viernes, 24 de junio de 2016
CAPITULO 199
Pasamos la noche en el sillón que hemos llegado a odiar.
Paula está sentada en un extremo leyendo, la única cosa que probablemente la haya mantenido sana en estas
semanas, mientras yo estoy en del otro lado poniéndome al día con trabajo atrasado. Son solo reportes de ventas, algo que podría hacer en mi oficina, pero eso significaría estar lejos de ella. Disfruto este tiempo juntos en silencio, incluso si no hablamos. Sólo tenerla cerca es suficiente a veces.
Miro arriba y noto que P ha puesto su lector de e-books sobre su vientre y se ha dormido.
No me sorprende. Duerme mucho ahora, mucho más que antes de embarazarse. Me alegra porque el descanso es importante para ella y el bebé.
Pongo mi trabajo en la mesita y voy a ella.
—Hora de dormir.
Se sacude un poco y lentamente abre los ojos.
—Wow, estaba leyendo una escena caliente de sexo hace un minuto y luego bam, caí en coma.
—¿En serio? ¿Estabas leyendo sobre sexo caliente?
Sonríe, quizás incluso se ruboriza un poco.
—¿Acabo de admitir eso?
—Sí, lo hiciste. —Pongo su lector en la mesa junto a mi papeleo y tomo sus manos para ayudarla—. Vamos, pervertida.
Va al baño a hacer su ritual nocturno y ya estoy en la cama cuando sale. Trepa junto a mí, usando un pijama rosa de algodón. Es de encaje alrededor del cuello y de aspecto inocente, sin intenciones de ser sexy en absoluto, pero mi polla se agita de sólo verla meterse en la cama junto a mí.
Lo sé. No debería verla cuando se inclina a apagar su lámpara de noche, pero no puedo no ver porque su pijama se ha enredado en su trasero. Veo parte de sus pantis rosadas y lo siento inmediatamente. ¡Ugh! Tendré que rebajarme a masturbarme, y pronto. No es como si no lo hubiera hecho antes, pero más que nada fue de adolescente.
Se inclina a darme un beso de buenas noches y toma mi nuca para mantenerme cerca. La beso de vuelta, aunque no debería, y se vuelve más agresiva. Ahí me doy cuenta de que no es un simple beso de buenas noches de los que me ha dado las últimas semanas.
—Este es otro ejemplo como el del incidente del kétchup más temprano. No puedes hacerme esto. Es agonía.
—Pero no tiene que serlo. Aún hay mucho que podemos hacer. —Se desliza en la cama y sube para arrodillarse entre mis piernas. Pone sus dedos en el elástico de mi pantalón y
tira—. Mi boca no está fuera de límites.
Oh, mierda. Mi chica va a chuparme.
Levanto mis caderas, más que excitado por lo que P me hará. No me he descargado en semanas, así que estoy más feliz que una lombriz.
He querido masturbarme muchas veces pero se sentía mal experimentar cualquier clase de placer mientras P pasaba por tanto, especialmente mientras estaba en el hospital luchando por salvar a nuestro bebé. No podía siquiera considerarlo entonces. Pensé en ello después de que estuvo en casa y el peligro inicial estuvo lejos, pero no se sentía bien por el estado miserable en el que ella se sentía.
Esto, sin embargo, no se siente mal, así que tomo su almohada y la apilo con la mía para ver cada movimiento.
Pone sus manos en mis muslos y las desliza hacia arriba hasta que sus dedos rozan mis bolas. Juguetea un momento, suavemente deslizando sus dedos, y creo que explotaré de la anticipación.
Su mano sube y toma la base de mi pene mientras hace círculos con su lengua alrededor de la cabeza. La punta asoma varias veces en la zona suprasensible bajo la corona. Alterna estos movimientos varias veces antes de tomarme entero en su boca.
—Eso se siente tan malditamente bien. —Pongo mis manos en su cabello y lo elevo en una coleta porque amo ver a mi polla deslizarse en su boca. Casi podría correrme de sólo ver
eso.
Me saca de su boca y pone mi polla contra mi estómago.
Entonces hace algo nuevo. Su lengua comienza en la base de mis bolas y lame el tramo de placer de arriba para profundizar a lo largo de mi escroto, la costura que separa a mis chicos. Toma algo de piel suelta y chupa sutilmente, llevando la sangre y receptores del placer a la superficie.
—¡Mierda! —gruño.
Sonríe y me mira.
—¿Te gusta eso, no?
—Sí. —Río—. Me gusta demasiado. Por favor no dejes que sea la única vez que hagas eso.
—Tengo mucho más para ti, hombre de las cavernas.
Toma mi polla de nuevo en su boca y masajea mis bolas por un momento antes de que sienta a su dedo en la piel bajo mi saco. Presiona más firmemente y hace un movimiento
circular. Lento, luego rápido. Suave, luego duro. Nunca he estado más duro y la subida nunca había sido tan poderosa.
—Oh… —Le doy un golpecito en su cabeza, nuestra señal para cuando estoy por correrme, pero no puedo modular. Estoy mudo a excepción del incomprensible balbuceo saliendo de mi boca.
Se detiene y mantiene mi polla apuntando a mi estómago mientras sigue presionando el lugar bajo mis bolas hasta que tengo esta loca y poderosa explosión, por lejos el orgasmo
más intenso que haya experimentado nunca.
—Santa mierda, P. Eso fue… —Ni siquiera puedo pensar en una palabra acorde para describirlo.
—¿Genial? —Se ve tan esperanzada, como si tuviera miedo de no haberme complacido.
Llamarlo genial sería un insulto.
—Increíble es una mejor palabra, pero ni eso le hace justicia. No me tomes a mal. Me la has chupado increíblemente antes, pero esta fue la mejor. ¿Qué era eso que hacías con tu dedo?
Creo que se está sonrojando.
—Era mi nudillo, y estaba estimulando tu próstata.
Miro toda la acabada en mi estómago.
—Me estimulaste perfectamente. Creo que me secaste.
—He oído que hay más semen cuando presionas la próstata, por eso temí tragar. —Sacude su cabeza—. Este embarazo aún tiene mi reflejo de arcada trabajando a todo motor. —Se
desliza al borde de la cama—. Voy a tomar una toalla.
Vuelve y me limpia. Enreda la toalla, tirándola lejos, y se desliza junto a mí. La atraigo cerca y la beso mientras deslizo mi mano bajo su traje, pero toma mi muñeca.
—No.
—Sólo te tocaré desde afuera.
Mueve mi mano.
—No creo que sea buena idea.
—Sé que todo adentro está fuera de los límites, pero quiero hacerte sentir bien también.
Sacude su cabeza.
—Acostarme junto a ti y darte un orgasmo enloquecedor me hace sentir bien.
—Puedo hacerlo mucho mejor que eso.
—Temo tener un orgasmo aunque nada vaya dentro de mí. Quizás podemos probarlo después cuando el bebé esté avanzado para sobrevivir, en caso de que me ponga en labor o algo.
Tiene razón, no vale el riesgo solo sentirse bien.
—De acuerdo.
Pone su cabeza en mi pecho y traza un símbolo del infinito en mi estómago alrededor de mi ombligo con su dedo.
—No te enojes.
Nunca podría enfadarme con ella por algo así.
—Nena, no estoy enojado. Estás pensando en la seguridad de nuestro bebé. Nunca podría molestarme por algo así.
—Complacerte me da placer, así que estoy bien con descargarte y no recibir el favor de vuelta. Puedes compensarlo después.
Definitivamente la compensaré.
—Sé que no te importa, pero amo hacerte acabar. Es bastante satisfactorio para mí ver tu cara cuando aprietas tus ojos y arrugas tu naricita mientras abres tu boca para jadear.
—¿Así me veo cuando acabo?
—Casi siempre.
Se gira y pone su barbilla en mi pecho.
—¿Cómo me veo las otras veces?
—Algunas veces muerdes tu labio inferior. Ambas caras cuando te vienes son calientes. Me hacen saber que algo estoy haciendo bien.
—Todo lo que haces es perfecto. Siempre me haces sentir genial. —Levanta su cara y se estira para besarme—. Nunca dudes de eso, Alfonso.
Baja su cabeza a mi pecho y se acomoda como si estuviera lista para dormir. De nuevo.
Nos quedamos así por un momento cuando la oigo dar un respingo.
—¿Qué sucede? ¿Tienes algún dolor?
Levanta su cabeza y sonríe.
—No, el bebé se está moviendo. —Nunca he sentido un movimiento. Cada vez que trato, el bebe o se queda quieto o no puedo detectarlo. Puede parecer tonto, pero creo que estoy un poco celoso de que P pueda sentirlo y yo no—. Este apestosito está dando volteretas esta noche, así que apuesto que lo sentirás esta vez. Dame tu mano.
P se gira y levanta su pijama. Toma mi mano y la pone sobre su pequeño bulto.
—Es más a la izquierda. —Estamos en silencio, esperando, como si la ausencia de sonido ayudara a mi percepción.
Y entonces sucede, y siento un pequeño golpecito bajo mi mano.
—Sentí eso. —Y siento algo más también. Amor, el de verdad.
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