miércoles, 8 de junio de 2016

CAPITULO 148





Estoy esperando a mi novia en el corazón de Avalon bajo un dosel de vides cubierto con rosas blancas y tela blanca transparente. Cuando el carruaje se detiene, puedo ver fácilmente a Jake y a Aldana, pero Paula está oculta
a la vista detrás de su padre. Él se baja del carruaje para ayudar a Aldana y es ahí cuando consigo mi primer vistazo de ella.


Ella es tan hermosa, que me quita el aliento.


Siempre he escuchado a la gente decir eso, pero literalmente sucede. Ella es la prueba de ello. Mi pecho está pesado como si algo estuviese yaciendo sobre él. Inhalo profundamente porque estoy tan corto de aliento. Mi corazón está acelerado y mis palmas están hormigueando. Cierro y abro los puños porque se sienten tan extrañas.


—No trabes tus rodillas, hermano —susurra Ernesto en mi oído.


—¿Qué?


Se inclina.


—Veo lo que estás haciendo con tus manos. Están hormigueando porque estás a punto de desmayarte. Destraba las rodillas.


—Oh.


Hago lo que Ernesto dice y cambio mi peso de un lado a otro.


—Ahora que parece que estás haciendo el baile del pipí de Celia.


—Cierra la jodida boca. —Me volteo para ver al ministro porque sé que me escuchó—. Lo siento.


Se encoge de hombros mientras niega con la cabeza. 


Genial. Él piensa que está a punto de casar a esta hermosa mujer con un salvaje.


La música comienza y Aldana es la primera en caminar por el pasillo cubierto de pétalos de rosa. Celia es la siguiente y salta por el pasillo, haciendo un juego el lanzar pétalos en el camino. Luego sale disparada para sentarse en el regazo de
Emma en lugar de tomar su lugar al lado de Aldana.


Nuestros invitados se levantan cuando comienza el coro nupcial. Veo a Jake y a Paula en el otro extremo del camino. Su brazo está enlazado a través del de su padre y comienzan su caminata hacia nosotros. No tenía idea de cómo lucía su vestido o cómo iba a llevar el cabello, pero todo en ella es perfecto. No le cambiaría nada.


Una vez que la música se detiene, el ministro dice demasiadas palabras y luego Jake finalmente me entrega a Paula. Ella le pasa su ramo de rosas blancas a Aldana y tomo sus manos entre las mías. Lentamente froto los pulgares hacia atrás y hacia adelante sobre la parte superior de sus manos mientras el ministro habla. No tengo ni idea de lo que está diciendo, porque sólo quiero llegar a la parte en la que dice: “Ahora les presento, al señor y la señora de Pedro Henry Alfonso.”

Ella aprieta mis manos como mi señal, porque es hora de que diga mis votos.


Decidimos escribir los nuestros porque nada en nosotros ha sido tradicional hasta ahora, ¿por qué habríamos de empezar ahora?


Miro a sus ojos color caramelo.


—Hoy pongo a tus pies al hombre que he sido de modo que pueda convertirme en el hombre que necesitas que sea: tu esposo. Tu amante. Tu mejor amigo. Un padre para nuestros hijos. Prometo amarte y respetarte, cuidarte y protegerte,
consolarte y animarte, y quedarme contigo por toda la eternidad. Te entrego todo de mí en este día y cada uno de aquí en adelante. —Las lágrimas se forman en sus ojos cuando hablo; las atrapo con el pulgar antes de que rueden por sus mejillas.


Luego el ministro le pide a Paula que recite sus votos y estoy sorprendido de ver a Chloe aparecer con la Martin de P. Ella la toma de mi hermana y mira mi rostro mientras inhala profundamente y exhala lentamente. Toma un momento
antes de que me dé cuenta de lo que está pasando aquí: ella va a cantarme sus votos.


—Te tomo para que seas mi mejor amigo, mi amante, mi esposo y el padre de nuestros hijos. Conservaré nuestra unión y te amaré cada día más de lo que lo hacía el día anterior. Confiaré en ti y te respetaré, reiré contigo y lloraré contigo, amándote fielmente en las buenas y en las malas, sin importar los obstáculos que podamos enfrentar juntos. Te doy mi mano, mi corazón y mi amor de ahora en adelante, por tanto tiempo como ambos vivamos. Siempre serás cada canción que cante.


—Eso fue hermoso, P... y tan inesperado.


Intercambiamos anillos y el ministro sigue divagando por demasiado tiempo mientras ansiosamente espero escucharlo decir que puedo besar a mi novia.


Cuando finalmente lo hace, hago exactamente lo que Paula me advirtió que no hiciera. La inclino hacia atrás y la besuqueo con todo lo que tengo.


Cuando la halo hacia arriba, espero ser castigado pero todo lo que ella tiene para mí es una gran y hermosa sonrisa. Y luego viene mi parte favorita.


—Ahora les presento, al señor y la señora de Pedro Henry Alfonso


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