jueves, 16 de junio de 2016

CAPITULO 175





Lloro todo el camino a casa. Estoy confundida acerca de lo que pasó, pero más avergonzada que otra cosa. No sé en qué estaba pensando cuando decidí pretender ser otra mujer para Pedro Henry. Eso no es claramente lo que quiere.


Lo que debería haber sido una noche de sexo caliente se convirtió en un desastre total.


Pedro Henry parecía estar en la cosa del juego de roles. Pensé que íbamos a tener diversión y entonces sentí como si de pronto se volviera… enojado.


—Pretendes ser alguien más y voy a follarte como si fueras otra persona. —Ni siquiera sé lo que eso significa.


Dejé a Pedro Henry en el hotel y ahora no quiero estar sola.


 Es por eso que he llamado Aldy y rogado para que pasara la noche conmigo en Avalon.


—¿Pedro se está hospedando en un hotel? Mierda, siento pena por él y no sé lo que pasó. 


Aldy sabe sobre su pasado. Piensa que es jodido, y lo es, pero ella es la única persona que tengo para hablar de esto.


—Nos íbamos a reunir en un hotel para la cena y aparecí vestida con un traje de negocios como sus antiguas compañeras… usando una peluca rubia. Le propuse ser mi compañero para pasar la noche. Sin nombres. Sin compromisos.


—Mierda. ¿Aceptó tu oferta pensando que eras otra persona? ¡Voy a matar a ese hijo de puta!


—No. Eso no es lo que sucedió en absoluto. Puse un acento australiano falso y no sabía que era yo al principio. Me rechazó totalmente, incluso dijo que estaba esperando a su esposa.


—Estoy muy confundida aquí, Pau.


—Tuve está loca idea de hacer un juego de roles, ser otra persona por él, para que pudiera sentir el entusiasmo que solía tener cuando tomaba a un nueva compañera. —Mierda, eso sonaba mucho mejor en mi cabeza que oírlo salir de mi boca.


—¡Esa es la idea más estúpida que has tenido! —grita Aldana—. Te ama hasta la muerte. ¿Por qué incluso poner la idea de él estando con otra mujer en su cabeza de esa manera?


Sí, después de la batalla somos todos generales.


—Ojalá no lo hubiera hecho. Se volvió una mierda tan rápido, Aldy. Todo fue bien al principio. Subimos a la habitación y nos estábamos divirtiendo, pero entonces algo le sucedió. —Recuerdo lo que dijo y me vienen escalofríos—. Es como si se hubiera convertido en otra persona y lo único que podía pensar era que vine a esta habitación fingiendo ser otra persona, así que eso debe ser como era con aquellas otras mujeres.


—¿Cómo fue diferente? —pregunta.


—Se puso más duro, más vigoroso, de lo habitual pero me gustó mucho. Dio un nuevo significado al sexo ardiente, pero luego me asusté porque me puse a pensar en la forma en que debe de haber follado a esas otras mujeres mejor que a mí. Entonces me puse a llorar.


—Oh, demonios, Pau. Eso es tan tonto. Tú sabes que él no las follaba mejor que a ti. Probablemente estaba realmente excitado que hubieras hecho algo tan loco sólo para quitártelo de encima así que se dejó llevar un poco.


—Fue extraño. No era él mismo.


—Bueno, tú seguramente no eras su dulce P, de modo que ¿por qué esperarías que fuera tu precioso Pedro Henry? —Tiene razón.


—Me dijo que me quitara la peluca, que no podía soportarlo porque le hacía sentir como si estuviera follando a alguien más.


Me da su mirada de duh.


—A mí me parece que estuvo de acuerdo con esa mierda para hacerte feliz, pero no quiere estar con otras mujeres. No creo que ni siquiera quiera estar contigo cuando estás tratando de parecerte a otras mujeres. Odia a su pasado y tú lo obligaste a revivirlo. Es como una bofetada en la cara para él.


Sólo quería divertirme. Nunca consideré este resultado y es mi culpa. Nada de esto habría pasado si no fuera por mí.


—OhmiDios. Tienes razón. Soy una esposa terrible. Y por si fuera poco, está durmiendo en un hotel debido a mis estúpidas inseguridades.


—No diría que eres una esposa terrible. Tal vez podrías decir que apestas esta noche.


—Me ha dicho una y otra vez que nada antes de mí importa. 


—¿Por qué soy tan insegura cuando se trata de Pedro Henry? Me hizo su esposa. ¿Qué más puedo pedir de él?—. Tengo que ir a él.



CAPITULO 174




Mis planes de cumpleaños para P fueron enviados al infierno ida y vuelta anoche.


Imagínalo. Ninguno de los dos estaba de humor para celebrar después del truquito de Bianca, así vamos a cenar en Ash esta noche. No es una sorpresa como lo había planeado pero van a darnos nuestra mesa de la esquina cuando esté disponible.


Tenía una reunión de negocios de último minuto así que P conduciría a la ciudad para encontrarse conmigo. Dice que no le importa porque quiere conducir su nuevo todoterreno. 


Por lo menos esa parte no fue arruinada.


Le envío un mensaje a P para hacerle saber que he terminado mi reunión y la estoy esperando en el bar. Tomo asiento en un taburete para esperar y ordeno dos Pinot Noirs — no de mi propia viña— porque tengo curiosidad acerca de la competencia. Es decente, sin duda no para tirar cohetes, así que me regocijo porque sé que el mío es mucho mejor.


Compruebo la hora y veo que Paula llega considerablemente tarde, así no es ella en absoluto.


—¿Fuiste plantado? —La voz pertenece a una mujer sentada un par de asientos de distancia. Echo un vistazo breve en su dirección y veo a una rubia de piernas largas vistiendo un traje color ciruela de negocios, una chaqueta ajustada y falda corta con tacones muy altos. No puedo ver su cara porque está mirando hacia el frente, pero puedo decir que es hermosa.


Elijo responder ya que no quiero ser grosero, pero probablemente más porque quiero hacerle saber que no estoy en el mercado. No quiero que coquetee conmigo cuando llegue Paula.


—Nada de eso. Estoy esperando a mi esposa.


—Su error. Si fuera sabia, tu esposa no te dejaría sentado solo en un bar de hotel para que te invite arriba.


Que me aspen si no estoy aturdido. Ni siquiera he hecho contacto visual con esta mujer y me invita a tener sexo. Claro, suena muy parecido a lo que una vez hice, pero ahora sólo parece una locura.


—Lo siento. Tendrás que encontrar a alguien más.


Deja su silla y se mueve a la que está a mi lado.


—No creo que a tu esposa le importe. —Coloca de forma inesperada su mano sobre mi cabeza y tira de mi para poder susurrar en mi oído—. Sé que es un hecho que a tu esposa
no le importará si me llevas arriba y me follas como un campeón. —Su falso acento australiano ha desaparecido, reemplazado por un acento sureño más natural.


Me vuelvo para mirar a la mujer a mi lado y reconozco los ojos dorado-marrón que me devuelven la mirada.


—¿Paula?


—Shh… sin nombres. Sólo quiero un compañero para pasar la noche. Sin complicaciones. Sin comunicación después.


Mi cerebro registra el hecho de que mi esposa está sentada a mi lado en un lugar público con una peluca rubia y un traje sexy y entiendo que es esto. Es todo para mí. P admitió durante nuestra confesión que tenía miedo de que echara de menos tener diferentes mujeres, por lo que se ha convertido en otra persona por mí esta noche. Empujo la copa de vino de P en su dirección y sostengo el mío.


—Un brindis por la mejor esposa ya que no tiene ninguna objeción a esto.


Tintinea su vaso con el mío y toma un sorbo antes de ponerlo en la barra. Me olvidé. Está evitando el alcohol ya que estamos tratando de concebir.


—¿Quieres algo sin alcohol en su lugar?


Pone su mano sobre mi pierna y la desliza hacia arriba. 


Roza mi polla aún blanda, haciendo que se mueva.


—No. Lo que realmente me gusta es esto.


—Bueno, ¿quién soy yo para interponerme entre una chica y lo que quiere? —Lanzo unos billetes sobre el mostrador delante del camarero—. Sin cambio.


—Gracias, señor.


Salimos del bar y entramos en la zona del vestíbulo.


—¿Tengo que conseguir una habitación?


Sostiene la tarjeta de acceso.


—Ya me he ocupado de ello.


—Perfecto. —No tenía muchas ganas de pararme en el mostrador para registrarme, con una furiosa erección.


Entramos en el ascensor y espero a que las puertas se cierren para poder descender sobre… hmm. ¿Cómo debo llamarla? No es Paula esta noche.


—Necesito algo para llamarte.


Inclina la cabeza y sonríe.


—Puedes llamarme tuya por esta noche.


—Entonces puedes llamarme increíblemente complacido.


Extiende su mano para un apretón.


—Es muy agradable conocerte.


Me suelta la mano cuando una pareja mayor entra en el ascensor. Maldita sea. Tenía la esperanza de hacerla encenderse en el paseo.


La mujer en el ascensor nos está juzgando. Es claro como el día por la expresión en su rostro. Nos vio presentarnos y ahora se ha dado cuenta de que un solo botón del ascensor
fue presionado. Supongo que piensa que Paula es una puta y apostaría todo el dinero en mi billetera que ha comprobado mi mano por un anillo de bodas.


—No dijiste cuánto me iba a costar esto.


Paula se torna una sombra profunda de rojo y baja la cabeza, riendo.


—Tengo hasta mañana. Ese fue el acuerdo, ¿no?


Paula se endereza y quita la sonrisa de su cara.


—Sí, señor. Su esposa lo arregló para que me tuviera toda la noche.


—Como dije antes… la mejor esposa.


El elevador emite un sonido y las puertas se abren en nuestro piso. Hago un gesto a Paula para que salga primero.


—Después de usted, señorita. —Salimos y no puedo resistir mirar a la pareja en el ascensor, ella me da una mirada de desaprobación mientras que él parece envidioso.


No decimos nada mientras caminamos por el pasillo hacia nuestra habitación.


—Es nuestra. —P desliza la tarjeta en la puerta. Doy un paso detrás de ella y empujo su pelo rubio de su cuello para poder besarla. Gime y deslizo mi mano bajo su falda corta y exploro, encontrando sus bragas para que mis dedos puedan sumergirse en su centro húmedo—. Maldita sea. Ya estás resbaladiza. —Está luchando por hacer que la tarjetallave abra la puerta mientras la follo con el dedo—. Voy a inclinarte y dártelo tan fuerte.


La luz verde parpadea en la puerta y la abre.


—Voy a venirme antes de que lleguemos dentro si no te detienes.


Saco mis dedos de ella, pero sólo porque quiero que se venga con mi boca en ella. Quiero saborearla.


La llevo a la cama y se sienta. Me dejo caer y me arrodillo 
entre sus piernas antes de tirar de su culo hasta el borde. Acerco la mano debajo de su falda y arrastro sus bragas por sus piernas. Llevo su sexy tanga rojo a mi nariz e inhalo profundamente.


—Hueles tan jodidamente bien, casi podría correrme simplemente oliendo estas.


Dejo caer sus bragas en el suelo y agarro la parte posterior de sus muslos, empujándolas y abriéndolas. Se apoya sobre los codos, preparándose para ver lo que mi boca va a hacer con ella. Es jodidamente caliente como el infierno cuando mi chica me mira lamerla.


Está mirándome, su cabello rubio se derrama sobre sus hombros. Nuestros ojos —azul claro y marrón dorado— se encuentran cuando coloco mi lengua contra su centro y la
arrastro hacia arriba.


—Oh, mierda. Eso se siente bien. —La lamo de la parte inferior hacia la parte superior y luego hago un círculo con mi lengua alrededor de su clítoris. Empujo dos de mis dedos
dentro de ella y grita—: ¡OhmiDios, sí! —Es un ruego para que haga que se venga. Y entonces lo hace. Siento las contracciones alrededor de mis dedos y pruebo el sabor salado de su orgasmo en mi boca. Es absolutamente delicioso.


Vuelve a caer en la cama, con las piernas apoyadas en el colchón. Están temblando, así que pongo mis manos sobre sus rodillas para sostenerlas.


—Qué bien, ¿eh?


—Sí. Estuvo así de bueno.


Se acerca y me empuja hacia la cama. Desabrocha mis pantalones y tira de ellos, ansiosa por bajarlos.


—No estoy segura de haberte dado una mamada adecuada recientemente. Creo que necesitas una.


—No podría estar más de acuerdo.


Una vez que mis pantalones están fuera, se mueve a sus rodillas sobre el suelo. Tira de mí hacia el borde de la cama y comienza a lamer mi polla desde la base hasta la punta. La agarra en su mano y sus ojos ven los míos mientras arrastra la lengua por la punta de lado a lado.


—Me encanta el sabor de tu pre-semen. —Se lame los labios y traga antes de chuparme plenamente en su boca, tomando toda mi polla en la parte posterior de su garganta.


—Eso se siente increíble. —Pero tan genial como es, tengo que cerrar los ojos porque no puedo ver la cabeza rubia balanceándose arriba y abajo sobre mi polla, a pesar de que sé que es Paula.


»Cariño, estoy a punto de venirme. —Todavía le digo antes de hacerlo. Siempre lo haré pero al igual que P siempre lo hace, chupa aún más fuerte. Siempre quiere que me corra en su boca.


Paula no está ovulando, pero todavía se siente como si no debiera haberse desperdiciado en su boca. Por otra parte, no se trata se tratar de tener un bebé. Este es nuestro juego de roles porque P quiere mantenerme feliz y satisfecho. No tiene idea de lo innecesario que es porque todo lo que quiero es ella. No otras mujeres.


Tiro de ella hacia mis brazos y rozo mi boca contra la suya. 


Quiero un beso suave y dulce en sus labios cuando la incline sobre la cama y la folle hasta dejarla sin sentido.


—Recuerda este delicado beso.


—Está bien. —No tiene idea de lo que quiero decir. Pero lo hará.


Tomo una almohada de la cama y la coloco en el suelo.


—Date la vuelta y arrodíllate. —Lo hace como instruyo y estiro sus brazos sobre la cama.


Quito mi camisa y la lanzo al otro lado de la habitación. Me agacho y pongo mis labios en su oreja—. Pretendes ser alguien más y voy a follarte como si fueras otra persona.


Conduzco mi polla dentro de ella duro y rápido, lo que la hace jadear. Me quedo quieto hasta que siento que se relaja y luego comienzo a moverme dentro y fuera de ella lentamente, probando el agua hasta que construyo un ritmo más rápido, que ella pueda tolerar. Agarro sus caderas y aprieto, tiro de su cuerpo contra el mío para encontrar mis embestidas. Este sexo es más rápido y más duro que al que está acostumbrada.


Miro el cabello rubio que cae sobre sus hombros y espalda y me doy cuenta que esto no es lo que quiero. No quiero follar a otras mujeres. Ni siquiera quiero follar a Paula mientras está fingiendo ser otra persona.


Salgo de ella.


—P, quítate esa maldita peluca. No puedo soportar ver esa mierda rubia. Me hace sentir como si estuviera follando a alguien más.


Está de rodillas con la parte superior de su cuerpo extendida sobre la cama, apretando el edredón con fuerza en sus puños cuando oigo sollozos.


—P, ¿por qué lloras? —Suelta la ropa de cama y utiliza su mano para limpiar su cara—. ¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño?


No responde, así que físicamente la giro y veo su cara llena de lágrimas y ojos rojos.


—Háblame, P. Dime lo que está mal.


Se niega a mirarme a los ojos.


—Fuiste diferente conmigo en este momento.


—Sólo porque viniste a mí como alguien más.


—Nunca me has follado así antes. ¿Así es como eres con otras mujeres?


Uso mi mano para girar su cara hacia la mía.


—No estoy con otras mujeres.


Finalmente me mira a los ojos.


—¿Así es como te ponías cuando estabas con las otras doce? ¿Y con Lana?


—No.


Se levanta del suelo y se endereza la falda.


—Esta fue una mala idea.


—Lo siento. —Ruedo para sentarme en el suelo con la espalda apoyada en la cama y presiono las palmas en mi frente—. No sé lo que pasó. —Pero eso es una mentira. Sé exactamente lo que pasó. Le di una follada de castigo porque todo lo que hizo y pretendió ser esta noche fue un recordatorio de las cosas repugnantes que he hecho. Y mi propia esposa fue la que me obligó a recorrer ese camino de nuevo.


—No debería haber hecho esto. —Pone las manos sobre su boca y luego empuja las manos a su frente—. Lo siento. Tengo que salir de aquí.


—Voy contigo.


—Por favor, no. —No puede mirarme y no sé lo que significa. ¿Está enojada? ¿Herida?—. Necesito un poco de tiempo para pensar.


Paula se va sin decir nada más y me quedo sentado en una habitación de hotel preguntándome qué demonios necesita pensar.







CAPITULO 173





Soy el único que no tenía un regalo para Paula en casa de mis padres en la noche del viernes, pero ella entendía ya que no era su cumpleaños real. Sin embargo, hoy lo es. Va a ir a la ciudad para almorzar con Aldana y no podía funcionar mejor para mí ya que estaré recogiendo su regalo y conduciendo a casa. Quiero su nuevo Cayenne aquí, pero escondido, cuando regrese de su día en Wagga Wagga.


Viene a la oficina para decir adiós.


—Ooh, no he visto al Sr. Guapo en traje por un tiempo.


Tiene razón. No he usado un traje de negocios en bastante tiempo.


—¿Te gusta?


—Oh, sí. Me recuerda a la forma en que te veías cuando nos conocimos. Sigues siendo más caliente que el trasero del diablo.


—Tengo una reunión de negocios en la ciudad con un nuevo cliente. Tiene doscientas tiendas. No es enorme, pero este chico ha establecido este tipo de empresas en una ridícula
pequeña cantidad de tiempo, así que esperaría que se duplique en un año. Creo que va a ser grande. —No estoy obsesionado con el trabajo como mi papá lo estaba pero estaré muy muy feliz de obtener esta cuenta.


—Esa es una gran noticia.


En cierto modo necesito saber cuál es su plan para el día.


—¿Hasta cuándo estarán fuera tú y Aldana?


—No estoy segura. Almorzaremos en Alfredo y espero poder convencerla de hacer algunas compras. Realmente necesita un energizante. Ocultar el embarazo de Zac está haciéndola
adelgazar. —Así es como Paula toma su día especial y lo convierte en una manera de animar a su amiga. A veces me enojo con ella por siempre poner a otros antes de sí misma,
pero es su forma de ser.


Aldana merece estar cansada. No es poca cosa, lo que está haciendo. Ese bebé es de Zac también y merece saber que existe.


—Tal vez eso debería ser una señal de que no debería estar haciendo esto.


—No hay discusión allí. Sabes que la estoy apoyando a ella, no a su decisión, ¿cierto?


—Lo sé. Supongo que pensé que había entrado en razón luego de uno o dos días.


—Había esperado eso también, pero Aldana es obstinada una vez que toma una decisión acerca de algo.


El burro hablando de orejas.


—Suena como alguien que conozco. Tal vez deberías llevarla a comprar un vibrador para quitar todo esto de su mente.


—Pensaba lo mismo.


¿Habla en serio?


—Bromeaba, P.


—Yo no. Creo que le levantaría el ánimo.


Esto podría funcionar bien para mí si Paula comprara algo divertido para nosotros.


—Bueno, si lo haces, no quiero que vengas a casa con uno de esos que agradan la vagina en presentación de mono de circo.


—¿Un vibrador de mono de circo? —Se ríe—. ¿En serio, Alfonso?


—Los tienen en presentación de conejos y delfines. ¿Por qué no habrían de hacer un mono?


—Está bien. Nada en la forma de un animal o cualquier cosa que penetre.


Bien. Lo recuerda.


—¿Por qué?


—Nada va dentro de mí, excepto tú. Lo tengo. —Lo dice como un niño recitando una regla a su maestra.


Ruedo mi silla de la oficina hacia ella y a tientas acerco la mano a su culo bajo el ligero vestido de mezclilla. La pongo entre mis piernas, mi cara a nivel de su estómago. La beso
sobre su ropa. Está usando sus botas. No la he visto en ellas hace un tiempo. Me pregunto si puedo convencerla de que las use esta noche.


—Mmm… ahora estoy un poco emocionado por lo que podrías traer a casa para probarlo.


—¿Alguna solicitud?


—Mmm… elige algo aventurado.


Se ríe —muy parecido a una niña en lugar de la mujer madura que es— y eso me hace sonreír. Se ve tan inocente cuando se ríe de esa manera, especialmente mientras lleva este pequeño conjunto de campesina. Pero la conozco mejor. Hay muy poco que esta dulce niña disfrute más que una buena y dura follada.


—Aventurado. Puedo hacer eso


Se inclina y me besa en la boca. Es breve, sólo un dulce adiós sin intenciones de hacer que mi polla se levante.


—No olvides que tenemos reservas para la cena a las siete y media.


—Nunca me dijiste dónde me llevarías.


—Aún no lo haré. —Quiero ver la sorpresa en su cara cuando volvamos a Ash y nos sentemos en la misma mesa donde le propuse hace catorce meses. Me gustaría poder
haberla llevado allí para el aniversario de un año, pero no fue posible, teniendo en cuenta que estábamos en Avalon convirtiéndonos en marido y mujer. Nuestras vidas han sido un poco locas desde entonces así que esta ha sido mi primera oportunidad de llevarla otra vez allí.


—Me aseguraré de volver a tiempo. ¿Debería vestirse casualmente?


—Tengo algo en mente para que uses así que lo tendré preparado para ti.


—Que elijas mi ropa es un poco raro.


—No es algo raro. —Está bien. Es extraño, pero hay una razón. La quiero en el vestido que llevaba esa noche: el vestido floral con un solo hombro. Espero ser capaz de encontrarlo—. Es algo que no he visto que lleves en un tiempo y me gusta la forma en que te ves en él.


—Ahora me tienes preguntándome si eres un travesti. ¿Voy a llegar y encontrarte usando mis bragas de encaje un día?


—Elegiré ropa para que la uses tú, P, no yo.


—Está bien. Me tengo que ir. Gracias por dejarme conducir la bala.


Llama así a mi Sunset ya que es tan rápido. Dice que se aleja de él porque es de conducción suave.


—Por favor, ten cuidado. Y no aceleres.


Estoy de pie junto a la ventana y la veo desaparecer por el camino antes de llamar a Daniel.


—Se ha ido. Estaré listo para salir en quince minutos.


Estoy terminando algunos detalles de último momento en un nuevo orden cuando Bianca entra en mi oficina, sin llamar. Ha cambiado su falda corta por pantalones cortos color caqui y camisa de vestir de corte bajo por una delgada camiseta apretada blanca con un escote en V profundo. Me alegro de que P no esté aquí para verlo porque no le gustaría en
absoluto. De hecho, me pone un poco incómodo después de las cosas que trajo a mi atención el día que conoció a Bianca. A la luz de esto, creo que es mejor terminar el
papeleo más tarde.


—Voy a ir a la ciudad por un rato, pero estoy esperando una entrega y realmente me gustaría si pudieras ocuparte de ella por mí.


Pone su mano en mi hombro.


—Cualquier cosa por ti. —Me inclino lejos de su toque para buscar en mi cajón nada en particular. Realmente espero que ella no vaya a ser un problema, pero mi instinto me dice
lo contrario. Un movimiento en falso y se va de aquí. Eso es lo que dijo P. Definitivamente preveo que sea un problema, pero mi relación comercial con Brees no significa nada si esta chica causa un problema para P y para mí.


Por favor, Bianca. Sin movimientos equivocados. Nos arruinará a ambos.


Me levanto de mi silla y me muevo alrededor de mi escritorio en dirección opuesta a ella mientras me dirijo hacia la puerta.


—Tengo una reunión de negocios y tengo que recoger algo, así que estaré fuera hasta esta tarde. —El nuevo Porsche todoterreno de P tuvo que ser comprado en un concesionario
en Sydney y ser llevado a Wagga Wagga, por lo que está esperando en el estacionamiento en el hotel donde mi reunión de negocios se llevará a cabo. No podría haber salido mejor.


Me encuentro con Harold en camino al encuentro de Daniel.


—Me alegro de haberte encontrado. Tengo una sola bolsa de un nuevo producto de deficiencia de potasio llegando hoy. Bianca va estará esperándolo y te lo traerá. Pensé que
podríamos probarlo en esa área en la esquina suroeste y ver si hace un trabajo mejor que el viejo producto.


—Claro que sí, jefe.


Cuando termino con mi nuevo cliente, entro en el garaje a buscar el elegante todoterreno negro de P. Es fuerte, incluso si se trata de un vehículo familiar. Podría haber buscado algo
más llamativo pero ha decidido convertirse en una madre, así que este encaja. Es elegante sin parecer que un hombre musculoso debe conducirlo. Espero que no se sienta
decepcionada de que no le comprara un auto deportivo. 


Estoy seguro de que entenderá que no era una buena opción.


No está ovulando así que esta noche no es sobre intentarlo.


 Es sobre nosotros divirtiéndonos y chico, puedo conseguir algo travieso en la tienda para ella. Le dije que comprara algo aventurado, pero la verdad es que ya lo tengo. No puedo esperar a verla en la ropa interior sexy que compré o probar algunos de nuestros nuevos juguetes. Tengo que
ajustarme dentro de mis pantalones. Me estoy poniendo duro al pensar en ello.


Mi reunión duró más de lo esperado, así que llego un poco más tarde de lo que quisiera cuando vuelvo a Avalon. Harold me llama en el camino de acceso desde el borde del
viñedo, y sé que algo pasa.


—¿Me dijiste que Bianca traería el potasio hoy?


—Sí.


Niega con la cabeza.


—Nunca trajo nada para mí.


—¿Le preguntaste al respecto?


Se encoge de hombros.


—No la he visto para preguntarle.


Hmm… eso no es correcto. Le dije que aceptara el paquete y se ocupara de él y estuvo de acuerdo.


—No sé lo que pasó con ella, pero no te preocupes. Tendremos que salir mañana.


Harold da un paso atrás para admirar el vehículo nuevo de P y silba.


—Es una buena máquina, Sr. Alfonso.


—Es regalo de cumpleaños de Paula. ¿Crees que estará feliz?


—No lo dudo ni por un segundo.


Tiro del Cayenne a un lugar donde P no lo verá cuando llegue a casa. Voy a vendarle los ojos cuando la traiga a verlo, de la misma manera que hice con la casa en Maui. Y lo voy a hacer de nuevo más tarde esta noche como parte de la diversión que he planeado.


Entro en la casa y compruebo el lugar donde la Sra. Porcelli deja mi correo. ¡Mierda! No vino. Se supone que hoy es la fecha probable de entrega, así que saco mi teléfono para
rastrearlo. Hmm… dice que fue entregado. Me relajo, asumiendo que la Sra. Porcelli lo colocó en un lugar diferente, pero tengo que encontrarlo antes de que P llegue a casa.


Dejo la cocina y salgo a mi oficina para ver si su regalo llegó a mi correo de empresa por accidente. Encuentro un paquete sobre la mesa, pero es el potasio, retomando mis
pensamientos a Bianca y por qué no habría llevado esto a Harold como le pedí.


“Crash Into Me” comienza a sonar en mi teléfono. Todavía es el tono de Paula más de un año después. La canción todavía me hace pensar en ella en ese escenario cada vez que la escucho.


—Hola, amor.


—Hola. Llamaba, por si acaso, para hacerte saber que estoy de regreso un poco más temprano.


—¿Sólo en caso de qué? —pregunto.


—No lo sé. Es mi cumpleaños y estás siendo todo reservado esta noche, así que no quiero entrar y arruinar todo lo que pudieras haber planeado.


—Estás a salvo. Ya me he encargado de todo. —Salvo encontrar ese paquete de traviesas golosinas.


—Muy bien, Sr. Organizado. Te veo en quince.


Quince minutos no me da tiempo para encontrar ese paquete, así que decido llamar a la Sra. Porcelli. No tiene idea de lo que estoy hablando así que compruebo la puerta
principal. Y la parte de atrás. Nada. Joder, tengo muchas ganas de que P baile para mí en ese traje esta noche dado sus días de baile son limitados. Una vez que esté embarazada, no habrá más de eso por un tiempo.


Todavía no he encontrado la traviesa sorpresa de P y ella estará aquí en cualquier momento, así que me doy por vencido y decido buscar su vestido floral de un solo hombro
en su lugar. Espero tener mejor suerte en encontrar eso.


Entro en nuestro dormitorio y me quedo sin movimiento, la sangre drenándose de mi cara.


¿Qué coños está pasando aquí?


Bianca está tendida sobre la cama vestida con el nuevo traje rojo metálico de P y tiene todos nuestros nuevos juguetes sexuales esparcidos a su alrededor.


—Eres un chico muy malo, Pedro Alfonso.


¡Mierda! Obtuvo el paquete de P y pensó que era el que tenía la intención de que recibiera.


—Me temo que ha habido un terrible malentendido.


Mueve las rodillas y hace gestos para que vaya hacia ella. La parte superior apenas cubre sus pechos así que miro rápidamente al suelo.


—Lo entiendo, Pedro. Tenías miedo de acercarte a mí, así que hiciste que me enviaran estas cosas. Bueno, entendí el mensaje y acepto tu invitación.


Estoy caminando por la habitación en busca de su ropa.


—Se suponía que abrieras el paquete con potasio, no este. 
Estas cosas no son para ti.


—¿Qué? —Suena terriblemente confundida.


¡Mierda! P nos va a matar a los dos si entra y ve esto.


—Mi esposa viene a casa. Tienes que ponerte la ropa y salir como el infierno de aquí.


Oigo un sonido así que me detengo a escuchar. Demasiado tarde. Oigo a P entrar en la casa.


—Oh, diablos. Está en casa. Ponte tu maldita ropa mientras trato de explicar esta mierda. 


Por supuesto, ella se dirige directamente a nuestra habitación porque necesita estar lista
para nuestra cena reservada, así que trato de ir a su encuentro antes de que pueda ver a Bianca en su atuendo.


—Oye, tú. ¿Cómo fue…


La interrumpo.


—Detente, nena. No vayas allí.


Se ríe.


—¿Qué haces? ¿Una especie de sorpresa de cumpleaños?


Por supuesto que no sospecha que haya una mujer casi desnuda en nuestro dormitorio.


Confía en mí, pero trago saliva mientras me preparo para contarle lo que ha pasado. No hay una manera de presentar esto sin que parezca tan atroz, así que básicamente estoy
jodido. Muchas gracias, Bianca.


—P, escúchame antes de enloquecer totalmente.


—¿Me estás asustando. ¿Qué ha pasado? —Miro hacia la puerta del dormitorio, temiendo, aún con esperanza, que una Bianca completamente vestida aparecerá en cualquier
momento. Realmente no quiero a P entrando y viéndola sin la ropa puesta—. ¿Por qué estás actuando tan raro? ¿Y por qué estás mirando la puerta?


—Ha habido un malentendido.


Sabe que algo ha ido mal —lo veo todo en su cara— mientras me empuja para ir al dormitorio.


—Bueno, no vamos a hacer dos.


Entro detrás de ella y se ve jodidamente malo para mí porque Bianca está en topless y tirando de sus pantalones cortos.


Paula mira boquiabierta mientras se detiene en la puerta, estoy seguro que no puede creer lo que ve.


—¿Qué diablos? —grita antes de ir directo contra Bianca y golpearla. Voy tras ella, pero la golpea una segunda y tercera vez en la cara con el puño antes de que sea capaz de contenerla.


Agarro sus brazos detrás de su espalda y usa mi agarre sobre ella como una oportunidad para levantar las piernas y patear a Bianca en el culo con sus botas.


Nunca he visto a Paula así —está totalmente enojada— y estoy sorprendido de lo robusta que es para su pequeño tamaño.


—Tienes que salir de aquí.


La nariz de Bianca está sangrando y la sangre mancha la parte delantera de su camiseta blanca mientras la mete sobre su cabeza.


—Sé que estás enojada, pero por favor no pienses que Pedro tuvo alguna parte en esto. Todo fue un malentendido por mi parte y estoy totalmente arrepentida. Y avergonzada. Esto no volverá a suceder.


Paula no se inmuta con la promesa de Bianca.


—Lo dices como si creyeras que habría una oportunidad. Esto no es béisbol, cariño. No consigues tres avisos antes de que estés fuera.


—¿Qué? Pero necesito esta pasantía para graduarme a tiempo —dice ella.


—Bueno, eso apesta para ti ya que no estarás de regreso —le dice P.


—Pedro, tengo que tener esto —declara.


No le doy tiempo para discutir.


—Tendrás que encontrar otro lugar de prácticas porque no puedes volver aquí nunca más.