miércoles, 8 de junio de 2016

CAPITULO 152





El auto se detiene sólo unos minutos antes de que la cálida mano de Pedro Henry apriete suavemente la mía. 


Reconozco el sonido de la puerta del auto abriéndose. 


Supongo que probablemente el conductor está esperando a que salgamos.


—¿Puedes ver algo a través de la venda en tus ojos?


Es cierto. Mi esposo me ha vendado los ojos en el auto, no en el dormitorio.


—No. Nada. —Y no puedo. Todo lo que veo es oscuridad total y es desorientador. Pero no tanto como lo que estamos haciendo ahora. Se está volviendo cada vez más evidente que no estamos en un hotel. Esto es algo completamente diferente.


Lo siento deslizarse en el asiento lejos de mí, mientras tira de mi mano.


—Por aquí, amor.


Salgo del auto y escucho las olas en la distancia mientras respiro el aire salado. Estamos en la playa y estoy confundida. No entiendo por qué me traería aquí directamente desde el aeropuerto en lugar de registrarnos en nuestra habitación para que pudiéramos tomar una ducha caliente después de nuestro largo vuelo. Es demasiado temprano para nadar. Y llevo un vestido de verano, no un traje de baño.


Estos son los pensamientos de una esposa gruñona, así que me apresuro a desecharlos. ¿De qué tengo que quejarme? Estoy casada con el hombre de mis sueños y me trata como una reina. Podría irme mucho, mucho peor.


—Camina por aquí. —Doy un par de pequeños pasos en la dirección en la que me está jalando. No puedo ver, pero se siente como si estuviera caminando hacia atrás mientras me
sostiene con ambas manos—. No tengas miedo, P. No te dejaré caer. Nunca.


No dudo de él ni por un momento.


—Confío en que no lo harás, pero tengo un instinto innato diciéndome que caeré así que es difícil de ignorarlo.


—No falta mucho.


No es arena sobre la que estoy caminando. Se siente firme, como concreto o asfalto, pero doy otros veinte pasos más antes de detenernos.


—Voy a quitarte la venda, pero quiero que mantengas los ojos cerrados hasta que te diga que los abras.


—Está bien.


Me quita la venda y el sol brilla directamente sobre mi rostro. 


Siento su calor contra mi piel y veo su brillo al otro lado de mis párpados cerrados.


—Puedes abrirlos.


La brisa del océano sopla un mechón de cabello sobre mi rostro y se extiende sobre uno de mis ojos. Sacudo la cabeza para hacer que mi cabello caiga sobre uno de los hombros.


Cuando me enderezo, miro delante de mí y veo una magnífica casa frente al mar.


Espero que él diga algo —que me dé una idea de lo que estamos haciendo aquí— pero no lo hace.


—¿Es aquí dónde nos vamos a quedar?


—Sí. —Está radiante, pareciendo tan orgulloso de sí mismo. Tal vez está complacido de que me haya gastado una broma, porque lo ha hecho. Esperaba completamente una suite nupcial en uno de los mejores hoteles de Maui, pero esto es mucho mejor—. ¿Te gusta?


Ahora soy yo la que está sonriendo como el gato de Cheshire porque sé que esto significa que no vamos a tener que permanecer en silencio. Podemos perder el control, sin temor a ser escuchados por otros.


—¿Estás bromeando? Es impresionante. ¿A quién no le gustaría? —Envuelvo mis brazos alrededor de él y aprieto su cintura—. Esto va a ser mucho mejor que un hotel.


—Es esta, la casa de la que te hablé. Mi casa vacacional de cuando era niño.


Oh Dios. No puedo creer que me trajera al lugar que consideraba como su segundo hogar mientras crecía.


—Oh, Pedro Henry.


—No era posible venir a Maui con mi esposa y no quedarnos aquí.


Había estado demasiado limitado en tiempo cuando planeamos nuestra luna de miel. No puedo creer que un lugar como este estuviera desocupado.


—Entonces somos increíblemente afortunados de que estuviera disponible para rentar en un plazo tan breve.


Sonríe antes de darme la vuelta, así que estoy de frente a la casa. Detrás de mí, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y me acerca hacia él, su boca junto a mi oído.


—Soy el dueño de ella, P. La compré para ti. Es tu regalo de bodas. —Vuelvo mi cara hacia él y su barba incipiente me roza—. Quiero pasar el resto de nuestras vidas haciendo felices recuerdos aquí contigo y con nuestros hijos.


Oh Dios. El mejor. Esposo. Por. Siempre.



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