miércoles, 8 de junio de 2016

CAPITULO 149




Estamos en el aire en el avión privado que reservé para Hawai. Paula no tiene idea de hacia dónde vamos, pero la voy a llevar a nuestra recién adquirida finca privada en la playa de Maui. Es uno de mis regalos de boda para ella, y sé que le va a encantar. Pero no tanto como el estudio de música que el arquitecto está en proceso de planificar para ella. La música siempre será una parte de su vida, y no voy a tenerla renunciando a ella porque piense que es la única manera de que podamos estar juntos.


—Gracias de nuevo por traer a los chicos para tocar en la recepción. Fue una maravillosa sorpresa, casi tan buena como Margarita sorprendiéndome con mi familia.


—De nada, amor. —Llevo su mano a mis labios. Parece que no puedo dejar de besarla desde que nos convertimos oficialmente en marido y mujer—. Yo no sabía que tus padres y abuelos venían, y quería que tuvieras a alguien allí que consideras familia.


Se lleva nuestras manos entrelazadas a la boca.


—Eres el mejor. No podría pedir más, a menos que te sientas con ganas de decirme a dónde vamos.


—Nop... sólo que tenemos casi once horas de vuelo por delante. —Todavía estamos abrochados en nuestros asientos desde el despegue, pero pongo la mano en su rodilla y comienzo a deslizarla por su pierna—. ¿Qué vamos a hacer con todo este tiempo que tenemos en nuestras manos?


Ella empuja mi mano por su pierna.


—¡Pedro Henry! Realmente no tienes vergüenza, ¿verdad?


—¿De verdad tuvo alguna vez la impresión de que lo hacía, Sra. Alfonso?


—Apenas hemos despegado de la tierra y los asistentes de vuelo podrían entrar aquí en cualquier momento.


El capitán anuncia por encima de nuestras cabezas que tenemos la libertad de movernos por la cabina. Meneo mis cejas hacia mi esposa.


—Eso significa que podemos llevar esto a la habitación.


Los asistentes de vuelo entran en la cabina pero los detengo en seco.


—Pueden dejar la comida y el champán. Nos serviremos nosotros mismos y llamaremos si necesitamos algo.


—Sí, señor —dicen al unísono antes de salir de la cabina.


—Bueno, vas a hacer de esta la tarea más fácil que han tenido.


Si no los veo de nuevo, por mí está más que bien.


—Eso funciona para mí.


Estoy fuera de mi asiento y sacándola del suyo.


—Vamos, P. Vamos a consumar este matrimonio en el cielo así que será algo que nunca olvidaremos.


Ella se levanta de su asiento.


—Eres algo más.


—Creo que me has dicho eso antes.


Se detiene en la puerta y pone su dedo contra mi pecho.


—¿Puedo tener al menos un minuto para alistarme?


—¿Así puedes ponerte algo especial para mí?


—Sí. Y hacerme cargo del asunto de los anticonceptivos antes de que tengas la oportunidad de negarlo dado que has demostrado ser un reincidente.


Me inclino y beso su cuello.


—Me conoces tan bien, esposa.


Ella me aleja mientras desliza la puerta para abrirla.


—Sí, lo hago, esposo. No tardaré mucho.


—Estaré allí en dos minutos.


—Eso sólo me da tiempo para salir de este vestido.


—Suena perfecto para mí. —Me encanta burlarme de ella.


—No. Entrarás cuando te diga que estoy lista, y ni un minuto antes. —Sonríe antes de inclinarse hacia adelante y darme un beso rápido—. Eres lindo cuando haces pucheros.


Meto la cabeza entre la puerta antes de que ella la cierre.


—Apúrate. Estoy ansioso por hacerte mi esposa en todos los sentidos.


Ella pone su mano sobre mi pecho y me empuja hacia atrás.


—Apacigua tu caballo.


—No puedo evitarlo. Mi caballo está tratando de salir de la granja. Él quiere jugar con su yegua.


Ella se inclina y con su mano tienta la entrepierna de mis pantalones.


—¡Abajo, muchacho! Eso no fomenta que se relaje el muchacho..


Doy un paso hacia el interior y la alcanzo para golpearla en el culo.


—No escuchaste bien, ¡date prisa!


—Está bien. Está bien.


Casi tiene la puerta cerrada cuando recuerdo que no hicimos un plan acerca de cómo voy a saber cuándo estés lista.


—¡Hey! ¿Cómo voy a saber cuándo quieres que entre?


—Te llamaré cuando esté lista.


Ese plan tiene todo tipo de agujeros.


—¿Qué pasa si no te oigo?


—¿Crees que es necesario hacer un plan B? ¿En serio?


—Sí. No puedo sentarme tranquilamente a menos que sepa que estoy seguro cuando es el momento de entrar.


Ella niega con la cabeza.


—Por Dios. Voy a abrir la puerta si no me escuchas. No voy a dejarte sentado aquí por diez horas si no vienes cuando te llame. Promesa.


Pego con mi mano sobre la puerta y gruño:
—Apúrate. Por favor. —Al momento que ella cierra la puerta. No puedo evitarlo.


Nunca he estado más listo para tenerla.


Pasa un minuto y se siente como una eternidad. Estoy viendo el tiempo en mi teléfono y juro que los números nunca se han movido tan lentamente. Vamos por doce minutos, y estoy inquieto, así que me levanto y camino porque sé que va a llamar en cualquier momento.


Catorce ya casi quince minutos, y finalmente escucho su voz


—Sr. Alfonso.. venga a buscarme.


¡Mierda! Eso llevó bastante tiempo, pero sé que va a hacer que valga la pena la espera.


Abro la puerta y ella se estira en su lado de la cama. Ella lleva lencería blanca satinada de novia y copas de encaje ocultan sus pechos, transparentes velos de tela cubren su estómago, pero aún puedo ver sus próximas-a-nada bragas debajo.


Levanta las rodillas y gira alrededor para mostrarme su espalda, una correa con un gran lazo de satén en la parte superior. Ella zarandea su trasero hacia atrás y adelante, haciendo que los lazos oscilen, mira por encima del hombro hacia mí.


—¿Te gusta?


—Joder, ¡no! ¡Me encanta! —Cierro la puerta tras de mí y cruzo la habitación hacia la cama. Se da la vuelta y me alcanza en el borde. Sostengo su cara entre mis manos y la beso suave y lentamente, porque estoy a punto de hacer algo que nunca he hecho antes, hacer el amor con mi esposa. —Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida. No sé cómo tengo la suerte de llamarte mía, Señora Alfonso.


—Me encanta escuchar que me llames así.


—Bien, porque vas a escucharlo mucho. —Beso un lado de su cara—. Voy a decirlo todos los días. —Me acerco a su cuello—. Y tú vas a escucharlo todas las noches.


—¿Me lo prometes?


—Lo juro.


Examino el lazo entre sus pechos.


—¿Qué pasa si le doy un pequeño tirón a esto?


—No lo sé. Tal vez deberías averiguarlo.


Agarro el lazo entre mis dedos y tiro hasta que se desata y la parte delantera de su ropa interior cae abierta.


—Oops. Acabo de hacer que la ropa de mi esposa se caiga.


—Sí, y pensaste que tomaría tequila para hacer eso —dice riendo.


—No, señora Alfonso. Nunca pensaría que el tequila es necesario para eso.


Pone sus manos en las caderas.


— ¿Estás diciendo que soy fácil? —se ríe.


— No. Estoy diciendo que seas siempre mi seguridad.


Empujo las correas de los hombros y la parte superior cae en la cama. Acuno sus pechos en mis manos y froto sus pezones con los pulgares.


—Yo quería hacer esto tan endemoniadamente hoy cuando vi la manera en que éstos se veían en su vestido de novia. Era una tortura no tocarte. Luego en la recepción en la bodega de vinos... todo lo que podía hacer era pensar en ponerte arriba en la mesa y meter mi cabeza buceando por primera vez bajo tu vestido.


Ella frota su pulgar sobre mi labio inferior.


—Tú y esa boca tuya.


— Amas las cosas que salen de ella.


Bajo mi boca y tomo su pezón entre mis dientes y paso la lengua por la punta.


—Sí, pero me gusta cuando las cosas van dentro de ella y contra ella también.


Le doy una dura chupada y rompo la succión con un fuerte chasquido.


—Sra. Alfonso. Está muy decidida esta noche.


Comienza con el primer botón de la camisa y trabaja a su manera para quitarla.


—No has visto todavía cuan decidida. Pero estás a punto de.


—Mmm... Por mucho que me encanta su lado decidido, estaba esperando que nuestra primera vez como marido y mujer pudiera ser algo un poco más lento. Y más dulce. Hemos hecho casi todo lo del libro, y quiero que esta noche sea diferente. Quiero hacerle el amor a mi esposa.


Frena sus dedos de mis botones.


—Todo lo que quieras. —Cuando se desata el último, saca mi camisa de los hombros y cae al suelo. Pone sus manos en mi pecho y frota con ellas mis pezones, se endureciéndolos—. Eres hermoso. Espero que nuestros hijos se parezcan a ti.


—Y yo espero que tengan los ojos café-dorados como los de su madre. —La acerco más y presiono mi frente contra la de ella—. Quiero decir cada palabra de mis votos. Todo lo que he sido, soy o seré, me entrego todo a ti.


—Estás entregando todo para mí, y no puedo pensar en nada más hermoso que eso. Alguna vez pensé en ti como mi belleza del dolor, cuando pensaba que nunca volvería a verte, pero tú eres algo totalmente diferente. Eres mi belleza de rendición, porque eso es lo que estás haciendo, renunciar a la persona que una vez fuiste a entregarte a mí de todo corazón. Y yo te amo mucho por ello. No podía pensar en un mejor regalo para darle a tú novia.


Beso su boca lentamente. Es verdad, soy un hombre diferente debido a lo mucho que amo a esta mujer. Ella es mi todo y eso es lo que planeo darle, todo lo que su corazón desea. Todo lo que tiene que hacer es querer algo y lo convertiré en realidad para ella. He planeado tantas cosas maravillosas para nuestro futuro juntos, y esto es sólo el principio, hoy es el comienzo de nuestro felices para siempre.







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