martes, 28 de junio de 2016

CAPITULO FINAL





Pasamos nuestra primera tarde en la playa y luego vamos a la ciudad para cenar en nuestro restaurante favorito antes de regresar a la casa. Desde que tomé la decisión de escaparme con P, he estado contando las horas, los minutos, los segundos hasta que poder tenerla sin distracciones o interrupciones por parte de los niños.


Estamos apenas atravesando la puerta delantera cuando la tomo en mis brazos para besarla. Empieza lento y romántico, pero rápidamente se intensifica a ardiente y urgente.


Por una vez, la urgencia no se debe a que uno de los niños podría comenzar a llorar y nos interrumpa en cualquier minuto.


—Dime lo que quieres, P.


Tira hacia atrás y me toca el labio inferior con su dedo.


—Reducir la velocidad. Siempre estamos en un apuro y me gustaría tomar nuestro tiempo para que podamos disfrutar el uno del otro.


Tiene razón. Desde que llegaron los niños, por lo general sólo funciono en la velocidad de liebre, pero con buena razón. Ocho de cada diez veces, vamos a ser interrumpidos por uno de los tres. Es como si todos nacieran con algún tipo de sensor que les permite bloquearme la polla.


—Tienes razón. Lo siento. Confía en mí. Quiero disfrutar de tenerte toda para mí.


—Está bien. Lo entiendo. —Ensancha sus manos en mi pecho y las observa mientras se mueven hacia abajo—. Compré algo nuevo para usar para ti.


Mierda, sí. Tenía la esperanza de que lo hiciera. Ha pasado demasiado tiempo desde que la he visto en algo caliente y sexy. Es posible que quiera aprovechar esto lento pero eso no significa que no podamos empezar lo antes posible. Me inclino hacia abajo y la alzo, lanzándola por encima del hombro para llevarla al dormitorio.


—Pedro Henry, no puedo creerlo.


La pongo de pies en el suelo una vez que estamos en el dormitorio y la agarro del culo para acercarla a mí. Cierno mi boca sobre su oreja.


—Estoy listo para estar dentro de ti así que no me hagas esperar demasiado tiempo mientras te cambias.


—¿Encenderás las velas del dormitorio mientras me cambio?


—Haré cualquier cosa que me digas que haga.


Agarra mi cara y me jala para un rápido beso.


—No tardaré, hombre de las cavernas.


La veo desaparecer en el cuarto de baño y luego empiezo mi tarea de encender las velas del dormitorio. Hay tres, dando a la habitación la cantidad perfecta de iluminación al establecer el ambiente romántico perfecto. Incluso me siento acaramelado mirando la cama con dosel y la luz de las velas, que fluye visillos que besan el suelo. Es un recordatorio de hacerle el amor a P porque es lo que quiere, no follarla duro y rápido… a menos que es lo que quiera más adelante y estaré muy dispuesto a complacerla.


Me estoy desnudando cuando P sale del baño. Está usando una enagua de encaje rojo, no es uno de sus colores habituales, pero debería serlo porque luce caliente como el infierno en él. Sus tetas se ven fantásticas, incluso después de amamantar a nuestros tres hijos. Está usando una sonrisa maliciosa y sé por qué cuando da vuelta para mostrarme los volantes sobre su trasero. Se menea un poco antes de que preguntar:
—¿Te gusta?


Joder, se ve increíble. Mi polla inmediatamente se eleva para levantar lo único que aún llevo puesto, mis calzoncillos.


—Te ves tan jodidamente caliente, nena. Ven aquí.


—Espera. Quiero que el estado de ánimo sea perfecto para lo que tengo en mente. —Se acerca a la mesa de noche y toma su teléfono. A mi chica le encanta marcar el ritmo con
música, así que estoy seguro de que elegirá algo lento, y es una buena idea. De lo contrario, podría olvidar que no debería apresurar esto.


La canción comienza y la reconozco como una que la he oído cantar. Es una canción lenta y romántica que compuso para Southern Ophelia —inspirada en nuestro amor— pero es la primera vez que los escucho interpretarla.


—Es hermosa. —Sostengo mis brazos hacia ella—. Ven a mí.


La veo escabullirse muy lentamente en mi dirección. Su movimiento, cada paso que da, seduce mi mente y mi cuerpo. Debo recordarme a mí mismo lo que voy a hacer: tomarme mi tiempo y disfrutar de Paula. Mi esposa. Mi amante. Mi chica americana y compañera en la vida. La madre de mis hijos.


Coloco una mano en su espalda y acuno su cara con la otra. 


Se inclina hacia ella y cubre la parte superior con su mano, cerrando sus ojos y pareciendo estar disfrutando por completo la sensación de mi piel contra la de ella.


—El simple toque de tu mano contra mi cara todavía es suficiente para derretir mis pantis de mi cuerpo.


—Todo lo que tienes que hacer es respirar y quiero deslizar tus pantis. —Alcanzo debajo de su falda de encaje rojo para sentir qué tipo está usando y consigo dos puñados de nalgas
con una pequeña tira de tela por el centro—. Mmm… adoro tus dulces nalgas en un tanga. —La levanto—. Envuelve tus piernas alrededor de mí.


Lo hace y me dirijo a la cama, depositándola en el medio. 


Empiezo en sus tobillos y beso todo el camino hasta su cuerpo mientras me arrastro sobre ella. Su cuerpo aún luce
increíble después de tres bebés. Ocasionalmente expresa una preocupación por las estrías que obtuvo de los gemelos pero están en su abdomen bajo y son mínimas. No las noto
cuando la miro a ella. Es perfecta para mí.


Levanto su enagua cuando llego a sus caderas y miro el pequeño trozo de pantis cubriéndole el frente. Pongo la palma de mi mano contra su hueso púbico y la bajo. El encaje en su entrepierna ya está cálido y húmedo, así que tomo toda la fuerza que tengo para no empujarme y sumergirme profundamente en su interior.


Deslizo mis dedos bajo el elástico en la cintura y tiro.


Levanta su culo y muerdo el encaje rojo triangular con mis dientes, arrastrándolo por sus piernas.


—Oh Dios.


Lanzo sus pantis y me muevo sobre su cuerpo lentamente. 


Cuando estamos cara a cara, acuno sus mejillas con ambas manos.


—Te amo, chica hermosa.


—Y yo te amo a ti, hombre de las cavernas.


Coloca sus piernas alrededor de mi cintura y se menea debajo de mí hasta que me posiciono en su empapada apertura.


—Estaba planeando ir debajo de ti.


Sacude su cabeza.


—Luego. En este momento, te quiero dentro de mí.


Aprieta sus piernas para persuadirme más cerca y me deslizo dentro lentamente. Empujo sus piernas hacia atrás, colocándolas a los lados y ladea sus caderas. Entro y salgo varias veces y nos encontramos en cada empujón, llevándome más profundo dentro de ella.


—Oh, P. Aquí es donde amo estar… enterrado tan profundo que nos convertimos en uno sin principio ni fin.


Muevo mi mano hacia donde estamos unidos y disfruto brevemente sentirme entrando y saliendo de ella antes de buscar su clítoris. Podemos estar haciendo el amor en
lugar de sólo follar, pero aún me aseguro de que mi chica se venga.


Gime cuando encuentro el lugar y doy vueltas con los dedos.


—¿Se siente bien?


—Oh sí —gime—. Justo ahí. No te detengas. —Sigue diciendo eso después de cuatro años, aunque sabe que nunca me detuve hasta que llegara.


Se tensa y aprieta sus piernas con fuerza, señalando el inicio de su orgasmo, y entonces siento la magnífica forma en que su cuerpo comprime mi polla. Eso, combinado con el conocimiento de saber que la he llevado al orgasmo, enciende el comienzo de mi perdición. Empujo un par de veces más y luego llego muy dentro de ella, vaciando todo mi ser. Me encanta correrme dentro de ella incluso cuando no estamos tratando de tener un bebé.


La estoy cubriendo con mi cuerpo mientras permanezco en su interior. Beso su frente y levanto mi cabeza para poder ver su rostro.


—Hola.


Sonríe y suelta una risita.


—Hola. —Suelta sus piernas alrededor de mi cintura y se colocan debajo de mí pero no estoy listo para retirarme.


Bajo mi rostro al de ella y suavemente la raspo con mis bigotes.


—Vas a quitarme mi primera capa de piel con eso, hombre de las cavernas.


—He estado pensando en afeitarlo.


—¡De ninguna manera! Es muy sexy y me encanta la forma en que se siente cuando vas hacia abajo.


—Entonces lo mantendré por ti porque quiero a mi chica feliz. —Planto un beso contra su boca antes de alejarme y rodar sobre mi espalda. Extiendo mi mano para tomar la suya, entrelazando nuestros dedos.


Nos recostamos inmóviles y decido que es un buen momento para que aparezca la charla de hacer-un-bebé, aunque habíamos acordado que no hablaríamos de niños.


Técnicamente, este niño del cual quiero hablar no existe por lo que no entra en la categoría de discusión prohibida.


—Entiendo si no estás lista para otro bebé. —No dice nada y me pregunto qué pasa con ella, por qué no está de acuerdo.


Mueve su mano a mi pecho y da vueltas al símbolo del infinito, indicando que está pensando profundamente acerca de lo que estoy diciendo.


—Tus manos están llenas con los tres que tenemos así que podemos esperar. Tal vez podamos pensar en intentar cuando los mellizos tengan dos años. Eso hará que tengan tres años cuando nazca el bebé… sería un buen espacio entre ellos, ¿verdad? Tendría treinta y cinco… mucho más joven de lo que esperaba ser al momento de tener al cuarto.


Lleva su mano a su frente.


—¿Podemos tener una sesión confesional? No hemos tenido una en un tiempo y creo que es el momento.


Estoy sorprendido. Eso no es en absoluto lo que esperaba oír.


—Claro. ¿Las mismas reglas de siempre?


—Sí. Sin discusiones. Sin explicaciones. Sin rencores.


—Está bien. ¿Tres minutos?


—No habrá tiempo esta vez.


Oh demonios. Siempre dependo del temporizador para detener el tren antes de que corra fuera de control.


—Si estás segura.


—Lo estoy, pero quiero que vayas primero.


—Está bien. —Pienso brevemente y digo lo primero que me viene a la cabeza—: Amo a nuestros hijos pero a veces siento que nuestro matrimonio se basa en ellos. —Estoy haciendo muecas en el interior ya que esa fue una forma dura para comenzar.


—Para cuando los niños están bañados y listos para la cama, muchas veces estoy tan cansada, que no tengo ganas de tener sexo. —Esa no es una confesión, es un hecho, pero
me alegro de que esté al menos dispuesta a admitirlo.


—Vinimos aquí para conseguir un descanso y tomar las cosas con calma ya que no tenemos a menudo ese lujo, pero una vez que tengas suficiente de eso, te voy a follar de noventa y nueve maneras diferentes. —Estoy pensando en voltearlo para comenzar con la manera número uno.


—Probablemente deberías disfrutar de follarme de noventa y nueve maneras diferentes mientras puedas, ya que sólo tendrás que hacerlo por unas siete u ocho semanas más antes de que me pongan en reposo pélvico de nuevo.


—¿Qué? —Sólo hay una razón por la que sería puesta en reposo pélvico.


—Sé que acabo cortar nuestro momento confesional pero… sorpresa.


Me levanto de la cama para poder ver su rostro.


—¿Estás embarazada otra vez?


Asiente.


—Lo estoy.


Pongo mi mano en su vientre y no detecto ningún cambio en él.


—¿Hace cuánto?


—Supongo que alrededor de seis o siete semanas.


—Oh, P… estoy tan feliz. —Y lo estoy, pero luego recuerdo que me dijo que quería esperar un poco más cuando discutimos sobre tener otro—. ¿Cómo te sientes al respecto?


—Bueno, estaba muy sorprendida al principio, tal vez un poquito molesta, pero he tenido tiempo para acostumbrarme a ello y ahora estoy muy feliz. No estoy exactamente segura de cómo manejaré a un recién nacido con un niño de tres años, y un par de gemelos de veinte meses, pero lo averiguaré.


—¿Qué hay sobre Healing Melodies? —Estoy tan orgulloso de P; su trabajo al crear una fundación utilizando la música como terapia y expresión para los hijos de los adictos es nada menos que un milagro. Pero está demasiado ocupada ya que se niega a dejar de componer. No sé cómo manejará todo eso. Tal vez volveremos a la discusión sobre contratar a una niñera a tiempo parcial o quizá Nanna y Pops tomarán la oferta de venir por una estancia indefinida. Parece que están contemplando la idea ya que Julia está de gira con Jake la mayor parte del tiempo.


—No estoy segura. Tal vez pueda hablar con Aldana para que ayude. Expresó un cierto interés pero hay mucho tiempo para descubrir eso.


—No te he dicho aún, pero he decidido vender algunos de los viñedos para poder pasar más tiempo en casa contigo y los niños. Aún no he decidido cuáles o cuántos, pero he estado discutiéndolo con Benjamin. Imagino que darle la palabra a mi cuñado es lo correcto. Prefiero ayudarlo a establecerse aquí así no reubica a mi hermana a California. No creo que mamá pudiera entender eso, especialmente antes de que llegue su bebé. Y estoy pensando en hacer una propuesta a Zac después de saber lo que Benjamin quiere comprar.


Se levanta de la cama y lanza su pierna sobre mí para montarme a horcajadas.


—No puedo expresar lo feliz que me haces. Los niños y yo te necesitamos en casa con nosotros.


—Y ese es el único lugar en el que quiero estar… contigo y nuestro enjambre de niños.







CAPITULO 211





Dejar a los niños con mis padres fue un desastre. Los tres estaban llorando y P también.


Prácticamente tuve que arrastrarla hacia la puerta, para no perder nuestro vuelo, pero todo está bien ahora que estamos en el avión.


—Me alegro de que estemos haciendo esto. —Su tono ha cambiado.


—No te veías tan feliz por eso hace una hora.


—Lo siento, lo perdí, pero nunca los he dejado por más de unas pocas horas. Solo comencé a pensar acerca de su confusión cuando no regresemos por ellos. Podrían pensar que los hemos dejado para siempre.


Va a empezar de nuevo.


—Detente, P. Están bien. Mis padres los van a malcriar. Y no te olvides que Ernesto y Emma van a llevar a los niños mañana para que puedan jugar juntos.


Es tan emocional, convenciéndome, además, que este viaje es exactamente lo que necesita, así que voy a hacer todo lo posible para apartar su mente de los niños mientras estamos
fuera.


—Nuestras vidas giran en torno a nuestros hijos 24/7, así que no quiero hablar de los niños mientras estamos fuera. Esta escapada se trata de ti y de mí. —Ojalá me hubiera reservado un avión privado. La llevaría a la espalda y le daría algo para hacerla olvidar todo.


—Está bien, ni una palabra sobre MJ, Lucas Henry, o Hernan hasta que volvamos a Sydney el domingo por la tarde.


—Esa es mi chica.