miércoles, 1 de junio de 2016

CAPITULO 129





Todavía estoy en la cama cuando oigo el perturbador sonido del timbre de la puerta sonando, una y otra vez. Por el horario cambiado, era realmente tarde, o realmente temprano, cuando llegué a casa. Mi horario está cambiado y prefiero quedarme en la cama para que el perpetrador se vaya, pero hay un problema con esa idea: puedo predecir con cien por ciento de seguridad quién es y ya sé que no se irá.


Margarita Alfonso está aquí para ver a Paula.


Desarmo el sistema de seguridad y abro la puerta al rostro sonriente de mi mamá.


No hay sorpresas aquí.


—Mamá. ¿No pudiste haber esperado hasta un poco más tarde? Sólo he estado en casa por algunas horas.


—No. No puedo esperar y no tengo que hacerlo. Estoy aquí para ver a mi futura nuera. ¿Dónde está?



Probablemente debería haber llamado y haberle advertido de antemano, que Paula no venía conmigo, pero no quería ser presionado o forzado a explicar la situación por teléfono.


—No regresó conmigo.


—¿Qué quieres decir?


Estoy bastante seguro de que no tartamudeo.


—Exactamente lo que dije, se quedó en Estados Unidos.


—No entiendo. Pensé que las cosas estaban yendo bien con ustedes dos.


—Lo estaban… lo están… pero su carrera realmente despegó y ahora es una gran superestrella de la música country. Sus admiradores la aman y a su música. Ha trabajado realmente duro para llegar a dónde está y simplemente no está lista para dejarlo atrás aún.


Veo su decepción.


—¿Me estás diciendo que escogió su carrera antes que a ti?


—No pienses tan mal de ella sobre esto, mamá. Estoy haciéndole lo mismo a ella.


Luce sorprendida.


—Pero estaba tan segura de que dejaría todo eso por ti, especialmente después de pasar todo un mes juntos.


—Estoy seguro de que lo hará con el tiempo, pero Paula necesita un poco más de tiempo para darse cuenta por sí misma. No dejaré que me odie o me culpe por una vida que piense que extraña. Necesita experimentarlo todo para estar segura de lo que quiere realmente.


—¿Pero qué si nunca quiere dejar esa vida? El brillo y el glamour pueden ser muy engañosos. Lo sabes por experiencia.


Lo hago, y Paula no lo va a amar por mucho tiempo porque no es esa clase de persona.


—Créeme, mamá… conozco a Paula y lo que realmente quiere. Justo ahora, puede creer que es una carrera deslumbrante, pero esa vida no la mantendrá satisfecha. Quiere un esposo y bebés. Ésas son cosas que no puede tener si está viajando constantemente.


—¿Así que te vas a sentar y la esperarás para estar su vida juntos hasta Dios sabe cuándo?


Sí. Eso es exactamente lo que voy a hacer.


—Realmente no tengo mucha elección en este punto, pero no me preocupa. No va a tomar mucho tiempo para que ella tenga suficiente de esa vida porque no todo es brillo y glamur. Viajar en un bus de tour de ciudad en ciudad y dormir en un hotel diferente cada noche no va a hacerla feliz. 


Lo hice junto a ella por un corto tiempo, y me enfermé de ello muy rápido, así que no me preocupa. Estará aquí conmigo antes de navidad. Estoy seguro de ello.


—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Puedo ver que necesita más convencimiento.


—Le di un anillo.


Eso le devolvió la sonrisa al rostro de mi mamá.


—¿Le pediste que se casara contigo?


—Algo así.


Eso quitó la sonrisa.


—¿Qué le dijiste cuando se lo diste?


—Le dije que necesitaba tiempo para experimentar todo lo que esa vida le podía dar y cuando sintiera que había tenido todo lo que necesita, volviera conmigo y le pediría que sea mi esposa. Le pedí que llevara el anillo como recordatorio de que estaba esperando por ella.


Se veía un poco más esperanzada.


—¿Estaba sorprendida?


—Sorprendida es probablemente una buena palabra para describir lo que estaba sintiendo… además de otras. Esperé demasiado y entré en pánico, así que hice lo único que podía hacer. Se lo di cerca de dos minutos antes de que abordara mi avión.


Parecía disgustada conmigo.


—¡Oh, Pedro Henry! ¿Por qué lo hiciste de esa forma? Eso no es nada romántico.


—Estaba esperando el momento perfecto pero nunca llegó. Sólo quería que fuera especial, algo que recordara. Pero entonces me quedé sin tiempo.


Traté de defender mis acciones pero fue en vano.


—Bien, eso es algo que nunca va a olvidar. ¿Has hablado con ella después de que se lo dejaras caer como una bomba?


Como una bomba, ésa es una perfecta descripción.


—Hablé con ella durante mi parada en Los Ángeles. Estaba muy enojada pero podía oír que estaba sonriendo.


—¿Puedes oír la sonrisa de Paula por el teléfono? —No creo que me crea.


—Por supuesto que puedo. Su voz suena diferente cuando sonríe. Casi suena como una risita cuando está hablando.


Creo que mamá se está riendo de mí.


—¿Qué?


—Tú. Estás tan enamorado de esa chica. Puedo verlo en tu rostro y oírlo en tu voz. Me hace feliz verte de esta forma. Estoy de acuerdo contigo. También creo que vendrá pronto porque te ama.


—Eso espero. Voy a hacer todo lo posible por persuadirla a la distancia.





CAPITULO 128





Mis padres me han invitado a una cena a casa de mi mamá. 


Es oficial. Ya no mantienen las cosas en privado. Son un tema a los ojos del mundo, pero los medios de comunicación lo han hecho tan mal que ninguno de nosotros puede salir en público.


Convertirme en una estrella no es lo que pensé que sería.


Mi puerta principal está limpia por primera vez en semanas. 


Creo que ya tienen bastantes fotos de una persona viviendo en su apartamento para que ya no sea interesante.


La cena es intrigante, una especie de cazuela. No estoy segura de qué tipo y elijo no preguntar. Mi mamá nunca ha sido mucho de cocinar.


Estamos ocupados discutiendo la agenda de la banda y la nueva música en la que estoy trabajando cuando mi mamá ve el anillo en mi dedo.


—¿Qué es eso?


No le va a gustar esto.


—Un anillo.


—¿Qué clase de anillo? —Lo sabe. No le hace falta preguntar.


—De compromiso.


—Así que te ha pedido que te cases con él.


No voy a ir de una manera indirecta.


—Sí, Pedro Henry me ha pedido que me case con él.


Mi madre resopla mientras mira a mi papá. Las miradas se entrecruzan entre ellos y no estoy segura de cómo descifrarlas, pero me molestan. Sé que significa que lo han estado discutiendo.


—Pau, no puedes casarte con él.


Estoy absolutamente, positivamente, al cien por cien no sorprendida por esto.


—Y, ¿por qué no? 


—Porque él se irá a Australia y si te vas tu carrera está acabada. Claro y simple.


Estoy empezando a preocuparme cada vez menos de esta carrera mía.


—¿Eso sería tan malo si estoy con el hombre que amo?


—¿Estas bromeando? Por supuesto que sería malo. Sería terrible que te alejaras del éxito después de tan poco tiempo. Si eres grande ahora, piensa cómo lo serás dentro de unos años.


No hace falta ser un genio para imaginarse eso.


—Sé realmente donde estaré, en un autobús de gira viajando hasta el próximo espectáculo en la ciudad siguiente. Ya he estado haciendo eso, mamá, y sé lo que es. No es genial. —Miro hacia mi papá—. ¿Alguna vez se vuelve más fácil?


Mira hacia mi mamá y tienen una conversación silenciosa mientras están sentado uno enfrente del otro en la mesa.


—Toma un poco acostumbrarse. Pero se vuelve mejor con el tiempo. —Sospecho fuertemente que está diciéndome eso porque es lo que ella quiere que me diga.


Debería decirles cómo me siento así lo entenderán.


—Es así. Si Pedro Henry no hubiese vuelto a mi vida. Probablemente estaría loca por pasar mis días en la carretera, pero no es así como salió. Vino a buscarme porque me amaba. Y yo lo amo. Sé cómo se siente mi vida cuando él no está y odio cada segundo.


—Se acaba de ir. No has tenido tiempo para acostumbrarte, pero se vuelve mejor con el tiempo. —Se está agarrando a un clavo ardiendo.


—No quiero que se vuelva mejor. Quiero estar con él.


—Cariño. Estar con él significa que no conseguirás una carrera y que no podrás vernos a mí y a papá. Nunca nos veremos. ¿Quieres alejarte de cantar? ¿De nosotros?


Así no es como debería ser.


—Vendría a verlos cada vez que pudiera y podrían venir a Australia de visita. Lo amarán. Es hermosa y la gente muy amable.


—No, no cuentes con que vaya porque no lo haré.


Mi corazón se desploma cuando escucho a mi mamá decir que no vendrá a visitarme. Veo la mirada en los ojos de mi papá y veo que su resolución incluso le sorprende a él, pero intenta cubrirla.


—Creo que tu mamá no está muy contenta sobre volar el océano.


—Claro. —Estoy segura de que no dudaría en volar a cualquier parte con él si se lo pidiese. Nada ha cambiado. 


Todavía estoy en el segundo plano después de Jake
Beckett como siempre ha sido. ¿Por qué debería rendirme a no estar con el hombre que amo cuando es obvio que ella siempre lo antepone primero a mí?


—Me tengo que ir.


—Cariño, quieres decir que sí. Lo veo en tus ojos, pero será un error dejar tu carrera y tu familia por un hombre. Puedes encontrar a alguien más, alguien de aquí. Quizás incluso un hombre de la industria de la música que entenderá cómo es la vida aquí.


Es tan hipócrita.


—Oh, ¿te refieres a encontrar a alguien del modo que tú lo hiciste? —Me mira de una forma que dice que no le gusta lo que estoy diciendo, porque es cierto—. Espera. Lo entendí todo mal, ¿verdad? Nunca encontraste a nadie porque no lo superaste.


Mi papá levanta las manos.


—Quizás todos deberíamos retirarnos por un momento.


Su papel no es el árbitro. Todavía no estoy decidida de cuál es su parte aquí, pero he estado manejando a esta mujer yo sola durante veintitrés años y no necesito su ayuda ahora.


—Me voy de aquí. —No tengo tiempo para esta mierda. 


Tengo una decisión que tomar y sin ninguna ayuda de su parte. Dejo la casa de mi mamá y acabo conduciendo por los alrededores durante una hora antes de aparcar delante del
apartamento de Claudio. La luz de su salón está encendida, tomo eso como una gran probabilidad de que esté en casa.


Me siento en mi auto durante al menos quince minutos intentando decidir si quiero hacer esto, decirle que voy a dejar la banda. Va a estar tan decepcionado de mí. Me siento terrible por hacerles esto después de que me acogieron de la forma en que lo hicieron. Estuvo ahí para mí cuando más lo necesité, y ahora voy a abandonarlo justo cuando las cosas están despegando.


No puedo seguir teniendo esa clase de pensamientos. Tengo que empezar a vivir para mí misma en algún punto y al infierno con lo que es mejor para los demás.


Pueden arreglar las cosas por su cuenta. Soy la única que puede controlar mi destino.


Estoy nerviosa cuando me detengo en la puerta principal y quiero correr cuando abre la puerta.


—Hola. ¿Qué haces aquí?


—Lo siento. Sé que debería haber llamado primero, pero estaba conduciendo y acabé en tu casa. ¿Puedo entrar?


—Por supuesto. —Abre la puerta ampliamente para mí y camino hacia su salón.


Mis ojos van hacia el sofá para comprobar si tiene una chica y luego recuerdo que no es donde estaría si una chica se estuviese quedando aquí—. ¿Tienes compañía esta noche?


—Nah. Hay una amiga que vendrá más tarde pero ahora estoy yo solo durante un rato. —Me señala que me siente en el sofá y no puedo evitar pensar en cómo su apartamento se ve tan de soltero. Nada en la casa de Pedro Henry luce como esto, como si un puñado de chicos tuviese que estar alrededor bebiendo cerveza y viendo los deportes—. ¿Está todo bien con que Pedro se haya ido hoy?


—Sí y no. —Claudio me mira y puedo decir por su expresión que está esperando una explicación—. Le dejé que subiera al avión si es eso a lo que te refieres. Debería llegar a Sydney en unas horas.


—Me estaba preguntando si lo dejaste ir —se ríe—. Entonces, ¿qué parte es la que no está yendo bien?


—Quiere que me case con él. —Espero un momento para soltarle la bomba, pero Claudio me salva de decir las palabras.


—Y quiere que te mudes a Australia.


—Sí, pero aún no le he dado una respuesta. —Pienso que está esperando el resto de la historia—. Lo amo y sé cómo es estar separada de él. Es horrible y no quiero hacerlo otra vez.


—Así que, ¿estás diciéndome que dejas la banda?


Me digo a mí misma que sea fuerte porque estoy haciendo esto por Pedro Henry y por mí.


—Así es.


—Randy va a enloquecer.


Enloquecer es decirlo amablemente.


—Lo sé. Odio hacerte esto, pero no puedo permanecer donde mi corazón no lo está.


—Lo entiendo. Y no estoy enfadado. Haría lo mismo si la situación fuera al revés. No hay nada que no haría si tuviese una relación como la que tienes con Pedro.


No parece decepcionado o sorprendido.


—Gracias por no hacerme sentir como una idiota.


—Nunca podría hacerte sentir mal por amar a Pedro, pero quizás puedes pensar que soy un dolor en el culo por lo que te voy a pedir.


¿Qué clase de petición puede hacerme pensar mal del dulce Claudio?


—Nunca podría pensar nada mal de ti. Eres demasiado adorable para eso.


—Veamos cómo te sientes después de que te pregunte.


Ahora estoy un poco asustada.


—Vale…


—¿Te podrías quedar para la próxima gira así no tendríamos que cancelarla?


Eso significa que tengo que estar hasta el final de octubre.


—Eso son más de tres meses.


—No tenemos tiempo para encontrar un remplazo, pero podemos empezar de nuevo cuando acabe la gira y volvamos al estudio.


No quiero hacerlo. Pero es como si se lo debiese por la forma en la que me acogieron cuando no tenía ni una oportunidad.


—Puedo hacerlo.


Si Pedro Henry sabe que he decidido casarme con él, querrá que deje la banda inmediatamente. Así que no puedo decírselo todavía. No entenderá mis razones por ayudar a la banda. Además… después de lo que me hizo, se lo merece.




CAPITULO 127





No puedo creer que Pedro Henry me hiciese esto.


Él y yo no somos normales. Nunca lo hemos sido, y nunca lo seremos, así que no estoy segura de porque esperaba una proposición normal de su parte. Pero tiene razón en una cosa: definitivamente es una historia para contarle a nuestros hijos.


Nuestros hijos . Wow. Está más allá de los dominios de la realidad pensar que hemos pasado de un acuerdo a un maratón de sexo de tres meses sin verdaderamente contemplar la posibilidad de matrimonio o hijos, especialmente cuando él estaba tan empeñado en contra de ellos. ¿Debería preocuparme que hiciese un cambio de ciento ochenta grados en las cosas que tenía tan firmemente decididas hace unos meses?


Sé que me quiere, pero me preocupa que haya cambiado de pensar sobre el matrimonio y los niños por las razones equivocadas. No quiero que se base en lo que yo quiero en vez de lo que él quiere sólo para mantenerme. Necesito a alguien con quien pueda hablar sobre la propuesta de Pedro Henry. Sólo hay una persona digna de una conversación brutalmente honesta sobre esto, y está correteando por los alrededores de Australia con el amor de su vida. Miro hacia el reloj, son las 10.00 p.m. en su horario. Definitivamente estoy llamando a esa zorrita.


Contesta al tercer tono con un saludo que no me es muy desconocido.


—Hola, coñito.


Deja de ser una sorpresa cuando lo dice todo el tiempo.


—Hola, polla maloliente. ¿Cómo van las cosas por ahí abajo?


Anticipo que su respuesta tendrá algo que ver con estar debajo o meterse debajo de Zac.


—Podría decir mucho de eso y decir que sacaste tú el tema, pero no lo haré. 


— Sería la primera vez—. Gracias, lo aprecio.


—Así que, ¿cómo estás desde que el guapo del traje se fue? ¿No se iba hoy? — Aún sigue llamándolo así.


—Sí, se fue hace unas cinco horas.


—¿Estás bien?


No. No lo estoy. Es peor de lo que me imaginaba.


—No estoy del todo bien con la idea de separarme de él de nuevo.


—Entonces, ¿cuál es el plan?


—Aldy, me propuso que me casara con él. —Me aparto el teléfono, anticipando el grito que viene.


—¡Qué! —me grita, como esperaba—. Cuéntamelo todo.


—Me dijo que sabía que no estaba lista para abandonar mi carrera, pero que me estaría esperando a que lo buscara cuando estuviese preparada para ser su esposa. Me puso un anillo en el dedo. Como un anillo de compromiso, el más bonito que jamás he visto, y me dijo que me recordaría que está esperándome. Así es como se fue, pero luego me llamó desde LA y me lo preguntó por teléfono.


—¿Qué vas a hacer?


Sé lo que quiero hacer, abandonarlo todo y huir con él. 


Quiero ganarle hasta Avalon y estar esperándolo en su cama para cuando llegue.


—No lo sé. Por eso te llamo. Necesito tus consejos contundentes.


—Solo me encontré con el chico un par de veces y fue bajo falsas pretensiones. Gracias otra vez por eso, por cierto.


No me va a dejar olvidarlo.


—Lo sé. Lo siento.


—Es difícil darte un consejo sobre un tipo que no conozco, pero aquí está lo que tengo: es rico y exitoso, así que nunca tendrás que preocuparte por que te cuide. Es jodidamente hermoso, eso es un plus. De acuerdo con lo que me has dicho, ambos tienen sexo como los monos locos. Le da a tu cosita mucha atención y te hace venir muchas veces, así que estás bien ahí. Ambas sabemos que si el sexo es bueno es un gran acuerdo. Buscó un investigador privado para encontrarte, eso demuestra cuanto te quiere. Debe quererte o no te lo hubiese propuesto. ¿Pero lo quieres lo bastante como para casarte con él?


Sé que lo hago, pero hay otros asuntos.


—Lo quiero. Pero estoy preocupada de que esté hablando de matrimonio e hijos porque es algo que le dije que quería. ¿Qué si está de acuerdo con eso pero no es lo que quiere?


—Paula, ¿realmente crees que el chico se casaría contigo si no quisiera? Por el amor de Dios, ha tenido relaciones sexuales insignificantes con mujeres para evitar toda la cosa del compromiso. No hubiese decidido dejar esa vida a menos que te amara y que se quisiera casarte contigo.


Supongo que tiene razón.


—Pero estoy aterrorizada de dejar toda mi carrera sólo para que me reviente todo en la cara. ¿Qué pasa si me mudo y no funciona?


—¿Qué pasa si no lo haces y nunca sabes lo que hubiese pasado? ¿Podrías vivir con ello? —¿Podría? Creo que no.


—¿Piensas que tengo que dejar mi carrera?


—Sabes que he dejado mucho por Zac porque lo quiero y quiero estar con él. ¿Voy a tener una carrera como cantante de mierda ahora? No. ¿Me importa? No. Estamos juntos y estoy feliz. Estuve dispuesta a alejarme. La única pregunta ahora, es ¿lo estás tú?


Aldana es diferente. No tiene miedo de volar.


—Me conoces. Tengo problemas de confianza que son malditamente imposible de apartar.


—Estás tan preocupada de proteger tus dedos gordos del pie que te estás perdiendo toda la alegría del baile. —Nunca lo pensé de ese modo.


—Quizás, pero es que nunca he tenido a nadie que piense por mí. Es como me protejo a mí misma.


—Respóndeme a esta pregunta: ¿de verdad sientes que necesitas protección de Pedro?


Nadie me ha hecho sentir tan segura como Pedro Henry. 


Nadie.


—No es lo contrario. Él siempre me protege.


—Creo que deberías casarte con él, y no por las otras razones, sino por mí, para tenerte en Australia. Te echo de menos.


Sería bueno tenerlo a él y a mi mejor amiga.


—Lo sé. Te extraño también, y amo Australia. Creo que podría ser muy feliz viviendo allí. También me puedo ver fácilmente formando parte de la familia de Pedro Henry. Son gente maravillosa y me acogieron y me trataron como a uno más.


—Puedes tomarte un tiempo para pensártelo, si crees que es necesario, pero es fácil ver que tu corazón ya sabe lo que quiere.


Tiene razón. Puedo pensar día y noche en lo que tengo que hacer pero puedo escuchar a mi corazón suplicar, y está gritándome que me vaya con él, como, ayer. Por un lado, oigo a mi cabeza queriendo sobreponerse a mi corazón. 


Todo lo que escuchó es a mi cabeza diciendo que no y a mi corazón diciendo que anda.