miércoles, 15 de junio de 2016
CAPITULO 168
El desayuno con Margarita, Emma y Chloe se convierte en dos madres dándome todo tipo de consejos sobre cómo quedar embarazada. Entre las dos, tienen seis hijos, así que al parecer saben de lo que hablan.
Regreso a nuestro apartamento después de pasar la mañana con las damas Alfonso y encuentro nuestras maletas al lado de la puerta.
—¿Mucha prisa?
—Hay una tormenta aproximándose. Preferiría estar en casa antes de que comience.
—¿No te gusta manejar en la lluvia? —Técnicamente, creo que es viajar en lugar de manejar, ya que iremos en el asiento trasero.
—En realidad no. Papá y yo tuvimos un accidente automovilístico en la lluvia cuando tenía diez años. Todavía recuerdo al auto derrapando. —Se detiene para besar mi frente mientras camina con la última maleta—. No he sido un gran admirador de la lluvia desde entonces.
—¿Fue un accidente grave?
Deja la maleta y señala su brazo superior.
—Me rompí el brazo, el hueso salió a través de mi piel.
Hago una mueca, pensando en el dolor que debió haber soportado a una edad tan temprana.
—Eso suena terrible.
Se levanta la manga y soy capaz de ver una casi imperceptible cicatriz —una que nunca he notado antes— y paso mis dedos sobre ella.
—No fue agradable.
Hay mucho que aún no sé sobre Pedro Henry, pero planeo aprenderlo todo.
Dejo mi bolso en la mesa cerca de la puerta.
—¿Puedo tener un minuto para hacer una última revisión? Sólo para asegurarme de que no dejo nada que quiera llevarme a casa.
—Claro. Puedes hacer eso mientras llevo estas maletas al auto.
Entro a la habitación y las sábanas están arrojadas sobre la cama por nuestras sesiones para hacer el bebé. Supongo que tiene a alguien que vendrá a limpiar después de que nos
hayamos ido. O quizás he asumido demasiadas cosas y esto es algo de lo que debería hacerme cargo antes de que nos vayamos. Demasiado tarde ahora.
Lo siento llegar detrás de mí y sus brazos me envuelven en un fuerte agarre.
—¿Recordando lo que hicimos anoche en esa cama? ¿Y esta mañana?
—Sí, vívidamente. Hay un montón de material biológico en esas sábanas. Debería haberlas lavado esta mañana ya que nos iremos. —Parece de mal gusto, y tal vez grosero, dejar la ropa de cama para que alguien más la lave.
—Tengo a alguien que vendrá para hacerse cargo de ello.
Bueno, no hay tiempo para preocuparme ahora por eso.
—Está bien. Déjame echar un vistazo en el baño y entonces podemos irnos.
Entro por un vistazo y decido que estoy completamente bien.
Si dejo, puedo comprarlo en Wagga. Quizás. No es exactamente una ciudad grande con un montón de opciones para comprar pero es donde Pedro Henry yo hemos hecho nuestro hogar, y amo vivir allí.
Estoy saliendo de la habitación cuando algo en el bote de basura atrapa mi atención. Me detengo y veo la caja azul que se ha convertido en algo muy familiar desde nuestra luna de miel: una de nuestras muchas cajas de espermicida. Me inclino para sacarla y sostenerla en alto mientras me pongo de pie en la puerta. Aclaro mi garganta para atraer la atención de Pedro Henry.
—Veo que tiraste esto. ¿Disfrutaste haciéndolo?
Me da una sonrisa torcida.
—Diablos, sí, me gustó tirar esa mierda. Hace que nuestra decisión de tener un bebé se sienta mucho más real.
Estaré de acuerdo con eso. Se siente muy real en este momento.
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