miércoles, 4 de mayo de 2016

CAPITULO 35





Me siento en el borde de la cama y miro a Paula acostada en su estómago. No quiero despertarla, pero no me iré sin decir adiós.


Me inclino y beso la piel desnuda en su espalda y ella se mueve. Lo hago otra vez y hace un sonido de gemido seductor. Hace que mi polla se sacuda, pero no tengo tiempo para satisfacer sus necesidades esta mañana. Tengo que
ponerme en camino.


Beso su hombro.


—Nena, ya me voy.


Ella se da vuelta y sonríe.


—No te vayas. Quédate conmigo.


—Lo haría si tuviera opción, pero me gustaría conservar mi trabajo, así que tengo que irme.


—Dame un minuto. —Se pone de pie de un salto y oigo el agua corriendo en el baño. Estoy seguro que está cepillándose los dientes para darme un beso de despedida que no olvidaré pronto.


Sale, todavía desnuda y me empuja hacia atrás contra la cama hasta que estoy sentado. Ella se sube y se sienta a horcajadas sobre mí. Debe encantarle hacer eso.


Sé que a mí sí.


—Por lo menos bésame antes de irte.


Sus labios tocan los míos y sé que esto no es bueno para mi polla. ¿Cómo voy a salir de aquí sin ponerla sobre su espalda y enterrarme en ella?


Lo mantengo breve, no porque eso sea lo que quiero.


—Nena, tengo que irme.


—Lo sé. Llámame cuando puedas.


Le doy un último beso en la boca.


—Lo haré. Daniel estará aquí alrededor de las diez, pero quédate tanto como quieras.








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