viernes, 24 de junio de 2016
CAPITULO 200
Me metí en mi estudio de música hace un par de semanas y he estado componiendo canciones como loca. Es extraño; tal vez el descanso que tuve desde el momento en que dejé Southern Ophelia hasta ahora era lo que realmente necesitaba para hacer esta exitosa transición de artista a compositora. O tal vez estoy contenta con mi vida y esta trata de encontrar su camino en mi música.
He Hablado con Claudio y la banda un par de veces y están muy entusiasmados con el material en el que estoy trabajando. Randy quiere la primera selección y totalmente funciona para mí. No tengo ningún problema en vender mis canciones, menos fastidio en su comercialización.
Kim, mi reemplazo femenino para Southern Ophelia, dice que le encantan mis letras porque le hablan. Ella es como yo en muchos sentidos. Sólo canta canciones que le llegan por lo que hemos estado trabajando en una canción especial juntas. Los chicos no saben de eso —y me pidió que no les diga— y creo que sé por qué. Esta canción es su historia y la forma en que se siente por un hombre. Creo que la canción es acerca de Claudio. Supongo que podría ser cualquiera, pero la letra en la que ha contribuido me dicen que está enamorada.
Estoy absorta en la canción en mi cabeza cuando Pedro Henry entra en mi estudio.
―P, vas a llegar tarde a tu cita.
Miro la hora y tiene razón. Me debí haber ido hace diez minutos.
―Mierda. —Me levanto de mi taburete del piano y voy a darle un beso―. Tengo que correr.
Agarra mi brazo para llamar mi atención antes de que sea capaz de alejarme.
―No te apresures por llegar a tiempo. Lo digo en serio. No puedes vencer el reloj así que no lo intentes.
Eso es algo que habría intentado alguna vez, pero no ahora.
―Obedeceré todas las leyes de tránsito.
Me besa la mejilla.
―Realmente siento no poder ir contigo hoy.
Se siente mal de no poder ir al médico conmigo todo el tiempo.
―Está bien. La veo cada semana, así que no puedes faltar al trabajo para cada cita, incluso si eres el jefe.
―Consigue una foto de ella para que pueda ver lo mucho que mi niña ha crecido esta semana.
Tiene que dejar de hacer eso, siempre llamando a este bebé una niña, pero no tengo tiempo para regañarlo. Creo que esa es una de las razones por las que lo está haciendo, porque estoy dirigiéndome a la puerta y no tengo tiempo.
―Siempre lo hago.
Mi ecografía va bien, al igual que mi examen cervical. Sin cambios. Tengo veintiséis semanas y todo sigue su curso, así que decido que es un buen momento para hablar con la
Dra. Sommersby sobre mis preocupaciones.
―Mi esposo y yo tenemos una pregunta. Entendemos que no podemos tener relaciones sexuales con penetración, pero ¿está bien para mí… el orgasmo de otra manera?
―El sexo oral y la masturbación mutua están bien siempre y cuando no vaya nada dentro de la vagina y no experimentes contracciones, con fugas, o sangrado después. Necesitarías
venir al hospital de inmediato si ocurre cualquiera de esas cosas. ―Nunca pierde el ritmo mientras sigue documentando en el ordenador, una señal de que esta no es la primera vez que ha respondido esta pregunta, por lo que me siento mínimamente mejor por haber preguntado. Termina su documentación y cierra el ordenador portátil―. ¿Tienes alguna otra pregunta o preocupación?
―Creo que eso es todo.
Aprovecho el camino a casa para pensar en lo que Pedro Henry y yo haremos esta noche.
Quiero que sea genial, no es que no lo sea siempre, pero me merezco algo especial viendo que no he tenido un orgasmo en ocho semanas. Ocho. Semanas. Eso es una locura.
Seguramente me tocará una vez y me voy a venir. Sí, es así de malo.
Veo a Pedro Henry en el viñedo mientras voy por el camino así que me detengo. Abandona todo lo que está en el medio de hacer y se dirige hacia mí. Lo veo venir, en su ropa tosca y sombrero de Indiana Jones, y mi corazón todavía me da un vuelco. Oh, es tan condenadamente guapo. Todavía no puedo creer que sea todo mío.
Toma un par de pasos rápidos antes de saltar la valla blanca que rodea el viñedo.
―¿Todo va bien?
―Sí. ―Meto la mano en mi bolso para sacar la foto de la ecografía―. Incluso tengo pruebas.
Me la quita, y una sonrisa se extiende por su rostro.
―Mi chica está creciendo.
―En realidad yo estoy creciendo. Gané otros dos kilos desde que vi a la doctora la semana pasada.
Levanta la imagen.
―Quiero decir, esta chica.
Sabía exactamente a quién se refería. Sólo quería exasperarlo por la forma en que él me exaspera.
―Te vas a sentir muy raro cuando este bebé salga niño.
―No lo creo. Lo siento en el fondo de mis entrañas.
Soy la madre y el bebé está dentro de mí. Se podría pensar que yo sería la que tiene la sensación en las entrañas.
―Bueno, clarividente. Espero que también puedas ver un nombre en tu bola de cristal, ya que no tiene uno todavía.
―Tenemos un montón de tiempo para llegar al nombre perfecto.
Estoy cansada de ella, él, eso.
―Me gustaría elegir uno para cada sexo, así que no tengo que seguir pensando en este bebé sin un nombre. ―Nos miramos el uno al otro y reímos―. Supongo que sería adecuado, los compañeros sin nombre tienen un hijo sin nombre.
―Estoy listo para que mi hija tenga un nombre, así que trabajaremos en ello este fin de semana.
Pongo los ojos en blanco.
―No vas a contribuir con un nombre de chico, ¿verdad?
Se encoge de hombros.
―Probablemente no.
Tal vez lo haré un poco más atractivo para que piense en un nombre de chico.
―Entonces eso significa que me das rienda suelta sobre el nombre del niño y no puedes vetar cualquier cosa que elija.
―Está bien. Tenlo, ya que eso no importa. No vamos usaremos un nombre de chico por lo que es una pérdida de tiempo, al menos en esta oportunidad, pero quizás la próxima vez será un niño. Me gustaría tener uno.
Me está matando.
―Espero que este bebé venga con una gran salchicha para que pueda borrar esa mirada de suficiencia de tu cara.
―Cualquier hijo mío tendría una gran salchicha.
No puedo creer que diría eso acerca de un bebé.
―Eres horrible.
Se encoge de hombros.
―Tú sacaste el tema.
Alcanzo la imagen de ultrasonido.
―Dame eso. Voy a la casa. ―Se la saco y la coloco en el asiento del pasajero―. ¿A qué hora entrarás?
Se quita el sombrero y se inclina hacia el interior de mi ventana. El clima es templado hoy así que no está con calor y sudoroso, pero todavía huele a un hombre trabajador. Es muy sexy.
―¿A qué hora me quieres dentro?
Irradia sexo y feromonas, casi como si pudiera sentir que conseguí el alta de la Dra. Sommersby acerca de tener un orgasmo, y mis entrañas se mueven de un tirón. Umm…
realmente me gustaría en este momento, por favor y gracias, pero sigo siendo disciplinada.
―No tengo nada especial planeado así que cuando termines aquí está muy bien. ―Mentira. Tengo algo muy especial planeado. Lo planeé todo en el camino a casa desde la cita con la doctora.
―Entonces envíame un mensaje de texto cuando la cena esté casi lista.
―Lo haré.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario