viernes, 10 de junio de 2016
CAPITULO 158
Mis ojos están cerrados y escucho el sonido de las olas.
Solo he estado despierta por unos minutos pero el eco es hipnótico, así que estoy de vuelta a la deriva en el sueño cuando la cama se hunde. Mis ojos se abren cuando las sábanas se deslizan hacia debajo de mi cuerpo, y siento los besos de Pedro Henry en la piel desnuda de la parte baja de mi espalda.
—¿Estás despierta?
—Lo estoy ahora.
Pasa su mano sobre el valle donde mi espina se curva hacia dentro.
—¿Alguna vez te he dicho cuánto amo esta inclinación?
¿Está bromeando? Solo como miles de millones de veces.
—Creo que lo has dicho una o dos veces.
Su húmeda lengua se desliza hacia arriba y me inclino por reflejo, mandando mi trasero hacia arriba, chocando contra su pecho. La piel de gallina se esparce desde la cima de mi
cabeza hasta la punta de los dedos de mis pies. No importa cuantas veces haga esto, mi cuerpo reacciona de la misma manera.
—Santo Dios. Uno pensaría que me volvería inmune a eso en algún punto.
Su palma se desliza desde mi muslo hacia mi mejilla y la acaricia, con un movimiento circular.
—Por favor no, porque nunca me cansaré de ver tu cuerpo arquearse así.
Me relajo debajo de su toque y sus talentosas manos masajean los músculos de mi espalda mientras se deslizan hasta mis hombros. No he dicho nada, pero mi cuerpo se está revelando después de nuestro jugueteo contra el tubo ayer. Un masaje es muy bien recibido.
—Mmm… puedes dejar de hacer eso en algún momento de la semana que viene.
Sus dedos masajean en círculos y, de nuevo, mi cuerpo estalla en escalofríos.
—¿Así que te gusta esto, eh?
—Mmm-hmm… solo un poco.
—Un masaje es lo menos que puedo hacer, ya que es mi culpa que estés adolorida.
Levanto mi cabeza de la almohada y lo miro sobre mi hombro.
—No dije que estaba adolorida.
—No lo dijiste, pero tu cuerpo me habla en otras maneras.
Es curioso, no lo escuché decir nada.
—¿Cómo es eso?
—No era tu gemido usual de fóllame-fuerte el que escuché cuando empujé tus piernas. — Se inclina hacia abajo para besar un lado de mi cuello—. Tus piernas estaban resistiéndose, así que supe que probablemente estabas resentida después de nuestra excursión en el tubo. —Besa un lado de mi cara—. Estoy seguro que se siente peor hoy, así que estamos tomando un descanso del sexo para que puedas recuperarte.
Recuerdo cuán amable y amoroso fue Pedro Henry anoche mientras bautizábamos nuestra cama de luna de miel. Todo su comportamiento fue diferente, pero había sido así antes, posiblemente compensando por lo adolorida que estaba.
—¿Es por eso que fuiste tan cuidadoso conmigo?
—En parte.
—¿Cuál es la otra razón?
—Quería hacerte el amor. —Presiona su nariz contra mi cabello e inhala profundamente—. Soy demasiado rudo contigo a veces. Debería ser más amable.
Ruedo, forzándolo a moverse de mi espalda.
—Escucha, Alfonso —Se mueve de lado y ahora estamos cara a cara—. Amo tu lado gentil, pero no soy una muñeca de porcelana. Me encanta cuando me follas duro. —Tomo su barbilla y le doy un apretón—. A veces necesito que seas un hombre de las cavernas. Lo anhelo. ¿Entiendes?
Asiente con la cabeza.
—Sí, señora.
—Esta es nuestra luna de miel así que no habrá descansos de sexo. ¿Lo entiendes?
—No tengo nada que discutir.
—Bien. —Lo empujo sobre su espalda y subo a horcajadas sobre él. Pongo mis palmas contra su pecho y acarició sus pectorales—. La vida es más fácil cuando ves las cosas a mi manera.
Lame sus labios mientras alcanza mis pechos con sus palmas.
—Siempre eres muy convincente, Sra. Alfonso. Me temo que nunca tendré una oportunidad contigo.
Me inclino así estamos cara a cara de nuevo.
—Me temo que tienes razón. —Succiono su labio inferior pero lo dejo ir cuando su teléfono suena. Es Margarita.
—Mierda. No he llamado a mamá desde que llegamos. Me va a despellejar.
—No, no lo hará. Yo me encargo. —Tomo su teléfono de la mesa de noche—. Buenos días, Margarita.
—Hola, cariño. Siento llamar pero mi desconsiderado hijo no ha tenido la amabilidad de llamar a su madre para hacerle saber que todo está bien.
—Lo siento, Margarita. Me temo que es mi culpa. —Le guiñó a Pedro Henry—. Lo he mantenido bastante ocupado. —Aún estoy a horcajadas sobre él, así que muevo mis caderas en contra suya.
—Está bien. Lo entiendo totalmente pero necesitaba chequear, para asegurarme que ambos estaban bien.
Se levanta y pone su boca sobre uno de mis pechos, succionando mi pezón dentro de su boca.
—La estamos pasando increíble. Me encanta la casa.
—Sabía que te encantaría.
Se mueve a mi otro pecho, rodando su lengua en la punta de color rosa.
—No puedo creer que la comprara para mí.
—Yo sí. Te ama tanto, Paula.
Miro la cima de su cabeza oscura, y paso mis dedos a través de su cabello.
—Lo sé, y yo lo amo.
—Sé que lo haces, cariño. ¿Tienes idea de cuándo regresaran?
Lo recuerdo diciéndome que estaríamos aquí tanto tiempo como quisiéramos. Me he divertido tanto, que no ha pasado por mi mente preguntar cuándo regresaremos a casa.
Supongo que es algo que debemos discutir pronto ya que Navidad está a la vuelta de la esquina.
—Dame un minuto, Margarita. —Presiono el silenciador—. Quiere saber cuándo vamos a regresar a casa.
Toma un mechón de mi cabello entres sus dedos y lo tuerce juguetonamente.
—Dile que lo discutiremos y le diremos.
Le quito el silenciador al teléfono.
—No lo hemos decidido aún, pero te diremos después de que lo hablemos.
—Está bien… mientras regresen a tiempo para Navidad. Conozco a Pedro Henry y sé cómo piensa. No tendré a mi nueva hija pasando su primera navidad Alfonso lejos de la familia.
—Le diré que dijiste eso.
El interés de Pedro Henry despierta. Murmura:
—¿Decirme qué?
Ondeo una mano hacia él.
—Lo siento, Margarita. Pedro Henry estaba distrayéndome. ¿Qué dijiste?
—Dije que voy a colgar para que regreses a mantener a tu esposo ocupado.
Siento calor en mi cara. Estoy segura de que me ruboricé por la referencia de mi suegra. Haciéndolo. Lo anima encarecidamente. Primero, porque quería que capturara a Pedro Henry como esposo, y ahora porque probablemente quiere que me embarace.
Prácticamente lo dijo en nuestra boda.
—Bien. Hablamos pronto.
—Pásatela bien, querida. Te quiero y dile a Pedro Henry que lo quiero.
Me deshago después de escuchar que mi suegra me dice que me quiere. Me aceptó tan fácilmente. Sus brazos han estado abiertos para mí desde el momento en que nos conocimos, algo que ni siquiera mi propio padre pudo hacer por mí.
—Lo haré. También te queremos.
Me inclino para colocar el teléfono sobre la mesita de noche y luego regreso a ponerme a horcajadas sobre Pedro Henry.
—Dijo que te dijera que te quiere.
—Te debo una, mejillas dulces. —Levanta mi mano para besarla—. Estoy seguro que me salvaste de una patada en el culo al estilo Margarita.
—Somos marido y mujer. Eso significa que nos protegemos el uno al otro.
—No sé qué hice antes de ti.
Sus palabras despiertan un recuerdo de lo que hizo antes de mí y una peculiar mirada cruza su rostro. Ambos sabemos por qué, así que lo saco de mi mente e intento cambiar el tema.
—¿Qué día tienes en mente que regresemos?
—Estaba pensando que podríamos quedarnos un par de semanas.
No tengo que sacar las cuentas en mi cabeza para darme cuenta que se refiere a quedarnos aquí en las festividades.
—¿Y perdernos Navidad con tu familia? —Nuestra familia.
—Creo que sería lindo si pasáramos nuestra primera navidad como marido y mujer aquí.
Saldré y nos conseguiré un árbol. Podemos decorarlo juntos, como quieras hacerlo.
Mi corazón se desploma.
—¿Qué pasa?
Pongo mi dedo sobre su pecho y antes de darme cuenta, estoy trazando el símbolo de infinito.
—Esta es mi primera oportunidad de tener una Navidad normal con una familia. Es algo que no he tenido antes. Supongo que estaba emocionada sobre eso, pero podemos quedarnos aquí. Pasar las fiestas nosotros juntos será especial.
Agarra mi mano y la besa.
—Soy un gran idiota. No estaba pensando. Por supuesto, quieres pasar nuestra primera Navidad con la familia.
Estar con Pedro Henry es todo lo que realmente necesito.
—Quiero hacerte feliz. Si estar juntos aquí es lo que tienes en mente, entonces eso es lo que deberíamos hacer.
—No. Me aseguraré de que tengas la Navidad que te mereces. Nos iremos el sábado así llegamos antes de la víspera de Navidad. ¿Qué te parece?
—Creo que es perfecto, justo como tú.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ayyyyyyyyyyy, son tan tiernos!!!!!!!
ResponderEliminar