domingo, 26 de junio de 2016
CAPITULO 207
Treinta y seis semanas y hoy voy a ver a la Dra. Sommersby para la eliminación de esa sutura que ha estado manteniendo a James Henry o a Maggie James dentro durante dieciocho semanas. Va a suceder una de dos cosas: o entraré en trabajo de parto debido a la manipulación de mi cuello uterino, lo cual provoca contracciones, o podría no hacer nada y permanecer embarazada durante un mes a partir de ahora. Nadie sabe hasta que suceda.
Soy enviada a la sala de partos para el retiro del cerclaje de modo que después pueda ser observada por un trabajo de parto. Estoy muy emocionada cuando Amy, la enfermera de Aldana, entra en mi habitación. Se detiene una vez dentro de la puerta y observa mi rostro.
—Espera un minuto. Te reconozco. ¿Te he atendido antes?
—Fui admitida durante una semana hace varios meses, pero nunca fuiste mi enfermera. Me recuerdas de cuando mi amiga tuvo a su bebé hace un par de meses. Aldana Kingston.
—¡Sí! Recuerdo bien a Aldana.
Es difícil de olvidar.
—Probablemente porque se comportó como una completa idiota.
—Fue muy divertido atenderla. Su pobre esposo es el que tuvo que tumbarse en el sofá con las piernas en alto.
—¿Qué le pasó a Zac?
Oh, olvidé contarle a Pedro Henry sobre eso.
—Se mareó un poco durante la epidural. Dijo que no puede soportar las agujas. —Me encojo de hombros—. Dijo que las agujas de tatuaje son diferentes a las agujas médicas así
que se acobardó por completo. Tuve que hacerme cargo de él porque Amy estaba ocupada con Aldana.
Está extremadamente divertido.
—No me contaste eso.
—La única cosa en mi mente era la llegada de Donavon.
Amy me pasa una bata.
—Quítate toda la ropa, los lazos van en la parte de atrás, y regresaré en unos minutos para conectarte al monitor.
—Fue algo sexy escuchar a otra mujer decirte que te quites toda la ropa.
Santo cielo.
—Oh, dame un descanso.
—Tengo… un descanso de dieciocho semanas. —Deslizo mi top por encima de mi cabeza y luego me quito el sujetador.
No tiene que tirarme en la cara este descanso después de todo lo que he hecho por él.
—Oye, te he compensado en otras áreas. No todas las esposas embarazadas serían tan generosas.
—Estoy muy agradecido. Nunca sabrás lo mucho que he disfrutado todas y cada una de las veces que envolviste tu hermosa boquita alrededor de mi polla. Tus trabajos manuales son una forma de arte en sí mismos, especialmente con ese pequeño truco que haces, pero tengo que decirte que estoy mucho más que excitado de estar dentro de ti otra vez.
Lo que acaba de decir se registra en mi cabeza.
—OhDiosmío. No quieres que entre en trabajo de parto después de que eliminen el cerclaje porque quieres ir a casa y follar.
Él es todo sonrisas.
—No, nena. Quiero ir a casa y hacerte el amor.
¿De verdad cree que puede mostrarme sus hoyuelos y hablar sobre hacer el amor para lograr que esté de acuerdo con permanecer embarazada para que él pueda conseguir algo de acción?
—No me vengas con esas tonterías. Llámalo como quieras, pero ambos son equivalentes a que consigas lo que quieres.
—No pareces emocionada por eso.
Se ve herido pero no quiero que lo esté. Es sólo que estoy realmente emocionada por tener a nuestro bebé.
—No lo tomes como algo personal, pero estoy mucho más emocionada por tener a este bebé en mis brazos.
—También estoy listo para ella, pero no me opongo a tener a mi esposa de nuevo, al menos una vez antes de que esta pequeña decida llegar. Ha pasado mucho, mucho tiempo.
Ha sido tan bueno durante todo el embarazo, sin pedirme nunca nada y atendiendo alegremente cada uno de mis caprichos: conduciendo a la ciudad en mitad de la noche por
una hamburguesa con queso y papas fritas, masajeando mi espalda baja cuando me dolía, afeitándome las piernas, y pintándome las uñas de los pies cuando estaba demasiado
avergonzada de mostrar mis pies hinchados en el salón. Ha sido mucho más que considerado con mis sentimientos, incluso cuando no estaba teniendo mi mejor comportamiento a causa de las hormonas del embarazo.
—Está bien. Si no entro en trabajo de parto, entonces puedes tener a tu esposa de nuevo esta noche.
Susurra:
—Sí. —Bombea el puño—. De ninguna manera voy a esperar hasta esta noche y arriesgarme a que entres en trabajo de parto. Si no te quedas a tener a este bebé, vamos directamente a casa a nuestro dormitorio. Sin pasar por GO. Sin cobrar los doscientos dólares.
Está siendo tan tonto.
—¿Puedes esperar hasta que lleguemos a casa, o deberíamos detenernos por una habitación de hotel para estar seguros?
—Esa no es una mala idea.
Seguramente, se da cuenta de que estaba bromeando.
—Estaba bromeando, perro cachondo.
Amy regresa y coloca dos monitores en mi abdomen, uno para los latidos del bebé y el otro para registrar las contracciones. He escuchado los latidos del bebé muchas veces pero nunca durante tanto tiempo a la vez. No puedo dejar de estar fascinada por eso.
—¿Qué van a tener?
Espero a que Pedro Henry suelte que es una niña pero no lo hace.
—No lo sabemos. Es una sorpresa.
—Me encanta cuando los padres no lo averiguan. Es tan divertido. ¿Qué creen que es?
—Yo creo que es un niño. —Miro a Pedro Henry y me guiña un ojo—. Él piensa que es una niña.
Amy recoge la impresión y la observa por un momento.
—Yo digo que es una niña basándome en el ritmo cardíaco más elevado.
Leí eso en línea.
—¿Eso es cierto? ¿Una niña tiene un ritmo cardíaco más rápido?
—Son patrañas, obviamente no un cien por ciento, pero te puedo decir que después de trabajar aquí durante trece años, creo que hay algo de verdad en ello.
Pedro Henry está sonriendo, tan seguro de sí mismo, como lo ha estado desde hace dieciocho semanas cuando vio el rostro del bebé por primera vez.
—Ella dijo que son patrañas así que cálmate.
—También dijo que ha trabajado aquí trece años y cree que hay algo de verdad en ello — argumenta él.
La Dra. Sommersby entra en la habitación e interrumpe nuestro debate.
—¿Estamos preparados para sacar esa sutura?
—Tan lista como puedo estarlo.
La cama es transformada de modo que mis pies son colocados en reposapiés y un espéculo es insertado.
—Esta parte es igual que cuando te hacen un Papanicolaou. —Intento relajarme, concentrándome en mi respiración, pero estoy nerviosa. Investigué sobre la eliminación del cerclaje antes de venir y la mayoría de la gente decía que dolía.
Está moviendo el espéculo alrededor y es un montón de presión. Me tenso cuando no debería.
—Aguanta ahí, Paula. Sé que es incómodo, pero trataré de mantener el malestar al mínimo.
Oigo el sonido de las tijeras cortar y juro que se siente como si arañara mi cuello uterino.
Me sacudo involuntariamente.
—Lo siento, Paula. Hay un poco de tejido cicatricial crecido a lo largo de la sutura por lo que vas a sentir un pequeño tirón.
¡Un pequeño tirón, mi trasero! Una descripción más precisa sería que sentiría como si mi cuello uterino estuviese conectado a un 4x4 y este fuese sacado de un tirón a través de mi vagina. Me tenso de nuevo, apretando la mano de Pedro Henry, y grito porque no puedo evitarlo.
—Ohh… —No es mi buen tipo de ohh que Pedro Henry evoca. Es mi ohh de maldita sea, me duele muchísimo.
¡Gran diferencia!
—La sutura está fuera así que voy a revisar tu cuello uterino y ver cuán dilatada estás. — Siento la presión de sus dedos, la cual es mínimamente mejor que el espéculo—. Estás entre dos y tres centímetros así que vamos a dejarte pasar el rato aquí por unas horas y ver si algo pasa. No quiero que comas porque si entras en trabajo de parto, no voy a detenerte, a pesar de que técnicamente todavía estás considerada como antes de término.
Sé que todos los bebés no son iguales, pero Donavon nació un mes antes y lo hizo muy bien. No estoy preocupada.
La cama de partos transformable es convertida de nuevo a la normalidad y me pongo lo más cómoda que me permitirá estar. No es realmente una cama hecha para la relajación,
sin embargo.
—¿Necesitas algo, amor?
—No se me ocurre nada.
Soy observada durante horas y sólo estoy teniendo contracciones irregulares, por lo que estamos a la espera del veredicto final mientras la Dra. Sommersby hace otro examen cervical.
—Bueno, han pasado tres horas y no hay ningún cambio,
Paula. Todavía estás entre dos y tres centímetros, así que creo que está bien que te vayas a casa. Pero quiero que
regreses por las mismas cosas que hemos hablado: derrames, sangrado, contracciones cada cinco minutos o menos durante al menos una hora.
Pedro Henry sonríe con suficiencia y me menea las cejas.
Podría estar enojada si no fuese tan condenadamente lindo al hacerlo.
La Dra. Sommersby se va y me saco la bata de paciente para poder volver a ponerme mi ropa.
—Esto te encanta, ¿no es así?
Está observándome contonearme para entrar de nuevo en mis bragas.
—El nivel al que mi felicidad ha aumentado es absurdo. Probablemente querrías golpearme si en realidad lo supieras.
Meto los brazos por los tirantes de mi sujetador y me estiro alrededor para abrocharlo.
—Estoy bastante segura de que quiero golpearte ahora.
—Puedes hacerlo si eso quieres porque no hay manera de que me robes mi alegría… a menos que cambies de opinión. No la vas a cambiar, ¿verdad?
Considero bromear con él al respecto, pero está desesperado. No estoy segura de que el pobre muchacho pudiera soportarlo.
—Puedes follarme como si me poseyeras.
Vuelve a bombear juvenilmente el puño en el aire.
—¡Joder, sí! Ponte tu ropa para que podamos llegar a la casa, rápido, y quitártela de nuevo.
Bueno, al menos es romántico al respecto.
CAPITULO 206
La Sra. Porcelli tiene la semana libre por lo que esta mañana, Estoy comiendo un adorable desayuno campestre que mi esposa ha cocinado para mí: tocino, galletas y salsa, hechos justo como Nanna le enseñó. Mi esposa es una buena cocinera, pero de nuevo, es buena en todo lo que hace.
Es curioso como nunca solía salir de la cama antes de que saliera para el trabajo, pero ahora está conmigo cada mañana. Creo que es el embarazo jugándole una mala pasada, o tal vez la preparación de su cuerpo para dormir menos ya que tiene treinta y dos semanas. Sólo faltan ocho más, si llega a la fecha estipulada. De cualquier manera, se duerme a media tarde, por lo que su cuerpo todavía está recibiendo el descanso que necesita.
Estoy terminando mi último bocado cuando el teléfono de P suena: el tono de su mamá.
Han hablado muy poco desde que Paula estuvo en el hospital, y no tengo ningún problema con eso. Julia Chaves rara vez tiene algo positivo que decir.
Mira el teléfono y creo que está debatiendo si contestará.
—Me pregunto qué será esta vez.
—No tienes que contestarle. Sin duda, no pensaré mal de ti.
—Siempre me ha preocupado si les ha sucedido algo a Nanna o Pops. Son la única razón por la que respondo la mayoría de las veces. —Toma su teléfono—. Hola, mamá.
Paula hace señas de que deje mis platos mientras los recojo y los llevo al fregadero para enjuagarlos antes de colocarlos en el lavavajillas. Sé que no le importa hacer eso por mí, tal
vez incluso le hace sentirse más domestica cuando lo hace.
A menudo he meditado sobre cómo se siente acerca de tener a la señora Porcelli aquí por el cuidado de nuestro hogar, si se trata de una intrusión en su papel como esposa o si es feliz de verse liberada de las exigencias del hogar para que pueda dedicar sus días a la composición, en lugar de la lavandería.
Cierro la puerta del lavavajillas y veo a Paula agarrando el mostrador de la cocina para el apoyo. —¿Cuándo?
La alcanzo, temeroso de que sus piernas cederán debajo de ella, y asumo lo peor, que algo le ha sucedido a uno de sus queridos abuelos. Dirijo hacia ella un taburete y se sienta, colocando el codo en el mostrador y apoyando la cabeza en la palma de su mano, apartándose el pelo de la cara. Ella lo deja allí, su mano sosteniendo su cabeza. —¿Esa es toda la información que están lanzando?
Cierro la puerta del lavavajillas y veo a Paula agarrarse de la encimera de la cocina como apoyo.
—¿Cuándo?
Me dirijo hacia ella, temeroso de que sus piernas cederán bajo ella, y asumo lo peor: algo le ha sucedido a uno de sus amados abuelos. La guío hacia un taburete y se sienta, colocando el codo en la encimera y apoyando su cabeza en su palma, alejando el cabello de su rostro.
La deja allí, su mano sosteniendo su cabeza.
—¿Esa es toda la información que están publicando?
Termina la llamada con su madre y me mira sin decir nada.
—¿Qué pasó?
—¿Qué has hecho?
Estoy desconcertado en cuanto a lo que está hablando.
—¿Qué quieres decir?
—Fernando Phillips fue encontrado muerto esta mañana… un disparo en el pecho.
¿Y asume que tuve algo que ver con eso?
—¿Me estás preguntando si mandé matar a Fernando?
—Sí.
No puedo creer que crea que soy capaz de hacer algo así.
He tenido un montón de dudas al respecto, y tal vez incluso insinué que me gustaría, pero nunca sería capaz de quitarle la vida a alguien.
—¿Qué clase de persona crees que soy?
—Una que ama a su esposa y se haría cargo del hombre que la atacó y se salió con la suya. Y uno que me pidió un sin preguntas.
De eso se trata.
—Tenía algunas cosas en las que estaba trabajando concernientes a Fernando, pero no tuve ningún papel en su muerte.
—Quiero saber lo que estabas haciendo.
Supongo que el sin preguntas es nulo y sin valor ahora.
—Jim fue a Nashville cuando me enteré de que los cargos contra Fernando estaban siendo retirados. Estaba volviéndome loco porque iba a salirse con la suya con lo que te hizo, así que quería encontrar otra manera de hacerle pagar. Si no iba a la cárcel por atacarte, lo iba a arruinar de cualquier manera posible.
—¿Qué encontró Jim?
Va a estar a punto de vomitar de nuevo cuando le diga lo que sabemos.
—No fuiste a la única a quien Fernando atacó. Violó a una joven el pasado otoño mientras ustedes eran novios. Estaba siendo representada por Fernando y de repente desapareció, dejando la industria de la música. Parece que hay un patrón con sus clientes mujeres así que Jim tomó una mirada más cercana. Localizó a pocas de las mujeres, pero ninguna quiso hablar… hasta Hannah Dody.
Está asintiendo con la cabeza.
—Recuerdo muy bien a Hannah. Era muy joven, tenía algo así como diecinueve años, pero bastante buena. Fernando me dijo que se fue porque no podía lidiar con la industria de la música, así que se fue a casa con mamá y papá, sus palabras literales.
—Es la única persona que habló con Jim. Admitió que Fernando la violó.
—¿No has acudido a Grayson Drake con esto?
No, pero estoy deseando haberlo hecho ahora.
—No. Jim aún está investigando otros rastros.
—¿Te van a buscar por esto?
Es una posibilidad después de la forma en que actué cuando hablé con el fiscal.
—No sé las circunstancias de su muerte, así que no tengo idea.
—Por favor, dime que no hiciste ninguna amenaza cuando hablaste con Drake.
Estaba frustrado e indignado cuando hablé con el ayudante del fiscal. Tengo muy pocos recuerdos de esa conversación, con una excepción.
—Puede que haya mencionado algo acerca de tener el dinero y las conexiones.
Paula cubre sus ojos con la mano.
—Oh Dios, no lo hiciste.
Podría haber dicho algo mucho peor, y es un millón de maravillas que no lo hice.
—Me acababan de decir que Fernando iba a salir, así que estaba enojado. No pueden usar eso en mi contra. He estado aquí contigo todo este tiempo y eso se puede demostrar fácilmente.
—Pero podrían decir que contrataste a alguien.
Está suponiendo lo peor.
—No tenemos idea de cuáles sean las circunstancias. Podrían ya tener un sospechoso en custodia. Alguien podría haber confesado. No lo sabemos.
—Hay que ponerse en contacto con Grayson Drake y decirle lo que sabes.
Eso podría ser un error.
—No sé si eso es lo mejor o no. Tenía un investigador privado investigando a un hombre que atacó a mi esposa, y luego aparece muerto. Eso no se ve muy bien para mí.
—La retención de información tampoco parece algo bueno —argumenta.
De acuerdo.
—Debería llamar a mi abogado.
—Creo que es una buena idea.
Mi abogado, Rhett Clarence, es capaz de hablar conmigo cuando llamo, uno de los privilegios de ser considerado un cliente VIP. Explico todo desde el principio y siente que no tenemos más remedio que notificar a la oficina del fiscal sobre la información que Jim ha descubierto. Pero insiste en hacer él mismo la llamada.
Esperando saber de Rhett es brutal. Pasan las horas y me doy cuenta por primera vez de que podría ser sospechoso de contratar a alguien para matar a Fernando. Sin duda tenía
motivos y contraté a alguien para investigar su vida. Podrían decir que él y sus rutinas estaban estudiadas para lograr el crimen perfecto.
P y yo estamos sentados en el sofá. Está apoyada contra mí, su cabeza en mi hombro.
—Quería que Fernando fuera a la cárcel, pero no lo quería muerto. Sé lo que era, pero hay tres niños pequeños y sin un padre ahora. Por lo menos si hubiera entrado en la cárcel, todavía lo hubieran tenido. Algo así.
—No querías verlo muerto porque tienes un buen corazón y quieres lo mejor para esos tres niños inocentes. Eres compasiva, y es sólo una de las muchas cosas que amo de ti. —Yo, por el contrario, deseé más de mil veces haberlo matado en aquella habitación de hotel esa noche.
Mi teléfono suena. No vacilo en responder.
—Hola.
—Rhett aquí.
—¿Qué descubriste?
—Todavía están trabajando en los detalles de lo que sucedió, pero esa joven de la que me hablaste, Hannah Dody, se suicidó hace dos días. Dejó una carta diciendo que no podía vivir con lo que Fernando le había hecho. Creen que su padre fue superado por la furia y el dolor hasta el punto de que estaba esperando a Fernando en el estacionamiento del estudio de grabación. Le disparó cuando entraba en su coche.
Mi corazón está con la familia de Hannah. Nadie debería tener que experimentar un ataque o sus consecuencias. Y ahora esta familia no ha perdido sólo a Hannah, sino también a su padre. Ese fácilmente podría ser yo. Fernando no fue capaz de terminar su intento de violación con Paula, pero ¿qué habría hecho yo si no hubiera llegado a tiempo? No me hace falta responder a mi propia pregunta, ya la sé.
—Gracias, Rhett. Has tranquilizado mi mente.
Termino la llamada y Paula me mira con expectación.
—¿Qué?
—Hannah Dody se suicidó hace dos días y dejó una nota nombrando a Fernando como la razón. Su padre le disparó a Fernando porque estaba muy consternado por el suicidio de su hija.
—Pobre familia. Conocí al Sr. Dody. Venía al estudio con Hannah varias veces. Siempre la llamaba su estrella brillante y ella se avergonzaba y bromeaba con que no iba a permitir
que volviera. Tenían una estrecha relación de padre e hija, y la envidiaba por eso.
Acerco a P y la aprieto. Mi chica es fuerte, pero quién sabe cómo hubiera hecho frente a la situación si Fernando hubiera terminado lo que empezó con ella.
—No quiero dejarte fuera de mi vista otra vez. —Pongo mi mano sobre su vientre—. O a Maggie James. —No he puesto los ojos sobre ella todavía y ya sé que mataría para protegerla—. Espero que no condenen al padre de Hannah por lo que hizo.
—Me sorprendería si pudiese permitirse un buen abogado. Recuerdo a Hannah diciéndome que el dinero era escaso. Le presté ropa más de una vez porque no tenía nada que no viniera de una tienda de segunda mano.
El padre de Hannah estaba fuera de sí por el dolor. Se merece una representación adecuada.
—Quiero ayudar a su padre. Se merece una oportunidad decente en su defensa. —P no dice nada, así que no estoy seguro de lo que piensa acerca de eso—. ¿Cómo te sientes
acerca de pagarle sus gastos legales?
—Muy orgullosa, Alfonso.
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