viernes, 24 de junio de 2016

CAPITULO 201



Limpiamos la mesa de la cena y Pedro Henry me dice que tiene que ir a su oficina y hacer un par de llamadas de negocios; no podría ser más perfecto. Eso me dará tiempo para ocuparme de las cosas que tengo que hacer para mi sorpresa especial.


―No hay problema. Estaba pensando en leer de todos modos. ―Otra mentira, pero una que no le importará.


Entro en nuestra habitación y miro a través de mi ropa de baile de tubo. He acumulado un buen número desde que estamos juntos, pero no he usado uno en meses. No estoy muy segura de que encontraré una que me sirva todavía.


Ninguno de mis trajes de una sola pieza funcionarán —no encajarán en mi vientre— así que elijo uno de vaquera de dos piezas. Puedo usar mis botas, así que es la opción obvia.


No tengo la intención de intentar que me folle con los tacones puestos. Mi equilibrio ha sido tan malo en el último mes, de seguro me caería.


Me preparo en el baño y escucho a Pedro Henry antes de furtivamente bajar por el pasillo hacia el gimnasio. Me siento segura cuando estoy ahí porque es el último lugar en el que vendrá a buscarme.


Programo la música “Anemone” de The Brian Jonestown Massacre, y luego las luces antes de colocar su silla adelante y en el centro. Pongo una almohada debajo de ella a mi alcance —estoy segura de que preguntará para qué sirve— pero una mujer embarazada no tolera estar de rodillas por mucho tiempo sin cierta amortiguación.


Cuando todo está en su lugar, le envío un mensaje de texto para ver si ha terminado de hacer sus llamadas. Confirma que sí, así que le digo que venga al gimnasio. Estoy segura de que estará preguntándose qué estoy haciendo, pero no tendrá tiempo para discutirlo. Justo la manera en la que quiero.


Cuando entra en el gimnasio, el bajo oscuro golpea en la habitación oscurecida. La única iluminación es la luz del escenario, dirigida hacia mí. Le hago un gesto para que venga aquí y cruza la habitación, pasando su silla. Está sacudiendo su cabeza y parece que quiere arrastrar mi culo fuera del escenario y azotarlo de verdad.


—No, P.


—No voy a hacer ninguna subida alta, bajadas, o invertidas, absolutamente nada que me lastime a mí o al bebé. Sólo quiero bailar para ti. Mis pies no se levantarán más de sesenta centímetros fuera de este escenario, así que deja caer tu dulce culo en esa silla y disfruta del espectáculo, hombre de las cavernas. —Entonces se me pasa por la cabeza. Quizás esto no es del todo atractivo para él—. A menos que mate tu deseo el verme bailar con este vientre de embarazada.


—Nena, nada de lo que haces mata mi deseo. Respiras y estoy excitado. —Se echa para atrás y se sienta en su silla—. Mejor que esto sea bueno. Sólo tengo billetes grandes en mi billetera.


Su humor ha regresado, así sé que está de acuerdo con esto, siempre y cuando lo mantenga tranquilo.


Empiezo echándome hacia atrás contra el poste, por lo que está en el centro de mi espalda.


Lo alcanzó por encima de mi cabeza, sosteniéndolo mientras doblo mis rodillas, deslizándome lentamente. Cuando estoy a la mitad del camino hacia abajo, empujo mis rodillas separándolas y deslizo una de mis manos por mi muslo y luego hacaa atrás otra vez. Me las arreglo para pararme y girar para enfrentar al poste. Mi mano sujeta firmemente y salgo, haciendo un giro alrededor; no es nada especial, y mis pies no dejan el suelo, así es más seguro.


Estoy usando botas para no poder usar mis pies para subir si quería, pero soy buena usando la parte interna de mis muslos para ascender. Los aprieto alrededor del poste y uso la fuerza de la parte superior de mi cuerpo para levantarme a mí misma —no más que un par de centímetros, como prometí— y moverme en espiral a dos manos. Es probablemente uno de los movimientos más fáciles en mi libro, definitivamente un nivel de principiante, pero probablemente luce como si estuviera haciendo más de lo que en realidad soy, así que regreso mis pies al suelo antes de que me regañe.


Decido no hacer ninguna subida más, sólo dar giros básicos y movimientos de baile erótico para que no se asuste. Eso no sería sexy.


Serpenteo mi cuerpo alrededor del poste por última vez mientras la canción termina y decido que estoy terminando con esto. He esperado el tiempo suficiente. Está caliente, estoy caliente, así que vamos a hacer esta cosa. Camino provocativamente hacia él al ritmo de la siguiente canción, “I’ve Got to See You Again” de Norah Jones. Lenta y seductora, justo la manera en que lo quiero.


Agarra mis caderas y las aprieta antes de deslizar sus manos hacia abajo por mis piernas y luego hasta la parte de arriba detrás de mis muslos, debajo de la tela que cubre mi trasero.


—Eso fue caliente, nena. —Se inclina y besa mi vientre al descubierto.


Paso mis dedos por la parte de atrás de su cabello y me doy cuenta de que es tiempo de que se corte el cabello. Coloco mi nariz contra él y respiro profundamente. Sudor y cuero; suena como repugnante, pero es completamente lo contrario. Es una prueba de que mi hombre ha trabajado duro hoy para nuestra familia.


—Me alegro de que disfrutarás del espectáculo.


Se inclina hacia atrás y subo a su regazo, a horcajadas sobre él. Agarro su cara y lo beso con más pasión que lo que he hecho en semanas. He estado demasiado asustada el último par de meses, con miedo de dejarme llevar, pero no ahora. Conseguiré tener diversión esta noche, no tanto como me gustaría, pero tomaré lo que pueda conseguir.


Sonríe cuando lo suelto.


—Alguien está juguetona esta noche.


No tiene ni idea.


Saco la parte de arriba por encima de mi cabeza y lo tiro al suelo.


—Quiero tu boca sobre mí. —Está sorprendido, puedo verlo en su cara pero no me cuestiona, mientras se inclina hacia delante para tomar mi pecho en su boca. OhmiDios, la sensibilidad ahí está al máximo. No estoy segura de si es el embarazo o el tiempo que ha pasado desde que he dejado que me toque, pero no recuerdo nunca sentir tanta respuesta
en mis pezones.


Roza sus dientes sobre mi pezón ya endurecido y luego lo succiona en su boca, girando la punta de su lengua en un movimiento circular alrededor de mi areola. Juro que se siente como que hay una conexión directa con mi ingle, haciéndome desearlo al instante y humedecerme.


Estoy jadeando y temblando mientras deslizo mi ingle una y otra vez sobre su erección.


Estoy segura de que me vendré con esto si me da suficiente tiempo, pero follar en seco no es lo que quiero.


—Tócame.


Mueve ambas manos sobre mis pechos y comienza ligeramente a apretar y soltar mientras hacer rodar mis pezones entre sus dedos. Se siente fantástico, pero ha entendido mal lo que quise decir, así que agarro su muñeca y empujo su mano hacia mi entrepierna.


—Aquí. —Se desliza dentro de la cintura de mis pantalones y me ahueca. Sostengo su muñeca y froto mi resbaladizo centro contra sus dedos, montándolos—. Quiero que me hagas venir.


—Nena, estás empapada así que puedo sentir como de caliente estás, pero ¿estás segura?


—Segura. Está bien para mí el orgasmo. La Dr. Sommersby me lo dijo hoy. —Estoy temblando y jadeando entre frases, tan caliente que mi cara se siente como que se ha adormecido—. Por favor. Por favor. Por favor. —Estoy desesperada y le rogaré si quiere.


—Podemos hacerlo mejor que esto. —Se levanta de la silla, aferrándome a él como su preciada vida. Se traslada a su banco de pesas acolchado y me baja. Agarra la cintura del
trasero de mi vaquero, arrastrándolo hacia abajo por mis piernas, y estoy tumbada, completamente desnuda delante de él, vestida solo con mis botas. Se pone de rodillas y empuja mis piernas hacia atrás y las separa. Me arqueo, mirando el techo por encima de mí a la espera de su toque. Y entonces lo siento, el primer golpe fuerte arriba con su lengua suave y húmeda hasta mi centro. Agarro la parte superior de su banco de pesas y resisto, temiendo arquearme lo suficiente para caerme al suelo—. Con calma, P.


Es más fácil decirlo que hacerlo. Han pasado dos meses desde que tuve un orgasmo.


Me permite relajarme de nuevo y luego siento el segundo golpe de su lengua, enviando otra sacudida de placer directamente a mi entrepierna.


—Ohhh…


—Mmm —gime—. He extrañado saborearte. —Coloca su lengua plana contra mí y lame hacia arriba—. Eres tan jodidamente dulce.


Estoy bastante segura de que mis ojos deben estar rodando hacia atrás en mi cabeza porque no puedo ver nada. Perdí todos mis sentidos, excepto uno, la sensación de la boca de Pedro Henry en mí.


Después de que me lame varias veces más, succiona mi clítoris en su boca y utiliza la succión para tirar de él. A veces los tirones son suaves, alternando con un tirón firme. Por mucho que me gustaría que esto continúe para siempre, no puede ser porque soy incapaz de durar más tiempo. Esa sensación una vez muy familiar comienza a construirse y está cada vez más cerca hasta que mis paredes interiores y útero se contraen, pero esta vez se siente diferente. Mi útero está mucho más lleno. Está ocupado por nuestro bebé creciendo por lo que el ajuste tiene toda una nueva sensación, y es magnífica.


—Ahh… Ahh. —No puedo formar una frase coherente.


Un momento después, se ha acabado y estoy increíblemente relajada, pareciera que mi cuerpo está hecho de gelatina. No estoy segura de si podría pararme si lo intento.


—Realmente disfruté eso.


—Bien, porque realmente disfrute haciéndolo.


Siento que el bebé está haciendo lo que solo puede ser descrito como acrobacias.


—Por amor de Dios, eso la despertó. Siente.


Se mueve hacia arriba de mi cuerpo y coloca sus grandes manos alrededor de mi bulto, encerrándolo completamente en su agarre.


—Wow. Eso la despertó con seguridad. —Sonríe mientras siente a nuestro bebé actuando bajo sus manos—. Dijiste ella.


Sí, lo hice, pero no estoy lista para admitirlo.


—No, no lo hice.


—Sí, lo hiciste.


No me convencerá de confesarlo.


—Si lo hice, es sólo porque eso es todo lo que escucho de ti. Ella. Ella. Niña.


—Porque es una niña.


Pedro Henry, no sabes eso. Es mitad y mitad la probabilidad de que sea un niño.


Niega con su cabeza.


—Sé lo que sé.


—Está bien. Estoy cediendo y dejándotelo pasar sobre esto. Quieres llamar a este bebé una niña, lo haremos, pero sólo entre nosotros. No lo hagas delante de otras personas. Los
confundirás.


Está sonriendo y estoy segura de que es porque piensa que me ha convencido.


—Lo que digas, amor.






CAPITULO 200





Me metí en mi estudio de música hace un par de semanas y he estado componiendo canciones como loca. Es extraño; tal vez el descanso que tuve desde el momento en que dejé Southern Ophelia hasta ahora era lo que realmente necesitaba para hacer esta exitosa transición de artista a compositora. O tal vez estoy contenta con mi vida y esta trata de encontrar su camino en mi música.


He Hablado con Claudio y la banda un par de veces y están muy entusiasmados con el material en el que estoy trabajando. Randy quiere la primera selección y totalmente funciona para mí. No tengo ningún problema en vender mis canciones, menos fastidio en su comercialización.


Kim, mi reemplazo femenino para Southern Ophelia, dice que le encantan mis letras porque le hablan. Ella es como yo en muchos sentidos. Sólo canta canciones que le llegan por lo que hemos estado trabajando en una canción especial juntas. Los chicos no saben de eso —y me pidió que no les diga— y creo que sé por qué. Esta canción es su historia y la forma en que se siente por un hombre. Creo que la canción es acerca de Claudio. Supongo que podría ser cualquiera, pero la letra en la que ha contribuido me dicen que está enamorada.


Estoy absorta en la canción en mi cabeza cuando Pedro Henry entra en mi estudio.


―P, vas a llegar tarde a tu cita.


Miro la hora y tiene razón. Me debí haber ido hace diez minutos.


―Mierda. —Me levanto de mi taburete del piano y voy a darle un beso―. Tengo que correr.


Agarra mi brazo para llamar mi atención antes de que sea capaz de alejarme.



―No te apresures por llegar a tiempo. Lo digo en serio. No puedes vencer el reloj así que no lo intentes.


Eso es algo que habría intentado alguna vez, pero no ahora.


―Obedeceré todas las leyes de tránsito.


Me besa la mejilla.


―Realmente siento no poder ir contigo hoy.


Se siente mal de no poder ir al médico conmigo todo el tiempo.


―Está bien. La veo cada semana, así que no puedes faltar al trabajo para cada cita, incluso si eres el jefe.


―Consigue una foto de ella para que pueda ver lo mucho que mi niña ha crecido esta semana.


Tiene que dejar de hacer eso, siempre llamando a este bebé una niña, pero no tengo tiempo para regañarlo. Creo que esa es una de las razones por las que lo está haciendo, porque estoy dirigiéndome a la puerta y no tengo tiempo.


―Siempre lo hago.


Mi ecografía va bien, al igual que mi examen cervical. Sin cambios. Tengo veintiséis semanas y todo sigue su curso, así que decido que es un buen momento para hablar con la
Dra. Sommersby sobre mis preocupaciones.


―Mi esposo y yo tenemos una pregunta. Entendemos que no podemos tener relaciones sexuales con penetración, pero ¿está bien para mí… el orgasmo de otra manera?


―El sexo oral y la masturbación mutua están bien siempre y cuando no vaya nada dentro de la vagina y no experimentes contracciones, con fugas, o sangrado después. Necesitarías
venir al hospital de inmediato si ocurre cualquiera de esas cosas. ―Nunca pierde el ritmo mientras sigue documentando en el ordenador, una señal de que esta no es la primera vez que ha respondido esta pregunta, por lo que me siento mínimamente mejor por haber preguntado. Termina su documentación y cierra el ordenador portátil―. ¿Tienes alguna otra pregunta o preocupación?


―Creo que eso es todo.


Aprovecho el camino a casa para pensar en lo que Pedro Henry y yo haremos esta noche.


Quiero que sea genial, no es que no lo sea siempre, pero me merezco algo especial viendo que no he tenido un orgasmo en ocho semanas. Ocho. Semanas. Eso es una locura.


Seguramente me tocará una vez y me voy a venir. Sí, es así de malo.


Veo a Pedro Henry en el viñedo mientras voy por el camino así que me detengo. Abandona todo lo que está en el medio de hacer y se dirige hacia mí. Lo veo venir, en su ropa tosca y sombrero de Indiana Jones, y mi corazón todavía me da un vuelco. Oh, es tan condenadamente guapo. Todavía no puedo creer que sea todo mío.


Toma un par de pasos rápidos antes de saltar la valla blanca que rodea el viñedo.


―¿Todo va bien?


―Sí. ―Meto la mano en mi bolso para sacar la foto de la ecografía―. Incluso tengo pruebas.


Me la quita, y una sonrisa se extiende por su rostro.


―Mi chica está creciendo.


―En realidad yo estoy creciendo. Gané otros dos kilos desde que vi a la doctora la semana pasada.


Levanta la imagen.


―Quiero decir, esta chica.


Sabía exactamente a quién se refería. Sólo quería exasperarlo por la forma en que él me exaspera.


Te vas a sentir muy raro cuando este bebé salga niño.


―No lo creo. Lo siento en el fondo de mis entrañas.


Soy la madre y el bebé está dentro de mí. Se podría pensar que yo sería la que tiene la sensación en las entrañas.


―Bueno, clarividente. Espero que también puedas ver un nombre en tu bola de cristal, ya que no tiene uno todavía.


―Tenemos un montón de tiempo para llegar al nombre perfecto.


Estoy cansada de ella, él, eso.


―Me gustaría elegir uno para cada sexo, así que no tengo que seguir pensando en este bebé sin un nombre. ―Nos miramos el uno al otro y reímos―. Supongo que sería adecuado, los compañeros sin nombre tienen un hijo sin nombre.


―Estoy listo para que mi hija tenga un nombre, así que trabajaremos en ello este fin de semana.


Pongo los ojos en blanco.


―No vas a contribuir con un nombre de chico, ¿verdad?


Se encoge de hombros.


―Probablemente no.


Tal vez lo haré un poco más atractivo para que piense en un nombre de chico.


―Entonces eso significa que me das rienda suelta sobre el nombre del niño y no puedes vetar cualquier cosa que elija.


―Está bien. Tenlo, ya que eso no importa. No vamos usaremos un nombre de chico por lo que es una pérdida de tiempo, al menos en esta oportunidad, pero quizás la próxima vez será un niño. Me gustaría tener uno.


Me está matando.


―Espero que este bebé venga con una gran salchicha para que pueda borrar esa mirada de suficiencia de tu cara.


―Cualquier hijo mío tendría una gran salchicha.


No puedo creer que diría eso acerca de un bebé.


―Eres horrible.


Se encoge de hombros.


―Tú sacaste el tema.


Alcanzo la imagen de ultrasonido.


―Dame eso. Voy a la casa. ―Se la saco y la coloco en el asiento del pasajero―. ¿A qué hora entrarás?


Se quita el sombrero y se inclina hacia el interior de mi ventana. El clima es templado hoy así que no está con calor y sudoroso, pero todavía huele a un hombre trabajador. Es muy sexy.


―¿A qué hora me quieres dentro?


Irradia sexo y feromonas, casi como si pudiera sentir que conseguí el alta de la Dra. Sommersby acerca de tener un orgasmo, y mis entrañas se mueven de un tirón. Umm…
realmente me gustaría en este momento, por favor y gracias, pero sigo siendo disciplinada.


―No tengo nada especial planeado así que cuando termines aquí está muy bien. ―Mentira. Tengo algo muy especial planeado. Lo planeé todo en el camino a casa desde la cita con la doctora.


―Entonces envíame un mensaje de texto cuando la cena esté casi lista.


―Lo haré.




CAPITULO 199





Pasamos la noche en el sillón que hemos llegado a odiar. 


Paula está sentada en un extremo leyendo, la única cosa que probablemente la haya mantenido sana en estas
semanas, mientras yo estoy en del otro lado poniéndome al día con trabajo atrasado. Son solo reportes de ventas, algo que podría hacer en mi oficina, pero eso significaría estar lejos de ella. Disfruto este tiempo juntos en silencio, incluso si no hablamos. Sólo tenerla cerca es suficiente a veces.


Miro arriba y noto que P ha puesto su lector de e-books sobre su vientre y se ha dormido.


No me sorprende. Duerme mucho ahora, mucho más que antes de embarazarse. Me alegra porque el descanso es importante para ella y el bebé.


Pongo mi trabajo en la mesita y voy a ella.


—Hora de dormir.


Se sacude un poco y lentamente abre los ojos.


—Wow, estaba leyendo una escena caliente de sexo hace un minuto y luego bam, caí en coma.


—¿En serio? ¿Estabas leyendo sobre sexo caliente?


Sonríe, quizás incluso se ruboriza un poco.


—¿Acabo de admitir eso?


—Sí, lo hiciste. —Pongo su lector en la mesa junto a mi papeleo y tomo sus manos para ayudarla—. Vamos, pervertida.


Va al baño a hacer su ritual nocturno y ya estoy en la cama cuando sale. Trepa junto a mí, usando un pijama rosa de algodón. Es de encaje alrededor del cuello y de aspecto inocente, sin intenciones de ser sexy en absoluto, pero mi polla se agita de sólo verla meterse en la cama junto a mí. 


Lo sé. No debería verla cuando se inclina a apagar su lámpara de noche, pero no puedo no ver porque su pijama se ha enredado en su trasero. Veo parte de sus pantis rosadas y lo siento inmediatamente. ¡Ugh! Tendré que rebajarme a masturbarme, y pronto. No es como si no lo hubiera hecho antes, pero más que nada fue de adolescente.


Se inclina a darme un beso de buenas noches y toma mi nuca para mantenerme cerca. La beso de vuelta, aunque no debería, y se vuelve más agresiva. Ahí me doy cuenta de que no es un simple beso de buenas noches de los que me ha dado las últimas semanas.


—Este es otro ejemplo como el del incidente del kétchup más temprano. No puedes hacerme esto. Es agonía.


—Pero no tiene que serlo. Aún hay mucho que podemos hacer. —Se desliza en la cama y sube para arrodillarse entre mis piernas. Pone sus dedos en el elástico de mi pantalón y
tira—. Mi boca no está fuera de límites.


Oh, mierda. Mi chica va a chuparme.


Levanto mis caderas, más que excitado por lo que P me hará. No me he descargado en semanas, así que estoy más feliz que una lombriz.


He querido masturbarme muchas veces pero se sentía mal experimentar cualquier clase de placer mientras P pasaba por tanto, especialmente mientras estaba en el hospital luchando por salvar a nuestro bebé. No podía siquiera considerarlo entonces. Pensé en ello después de que estuvo en casa y el peligro inicial estuvo lejos, pero no se sentía bien por el estado miserable en el que ella se sentía.


Esto, sin embargo, no se siente mal, así que tomo su almohada y la apilo con la mía para ver cada movimiento.


Pone sus manos en mis muslos y las desliza hacia arriba hasta que sus dedos rozan mis bolas. Juguetea un momento, suavemente deslizando sus dedos, y creo que explotaré de la anticipación.


Su mano sube y toma la base de mi pene mientras hace círculos con su lengua alrededor de la cabeza. La punta asoma varias veces en la zona suprasensible bajo la corona. Alterna estos movimientos varias veces antes de tomarme entero en su boca.


—Eso se siente tan malditamente bien. —Pongo mis manos en su cabello y lo elevo en una coleta porque amo ver a mi polla deslizarse en su boca. Casi podría correrme de sólo ver
eso.


Me saca de su boca y pone mi polla contra mi estómago. 


Entonces hace algo nuevo. Su lengua comienza en la base de mis bolas y lame el tramo de placer de arriba para profundizar a lo largo de mi escroto, la costura que separa a mis chicos. Toma algo de piel suelta y chupa sutilmente, llevando la sangre y receptores del placer a la superficie.


—¡Mierda! —gruño.


Sonríe y me mira.


—¿Te gusta eso, no?


—Sí. —Río—. Me gusta demasiado. Por favor no dejes que sea la única vez que hagas eso.


—Tengo mucho más para ti, hombre de las cavernas.


Toma mi polla de nuevo en su boca y masajea mis bolas por un momento antes de que sienta a su dedo en la piel bajo mi saco. Presiona más firmemente y hace un movimiento
circular. Lento, luego rápido. Suave, luego duro. Nunca he estado más duro y la subida nunca había sido tan poderosa.


—Oh… —Le doy un golpecito en su cabeza, nuestra señal para cuando estoy por correrme, pero no puedo modular. Estoy mudo a excepción del incomprensible balbuceo saliendo de mi boca.


Se detiene y mantiene mi polla apuntando a mi estómago mientras sigue presionando el lugar bajo mis bolas hasta que tengo esta loca y poderosa explosión, por lejos el orgasmo
más intenso que haya experimentado nunca.


—Santa mierda, P. Eso fue… —Ni siquiera puedo pensar en una palabra acorde para describirlo.


—¿Genial? —Se ve tan esperanzada, como si tuviera miedo de no haberme complacido.


Llamarlo genial sería un insulto.


—Increíble es una mejor palabra, pero ni eso le hace justicia. No me tomes a mal. Me la has chupado increíblemente antes, pero esta fue la mejor. ¿Qué era eso que hacías con tu dedo?


Creo que se está sonrojando.


—Era mi nudillo, y estaba estimulando tu próstata.


Miro toda la acabada en mi estómago.


—Me estimulaste perfectamente. Creo que me secaste.


—He oído que hay más semen cuando presionas la próstata, por eso temí tragar. —Sacude su cabeza—. Este embarazo aún tiene mi reflejo de arcada trabajando a todo motor. —Se
desliza al borde de la cama—. Voy a tomar una toalla.


Vuelve y me limpia. Enreda la toalla, tirándola lejos, y se desliza junto a mí. La atraigo cerca y la beso mientras deslizo mi mano bajo su traje, pero toma mi muñeca.


—No.


—Sólo te tocaré desde afuera.


Mueve mi mano.


—No creo que sea buena idea.


—Sé que todo adentro está fuera de los límites, pero quiero hacerte sentir bien también.


Sacude su cabeza.


—Acostarme junto a ti y darte un orgasmo enloquecedor me hace sentir bien.


—Puedo hacerlo mucho mejor que eso.


—Temo tener un orgasmo aunque nada vaya dentro de mí. Quizás podemos probarlo después cuando el bebé esté avanzado para sobrevivir, en caso de que me ponga en labor o algo.


Tiene razón, no vale el riesgo solo sentirse bien.


—De acuerdo.


Pone su cabeza en mi pecho y traza un símbolo del infinito en mi estómago alrededor de mi ombligo con su dedo.


—No te enojes.


Nunca podría enfadarme con ella por algo así.


—Nena, no estoy enojado. Estás pensando en la seguridad de nuestro bebé. Nunca podría molestarme por algo así.


—Complacerte me da placer, así que estoy bien con descargarte y no recibir el favor de vuelta. Puedes compensarlo después.


Definitivamente la compensaré.


—Sé que no te importa, pero amo hacerte acabar. Es bastante satisfactorio para mí ver tu cara cuando aprietas tus ojos y arrugas tu naricita mientras abres tu boca para jadear.


—¿Así me veo cuando acabo?


—Casi siempre.


Se gira y pone su barbilla en mi pecho.


—¿Cómo me veo las otras veces?


—Algunas veces muerdes tu labio inferior. Ambas caras cuando te vienes son calientes. Me hacen saber que algo estoy haciendo bien.


—Todo lo que haces es perfecto. Siempre me haces sentir genial. —Levanta su cara y se estira para besarme—. Nunca dudes de eso, Alfonso.


Baja su cabeza a mi pecho y se acomoda como si estuviera lista para dormir. De nuevo.


Nos quedamos así por un momento cuando la oigo dar un respingo.


—¿Qué sucede? ¿Tienes algún dolor?


Levanta su cabeza y sonríe.


—No, el bebé se está moviendo. —Nunca he sentido un movimiento. Cada vez que trato, el bebe o se queda quieto o no puedo detectarlo. Puede parecer tonto, pero creo que estoy un poco celoso de que P pueda sentirlo y yo no—. Este apestosito está dando volteretas esta noche, así que apuesto que lo sentirás esta vez. Dame tu mano.


P se gira y levanta su pijama. Toma mi mano y la pone sobre su pequeño bulto.


—Es más a la izquierda. —Estamos en silencio, esperando, como si la ausencia de sonido ayudara a mi percepción.


Y entonces sucede, y siento un pequeño golpecito bajo mi mano.


—Sentí eso. —Y siento algo más también. Amor, el de verdad.