miércoles, 27 de abril de 2016

CAPITULO 14




Durante nuestra ola de día compras, Aldana y yo visitamos una tienda de lencería en la plaza de boutiques cerca del apartamento de Benja. Ellos lo tienen todo, desde lo más travieso hasta lo lindo, incluyendo una gran variedad de juguetes sexuales.


Aldana no podría estar más feliz mientras admira un sujetador Santa temático con bragas a juego y un liguero completo de bastones caramelo en rojo y blanco de rayas hasta el muslo-alto.


Está parada frente a un espejo y lo sostiene hacia ella.


—Maldición, Zac tendría una muy feliz navidad si llevara esto.


—Hablando de navidad, ¿cuáles son los planes? ¿Estamos cocinando en el apartamento?


Ella se tuerce, así que no puedo verle el rostro y es mi primera pista de que algo no va bien.


—Umm, sobre eso.


Ahí está mi segunda pista. Cuando tartamudea y se para, nunca es bueno.


—¿Qué significa “umm“ exactamente?


Ella tenía esta mirada de por favor no te enojes en el rostro. 


Así que, ¿qué hago?


Me enojo.


—No te asustes, pero Zac quiere llevarme a casa con él para navidad para así conocer a su familia.


La peor. Amiga. En el mundo.


—¡Aldana! No me vas a dejar sola con Benjamin. Tú sabes cómo ha estado conmigo desde que conocí a Alfonso.


—Yo no te dejaría sola con él. Ustedes dos están invitados a la casa de Zac.


No jodas.


—Tú y Benja pueden ir sin mí. Prefiero pasar la navidad sola que estar incomoda alrededor de un grupo de gente que no conozco. —Ella sabe que odio sentir que me estoy imponiendo. No puedo creer que ella me haya pedido hacer esto.


—¿No crees que Alfonso te invitara a casa con él? —Esta es la manera de Aldana de tratar de sentirse mejor acerca de plantarme.


Eso sería negativo.


—Definitivamente no. Nos acabamos de conocer.


Ella pone las manos en sus caderas como si la hubiera ofendido.


—¿Por qué lo dices así?


Quizás porque ni siquiera sé su nombre real; ésa sería mi primera razón.


—No nos conocemos lo suficiente como para pasar las fiestas juntos.


—No he conocido a Zac mucho más tiempo de lo que tú has conocido a Alfonso.


Tal vez no, pero ella lo había estado arrimando desde el día que llegamos. Bien, fue desde el día tres.


—Tú y Zac son diferentes. Ustedes han pasado cada minuto juntos desde que llegamos. Yo solo he estado con Leonel en un par de citas. Se trata de manzanas y naranjas.


Ella sostenía la sexy Santa lencería para mí.


—Usa esto para él y te garantizo que obtendrás una invitación para pasar las fiestas en la casa de su familia. Tal vez incluso una propuesta de matrimonio.


Me han llegado todas las propuestas que necesito del Sr. Alfonso Henry. Todavía estoy debatiendo la única recurrente en la tabla.


—No estoy buscando obtener una invitación para la casa de su familia. O una propuesta de matrimonio. —Tomo el peludo blanco y rojo liguero y lo admiro en el espejo—. Él me ha pedido que pase los próximos días con él. Y noches. Tal vez
necesito esto. ¿Qué piensas?


—No me dijiste que estarías quedándote con él. Eso sueno más serio que un par de citas.


Me cuelgo el conjunto de Santa y tiro de un pícaro set de elfo del estante.


—No lo sé. Él preguntó, pero aún no me he decidido. —Ésa es otra mentira. Sé que voy a quedarme con él, pero no quiero sonar como una puta. Así que finjo que no estoy segura. Y pretendo como que yo no sé si voy a comprar lencería.


Pero eso también es otra mentira.




CAPITULO 13




Hago de las cinco horas de viaje a Cáliz un poco más de cuatro. Cuando llego, veo a Claudio de pie fuera del edificio de oficinas, esperándome.


Pedro, ha sido mucho tiempo. Me alegro de que estés aquí, pero sería mucho más feliz si no fuera bajo estas circunstancias.


Claudio comenzó a trabajar para mi padre en Cáliz antes de que naciera, y ahora trabaja para mí. Lo he conocido toda mi vida, así que confío en él.


—Lamento haberte sacado de la cama en medio de la noche para esto.


—Va con el territorio, Claudio. Lo bueno, lo malo y lo feo. Esto solo pasa a ser una dosis de lo malo y lo feo al mismo tiempo.


—El jefe de bomberos dijo que estaría aquí a las nueve, por lo que lo espero en cualquier minuto.


Estoy ansioso por ver el área quemada.


—¿Podemos salir a inspeccionar los daños?


—No hasta que haya terminado la inspección a la luz del día. Había un montón de gente trabajando para apagar el fuego, por lo que no quiere más contaminación de la escena.


Eso parece razonable. Reviso mi reloj y veo que falta un cuarto para las nueve.


Chiara ha recibido mi paquete para ahora y tengo unos minutos antes de que el inspector de incendios llegue, así que voy a probar nuestro nuevo medio de comunicación.


Saco el teléfono destinado solo para llamadas a Chiara y marco su número. Ella debe haber tenido el teléfono en la mano, porque responde a la primera llamada.


—Buenos Días, Sr. Henry.


—Buenos Días, Srta. Beckett.


—¿Se estaba preguntando como sabía que era usted? —Pude escuchar la diversión en su voz.


—¿Podría ser porque yo soy la persona que te envió el teléfono y soy la única persona con el número? ¿O porque mi nombre apareció en el identificador de llamadas?


Ella se ríe.


—Ninguna de las anteriores.


—¿No, huh? —A pesar de que tenía prisa al salir esta mañana, me había tomado el tiempo para programar un tono de llamada personalizado—. Tal vez fue el tono “Talk Dirty To Me”


—Esa es la razón más probable.


—Te gustó eso, ¿no es así?


—Demasiado. Te mereces puntos extra por eso.


¿Así que ella mantiene una puntuación?


—No estaba al tanto del sistema de puntos extra. ¿Qué me hace ganar un tono de llamada personalizado, Srta. Beckett?


—No he escogido un sistema de recompensas todavía, pero te dejaré saberlo cuando me decida por uno.


Ella tiene otra decisión de la que estoy mucho más interesado que el sistema de puntos y recompensas.


—Por favor, hágalo. Podría querer trabajar más duro para ganar puntos extra si la recompensa vale la pena el trabajo.


—Mi precio siempre vale el esfuerzo. Sr. Henry, ¿ha resuelto el problema en el viñedo ya?


—Sí y no. Hubo un incendio anoche, por lo que el peligro inminente ha acabado, pero estoy esperando a que el inspector de incendios venga para que nos comente que fue lo que pasó. Voy a estar atado a este desastre la mayor parte del día. Ya que es un viaje de cuatro a cinco horas, no volveré hasta tarde. Esperaba que pudiéramos retomar nuestros planes, ¿posiblemente mañana?


—Hhmmm. Tendré que comprobar mi calendario social. Parece estar bastante lleno por el momento. —Titubea—. Parece que puedo encontrarte un espacio.


Me pregunto si alguna vez podré acostumbrarme a su carácter juguetón.


—¿Mismo plan? ¿Te recojo a las diez?


—Estaré esperando.


Veo un vehículo que viene por el camino y asumo que es el inspector de incendios. Bien. Es temprano. Estoy listo para terminar con esto, así puedo regresar a Avalon. Regresar a Chiara.


—Okay. Te veré mañana.


Terminamos la llamada y me encuentro con el inspector fuera de mi oficina.


Explica la evidencia que ha encontrado y cómo planea usarla en la investigación.


Lo sigo al sitio y me mantengo fuera de su camino mientras reúne la evidencia de que alguien trató de quemar mi viñedo.


Ver el daño es doloroso, pero me recuerdo a mí mismo de que pudo haber sido mucho peor si alguna de mi gente hubiera sido herida.


—Estoy enviando esta evidencia para prueba porque tengo que hacerlo, pero no necesito los resultados para decirle que fue un incendio provocado. Hay gasolina por todo el lugar. Por lo que debería estar pensando en quienes son sus enemigos. Podrían intentarlo de nuevo.


No tengo que pensar en ello. Yo sé quién lo hizo.


—Haré eso.


Acompaño al inspector de vuelta a su auto y luego vuelvo a mi oficina donde Claudio está esperando para escuchar el veredicto. Él está sentado en una de las sillas al otro lado de mi escritorio, por lo que camino a su alrededor y caigo agotado en mi silla de cuero.


—Dijo que no necesita ver los resultados de la evidencia para saber que fue provocado.


—¿Tienes alguna idea de quién podría querer hacer algo como eso?


Hemos recorrido un largo camino, pero no puedo decirle a Claudio de la mierda hasta el cuello en que me he metido, así que le miento al hombre al que considero un segundo padre.


—No. ¿Tienes alguna sospecha?


—La única cosa que se me viene a la cabeza es que puede ser un competidor, pero no hubiera atacado tan temprano en la temporada o después de la lluvia. Esto es trabajo de un principiante.


O el trabajo de un sociópata tratando de llamar mi atención.








CAPITULO 12




Despierto la mañana siguiente por un manotazo que atraviesa mi cara.


¡Ugh! Está de nuevo de regreso. Mi vacación de ser golpeada en sueños duró muy poco. Le doy un fuerte empujón.


—Corta esa mierda, Aldana.


Gruñe y se deja caer lejos de mí. Bien. Estoy más segura cuando está volteada lejos.


Escucho un fuerte llamado en la puerta de mi recámara y la voz molesta de Benja en el otro lado.


—Tienes otra entrega de él.


Los ojos de Aldana se abren de golpe. Se estira como un gato y gime como una estrella porno.


—¿Otra entrega? Tal vez envió el desayuno de nuevo. Me estoy muriendo de hambre.


Miro el reloj y noto que no son ni siquiera las ocho de la mañana. Era tarde cuando me trajo a casa anoche, así que, ¿cómo se las arregló para tener algo entregándoseme tan temprano?


Me pongo mi sostén, no quiero ir rebotando libre frente a Benjamin. La bata me proveerá de protección adicional sobre la piyama antes de investigar qué era lo que mi aventura de tres meses me ha enviado.


Un pequeño paquete café está en la mesa. Uso las tijeras para abrirlo. Dentro encuentro un nuevo iPhone con una tarjeta personalizada:
“Tuve una emergencia en uno de los viñedos. Estaré fuera la mayor parte del día, así que me veré forzado a cancelar nuestros planes para hoy. Este teléfono es tu línea directa hacia mí, mi número ya está programado en él. Te llamaré más tarde cuando la situación esté bajo control y haremos planes para vernos pronto. Alfonso”.


Me sorprendo por la decepción que siento.


—Alfonso tuvo un problema en el trabajo, así que parece que estoy libre por todo el día.


—Grandioso. Zac y Benja están atados en algún tipo de proyecto, así que creo que deberíamos de tener un día de chicas e ir de compras.Yo no tengo dinero para ir de compras, así que sólo miraré.


—Eso suena como una gran idea.


Aldana agarra el nuevo iPhone.


—¿Por qué te envió otro teléfono? ¿No sabe que ya tienes uno?


El iPhone no es un regalo. Es un dispositivo para sexo sin compromiso, su manera para comunicarse conmigo con respecto al ligue mientras él mantiene todo el control. Ésta es una manera en la que permanece ilocalizable. Nunca me dio su número real, así que puedo decir que él tiene uno como este destinado solamente para mis llamadas. A eso es a lo que se refiere cuando dice que es mi línea directa a él.


Es también un recordatorio de que esta relación no es romántica y que nunca lo será. Es arreglada y temporal. 


Haré bien en no olvidar eso en cualquier momento cercano.


—Mi teléfono ha estado actuando mal desde que llegamos aquí. No mantiene una carga, así que creo que pensó que podría necesitar uno nuevo. —Le mentí a mi mejor amiga porque no me podía poner a confesar los términos del arreglo de Alfonso. Pensaría que él está a un paso de volverse completamente loco. Y que yo, también, por acceder a ello.



CAPITULO 11




Después de disfrutar una velada muy placentera con la señorita Beckett, estoy en cama no más de una hora cuando recibo una llamada de mi mano derecha en el Viñedo Cáliz. Inmediatamente me incorporo, sabiendo que algo serio ha pasado si él me está llamando a esta hora.


—Claudio, ¿qué ha ocurrido?


—Siento despertarte a ésta hora, Pedro, pero hubo un incendio en Cáliz esta noche. Ahora está bajo control, pero hay daños en el lado sur.


Cáliz es mi viñedo favorito. Mi padre lo compró cuando yo estaba pequeño y pasé un montón de tiempo cuando era niño con los trabajadores, quienes ahora eran mis empleados. Como tales, son casi como mi familia y su seguridad era prioridad.


—¿Hubo algún herido?


—Ningún herido.


Gracias a Dios nadie estaba herido.


—¿Ya han calculado los daños?


—Es difícil hacerlo ahora porque aún está oscuro, pero parece ser mínimo. Tuvimos suerte de descubrirlo cuando lo hicimos. Juan se despertó y vio el resplandor desde su ventana. —Ayudaba que las vides estuvieran aún verdes y también la humedad que había de la lluvia que habíamos tenido hace dos días. Al menos teníamos eso a nuestro favor.


—¿Podrías decirme cómo es que comenzó?


—El Jefe de Bomberos regresará en la mañana para inspeccionar, pero nos comentó que tiene razones para creer que fue provocado. Dijo que sería capaz de darnos una respuesta definitiva mañana.


¿Provocado? Eso no es bueno.


Llamé a Daniel para dejarle saber que estaría yendo a Sidney dentro de una hora.


No tengo el número de Chiara, pero necesito hacerle saber acerca del cambio de planes. Voy a mi biblioteca y tomo el teléfono que ya había escogido darle.


Escribo una nota rápida y la meto en el paquete.


Mi siguiente llamada es a mi asistente personal, Jonathan.


—Es Pedro. Siento llamar a esta hora, pero tengo un trabajo para ti que debe hacerse a primera hora en la mañana. Cuando vengas a mi oficina, vas a encontrar una pequeña caja en mi escritorio. Necesito que la entregues al destinatario a las 8 de la mañana y ni un minuto después. Es personal y muy importante para mí.


—Por supuesto, señor. A más tardar a las ocho.


Hay poco o nada de tráfico en la carretera, así que manejo mi Coupe Fisker Karma convertible negro más rápido de lo que debería correr hacia Cáliz. El hombre de negocios en mí debería manejar para pensar acerca de cómo manejaría el problema de Cáliz, pero tenía algo más en mi mente. Este algo más tenía largo cabello color café, grandes ojos dorados-marrón y un cuerpo que me hacía difícil el sólo pensar acerca de él.







CAPITULO 10




Cuatro orgasmos gritados más tarde, lo cual son dos más de los que usualmente tengo, Alfonso y yo nos deslizamos en la parte trasera de su auto. Solo llego hasta la mitad del asiento mientras me deslizo a través, así nuestras piernas están tocándose cuando él llega a mi lado. La única cosa que separa nuestra piel es la tela de sus pantalones, pero su toque envía una emoción de excitación por todas las partes de mi cuerpo.


Daniel mira a Alfonso a través del espejo retrovisor.


—¿Hacia dónde señor?


Él me contempla por una respuesta. Creo que está esperando que le diga que deseo ir a casa con él esta noche, pero yo no. No he estado de acuerdo con esta locura aún.


—A la casa de la señorita Beckett —le dice a Daniel.


Estoy sintiendo los efectos de mis cuatro cocteles. El coraje del líquido pulsa a través de mis venas. Me siento valiente. Y coqueta. Pongo mi mano en el muslo de Alfonso y uso mi dedo para trazar un imaginario símbolo del infinito. Siento el musculo en su muslo ponerse tenso en sus pantalones.


—Señor Henry, ¿Daniel tiene alguna idea de lo que usted hace con las mujeres que mantiene en su compañía?


Sin que se le pidiese, Daniel alcanza el control de la radio e incrementa el volumen de la música en la parte delantera del coche. Escucho “Talk Dirty To Me” por un breve segundo antes de que él cambie la estación a una clásica. O tal vez opera. Estoy muy borracha para decirlo. De cualquier manera, no me importa.


Me inclino hacia adelante.


—Daniel, devuélvelo a Poison.


Le veo observar a su empleador por el retrovisor. Alfonso le da una cabezada concisa y oigo a Bret Michaels cantar otra vez.


—Adoro esta canción.


—Yo también, pero me gustaría aún más si fueras tú la que me cantara en lugar de Poison.


—He sido conocida por tomar peticiones.


—Yo también. Puedo hablar sucio por petición en cualquier momento.


Me vuelvo hipersensible a todo sobre este hombre. Su respiración suena más alto y su olor más fuerte, tan masculino. Me encanta la sensación de su pierna debajo de mi dedo.


—No me contestaste. ¿Sabe Daniel qué haces con las mujeres?


Está oscuro y no puedo distinguir su expresión.


—Le pago a Daniel para que esté disponible cuando lo necesite. Él no es mi confidente, así que nosotros no discutimos sobre lo que hago con las mujeres que salgo.


—Las mujeres con las que sales —susurro mientras me giro para mirar afuera por la ventana. Las luces brillan como luces estroboscópicas mientras pasamos. Si digo que sí, seré la número trece. No puedo imaginar que vaya bien. 


Trece es siempre mala suerte.


Pone su mano en mi rodilla y el calor irradia arriba hacia mi muslo.


—Quiero saber lo que estás pensando.


Su íntimo gesto obtiene mi total atención.


—Sería la número trece.


No estoy segura, pero creo que él esta divertido por mi observación.


—Supongo que lo serás.


Soy supersticiosa. Siempre lo he sido.


—Es un número de mala suerte.


—No creo que lo sea. Yo nací en el decimotercero.


Si hago esto, algo saldrá mal y este hombre me hará daño. Sé que eso es tan seguro como que estoy sentada aquí a su lado sintiendo cuanto me hace querer decir que sí.


—¿Cómo puedes creer que es posible tener algo caliente como esto sin que uno de nosotros salga quemado?


Lo veo sonreír abiertamente en la oscuridad.


—¿Crees que esto entre nosotros es caliente?


Daniel se detiene en frente del apartamento de Benja. No le contesto a Alfonso, nunca es sabio echar combustible a un incendio ya fuera de control.


Daniel abre la puerta y yo salgo del carro detrás de Leonel. 


Caminamos por la acera hacia la entrada del edificio y él me impresiona al agarrar mi mano. Es una cosa dulce e íntima para hacer.


—¿Tienes tu propia habitación?


—No. Aldana y yo compartimos el cuarto de invitados.


—Bien.


¿Qué? ¿Él pensó que estaba compartiendo una cama con Benjamin? ¿Qué si lo estaba?


Él no tenía ninguna reclamación sobre mí. Aún.


—¿Dónde creíste que estaba durmiendo?


—No tenía ni la menor idea, ya que estos apartamentos son tan pequeños. Sin embargo, sé que al hermano de tu amiga le gustaría nada mejor que tenerte en su cama. Una vez más, a mí también, así que no creo que tenga mucho espacio del que decir.


Ahí va otra vez, diciendo lo que está en su mente. No estoy segura si debería apreciar su honestidad o prepararme para lo que fuera a salir de su boca a continuación.


—¿Estás perdiendo tu filtro, o es una cosa australiana de soltar cada pensamiento inadecuado que tienes?


Estamos parados en la entrada del edificio y presiento que es lo que viene a continuación. Lo siento en mis huesos. Y mi ingle. Va a besarme. Y lo quiero.


Mal.


Pero entonces eso no es lo que hace.


Me empuja hasta que mi espalda esta contra el edificio. Me fija con sus caderas así estoy atrapada, no hay escapatoria, ni lo intentaría. Sus ojos bajan de los míos a mi boca, luego regresa a mis ojos.


—Digo exactamente lo que está en mi mente porque no tengo tiempo para juegos tontos. Te lo dije, yo no hago pretextos, y éste soy yo demostrándote lo que quiero decir. Quiero que sepas exactamente lo que está en mi cabeza.


Es desconcertante la manera en que sus ojos perforan los míos.


—¿Y qué es lo que está en tu mente ahora mismo?


Su boca está tan cerca de mí, siento su cálido aliento en mis labios.


—Ahora mismo, todo en lo que estoy pensando es cómo voy a meterte en mi cama así yo puedo enseñarte todas las maneras que puedo hacerte venir.


Umm… sí, por favor y gracias.


Él me hace querer ponerme a gatas y arrastrarme como toda una tigresa. Estoy quemándome de adentro hacia afuera, y él aún no me ha besado. Este hombre es talentoso. Me pregunto qué sería capaz de hacer si no estuviéramos en un lugar muy público.


Él toma mi boca con su mano y aprieta mi mandíbula hacia adentro antes de que frote su pulgar en mis labios.


—He estado esperando devorar esta boca desde la primera vez que te vi.


—¿Entonces, por qué no lo haces? —Me sentí audaz, así que emito un desafío—. Te reto.


Miro su rostro mientras espero que tome mi invitación. 


Vamos, quiero que lo hagas. Mi pecho sube y baja tan fuerte, puedo verlo en mi visión periférica, y mi respiración es embarazosamente ruidosa. Estoy asombrada por mi repentina e inesperada urgencia de él. Empujo las campanas y los silbidos que escucho aparte —las que me alertan de cuan mal esta esto—, porque no quiero hacer caso de las advertencias de mi subconsciente. Solo quiero sentir lo que este hombre está ofreciendo para hacer realidad mis fantasías.


Al momento siguiente, sus labios están sobre los míos y mi boca se abre para invitar a su lengua dentro a jugar. Su mano se desliza de mi rostro hacia la nuca de mi cuello y me empuja fuerte contra su cuerpo, manteniéndome prisionera. A través del delgado material de mi vestido, puedo sentir cuan duro está él por mí.


Su lengua encuentra la mía y comienza una lenta y seductora danza. Este hombre sabe cómo besar. Él tiene la habilidad para debilitar mis rodillas, y mi cuerpo ya no está bajo mi control. Le pertenece a él para hacer lo que desee. 


Él es mi titiritero.


Gimo contra su boca y él desliza sus manos hacia arriba por la piel desnuda de mi espalda a través de la abertura de mi vestido. Su boca deja la mía y la arrastra a través de mi rostro cerniéndolo sobre mi oído.


—No puedo esperar a estar travieso contigo. Sabes que es solo cuestión de tiempo, y cuando lo haga, voy hacerte venir muy fuerte.


Escucho el aguante de mi propia respiración. Nadie me ha dicho algo así, incluso Fernando, y la promesa de Alfonso reúne como una líquida seducción pura entre mis muslos.


Su boca se cierne sobre mi oído cuando escucho su áspera voz de nuevo.


—¿Quieres eso, no es así?


—Sí. —No sé de quién es la voz que escucho, pero suena nada parecido a la mía, es la de una mujer desesperada.


—No hay razón para que estés en mi cama para hacerte venir. —Toma su mano de la parte de atrás de mi vestido. Lo siento deslizarse alrededor de mi cintura hacia abajo al punto donde quiero que más me toque. Jadeo con anticipación.


Escucho el sonido de alguien aclarando su voz y salto porque estoy sobresaltada.


Pero Alfonso no lo está, está enojado pues su mano cae desde su destino hacia sur. Suspira pesadamente e inspecciona a la persona que nos interrumpe.


Podría haber sido cualquier persona en el edificio —o del mundo—, pero por supuesto, no lo es. Es Benjamin. Su voz gotea con desprecio mientras camina por delante de nosotros hacia la puerta.


—Perdonen. No fue mi intención interrumpir.


Estoy avergonzada y no sé qué decir.


—No, está bien. No estabas interrumpiendo nada.


Mentirosa, mentirosa. Mis bragas están ardiendo. Así como el resto de mí.


Benja interrumpió a Alfonso en el mismo momento que estaba a punto de acariciar mi botón de puta. Oh, maldición, la sincronización no podría haber sido peor.


—Quiero presentarte a Alfonso Henry. Este es Benjamin  Donavon.


Ellos se miran fijamente el uno al otro por unos segundos y espero a que saquen sus pollas y comiencen una competencia de meadas. Wow. El silencio no es incómodo en absoluto.


Alfonso extiende su mano primero.


—Encantado de conocerte, Benjamin.


Benja toma su mano, pero no parece para nada contento de hacerlo.


—No reconozco tu nombre, pero tu rostro me es familiar. ¿Nos hemos conocido antes?


Alfonso libera su mano y sacude su cabeza.


—No lo creo.


Benjamin continúa estudiando a Alfonso.


—Estoy muy seguro que sí.


Alfonso frota su barbilla con su palma.


—Estuve en la cena de vinos de la Universidad. Debe ser eso.


—No, no es eso.


Alfonso se encoge de hombros y pone sus manos en sus bolsillos.


—No sé qué decirte, compañero.


Benjamin no hace ningún intento para esconder que él me quiero lejos de la oposición.


—Si ya terminaste, te acompañaré arriba.


No he terminado aquí. Ni de cerca.


—Umm, estaré arriba en un minuto.


Él no dice nada mientras lanza la puerta abierta con más fuerza de lo necesario.


Alfonso no espera a que la puerta cierre antes de atraer nuevamente su atención de Benjamin hacia mí.


—Ese tipo te quiere de una mala manera.


No quiero hablar de Benja. Quiero regresar a Alfonso deslizando su mano debajo de mi vestido, así que me muevo cerca y pongo mis brazos alrededor de sus hombros.


—¿En dónde estábamos?


Trae su boca a la mía y tira de mi labio inferior con sus dientes.


—Me quemaré espontáneamente si nos interrumpen otra vez. ¿Y si le hago justicia a mi promesa mañana cuando vengas al viñedo conmigo?


Quiero decirle que estoy dispuesta a tomar el riesgo, pero él tiene razón.


Explotaría al ser interrumpidos de nuevo.


—De acuerdo.


Me besa en la frente y es inesperado porque se siente afectuoso, en absoluto no como la relación acordada a la que estamos introduciéndonos.


—Estaré aquí para llevarte a las diez en punto.


—Esperare —dije sin aliento y excitada.


—No hay presión, pero mi calendario está libre hasta la noche del jueves. Me gustaría que te quedaras unos días en la viña conmigo. Estoy ansioso de dejar atrás nuestra extraña ansiedad para que podamos continuar con la diversión.


—Aún no he dicho que sí. —Esa soy yo haciéndome la difícil.


Él me acerca y susurra contra mi oído.


—Pero lo harás.


Es un engreído hijo de puta. Pero uno preciso. Aun así, no estoy lista para dejarlo entrar en ese pequeño secreto.


Quiero que trabaje por ello un poco más.


—Pensaré en ello.


—Y yo pensaré en ti hasta mañana. —Vuelve a besarme la frente y lo veo caminar hacia su auto.


Este hermoso hombre tiene un lado oscuro que me atrae, sin embargo, me hace querer correr. Nunca he estado más segura de nada en mi vida, y me pregunto cómo me permití ser atraída.


Cuando entro en el apartamento, Benja no está a la vista. Creo que está en su habitación evitándome, lo cual está bien. Me niego a sentirme culpable por tener una relación con alguien más. Nunca le di la ventaja de creer que había algo entre nosotros.


Entro al dormitorio y Aldana no está en casa, así que chequeo mi teléfono. Ella me mandó un mensaje haciéndome saber que se quedará donde Zac. Bien. 


Espero que esta vez se quede toda la noche