viernes, 10 de junio de 2016
CAPITULO 156
Me acerco más al espejo para aplicar el delineador de ojos. Pedro Henry se pone detrás de mí a hurtadillas y recorre con su mano mi vestido hasta posarla bajo mi ropa interior. Dejo de delinear mis ojos y miro su reflejo. Me gustaría estar irritada con él, pero no puedo dejar de estar cautivada por su sonrisa torcida.
—Deberías saber que esta es una buena forma de conseguir que tu esposa pierda un ojo.
—¿Qué?
—Digo que poner tu mano bajo mis bragas mientras tengo un palo cerca de mi córnea no es nunca una buena idea.
Acaricia mi mejilla.
—Hemos estado aquí doce horas y aún no bautizamos nuestra cama de luna de miel.
Dios santo, me casé con un bastardo caliente.
—Consumamos nuestro matrimonio en el cielo. Lo hicimos contra un poste tan pronto como llegamos aquí. Y luego estuvimos desnudos en la playa y lo hicimos de nuevo. Y
todo eso en menos de veinticuatro horas. La cama tendrá que esperar hasta que volvamos de la cena.
—Me encanta la forma en que dices que lo hicimos en vez de decir que tuvimos sexo o que follamos. —Desliza sus manos alrededor de mi vientre y chupa el lóbulo de mi oreja—. Hace que suene tan dulce e inocente.
Soy dulce porque no quiero que tenga una furiosa erección cuando sé que no vamos a bautizar la cama ahora.
—No. —Golpeo sus manos lejos—. Tenemos reservas para dentro de cuarenta y cinco minutos, no vamos a llegar tarde porque desordenaste mi cabello y maquillaje por revolcarme en la cama.
Suspira, pero sabe que tengo razón.
—Está bien. —Se inclina alrededor y mira mi cara en el espejo mientras presiona su erección parcial contra mi trasero—. Pero solo estoy retrocediendo porque pienso follarte como un campeón tan pronto como regresemos.
—Muy bien, Alfonso. —Froto mi trasero contra él, ya que quiere jugar—. Espero ser follada como una campeona.
Se frota contra mí.
—Mmm… me encanta escucharte decir cosas como esas. Me excita.
Podría decir mucho más, pero no lo haré porque solo conseguiría que termináramos en la cama y tengo que terminar de arreglarme.
—Te amo, pero te tienes que alejar si quieres que termine.
Levanta sus manos en señal de rendición.
—Lo entiendo. Te voy a dejar en paz. —Besa un lado de mi cuello y gruñe—. Pero solo por ahora.
—Espero que mantengas esa promesa más tarde.
Llegamos al restaurante y una anfitriona nos escolta por un camino bordeado de antorchas encendidas a través de un jardín con cascadas y vegetación tropical. Me doy cuenta de que veremos un espectáculo durante la cena —fiesta hawaiana— cuando somos llevados a una mesa con un escenario y teniendo al mar como impresionante telón de fondo. No me sorprende en absoluto que nos sentaran en la primera fila, obviamente los mejores asientos disponibles. Mi hombre no hace nada de segunda categoría.
El sol baila justo por encima de la superficie del agua.
Estamos sentados en el momento perfecto para verlo.
Alcanzo la mano de Pedro Henry debajo de la mesa.
—Nada podría ser más romántico que esto.
Se inclina y besa un lado de mi cuello, justo debajo de mi oreja.
—Creí que nuestra primera noche en Maui debería ser una tradicional. —Hace un gesto hacia los asientos vacíos al lado de nosotros—. Lo que significa que compartiremos esta
mesa con extraños. Me temo que es la forma en que se hace.
—Será divertido.
—Quizás. Pero si saben lo que es bueno para ellos, no van a poner a un swinger en esta mesa.
—Definitivamente no. —Recuerdo la forma en que Pedro Henry puso al swinger Chris sobre su culo cuando expresó su interés en follarme. Esos fueron tiempos tan diferentes para nosotros—. No necesito a mi esposo dando puñetazos a alguien en la cara esta noche.
—No me importa una propuesta indecente de algunos swingers. —Mueve su mano a mi pierna y la acaricia—. Creo recordar una muy buena recompensa por ir en tu defensa.
—La compensación es la misma si no te metes en una pelea. Solo estarías haciendo trabajo extra. —Tomo su mano de mi pierna y me la llevo a la boca para un beso—. Y golpearías tus nudillos.
—Oh. Bueno, en ese caso, no habrá golpes esta noche.
—Gracias.
Nuestros comensales —un marido con su muy embarazada esposa y sus tres jóvenes chicos y una pequeña niña— llenaron nuestra mesa. He pasado mucho menos tiempo en torno a los niños que Pedro Henry, pero sé que esto va a ser entretenido.
Sus ojos inspeccionan inmediatamente a la familia de ensueño y desliza su brazo alrededor de mí. Le da un ligero apretón a mi brazo y estoy bastante segura de que puedo adivinar con exactitud lo que está pensando, esos seremos nosotros algún día. Y será así. No es una cuestión de si , sino de cuándo.
—Hola —dice la pareja al unísono mientras acomodan a sus niños en sus asientos.
—Hola. —Imitamos su saludo.
La esposa sienta a la bebé en una silla alta.
—No sabíamos que estaríamos sentados con alguien, pero trataremos de mantener el circo al mínimo. ¿No es así, muchachos?
Los chicos hacen un buen trabajo ignorando a su madre así que lo tomo como una mala señal y un indicador probable del show gratuito que iba a venir.
—Está bien. Estamos acostumbrados a los niños. —Pedro Henry me mira y se encoge de hombros. Es una verdad a medias porque él está muy acostumbrado a los niños. Yo… no tanto.
—¿Deben dejar a los suyos en casa? —nos pregunta el marido.
—No, no tenemos hijos todavía. Estamos aquí en nuestra luna de miel.
—Entonces felicitaciones.
—Gracias.
Continuamos hablando con la pareja poco antes de que el camarero traiga nuestra primera ronda de mai tais.
—Wow. Eso es hermoso. —Es un vaso alto con base circular en el centro, el ron oscuro se encontraba en el fondo. Cada uno está adornado con un pequeño paraguas, rodajas de piña y cerezas con una preciosa orquídea púrpura junto a una ramita de hojas de menta. Puedo oler el licor tan pronto como lo colocan frente a mí. Tendré que moderarme para no embriagarme.
—Debo admitir que no me siento muy masculino con una bebida tan bonita en mi mano. —Pedro Henry sostiene su vaso hacia mí para un brindis—. Por nosotros y una muy larga y feliz vida juntos.
Choco mi vaso con el suyo.
—Gracias por hacerme tu esposa. —Me inclino y beso sus labios.
—¡Agh! Eso es muy asqueroso. Puedo vomitar. —Oigo ruidos de arcadas de uno de los niños a través de la mesa, seguido de un castigo y una disculpa de su madre.
En silencio rezo para que no tengamos que soportar esto durante toda la cena, pero pronto descubro que es solo el comienzo. Las travesuras de los chicos se alternan entre sacarse los mocos, comerse los mocos, hacer sonidos de gases —algunos, pongo en duda su autenticidad— un impresionante despliegue de caos controlado.
Pedro Henry aprieta mi mano cuando se inclina para susurrar en mi oído.
—Son niños pequeños tratando de llamar la atención de mi bonita chica. No les hagas caso o se pondrá peor. Confía en mí.
Sabe de niños. Yo no, así que tomo su consejo. La noche parece mejorar una vez que dejo de prestar atención a los traviesos niños. Y el espectáculo de cuchillo de fuegos mantiene su atención, evitando cualquier intervención de ellos.
Estoy en medio de unos aplausos para el espectáculo de fuego cuando uno de los artistas entra en la audiencia y agarra mi mano para llevarme al escenario. Me sorprende porque no lo vi venir, pero debería haberlo sabido. Shows como estos siempre seleccionan a alguien de la multitud para participar en la actuación.
Me giro para mirar a Pedro Henry y lo veo sonriendo y aplaudiendo mientras me alejo de la mesa. Probablemente me ofreció y les pagó para que me pongan un bikini pequeño así podría bailar en el escenario para él. Caliente bastardo.
Me las va a pagar si me entero que está detrás de esto.
Me dan instrucciones rápidamente sobre lo que tengo que hacer mientras me empujan detrás de una pared divisoria para cambiarme por un top de color naranja y una falda de
hula verde. Salgo y los diseñadores me rodean —y a los otros sacados de la audiencia— para colocar flores alrededor de mi cabeza y tobillos. Me pasan dos sonajas emplumadas.
—Las chicas van a demostrar los movimientos. Habrá una serie de movimientos con las manos, caderas y pies. Comenzaran con algo lento, un movimiento a la vez, nada complicado. Todo lo que tienes que hacer es imitar lo que ellos te muestren.
Mi hombre va a amar esto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario