miércoles, 15 de junio de 2016

CAPITULO 172





Solo han pasado unas semanas desde que estuvimos en Sydney para celebrar el cumpleaños de Pedro Henry, pero ahora es tiempo de regresar a lo de mis suegros por el mío, a pesar de que mi cumpleaños sea en unos días más. La mejor parte es que me he escapado del asunto de cocinar esta vez, y Chloe, la chef profesional, va a preparar la comida. 


¿Otra ventaja?


Margarita está cocinando el pastel de mi elección. Chocolate —sí, dulce niño Jesús— definitivamente chocolate. Podría hacerme adicta fácilmente.


Termino de empacar temprano y salgo hacia la oficina de Pedro Henry para ver cuánto tiempo estará allí. Me gustaría llegar temprano a casa de Henry y Margarita, así puedo hablar con Chloe cara a cara ya que estoy segura de que invitará a Benjamin esta noche. Me gustaría que vaya más suave esta vez.


Pedro Henry no le gusta para nada el asunto de Benja y no creo que le vaya a gustar pronto.


Aún lo odia por pretender lo que consideraba suyo. 


Demasiado mal que fallara en informarme que le pertenecía. Eso nos habría evitado un montón de dolor y tiempo separados, pero sé muy dentro de mi corazón que todo pasa por una razón.


Toco la puerta medio abierta de Pedro Henry.


—Oye, guapo. Quería ver cuánto tiempo demorarás. —Me detengo en seco cuando veo a la morena de piernas largas en una corta falda estirándose por encima su escritorio, hacia él. Su blusa tiene un corte bajo bastante pronunciado, medio espero que un pezón escape si se estira más.


Él parece inconsciente de lo que ella está haciendo —por supuesto que lo haría conmigo de pie justo aquí— pero ¿cómo puede estarlo? Es tan descaradamente obvio que está tratando de hacerle notar su gran delantera. Demonios, son tan lindos que captan mi atención.


—Esta es Bianca, la interna que contraté por el semestre. —Lo recuerdo diciendo que tomaría una practicante, pero nunca mencionó que fuera mujer y estoy malditamente segura de que no me dijo que era caliente—. Esta es mi esposa, Paula.


Sonrío y ofrezco mi mano.


—Es un placer.


—He oído mucho de usted. —Hmm… gracioso. Yo no he oído ni una sola palabra de ella.


—Espero que todo bueno.


—Absolutamente.


—Estoy terminando, nena. —Pedro Henry usa un bolígrafo rojo para encerrar un área en el mapa que están mirando—. Esta sección entera necesita ser explorada en busca de moho. He visto algunas áreas sospechosas y es imperativo ir allí pronto. Estarás buscando puntos amarillos aceitosos en las hojas. Las infectadas están por lo general en la parte externa del dosel pero no siempre. También puedes encontrarlos en lo alto.


Entiendo muy poco de lo que acaba de decir, pero ella lo hace. Está hablando el lenguaje del viñedo, y lo entiende perfectamente.


—Lo entiendo, Pedro. —¿Lo llama Pedro? No me gusta eso. Con excepción de la Sra. Porcelli, todos sus empleados lo llaman Sr. Alfonso. Esta mujer ni siquiera es un empleado remunerado; es una practicante.


—He terminado aquí si estás lista para irnos.


Oh chico, siempre lo estoy.


No llevamos ni quince minutos de camino cuando no puedo aguantar más. Tengo que preguntar.


—No habías mencionado a Bianca. ¿Cuándo vino a trabajar para ti?


—Diciembre.


Oh, demonios. ¿Ha estado trabajando con esta mujer por dos meses y no la ha mencionado ni una vez? ¿Qué importa?


—¿Por qué no la he visto hasta hoy?


—Está rotando en los viñedos. Esta es su primera semana en Avalon.


¿Una hermosa mujer ha estado vagando por mi hogar-viñedo por una semana y no lo sabía? ¿Qué clase de esposa idiota no se da cuenta de ello?


—Encuentro un poco extraño que esté vestida con una falda corta y una blusa de corte bajo para un trabajo de practicante. ¿No sería eso un poco inapropiado para vestir?


—Estaba vestida así porque tuvo una cita en la ciudad esta mañana. No irá por allí vistiendo así. —Me mira y entonces vuelve a mirar el camino—. ¿A dónde estás yendo con
esto, P?


Recuerdo la forma en que sus pechos estaban puestos frente a su rostro.


—Parecía como si estuviera intentando amamantarte cuando entré en tu oficina.


—Estás siendo ridícula. He conocido a esa chica desde que era una niña. Es la nieta del Sr. Brees. Lo recuerdas, ¿cierto? Uno de mis mejores clientes que nos dio boletos para Madama Butterfly. Aceptarla como practicante es un favor para él.


Está equivocado. Esa niña ha crecido y, aparte del vestuario, vi algo en la forma que maniobraba el cuerpo a su alrededor. 


Quería que él la deseara. Lo sé porque una mujer tiene el don de la intuición y el mío estaba gritándome, Ten cuidado con esta mujer, Paula. Quiere a tu esposo.


Él no lo ve, o quizás simplemente se niega a admitírmelo, pero mi radar está en máxima alerta. No quitaré mis ojos de ella en ningún momento.


—Por supuesto que recuerdo quién es el Sr. Brees. Es responsable de mi primer orgasmo en una ópera.


—¿En serio, P? ¿Le estás dado a Randall Brees, un hombre que se parece demasiado a un duende de Keebler, crédito por ese orgasmo?


—Sabes lo que quiero decir. Es la razón de que conociera a tu familia. Si no te hubiera enviado esas entradas, no habría estado contigo en Sydney la noche que Henry fue llevado
al hospital. Conocer a los Alfonso puso todo nuestro arreglo en dirección diferente, lo cambió todo. El Sr. Brees no tiene idea, pero bien podría estar detrás de que me convirtiera en tu esposa.


—Wow. Aquí estaba yo pensando todo este tiempo que yo era la razón de que te convirtieras en mi esposa.


Pongo mis ojos en blanco.


—Já já.


—Dejando las bromas de lado. No tienes motivos para preocuparte por Bianca. Sabe que eres mi esposa y no estoy interesado en ella.


Odio lucir como la esposa celosa. No es atractivo para nadie, pero lo elegiría sobre la esposa ingenua y engañada cualquier día.


—Enfriaré mi artillería porque confío en ti, pero dejemos algo en claro. Si hace un movimiento en falso, uno, está fuera.


Toma mi mano y la lleva a su boca para besarla.


—Lo que digas, nena.


Llegamos a casa de Henry y Margarita un par de horas antes de mi fiesta. Pedro Henry se planta en la sala con su papá para verificar el marcador de algún partido en la televisión.


Lo cual me va bien. Quiero hablar con Chloe sobre Benjamin, así que entro en la cocina. Veo mi pastel de chocolate en el mostrador y tengo una increíble urgencia de tomar un tenedor.


—Alguien está mirando ese postre con mucha intención.


—He estado esperando este pastel desde la última vez que estuve aquí. Casi llamé para rogar por uno la semana pasada. Estaba dispuesta a conducir cuatro horas para recogerlo.


—Debiste haberme llamado. Habría hecho uno y te lo habría llevado. —Margarita está sonriendo. Estoy segura de que está asumiendo que tengo este antojo por una razón
especial, pero no es así. Creo que es simplemente un pastel delicioso y no tuve suficiente de él antes.


Puedo decir que Chloe está procesando esta conversación.


—He visto la misma reacción en algunas personas en el restaurante y siempre están embarazadas. ¿Crees que puedas estarlo?


Margarita sabe que estamos tratando, pero no estoy lista para ir allí con el resto de la familia. Y tampoco quiero mentirle a Chloe. Es mi cuñada, y además una buena amiga, pero no quiero decir nada que acarree más preguntas. Me encojo de hombros, intentando aparentar desinterés.


—No que yo sepa. —Camino hacia allí y miro lo que está preparando, y cambio de asunto—. ¿Por cuál te has decidido?


La chica de cumpleaños, o chico, consigue elegir la comida. No se me ocurrió nada que sonara genial, así que le dije a Chloe que eligiera por mí.


—Mi versión de pollo y biscochos. Creí que te gustaría ya que es algo familiar a la cocina sureña.


—Eso suena bien. Necesito un gran vaso de té dulce con eso.


—Hecho. Pedro me dijo que te gustaría eso en vez de vino, así que le di una oportunidad. — Muy bien, Alfonso. Me salvaste de tener que rechazar el alcohol.


Saca una jarra del refrigerador y le pone algo de hielo.


—Prueba esto y dime si está lo suficientemente dulce para ti.


Esta realmente bueno.


—Lo tienes. Sabe justo como el de Nanna.


—Sabe a jarabe para mí, pero Pedro dijo que tenía que estar realmente dulce.


—Me conoce bien.


Margarita deja la cocina diciendo que quiere verificar los resultados del partido. Me da un guiño cuando lo dice, así que estoy segura de que tiene un motivo: para preguntarle a Pedro Henry cómo van los esfuerzos de hacer bebés ya que no puede preguntarme delante de Chloe.


—¿Cómo están las cosas con Benjamin?


—Realmente bien. Sé que Pedro lo odia pero Benjamin me gusta mucho. Me trata bien, más que cualquiera de los otros perdedores con los que he salido últimamente. —Tiene una mirada aturdida en su rostro—. Es loco, Paula. Ha pasado poco más de un mes desde que empezamos a salir pero creo… creo que podría ser el indicado.


Nunca pensé que Benjamin fuera un mal chico. Simplemente se puso un poco celoso cuando Pedro Henry empezó a pasear por allí. Honestamente, creo que le gustaba el reto que Pedro Henry presentaba más de lo que yo le gustaba.


—No es loco del todo. Supe tan pronto empecé a salir con tu hermano que Pedro Henry era el único hombre que siempre amaría.


—Benja es perfecto para mí, a pesar de que nunca creí que querría estar con alguien en el negocio. No son los mejores hombres de familia. —Me mira y arruga la cara—. Lo siento
No quise decirlo de la forma en que sonó. Pedro ha cambiado por ti y nunca estaría ausente como papá.


—Está bien. Se lo que quieres decir… pero probablemente deberías prepararte para que tu hermano cause problemas. No está feliz con su relación.


—No me preocupa. Su aprobación no es un requerimiento para que sea feliz.


—Lo ablandaré.


Chloe viene a darme un abrazo.


—Apreciaría eso. Digo que me no me importa si lo aprueba, pero esa no es la verdad. Quiero que acepte a Benjamin.


—Creo que lo hará, con el tiempo. Todo esto está aún fresco. Se paciente con él.


Pone un pescado a cocerse en el horno, establece el tiempo, y entonces regresa a sentarse conmigo en la barra. Una gran sonrisa se extiende en su rostro.


—Esto no es algo que podría decirle a Aldana, pero he estado muriendo por decírselo a alguien. —Ríe antes de inclinarse hacia adelante y susurrar—: Benjamin es supremamente sexicioso. —Gime—. Mmm… el hombre es malditamente bueno en lo que hace.


Está bien. Así que, no tengo que preguntar si están teniendo sexo, no es que lo haría de cualquier forma.


—Eso ciertamente ayuda cuando es bueno, ¿cierto?


—Oh, sí. Ningún hombre me ha hecho nunca las cosas que él hace. Simplemente creía que estaba teniendo buen sexo antes. Pero umm… no. ¿Es así como son los hombres americanos?


—Solo he estado con alguien más antes de Pedro Henry, y era terrible, así que creo que tienes suerte de que Benjamin sea… sexicioso. No tiene nada que ver con que sea americano.


Tiene una expresión de asombro.


—Paula ¿Solo tuviste un compañero sexual antes de mi hermano? —Sus ojos están muy abiertos—. Eras casi virgen cuando lo conociste. Apuesto que malditamente amó eso.


—Realmente, lo odia. Desearía que no hubiera tenido al primero.


—Puedo verlo totalmente, es un bastardo codicioso. Pero eres su esposa, así que supongo que debería sentirse así.


Pedro Henry entra en la cocina para tomar una cerveza.


—Huele bien aquí, hermanita. —Ambas guardamos silencio y sabe que está interrumpiendo algo—. ¿Qué están haciendo aquí?


—Nada —decimos simultáneamente y entonces nos miramos y estallamos en risas.


—¿Charla de chicas?


—Sí. Podría decirse.


Gira la tapa de su cerveza y la lanza al basurero.


—Me gustan las charlas de chicas.


—No te gustaría oír esta. No es de tu gusto.


—Pruébame.


Por un momento —como un nanosegundo— considero decirle cuán supremamente follable encuentra su hermana a Benja, pero entonces decido que no puedo hacerlo; no quiero arruinar su humor.


—Te amo demasiado como para hacerlo, hombre de las cavernas






1 comentario: