martes, 31 de mayo de 2016

CAPITULO 123




Los últimos días han estado fuera de control. Había sido publicado, Jake Beckett es mi padre, y los buitres no han tardado en aparecer. Me cuesta abrirme camino a través de los medios de comunicación agrupados en mi puerta, así que me veo obligada a colarme por la parte trasera hasta mi auto que está a una cuadra calle abajo. Pedro Henry insiste en acompañarme donde quiera que vaya. No lo ha dicho, pero creo que está preocupado por mi seguridad.


Es viernes por la noche. Faltan dos días. ¿Cómo sucedió eso? Se siente como si hubiera sido ayer cuando lo vi salir de ese taxi en medio de la lluvia torrencial.


Estamos acostados en el sofá, frente a frente, mi pierna enganchada sobre la suya.


—Te vas el domingo y todavía no tienes un plan.


Coge aire y lo expulsa lentamente.


—No puedo quedarme. Y a menos que haya cambiado algo, no estás lista para venir conmigo.



No lo ha dicho, pero tendría que dejarlo todo para que nosotros pudiéramos estar juntos.


—Me estás haciendo elegir.


—No. Si quisiera hacerte elegir te estaría diciendo que te vinieses conmigo y te olvidaras todo el asunto. Te digo que te amo y te deseo más que a nada en este mundo, pero que no puedo quedarme.


¿Hay realmente alguna diferencia?


No creo que sobrevivamos a estar separados. Esa clase de relación rara vez lo hace.


—No sé cómo vamos a trabajar en esto si no estamos juntos.


Está frotando mi brazo. Creo que es su manera de intentar consolarme, pero no es así porque nada en este momento puede hacerlo.


—Creo que vamos a improvisar. Hablaremos todos los días y nos veremos cuando podamos. Haremos VideoChats y puedes hacerme un striptease con tu traje de corista.


Siento que voy a romper a llorar en cualquier momento.


—No es gracioso. Voy a ser miserable sin ti.


—Entonces, ven en a casa conmigo para que no tengas que serlo.


Quiero, pero no puedo alejarme. Ahora no.


—No puedo.


—Quieres decir que no quieres.


Su vida depende de su conocimiento y cosecha de uva. Ha pasado toda su vida aprendiendo lo que cada variedad necesita para prosperar. Lo entiendo. Dejar lo conocido por lo desconocido podía arruinarlo, pero no es justo que yo sea la única dispuesta a hacer el sacrificio.


—Al igual que tu no quieres quedarte.


Pasa su mano por mi brazo y levanta la vista hacia el techo.


—Entonces, supongo que está decidido. Tú te quedarás aquí. Yo voy a volver. No estamos mejor de lo que estábamos cuando te alejaste de mí hace cuatro meses.
Sólo que ahora, te quiero tan jodidamente tanto que me va a destrozar el corazón estar lejos de ti.


Está cabreado. Que puedo decirlo.


—¿Estás enfadado?


—Diablos, sí, estoy furioso porque nuestras circunstancias son las que son. Quiero estar contigo y tú quieres estar conmigo. ¿Por qué no podemos encontrar una manera de hacer que esto funcione?


Nos tumbamos en silencio un rato, con la tensión aumentando a nuestro alrededor. Por fin se rompe a través de él.


—¿Hasta cuándo durará tu próxima gira?


Él ha estado evitando pensar en ello.


—Tres meses. Comienza en agosto y no terminará hasta finales de octubre. Sólo tengo dos semanas antes de que estemos de vuelta en el estudio para trabajar en el próximo álbum.


—¿Puedes venir a pasar las vacaciones conmigo?


Eso no va a funcionar.


—Ya tenemos las actuaciones de Navidad contratadas.


—Estoy tratando de hacer planes para vernos dentro de seis meses, y tú no puedes, lo cual va a ser un gran problema.


Dice que no me está haciendo a elegir, pero lo hace. No está diciéndolo, pero si no me voy con él, habremos terminado. 


Estoy tan segura de esto como no lo he estado de nada en mi vida. Pero ¿por qué no puede entender que él no me ha
hecho ninguna promesa? No me ha pedido que me case con él, no me ha hecho ninguna propuesta seria. Estaría loca si lo dejara todo cuando no tengo absolutamente ninguna garantía de nada. Él podría decidir que ha terminado conmigo dentro de tres meses.


No sé qué más decir.


—¿Podemos intentarlo a larga distancia y ver cómo va?


—Supongo que no hay muchas más opciones si no vienes conmigo.


¿Está tratando de hacerme sentir peor de lo que ya me siento?


—No digas eso. Me estás haciendo sentir culpable.


—Si eso es lo que hace falta, entonces, quiero que te sientas culpable, hasta tal punto que empaques tus cosas y vuelvas a casa a donde perteneces.


Dice casa y de inmediato pienso en Avalon en vez de en este apartamento o en el autobús turístico. Es el lugar en donde me veo cuando pienso en él como mi marido y cuando me imagino a la familia que me quiere dar.


Mi mente está agotada de darle vueltas a esto una y otra vez, tratando de llegar a una solución que sinceramente no existe. He estado pensando y preocupada por nuestra relación desde hace casi un mes, y estoy cansada. Aunque sólo sea por un momento, necesito escapar del temor de estar separados de nuevo.


—Llévame a la cama y hazme olvidar que te vas. —Sueno desesperada, pero no me importa.


—Si lo hago, no será para hacerte olvidar. Te voy a mostrar todas las razones por las que deberías venir conmigo.


—Lo que sea. Cualquier cosa que funcione.


Toma mi mano y lo sigo por el pasillo hasta mi habitación. Se detiene antes de llegar a la cama y me besa, un simple y dulce beso romántico. Cuando termina, no puedo evitar suspirar profundamente.


—No recibirás suaves besos en los labios cuando me vaya. —Se mueve hasta mi cuello y besa ese punto justo debajo de mi oreja, el que siempre envía escalofríos por mi espina dorsal—. O aquí.


Agarra el borde de mi camisa y tira de ella por encima de mi cabeza. Coge mis pechos mientras continúa besando mi cuello y luego, lentamente, se desplaza hacia abajo por encima de mi hombro. Alcanza mi espalda para desabrochar mi sujetador mientras su boca se desplaza al espacio entre mis pechos. Cuando siento la liberación de mi sujetador, él desliza las correas por mis brazos y cae al suelo.


Besa mi abdomen todo el camino hasta ponerse de rodillas delante de mí. Siento su lengua deslizarse por mi ombligo mientras desabrocha mis jeans. Oigo el sonido de mi cremallera deslizándose lentamente hacia abajo y todo, desde mis pezones hasta la punta de los dedos de mis pies, hormiguea.


Normalmente engancha sus dedos dentro de la banda de mis jeans y ropa interior para empujarlos ambos hacia abajo, pero no esta vez. Desliza un dedo dentro de la parte delantera de mi ropa interior y vuelve la mano de manera que la punta del dedo puede suavemente acariciar mi clítoris con un movimiento insinuante.


Siento que mis bragas se humedecen, pegajosas, y húmedas, y cada pedacito es para él, este hombre al que amo con todo mi corazón. Este hombre al no sé cómo dejar de lado.


Deja de hacer lo que está haciendo y agarra mis jeans y ropa interior. Tira de ellos hasta mis tobillos y me aferro a sus hombros mientras salgo, poco a poco. Después de que los quita de en medio de mi camino, envuelve sus manos alrededor de cada uno de mis huesos de la cadera y besa mi estómago antes de que su boca se mueva en dirección sur.


Ésta no es la mejor posición para lo que está a punto de hacer, así que me alegro cuando me empuja hasta sentarme en el borde de la cama. Alcanza cada una de mis piernas y las engancha sobre sus hombros antes de enterrar su nariz contra mí.


—Ojala pudiera embotellar esto y llevarlo conmigo. Rociaría todas mis sábanas y me revolcaría en ella.


Me rio mientras cojo entre mis dedos su cabello y acaricio la parte superior de su cabeza. Voy a extrañar oírle decir esas cosas sumamente inapropiadas.


Cojo las almohadas de la cama y las coloco detrás de mí para que pueda sostenerme y ver lo que hace. Me ha convertido en una especie de monstruo del sexo, me gusta ver su boca entre mis piernas. El sucio bastardo me ha arruinado.


No es que quiera volver a tener relaciones sexuales con otro hombre, pero ningún otro jamás podría acercarse a llevarme al éxtasis que siento con él.


Me sacudo cuando su lengua me toca. No por miedo o sorpresa, sino porque mis terminaciones nerviosas están en llamas, gritando en su boca. Es una sobrecarga sensorial cuando finalmente llega esa sensación que tanto deseas.


Empuja mis piernas hacia atrás con las manos mientras mueve la lengua más rápido contra mí, y siento que la presión aumenta, las magníficas olas comienzan en mi interior y se elevan hasta reventar a través de la superficie.


—Ohhh… justo ahí. Eso se siente tan bien. —Siempre sabe lo que necesito tan bien.


Cuando le digo que está en el sitio correcto, no se detiene hasta hacerme gritar.


Usa su lengua para aplicar más presión a ese sitio agradable y siento mi orgasmo corriendo hacia la superficie. Agarro su cabello como siempre lo hago y tiro.


—Ahí mismo. Sólo ahí. —Y un momento después, todo mi cuerpo se tensa, y escapa de mi boca… el grito que él sabía que iba a salir de mí.


Cuando suelto su cabello, todavía siento su boca contra mí, mientras dice.


—Y ella cruza la meta, señoras y señores.


Empujo las almohadas de detrás de mí y me estiro hacia atrás en la cama.


—Esta carrera aún no ha terminado.


Comienza por mis tobillos y besa un camino por mis piernas.


—Oh, la siguiente parte no va a ser una carrera. Planeo tomarme mi tiempo contigo, Srta. Alfonso. ¿Quién sabe? Esto podría llevarme toda la noche.


—¿Me lo prometes?


Sonríe mientras continúa subiendo por cada una de mis piernas. Cuando llega al vértice de mis muslos, se detiene para besar la parte superior de mi pubis.


—Siempre tan suave. Nunca sabrás lo mucho que me gusta.


Continúa hacia arriba por mi estómago hasta que llega a mis pechos. Su boca se sitúa en el centro de mi pecho y los empuja juntos para hacer un sándwich de Pedro Henry. El pensamiento me hace reír interiormente.


Se mueve hasta el cuello y empuja mis manos sobre mi cabeza.


—Date la vuelta.


Me pongo sobre mi estómago, con mis manos aún sobre mi cabeza, y empieza a besar mi cuello. Lentamente traza su camino hacia abajo y no deja un solo punto descuidado. 


Estoy cubierta de piel de gallina, lo que me está haciendo volver loca, y lo sabe.


Y entonces, está en la parte baja de mi espalda, el lugar que ambiciona, y comienza a lamerme. No sé cuál es la razón de que le guste tanto, pero no me importa si eso significa que me hará esto.


Es un botón de encendido único.


Pasa a mi trasero y aquí es donde se pone un poco extraño. 


Hace lo suyo mordisqueando mi culo, pero luego mueve la boca hacia abajo entre mis muslos.


Usa su rodilla para empujar mis piernas y mete las almohadas debajo de mí. Me inclina sobre ellas y… oh, ¡mierda! Lame mis partes de chicas. Desde atrás. Nunca lo ha hecho desde ese ángulo antes y se siente… pervertido. 


Y me gusta. Mucho.


Agarra la parte posterior de mis muslos y los empuja, separándolos, por lo que mi parte más íntima está en el aire. 


Creo que esta posición sería mortificante como el infierno si lo que me estuviera haciendo no se sintiera tan increíble.


Me sorprende la forma en la que siempre se puede sacar un conejo diferente de su sombrero.


De repente se detiene y dice.
—No, no vas a correrte así de nuevo. Quiero estar dentro de ti la próxima vez que lo hagas.


Me señala para que me dé la vuelta, tirando de mi cadera.




No hay comentarios:

Publicar un comentario