jueves, 9 de junio de 2016
CAPITULO 153
Una vez pensé que no quería una esposa e hijos, pero era porque no había conocido a la persona adecuada. Todo es diferente ahora: estoy casado con la mujer perfecta y no puedo esperar hasta que se convierta en la madre de mis hijos.
Me alegra que P me preguntara por qué estaba ansioso por comenzar nuestra familia. No estoy seguro de si alguna vez habría sido lo suficientemente valiente como para ofrecer esa información. Miedo. No es algo que a un hombre le guste admitir, pero esa es la belleza de mi relación con P.
Puedo contarle cualquier cosa.
Se da la vuelta en mis brazos y me besa entre palabras.
—Tú. Eres. Increíble.
—Me alegra que pienses así, ya que parece que estarás atrapada conmigo por el resto de nuestras vidas.
—Felizmente atrapada por elección. Hay una gran diferencia.
Miro el sol danzar en su rostro mientras las hojas de la palmera encima de nosotros se mueve con la brisa. Un mechón más corto de cabello en su sien ha escapado de su agarre y lo meto detrás de su oreja.
—¿Eres realmente feliz?
—No es posible para mí ser más feliz de lo que lo soy en este momento.
Agarro su rostro y miro a sus ojos marrón dorado. Veo su sinceridad y sé que sus palabras son ciertas. No se casó conmigo por ningún otro motivo salvo su amor por mí, así que Paula Chiara Chaves Alfonso es una mujer para ser atesorada.
—Para mí tampoco.
Me inclino para recogerla del suelo y chilla.
—Creo que es hora de que cargue a mi esposa a través del umbral. Quiero que veas el resto de la casa.
Doy vuelta a la perilla y empujo suavemente la puerta con el pie. P es como una niña con los ojos muy abiertos. La vuelvo a poner de pie y su cabeza oscila lentamente mientras asimila todo.
La planta es abierta de modo que es capaz de ver la sala de estar junto con la cocina y el comedor. No dice nada y no puedo decir si le gusta o no.
—¿Qué estás pensando?
—Cuánto te amo —dice, impulsándose hacia mis brazos para darme un beso—. Te preocupas por mí —dice contra mi boca—. Nunca antes alguien había hecho eso.
Es una pena. Debería haber sido cuidada por padres amorosos. Pero no lo fue, y eso la ha moldeado en la persona que es hoy. No sé cómo no está totalmente dañada pero es todo lo contrario: la persona más fuerte que conozco. Me pregunto quién habría sido si la hubiesen tratado de la forma en que deberían haberlo hecho.
Le doy un rápido beso y tomo su mano.
—Ven. Quiero mostrarte el resto.
Comienzo con las cinco habitaciones más pequeñas y me abro camino hacia la suite principal. Le pido que cierre los ojos. Se los cubro con una mano y uso la otra para llevarla
hasta el centro de la habitación. Me gusta este juego adulto de “donde está el bebé”.
—Sin mirar a hurtadillas.
—No lo estoy haciendo. Y no tengo visión de rayos X, así que no puedo ver a través de la carne y el hueso.
—Es cierto. —Quito mi mano una vez que está frente a la cama—. Está bien. Abre los ojos.
Jadea suavemente mientras le echa un vistazo a la habitación: nuestra suite principal recientemente remodelada.
—Sólo fui capaz de tener esta y otra habitación remodelada ya que la compra fue tan apresurada. ¿Te gusta?
—Me encanta. No podrías haber elegido algo más perfecto. —Se da la vuelta en mis brazos y desliza sus manos hasta mis hombros—. O más sexy.
Esta también es la primera vez que la veo y estoy satisfecho con los resultados, aunque es muy diferente a nuestra habitación en Avalon. Esta es mucho más femenina, aunque no castrante.
Es más clara. Las paredes son de color beige pálido, casi blanco. Va a reflejar el sol de la mañana incluso con las cortinas cerradas, así que dudo que aquí habrá mucho de eso de dormir hasta tarde. No me importa porque soy un madrugador, pero podría ser un problema para P. Ella ama su hora de dormir.
Hay telas y tapicería por todas partes. Dominan los tonos coordinados de azul claro, beige y crema; un montón de velas esperan para ser encendidas. Huele divino, muy parecido a la grosella que P tanto ama. No tengo que esforzarme mucho para imaginar cómo lucirá esta suite iluminada esta noche o lo hermosa que se verá P iluminada por la luz de las velas.
Estoy tan contento de que lo apruebe.
—Creo que la diseñadora hizo un gran trabajo. Le di el control total. El único requisito era que lo hiciera romántico.
—Misión cumplida. —P camina hacia la cama y pasa la mano por el poste. Me pregunto si piensa que hice una petición especial para eso. No lo hice, pero tengo que admitir que es una sorpresa muy agradable—. Esto es absolutamente increíble. Me dan ganas de quedarme en la cama todo el día… contigo.
—Entonces creo que le debo una bonificación a la Srta. Rutledge por un trabajo bien hecho. —Tomo su mano y la llevo hacia la pequeña sala de estar ocupada actualmente por una tumbona con una mesa auxiliar. No es un área enorme, pero bastará para lo que tengo en mente—. Estaba pensando que esto sería perfecto para el cuarto del bebé. No es grande, pero creo que cabría una cuna y un cambiador. Tal vez una mecedora en la esquina.
Está callada mientras mira alrededor de la habitación y me temo que pude haberla presionado mucho, demasiado pronto. Esa no es mi intención en absoluto. No tengo intención de presionarla. Sólo ha pasado una hora desde nuestra conversación —y me dijo que pensaría sobre tratar de tener un bebé— así que necesito retroceder antes de enfadarla.
—Lo siento. No pensé en cómo sonaba eso hasta que me escuché diciéndolo. —La atraigo a mis brazos y beso la parte superior de su cabeza—. Estoy seguro de que te he bombardeado con lo de la charla de buscar un bebé, pero te prometo que no estoy ignorando tu necesidad de pensar en ello.
—Está bien. Estás siendo honesto conmigo acerca de lo que quieres y el por qué. Nunca podría estar molesta contigo por anhelar formar una familia conmigo. —Se retuerce en mis brazos, así que estamos uno frente al otro—. La parte de buscar un bebé no me asusta. Hemos tenido un montón de diversión practicando, pero me preocupa la parte del después. Hemos tenido tan poco tiempo juntos.
Una hora no es ni de cerca el tiempo suficiente. Necesita mucho más tiempo para resolver esto.
—Creo que es una buena idea poner la charla del bebé en un segundo plano por ahora.
—De acuerdo.
Beso un lado de su rostro.
—Tengo algo más que mostrarte.
Caminamos por el pasillo hacia la otra habitación remodelada.
—Esta es una casa vacacional y a menudo alberga dos familias, por lo que tiene dos suites principales.
—¿Otra escapada romántica?
Me río por dentro.
—No exactamente. —Agarro la perilla—. Cierra los ojos.
—Esto se está convirtiendo en un hábito para ti. —Hace lo que le digo, así que abro la puerta y la llevo a la segunda suite principal—. Puedes abrir los ojos.
Sus ojos están muy abiertos mientras evalúa su entorno.
Paredes con espejos. Luces de techo. Un escenario. Un tubo.
Está sonriendo, así que lo tomo como una buena señal.
Camina por las escaleras hacia el escenario y pasa la mano por el metal dorado.
—Vaya. Esta sala es un poco presuntuosa de su parte, Sr. Alfonso. Uno podría suponer que tiene una obsesión con las bailarinas de tubo.
No tiene ni idea.
Me uno a ella en el escenario y pongo mis manos en sus caderas, empujándola hacia atrás hasta que está apretada contra el metal que se extiende desde el suelo hasta el techo.
—Tengo una obsesión con una.
Alcanza el botón de mis vaqueros y lo suelta. Mira hacia abajo —y yo también— para ver sus hábiles dedos bajar la cremallera de mis pantalones. Luego sus manos se encuentran dentro de la cinturilla de mis calzoncillos, empujándolos hacia abajo.
—Puede que tenga mi propia obsesión. —Y como una escena digna de la fantasía sexual de cualquier hombre, P cae de rodillas ante mí.
Oh Dios. Mi esposa es tan ardientemente sexy. ¿Cómo conseguí ser tan afortunado?
Me mira desde su posición de rodillas, de la misma manera que lo ha hecho en innumerables ocasiones, y no podría ser más sexy. Hasta que veo su lengua recorrerme desde la base hasta la punta. Quiero cerrar los ojos y perderme por completo, pero no puedo dejar de ver su boca sobre mí. Es tan jodidamente caliente.
Pasa por una serie de movimientos. Rápido. Lento. Suave. Duro. No puedo predecir lo que vendrá después y joder, eso me encanta.
Está en eso no más de un minuto y estoy casi listo para correrme porque es demasiado condenadamente buena en esto, pero en su boca no es donde quiero correrme. Toco la parte superior de su cabeza.
—Para, P.
Lo hace y ayudo a mi esposa a levantarse. Mis manos van a pescar bajo su vestido donde agarro sus bragas casi inexistentes y las arrastro por sus piernas. Sale de ellas un pie a la vez y patea los dos triángulos de encaje blanco a un lado. Se quita su cárdigan y se saca el vestido por la cabeza antes de arrojarlo por el escenario. Se queda vestida sólo con su sujetador y sus tacones, aunque no por mucho tiempo. El sujetador se va, pero no los tacones. Esos se quedan.
Doy un paso atrás y contemplo la hermosa vista de mi novia.
Paula es absolutamente la mujer más hermosa que he visto en mi vida. No puedo creer que tenga la oportunidad de
llamarla mía para siempre. Soy un hombre afortunado.
Me da un movimiento de “ven acá” con el dedo y obedezco.
No tengo otra opción porque soy suyo para hacer lo que le plazca. Esta mujer me posee por completo.
—Dentro de mí. Ahora.
Estira las manos por encima de la cabeza y agarra el tubo con fuerza. Levanta la parte inferior de su cuerpo para envolver sus piernas alrededor de mí y entiendo la posición que tiene en mente. Mi chica es fuerte. La mayoría de las mujeres no poseen la fuerza física que se necesita para hacer las cosas que ella es capaz de hacer en un tubo.
—Esto es nuevo. Me gusta.
Libera a una mano y hala mi rostro al suyo para un beso urgente, y de nuevo soy consciente de la fuerza física que posee.
—Te equivocas. Te va a encantar —susurra mientras se hunde, empujándome profundamente dentro de ella.
Gimo de placer y agarro su trasero de modo que pueda moverme con ella en un ritmo perfecto. Empujo con fuerza y ella me iguala. Mi chica me hace jodidamente orgulloso pero esto no dura ni de cerca todo el tiempo que me gustaría. Me llevó cerca del límite utilizando su boca así que estoy adelantado a ella. Sé que lo estoy. Me dio una enorme ventaja inicial por lo que reduzco la velocidad... no voy a cruzar la línea de meta sin ella.
Llevo mis dedos alrededor de su punto más sensible. Lo froto sin ningún orden en particular, de la forma en que lo hizo ella cuando me dio sexo oral. Rápido. Lento. Suave.
Duro. Y cuando su respiración se acelera sé que está cerca.
Y entonces se acabó para mí ya que exploto en su interior.
—Te. Amo.P.
Estoy enterrado profundamente dentro de ella y no tiene respuesta para mí, pero sé por qué. Siento la ondulación de su cuerpo apretando alrededor de mi polla y sé que está
demasiado preocupada con su propio clímax para responder.
Cuando termina para ella, suelta el tubo y envuelve ambos brazos alrededor de mis hombros.
—También te amo —dice, besando mi boca. Se aferra con fuerza, temblando. Estoy suponiendo que es el uso excesivo de sus músculos ya que no ha tenido un entrenamiento
como ese en un tiempo—. Creo que estoy un poquito fuera de práctica. Estaré sintiendo los resultados de ese pequeño truco toda la semana.
No quiero que esté dolorida en nuestra luna de miel. Hay demasiado que quiero hacer con ella.
—Deberías tomar un baño en la bañera. Te ayudará a relajar los músculos y luego te daré un masaje cuando salgas.
Me mira con adoración y se estira de puntillas para acariciar mi nariz. No es lo suficientemente alta así que me inclino hacia abajo y la encuentro a mitad de camino.
—Mmm. Estaba en lo cierto. Definitivamente eres el mejor esposo de la historia.
—Sólo estoy empezando, nena. No has visto nada todavía.
La cargo al baño —no porque no me fíe de sus piernas— sino porque quiero hacerlo. La bajo y hago que se siente en el taburete del tocador. Se ríe y dice que estoy siendo ridículo, pero no me importa. Nunca puedo exagerar cuando se trata de su comodidad.
Abro el agua y la habitación se convierte rápidamente en un sauna.
—Revisa el agua para asegurarte de que no esté demasiado caliente para ti.
Se levanta y se acerca a la bañera para sumergir los dedos bajo el chorro.
—Perfecto. —Se quita sus tacones, que consiguieron permanecer en su sitio durante el transporte hasta aquí, y al instante es al menos ocho centímetros más baja—. ¿Te bañarás conmigo? No fui la única esforzando mi cuerpo.
Había planeado chequear los viñedos mientras ella se bañaba, pero ¿cómo podría rechazar una invitación así?
—Por supuesto, pero déjame enjabonarte y echarte champú primero.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario