry está profundamente dormido, una botella medio vacía de whisky en la cabecera. La recojo para darle un vistazo a la etiqueta negra: Jack Daniels.


—Esta es mi culpa, hombre de las cavernas.


Sostiene su licor bastante bien. Supongo que su resistencia por el alcohol puede ser acreditada a lo que hace para ganarse la vida. Un enólogo no puede ser un borracho fácil así que tal vez no está borracho. Hemos tenido un montón de discusiones cruciales después de que ha bebido demasiado. Me suelen gustar las respuestas que recibo de él porque son honestas.


Sacudo su brazo.


—Alfonso, despierta.


Abre los ojos lentamente.


—¿P?


—Volví.


Toma mi mano.


—Lamento lo que hice.


—No, soy yo la que lo lamenta. No debería haber hecho eso, pero ahora entiendo y nunca voy a hacerlo de nuevo.


Pasa las manos por su pelo, tirando de él.


—Soy un gran hijo de puta. Te mentí. Sé exactamente lo que pasó y te di una follada de castigo a causa de esto. Fui demasiado duro contigo y lo siento mucho. Oh Dios, podría haber dañado al bebé si estás embarazada. ¿Te sientes bien?


—Estoy bien.


Mira hacia las cortinas.


—¿Ya es de día? ¿Tomaste ya la prueba?


—No, todavía es de noche, pero la traje conmigo así puedo tomarla en la mañana. — Gracias a Dios tuve el buen sentido de volver por él.


Estira sus brazos hacia mí.


—Ven aquí. —Me subo a la cama con mi, un poco borracho, marido—. Te amo mucho, P, y no puedo soportar cuando hay discordia entre nosotros.


—Nunca, nunca haré esto otra vez.


Me atrae más cerca y besa mi frente.


—Es tarde y he bebido un montón, así que vamos a dormir antes de que diga alguna tontería.


Es sólo cuestión de un minuto o así antes de que Pedro Henry esté dando ronquidos de borracho. Perfecto. Tengo que oírlo toda la noche. Pero admito que prefiero oírlo que extrañarlo.


Me levanto de la cama y me quito la chaqueta y la falda. Ya estoy libre de bragas, así que lanzo el sujetador a juego al suelo. Debería haber traído algo para dormir, pero no lo hice, así que estoy completamente desnuda cuando me meto en la cama junto a mi marido dormido. Rueda hacia mí y enrolla su brazo y su pierna a través de mi cuerpo. Está desnudo a excepción de sus bóxers, su elección de ropa interior desde que empezamos a buscar un bebé. Creo que leí en alguna parte que los bóxers aumentan el conteo de espermatozoides.


Me acuesto debajo de él completamente despierta mientras continúa roncando, en mi oído. No estoy borracha pero me gustaría estarlo —o al menos con sueño— porque la
alternativa es que estoy caliente. Quiero sexo de reconciliación, pero supongo que eso es probablemente imposible ya que mi marido bebió un chingo de whisky.


Suspiro, mirando hacia la oscuridad, y luego cierro los ojos. 


Tal vez el sueño me reclamará si me acuesto inmóvil.


Pedro Henry se revuelve y su mano se mueve para acunar mi pecho. No facilita las cosas en absoluto.


Probablemente debería sentirme avergonzada por lo que voy a hacer, pero no lo hago.


¿Qué hombre estaría enfadado por ser despertado por sexo? No puedo nombrar uno.


—Alfonso. —No se mueve, así que sacudo su brazo—. Alfonso.


—Hmm. —Es un gemido, pero no del tipo sexy—. ¿Qué quieres, amor? —Sus palabras se arrastran.


Decido que las palabras no son las únicas herramientas de persuasión que poseo, así que deslizo mi mano por sus bóxers. Maldita sea. Está totalmente inerte, un estado que no he sabido en que esté demasiado a menudo. El hombre raya en tener una perpetua erección por lo que esto puede no funcionar en absoluto. Todavía está medio tumbado sobre mí así que envuelvo mi pierna libre a su alrededor.


—Realmente quiero que me folles.


—Estoy dispuesto. —Tira hasta una posición sentada y siento su polla agitarse—. ¿Me dijiste que te follara o lo soñé?


—No lo soñaste. Quiero tener sexo de reconciliación. Lo necesito para sentirme bien acerca de nosotros.


—Estamos bien, pero estoy más que feliz de hacer las paces contigo si puedo. He bebido un montón por lo que puede que no sea mi mejor trabajo. Probablemente tendrás que estar encima.


Creo que no me importa lo bueno que sea, o si me vengo. 


Realmente sólo necesito sentir la intimidad que sólo ese tipo de cercanía traerá.


Está duro para mí, así que pongo a horcajadas sobre él. 


Pone sus manos en mis caderas y gime cuando me hundo en él.


—Te sientes tan bien, nena. —Y se siente así, pero ya sé que no me voy a venir. Pedro Henry está demasiado incapacitado para hacer las cosas necesarias para llevarme allí, pero todavía quiero esto. Lo necesito.


Pedro Henry apenas llega antes de dormirse de nuevo, pero todavía estoy satisfecha.


Peleamos.


Nos perdonamos.


Follamos.


Es lo nuestro, así que sé que todo está bien.