viernes, 3 de junio de 2016
CAPITULO 135
Pedro Henry nos lleva a casa, cuando agarra mi mano y le da un apretón. Me encanta cuando hace eso.
—Estás muy tranquila. ¿Está todo bien contigo o debería estar preocupado?
—No te preocupes. Estaba pensando en la boda. ¿Cómo te sientes acerca de que sea en Avalon? Creo que en la viña sería hermosa y la bodega de vinos que sería perfecta para la recepción con mesas largas de banquete. —Él sonríe, y sospecho que está recordando lo que me hizo en una de esas mesas.
—Creo que puede hacer lo que deseas. Si deseas casarte en Avalon, me aseguraré de que suceda. —¿Va a ser siempre así? ¿Cederá a cada uno de mis caprichos?
—Creo que es muy apropiado para nosotros casarnos allí porque es el lugar de donde varias primeras veces para nosotros sucedieron. Es el lugar donde llegamos a conocernos. Y donde nos enamoramos. —Honestamente, no puedo pensar en ningún otro lugar donde me gustaría casarme.
—Y no tenemos que preocuparnos de la reservación, así que eso significa que podemos hacer que esto suceda lo más pronto posible.
Por mucho que me gustaría, espero que no esté pensando que podríamos hacerlo en una semana.
—No antes de cinco semanas, como sugeriste.
— Puede que no. ¿Qué piensas acerca de que sea en un mes a partir del sábado?
—¿El segundo fin de semana de diciembre? — Saco mi teléfono y miro a la fecha. ¿El día 14?
—¿Por qué no? Si esperamos seis semanas, que cae unos días después de Navidad. No puedo imaginar que sea un buen momento para cualquiera. —Él tiene razón.
—Seis semanas ya es forzado, y en cuatro será aún más difícil. Pero la planificación de una boda en unos días después de Navidad sería una pesadilla. Puedo manejar el día 14. —Siempre he querido una boda de verano de todos modos. Parece que la conseguiré en diciembre.
—Y será nuestro aniversario, un año desde que te conocí.
Ni siquiera había pensado en eso.
—Increíble. No puedo creer que haya pasado un año.
—Eso se debe a que hemos pasado la mayor parte del tiempo separados.
Tan cierto.
—Bueno, eso no volverá a suceder. No quiero volver a estar lejos de ti. Ya estoy contemplando nuca dejarte ir a las otras viñas sin mí. Probablemente voy a ir contigo siempre y te hartarás de mí.
—Nunca podría estar harto de ti, pero he estado pensando en cómo nos manejaremos cuando salga de la ciudad por mucho tiempo. —Concentra su vista en la carretera por un segundo y me mira antes de mirar hacia atrás. —He pensado sobre todo acerca de cómo manejaremos la situación después de tener hijos. Sé que tenemos un montón de tiempo antes de que tengamos que preocuparnos por eso, pero he estado pensando en vender algunos de los viñedos. Tengo muchos de todos modos. Y quiero pasar tiempo contigo. Todo este dinero no significa nada si no puedo estar contigo y con nuestros niños cuando ya los tengamos.
A veces no puedo creer lo afortunada que soy de tenerlo. Él dice que soy su sueño hecho realidad, pero es al revés.
—Eres absolutamente increíble. Me puedo arrancar la ropa y hacerte cosas sucias si dejas de manejar.
— Este auto puede orillarse — dice riendo, pero algo dentro me dice que no está bromeando.
—Eso sólo prolongará el volver a casa.
—No tenemos ninguna prisa. —Suelta mi mano y desliza la suya debajo de mi falda entre las piernas hasta que está frotando mi ropa interior sobre mi punto más sensible, y lo dejo—. Hmm... pensé que habías dicho que te mantendrías manos afuera esta noche, algo así como que había agotado tu bienvenida. —Sus dedos se sienten exquisitos y estoy segura de que puede sentir la humedad que se aglomera en mi ropa interior—. Creo que alguien podría estar cambiando de idea, lo digo por lo mojada que se está poniendo.
—Tal vez. —No sé dónde estamos o cuánto tiempo falta para que estemos en el apartamento, pero a menos que se estacione en el garaje, es malditamente mucho tiempo para mi gusto—. ¿Estamos casi en casa?
— No. ¿Necesito detener el auto? —Mueve sus cejas hacia mí.
¿Está completamente loco?
—No puedes detenerte en el lado de la carretera para tener sexo.
—¿Quién lo dice?
—No sé quién realmente lo dice, pero estoy bastante segura de que está mal visto.
Él usa su dedo para empujar las bragas a un lado de la entrepierna. Desliza sus dedos hacia arriba y hacia abajo a través de la humedad agrupada allí.
—¡Alguien está activada! ¿Aún no quieres que detenga el auto?
Pongo mis manos en el asiento y empujo hacia arriba.
Cuando levanto mi trasero, él agarra los calzones de mi entrepierna y los empuja hacia abajo.
—Estoy tomando eso como un sí.
Estamos en lo que creo es un camino rural. Hay poco o nada de tráfico, así que no estoy preocupada por ser vistos o molestados. Esa es una buena cosa, porque en un abrir y cerrar de ojos, se va hacia un lado de la carretera y estaciona el automóvil. Abre la puerta y corre a mi lado, no me lo esperaba en absoluto. ¿Qué está haciendo?
Él abre la puerta y estoy un poco estupefacta, porque no sé lo que está en su mente. Saca mis bragas por mis piernas y sobre mis zapatos.
—Fuera. Ahora.
—¿Qué estás... —le digo antes de que salgan cuando me toca los labios con su dedo—. Shh... no hables.
Agarra mis manos y me ayuda a salir antes de llevarme a la parte trasera del auto.
Pone sus manos alrededor de mi cintura y me iza arriba en el maletero. Me quita mis sandalias y coloca mis pies en el parachoques antes de separar mis rodillas.
—Quiero follarte en el capó, pero podría estar un poco caliente para ese culo tuyo. — El abre el botón de sus pantalones y el cierre—. Así que te cogeré en el maletero y el capó puede esperar para otro momento—. ¿Alguna vez me acostumbraré a estas frases australianas?
Lo bueno es que él es alto y este carro es bajo o no funcionaría en absoluto.
—¿Todavía crees que estamos bien, ya que se supone que tendrás la menstruación pronto?
—Sip, tenemos que estarlo. —Lo siento en mi entrada un momento y luego dentro de mí en el próximo. Pongo mis manos en el maletero y deslizo mi trasero más cerca de él mientras me recuesto para que pueda ir más profundo. Él envuelve sus manos alrededor de mis caderas y me mantiene firme mientras se golpea contra mí una y otra vez.
—No me gustaría saber que concebimos un bebé en el maletero a la puesta del sol.
—¿Eso es lo que está en tu mente ahora? Te voy a dar algo más en qué pensar.
Él mueve la mano de mi cadera hasta estar entre mis piernas y comienza a frotar su pulgar justo encima de nuestra unión.
—¿Qué estás pensando ahora?
Mi mente se desplaza rápidamente a otros pensamientos.
—Lo bueno que se siente y también cómo siempre te cercioras de siempre me sienta bien.
— Siempre quiero que te sientas bien.
Está dando vueltas lentamente en mi clítoris con la cantidad perfecta de presión y las ondas de hormigueo de placer crecen en mi pelvis.
—Puedo sentir que comienza —Mis piernas tiemblan y caigo de nuevo en el auto mientras él hace lo suyo—. Estoy justo ahí.
—Yo también, cariño.
Y entonces aprieto los ojos cerrándolos mientras mi cuerpo hace su propia cosa mágica. No tengo ningún control sobre él y es sensacional cuando siento las contracciones rítmicas en el interior.
—Me vengo.
Como si mis palabras le disparan, sé que es el momento en que se une a mí y su cuerpo se sincroniza con el mío.
—Te amo, P.
¿P? Eso es nuevo, pero me gusta.
—Tienes suerte de amar a una chica que te permite hacer esto con ella a un lado de la carretera.
—Yo aún te amaría, aunque no lo hicieras, pero reconozco tu capacidad para coincidir conmigo en el departamento de locuras, esa es la cereza del pastel. — Él sale de mí y luego desliza mis sandalias de nuevo en mis pies antes de ayudarme a salir del maletero. Cuando caminamos hacia el lado del pasajero del auto, toma mi ropa interior desde donde los tiró en el asiento y los sostiene para mí para que me los ponga—. ¿Recuerdas la primera vez que hice esto?
—¿Cómo podría olvidarlo? Tú solo me extendiste sobre una mesa de banquete y tenías tu propio pequeño buffet.
Le da una palmadita a mi trasero cuando termina como siempre lo hace.
—Ese fue un muy buen día.
Fue el comienzo de nosotros, no es en absoluto un comienzo tradicional, y la sorpresa inesperada ha sido enamorarse de este hombre. Él siempre será mi corazón, mi amor, mi vida.
¿Cuán afortunada soy?
CAPITULO 134
Pedro Henry aparca frente a la casa de sus padres, y yo estoy inquieta. No sé por qué, pero mi corazón está golpeando un millón de latidos por minuto.
—¿Por qué estoy nerviosa?
—No lo sé, pero yo también. Se siente raro, ¿no?
—Totalmente.
Él mira a los autos en la calzada.
—Todo el mundo está aquí. ¿Estás lista para hacer tu aparición sorpresa?
Me encojo de hombros.
—Creo que estoy tan lista como nunca lo estaré.
Él se inclina y acuna mi rostro con sus manos antes de besarme. Es tan suave y dulce que siento que flotaría si no estuviera sosteniéndome.
—No te preocupes. Te quieren y van a estar encantados por nosotros.
—Lo sé. No estoy preocupada. Creo que emocionada es una palabra mejor.
—Estoy de acuerdo. Vamos. Vamos a hacer la vida de Margarita Alfonso completa.
Pedro Henry llama a la puerta pero no espera a que nadie responda antes de que la abra. Me hace pasar primero y permanecemos en el vestíbulo.
—¿Mamá? ¿Papá?
—En la sala de estar —oigo gritar a Henry.
Él me aprieta la mano.
—Vamos a hacer esto.
La escena en la sala de estar es una visión surrealista de cómo sería la vida con esta familia. Henry está sentado en su sillón reclinable. Ernesto está en el suelo con las niñas y el nuevo bebé, Aidan. Las mujeres están ausentes y asumo que están en la cocina terminando la cena. Celia chilla con alegría cuando me ve:
—¡Pau-la! —Me encanta la forma en la que dice mi nombre y estoy tan contenta de que me recuerde.
Ella corre por el suelo y me agacho para cogerla en brazos.
—Hey, niñita. Mírate y cuánto has crecido.
—¿Dónde has estado? —me pregunta cómo sólo un niño puede.
—Tuve que ir a mi casa por un tiempo, pero estoy de vuelta y voy a estar aquí de ahora en adelante.
Ella aplaude y grita:
—¡Yuju!
Mila da algunos pasos para entrar un poco en acción y sé que Pedro Henry está teniendo un ataque para meterme en la cocina, pero no puedo resistir cogerla por un minuto.
—Y mírate a ti. Has crecido mucho y estás caminando ahora. —Ella me mira a la cara y la toca con la mano pegajosa. Sé que no me recuerda, pero parece que vamos a ser buenas amigas de nuevo.
—Bebé —dice mientras señala a Aidan en la manta en el suelo y se menea para bajar.
—Veo a tu nuevo hermanito —le digo mientras la pongo de vuelta en el suelo.
Ernesto se levanta con Aidan y viene a abrazarme y tengo mi primer buen vistazo al bebé. Tiene la cabeza llena de rizos oscuros y puedo ver fácilmente que sus ojos son de un color azul grisáceo como los de Ernesto, en lugar de los marrones de Emma.
—Veo que tenemos otro hombre guapo Alfonso.
Ernesto lo sostiene extendiéndomelo.
—Lo tenemos. Tiene diez semanas de edad. —Lo llevo en mis brazos y huele tan bien, esa pequeña fragancia dulce que sólo un bebé tiene.
Henry se levanta de su silla y me abraza mientras sostengo a Aidan.
—No teníamos idea de que habías vuelto.
Después abraza a Pedro Henry.
—Lo sé, papá. Queríamos que su regreso fuera una sorpresa para mamá.
—Lo será sin duda y probablemente no podría haber llegado en un mejor momento. Ella está cerca de darse por vencida contigo, señorita.
Siento que tengo que explicar mi ausencia.
—Tenía algunas cosas de las que hacerme cargo antes de que pudiera liberarme para volver, pero está todo aclarado ahora.
—Fuera lo que fuera no importa ahora. Por favor, no pierdas ni un segundo más aquí con nosotros. Quiero que Margarita te vea. Va a estar encantada.
Le paso de vuelta Aidan a Ernesto y caminamos a la cocina con Henry por delante nuestro.
—Margarita, Pedro está aquí y espero que hayas preparado lo suficiente como para una invitado de más. Trajo compañía.
Ella está de pie delante del fregadero lavándose las manos.
Coge un paño de cocina.
—Henry, siempre cocino más de lo que necesitamos. Por supuesto, he... —Ella se interrumpe cuando me ve—. ¡Paula! —dice y deja caer el paño y se apresura hacia mí. Pone sus brazos a mí alrededor y me aprieta con fuerza mientras planta un beso en mi mejilla—. Estás aquí. Por fin. Casi había decidido que no ibas a venir.
—Me tomó un poco más de lo que me gustó, pero lo hice.
Me suelta para que pueda ver mi cara.
—¿Es esta una visita?
—No. Estoy aquí para quedarme. —Se siente bien decir las palabras.
—Por lo tanto, ¿ahora ya es oficial? ¿Por fin te lo pidió de la forma en la que debería haberlo hecho hace meses y estás comprometida para casarte? —Ella toma mi mano izquierda y la levanta para echar un vistazo. Alcanza las gafas en la parte superior de su cabeza y las empuja en su nariz—. Un diamante de talla cojín con un empedrado halo en platino. Mi chico hizo bien.
—Tu chico hizo excelente. Su gusto es impecable. —Estoy muy contenta de que el mostrara cierta moderación al elegir mi anillo. Todos sabemos que podría haber comprado un diamante del tamaño de mi cabeza, pero sabía que eso no sería yo—. Su elección es perfecta y no podía adaptarse mejor que si lo hubiera elegido yo.
Emma y Chloe me abrazan y miran mi anillo mientras que Margaret me interroga.
—¿Han elegido una fecha?
—Todavía no, pero vamos a mantenerla pequeña y queremos hacerla pronto, así que estábamos esperando que podríamos depender de todos ustedes para ayudar a planearla. —Veo la alegría en su rostro.
—Por supuesto, ayudaremos. ¿Cómo de pronto es pronto?
Nos miramos el uno al otro y nos encogemos de hombros porque no hemos llegado tan lejos. Creo que él tiene una idea en la cabeza, pero tiene miedo de decirla, así que hablo.
—Sé que seis semanas sería presionarla, pero tal vez se podría lograr ya que va a ser pequeña.
Él me frunce el ceño.
—Esas son cinco semanas más de lo que tenía planeado.
Chloe le da un puñetazo en el brazo.
—No creo que podamos organizar una boda en una semana a menos que sea en el juzgado, tonto.
—Estoy bien con eso.
Margarita alza sus manos.
—Bueno, yo no y supongo que a Paula tampoco lo está.
—Paula, tienes que dejar que ayude a organizar el catering —ofrece Chloe—. Tengo todo tipo de ideas nuevas e innovadoras para probar.
—Absolutamente, Chloe. Yo no pensaba intentar hacerlo sin tu ayuda. —Y es la verdad. No tengo ni idea de dónde empezaría.
—¿Te importaría si organizo una cena para el próximo fin de semana? — interviene Margarita—. ¿Sólo unos pocos amigos y familiares para celebrar?
Pedro Henry no me deja contestar.
—Deberíamos haberlo hecho en Las Vegas cuando estuvimos allí.
Su madre gira alrededor de él.
—Te hubiera matado si lo hubierais hecho. Quiero ver a mi hijo casarse.
—Lo sé, mamá. —Se está riendo mientras la codea. Me encanta su relación, no es como nada que he visto antes—. Estaba bromeando. Y la cena está bien para mí si está bien para Paula.
No tengo ninguna objeción.
—Por supuesto que está bien. Tengo que empezar a conocer a tus amigos y familiares.
—¿Podemos ir de compras por tu vestido mañana? —pregunta Emma—. Realmente no se puede planificar nada hasta que no lo tengas debido a que todo gira en torno a su estilo.
Estoy segura de que opciones de vestidos en Wagga Wagga serán limitadas, e ir de compras en Sydney suena divertido.
—Claro. Me encantaría. —Siempre he pensado que comprar el vestido de boda sería algo que haría con mi mamá, pero con toda sinceridad, creo que estaría más decepcionada si mi futura suegra no viniera para ayudarme a tomar mi decisión—. ¿Vendrás con nosotras, Margarita? Realmente me encantaría que me ayudaras a elegir.
—Por supuesto. No me lo perdería por nada del mundo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)