lunes, 2 de mayo de 2016

CAPITULO 29




Ni siquiera es mediodía cuando estamos conduciendo hacia la ciudad, y ambos sabemos el propósito de nuestra expedición. Tenemos que comprar condones.


—No empaqué suficiente ropa para quedarme hasta el lunes. ¿Te importa pasar por el apartamento para que pueda recoger algunas cosas?


—No hay problema. —Excepto que sí tengo un problema con eso. Estoy seguro que Benjamin Donavon estará allí.


Me estaciono junto a la acera del departamento. No estoy seguro si estoy invitado a subir, pero no estoy del todo de acuerdo con que ella entre a la casa de él sin mí.


—¿Quieres venir y conocer oficialmente a Aldana?


—Claro. —Absolutamente. Probablemente no sea la mejor idea que me encierren en la misma habitación con ese pequeño bastardo, pero no quiero ella que vaya sin mí.


Sigo a Chiara dentro del edificio. Ella toca en vez de usar una llave, y Aldana abre la puerta. Estoy aliviado de ver que no es su hermano. Su amiga frunce el ceño.


—¿Por qué tocas? Vives aquí, tonta.


—No es mi apartamento. Sólo duermo aquí.


Aldana me da una inspección minuciosa.


—Bueno, no has estado durmiendo mucho aquí, gracias a este tipo. —No estoy seguro de qué de su comentario, pero ella me extiende su mano—. Aldana Donavon.


—Alfonso Henry.


—Así que tú eres el hombre que ha estado manteniendo tan ocupada a mi mejor amiga.


Sí, hemos estado bastante ocupados.


—Culpable de los cargos.


—Ella me dice que estás en el negocio del vino. Mi familia tiene un viñedo en California. Puede ser brutal.


—Brindaré por eso.


—Voy a tomar algunas cosas mientras intercambian detalles de la elaboración del vino. —Chiara desaparece en el dormitorio y me deja a solas con su amiga. Estoy preparado a compartir más acerca de mi carrera, pero una vez que ella está segura que Chiara está fuera del alcance auditivo, de repente cambia de tema y está muy seria.


—Por favor, no la lastimes.


Es un momento tenso y no estoy seguro de cómo responder.


—¿Disculpa?


—Te estoy pidiendo que no lastimes a Paula. Ha pasado por mucho. El último tipo con el que salió le hizo mucho daño.


¿Su nombre es Paula?


—Ella me contó acerca del acuerdo que tienen y estoy de acuerdo con eso. Pásenlo genial juntos… pero no hagas que se enamore de ti. Ya ha sido herida lo suficiente.


¿Enamorarse? ¿Quién dijo algo acerca de enamorarse?


Chiara puede haberle dicho algunas cosas a su amiga acerca de nuestro acuerdo, pero no todo. Aldana no sabe que Paula optó por mantener su nombre en secreto porque sin darse cuenta lo confesó. Honestamente, duele un poco
descubrirlo.


—No te preocupes. Paula y yo estamos en la misma página. —Digo su nombre, saboreando cómo suena al rodar en mi lengua. Chiara estaba bien, pero Paula le sienta mejor porque es diferente. 


Ella sale de la habitación con un gran bolso en la mano.


—Todo empacado y listo para irnos.





CAPITULO 28




Me despierto la mañana siguiente y mi mano se extiende en busca de un cuerpo caliente que no está ahí. El pájaro mañanero está fuera del nido ya, lo que me hace adormecer de nuevo, excepto por el hecho que sólo son las siete de la mañana. Eso no califica como dormir hasta tarde en ninguna forma o modo.


No encuentro a Leonel en la cocina, así que camino hacia el gimnasio. Oigo Whatever You Like a todo volumen a través de los altavoces antes de llegar a la puerta. Cuando camino dentro, él está corriendo en la cinta y la parte trasera de su camiseta está empapada. Ha estado aquí por un tiempo.


Me está dando la espalda, pero sus ojos se encuentran con los míos en el espejo.


—Buenos días, dormilona.


—Buenos días, pájaro mañanero. Buena elección musical.


—Yo también lo creo, aunque me gusta más tu versión. Acabas de perderte a Snoop Dogg.


—Odio eso. ¿Has estado corriendo desde hace mucho tiempo?


—El tiempo suficiente. —Detiene la cinta de correr y alcanza la toalla para limpiar el sudor de su rostro. Sus mejillas están sonrosadas y eso le hace parecer más joven, como un niño jugando bajo el sol caliente.


—Probablemente necesite llamar a Aldana para hacerle saber cuánto tiempo voy a quedarme.


—¿Cuánto tiempo quieres quedarte?


Me encojo de hombros.


—No sé. ¿Cuánto tiempo soy bienvenida? —Escúchame. Ahora soy como Aldana, sin querer abusar de su hospitalidad.


Él se seca el cuello y el pecho... ¡Cristo! me encantaría ser esa toalla.


—Saldré de la ciudad el lunes por la mañana. ¿Estarás conmigo hasta entonces?


No tengo que pensarlo, pero vacilo un momento para que no vea cuan exaltada estoy de estar con él los próximos dos días.


—Claro. Es factible.


Él lanza la toalla a través de la cinta cuando se baja y sé lo que está a punto de hacer. Veo la travesura en su sonrisa. 


Sabe que estoy a punto de correr y me atrapa antes de que pueda dar un segundo paso. No soy rival para un corredor en forma.


Me empuja contra su caliente y sudoroso cuerpo. Quería ser su toalla. Ahora lo soy. Cualquier otro hombre sudoroso sería asqueroso, pero no Alfonso . Él es definitivamente excitante, pero recuerdo que no tenemos condones, dado que anoche tiró la caja entera de potenciales defectuosos.


Pretendo estar asqueada y me alejo de él.


—Hombre de las cavernas, necesitas desesperadamente una ducha.


Me frota su sudoroso cuerpo por todas partes.


—Ahora tú también.


¿Se le ha olvidado la falta de protección?


—¿Crees que es la mejor idea dado que tiraste todos los condones anoche?


Está usando esa pequeña sonrisa pícara que he llegado a amar tanto.


—No los necesitamos para lo que vamos a hacer.



CAPITULO 27



Vaya, conoce al Alfonso nervioso. No creí que existiera.


Me esfuerzo más por convencerlo de que todo está bien.


—Estamos bien, Alfonso. Incluso si no estuviera con la píldora, no estoy ovulando.


—Lo dice la mujer que consigue un embarazo sorpresa.


No sabía que Alfonso pudiese ser cualquier cosa salvo tranquilo y sereno, pero me ha mostrado un lado diferente de él. Digamos que no enfrenta bien los momentos de “oh, mierda”.


Recoge el condón no usado de la mesa de café y rasga la envoltura para poder inspeccionarlo por defectos.


—No vamos a usar nada más de esta caja, sólo en caso de que sea un lote defectuoso.


Cuando acaba de inspeccionarlo, se deja caer de nuevo en el sofá y mira fijamente al techo. Está pensando y preocupándose, aunque le haya dicho que estoy tomando mis píldoras para el control de natalidad. ¿Es porque piensa que ando por ahí durmiendo con un montón de hombres? 


Admito que no le he dado muchas razones para pensar lo contrario, pero es lo más alejado de la realidad.


—Antes de ti, sólo he estado con una persona y me hicieron pruebas para todo lo habido y por haber después de terminar las cosas, por lo que no tienes que preocuparte de que te contagie algo.


Él no me mira.


—No me preocupa que me contagies una enfermedad de transmisión sexual. La mayoría de ellas pueden ser tratadas.


Veo que no habrá más sexo hasta que tengamos una nueva caja de condones, por tanto dejo el sofá y comienzo a vestirme y le lanzo sus pantalones y sus bóxers.


Cuando termino de vestirme, me arrodillo entre sus piernas y pongo mi barbilla en una de sus rodillas. Levanto la mirada hacia él y acaricia un lado de mi rostro con su mano. No quiero que esta noche sea arruinada por el estrés y la ansiedad.


—No. Te. Preocupes. Estamos bien.


Su preocupación lo ha llevado a otro lugar, y lo quiero de vuelta aquí conmigo.


—¿Quieres que toque algo para ti?


—Sí, eso sería agradable.


Me levanto del suelo y saco mi guitarra nueva de su estuche. Me pongo de pie frente a él y la rasgueo varias veces.


—¿Alguna petición de la audiencia esta noche?


—Elige tú.


Conozco la canción perfecta para hacerle olvidar su preocupación por lo que acaba de pasar. Comienzo a tocar una versión bluegrass de Gin y Juice, pero no puedo decir si está prestando atención. Quizás los australianos no son fanáticos de SnoopDogg.


“Con tanto drama en la L.B.C., es medio difícil ser SnoopD.O.Doble-G … Pero yo … Yo de algún modo, de alguna manera … Sigo produciendo mierda a la moda casi todos los días.”


Sé el instante en que la canción le llega porque comienza a reír. Hmm. Alfonso cree que soy divertida. Se siente tan extraño porque Fernando nunca pensó que nada de lo que hacía fuese gracioso o divertido.


Él se recupera y comienza a cantar el coro conmigo.


—“Rodando por la calle… Fumando yerba… Bebiendo ginebra y jugo… Recostado… Con mi mente en mi dinero y mi dinero en mi mente.”


Cuando termino, él aplaude y hago una reverencia.


—Eso fue fantástico.


—La versión bluegrass de Gin and Juice no es fantástica, es mierdástica. Hay una enorme diferencia entre las dos.


—Esa no era exactamente la clase de actuación que estaba esperando cuando te compré la guitarra, pero me encantó. Haz algo más mierdástico para mí.


No tengo que pensar en ello. Voy a tocar WhateverYouLike de T.I. a mi manera porque la canción me hace pensar en nosotros y nuestra relación bizarra.


“Dije que puedes tener lo que quieras… Dije que puedes tener lo que quieras… Sí… Efectivo a montones… Patrón en las rocas… Y podemos descorchar botellas toda la noche y bebé, podrías tener lo quieras… Lo dije, podrías tener lo quieras… Sí… bebé, puedo tratarte de forma tan especial, tan agradable… Llenar el tanque de un jet para ti esta noche y bebé, puedes ir a cualquier lugar que quieras… Dije que puedes ir a cualquier lugar que quieras… Sí.”


Él me aplaude cuando termino y vuelvo a hacer una reverencia.


—Eres increíble.


¿Piensa que soy increíble?


—Sabes que sólo estaba jugando, ¿verdad? Este no es el tipo de cosas que canto en realidad.


—De acuerdo, entonces dime. ¿Qué es lo que Chiara Beckett canta en realidad?


—La música es como suenan los sentimientos en voz alta. Canto canciones que hablan desde mi corazón. Cuentan mi historia, cómo me siento.


—Canta una de esas. Escoge una que me cuente tu historia.


—No sé...


—Sí sabes. Vamos cuéntame tu historia.


Voy a lamentar esto. Sé que lo haré. Me decido por Acording to you de Orianthi.


Rasgueo hasta encontrar el acorde deseado:
“Según tú… Soy estúpida, soy inútil… No puedo hacer nada bien… Según tú… Soy, no complicada, difícil de complacer, siempre cambiando de opinión… Soy un desastre en un vestido puedo presentarme a tiempo, incluso si mi vida dependiera de eso. Según tú… Según tú… Pero según él… Soy hermosa, increíble. No puede sacarme de su cabeza… Según él… soy divertida, irresistible… Todo lo que siempre deseó…”


Y esto es lo más lejos que llego antes de que esté ahogándome con mis propias palabras. Mierda, sabía que me iba a arrepentir de hacer esto. Estoy mortificada mientras permanezco de pie frente a Alfonso con las manos sobre mi rostro para que no vea el horrible llanto.


Él deja el sofá y está a mi lado, con sus brazos a mí alrededor. Un momento después levanta la guitarra por encima de mi cabeza y la pone en el estuche.


—No sé quién es él, pero está equivocado. Eres hermosa. E increíble. Y divertida. E irresistible.


Han ocurrido demasiadas cosas en mi vida para hacerme sentir indigna de ser hermosa, increíble o irresistible alguna vez. Pero no quiero pensar en esas cosas.


No ahora. Y ciertamente, no frente a Alfonso.


Él se aparta y toma mi mano.


—Es tarde. Ven a la cama conmigo.


Lo sigo hasta su dormitorio y remuevo las cosas en mi bolso mientras él aparta el edredón.


—¿Qué trajiste para dormir?


Saco una enagua de satén lavanda y la sostengo en alto para que la vea. Él niega con la cabeza antes de llegar hasta su cómoda y lanzar una de sus camisetas en mi dirección.


—Toma. Ponte esto.


Síp, estamos oficialmente en coitus interruptus hasta que podamos poner nuestras manos en una nueva caja de condones.


Él me ha visto desnuda, pero aun así me doy la vuelta para quitarme la ropa y deslizarme en su camiseta. No estoy segura de que llevar algo de él esté ayudando con el esfuerzo del coitus interruptus porque no puedo dejar de notar lo bien que huele. Justo como Alfonso.


Vamos juntos al baño para hacer nuestros rituales de la hora de dormir. Él está en su lado y yo estoy en el otro. Lo miro en el espejo mientras se lava los dientes. Se siente tan doméstico. Él me echa un vistazo y no estoy segura si es porque está intentando verme o si siente mis ojos en él.


Cuando terminamos, nos subimos a la cama y me acerca a él. No me pide que le cuente sobre el dolor que estoy escondiendo. Simplemente me sostiene hasta que nos quedamos dormidos. Es algo que nunca he hecho. Y es hermoso