miércoles, 25 de mayo de 2016

CAPITULO 105





Soy consciente, pero apenas, cuando escucho el clic de la cerradura de la puerta.


Se abre y oigo a Pedro Henry hablando mientras entra en nuestra habitación.


—Siento que haya tomado tanto tiempo, cariño. No estaba teniendo una buena señal en la habitación así que tuve que… —Se detiene a media frase al ver la escena que tiene delante.


Su tiempo de respuesta es muy rápido, parece que no existe. Una vez que el peso de Fernando ya no está en mí, ruedo sobre mi espalda y jadeo para llenar mis pulmones con el aire precioso del que he sido privada.


Oigo ruidos estrellarse por toda la habitación y un sonido que estoy segura que es el puño de Pedro Henry golpeando contra la cara de Fernando una y otra vez. Se siente como una eternidad antes de que sea capaz de girar la cabeza. 


Veo que Fernando no está luchando y de repente estoy asustada de lo lejos que la ira de Pedro Henry lo ha impulsado.


—Por favor, detente antes de que lo mates.


Mi voz le alcanza y me mira con su puño retrocediendo. Deja caer el cuerpo inerte de Fernando al suelo y corre hacia mí.


—Lo siento, cariño. Dime dónde estás herida.


—Mi cabeza —le digo alcanzando a tocar la fuente de la hemorragia—. Y mi rostro.


Me ayuda a llegar a la cama antes de que se acerque a recoger el teléfono del hotel del piso.


—Necesito una ambulancia y la policía en la habitación 3255. —Ve mi ropa interior en el suelo y añade—. Ha habido una agresión.


Después de colocar el teléfono en el receptor, se sienta a mi lado y examina mi rostro.


—Tienes un corte bastante desagradable en la frente. Hay demasiada sangre seca para decir si necesitas puntos. —Toca con el pulgar un lado de mi rostro—. Y me imagino que tienes un moretón impresionante en esta mejilla. —Mira mis ojos—. ¿Estás herida en otro sitio?


Los dos sabemos lo que pregunta sin decir las palabras.


—No. No lo hizo. Llegaste antes de que fuera capaz de hacerlo.


Me tira hacia él.


—Es él, ¿no es así? ¿Fernando Phillips?


—Sí.


—¡Joder! —grita mientras golpea su puño en la cama—. Esto no habría pasado si hubiera estado en la habitación como dije que lo iba a estar.


—No. No te culpes a ti mismo por esto. —Puse mi mano en su brazo—. Lo que hizo no es tu culpa.


—No debería haber ido abajo. Te dije que iba a encontrarte en la habitación. Debería haber estado aquí, como prometí.


No puedo sentarme en esta sala y mirar a Fernando durante otro minuto.


—Sácame de aquí.


Me lleva al vestíbulo y nos deslizamos por la pared hasta sentarnos en el suelo para esperar la llegada de la policía y la ambulancia. Me sostiene y no decimos nada, pero es todo lo que necesito para sentirme segura. Él es todo lo que siempre necesitaré.






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