sábado, 11 de junio de 2016
CAPITULO 159
Los últimos seis días han sido los mejores de mi vida. Me entristece dejar Maui pero sé que Pedro Henry y yo podemos regresar cuando queramos, así que la tristeza es menor.
Es casi víspera de Navidad, cuando aterrizamos en Sydney, y estoy agradecida de que Daniel esté ahí esperando con el auto. Estoy tan cansada que prácticamente caigo dentro.
Pedro Henry me recoge en sus brazos en el camino hacia nuestro apartamento y acaricia su mano sobre mi cabello.
—¿Ves? Esto es lo que pasa cuando actúas como una maniática alocada por el sexo.
Reúno toda mi fuerza para responder.
—Lo siento, Alfonso. No pasará de nuevo.
Eso es lo último que recuerdo hasta que llegamos al apartamento y Pedro Henry intenta recogerme en sus brazos para poder cargarme hacia adentro.
—Estoy despierta. Puedo caminar.
—Voy a cargarte a través del umbral.
—Ya hiciste eso —argumento.
—Lo hice en nuestra casa para vacacionar. Ahora voy a hacerlo en nuestro apartamento y deberías esperar que lo haga de nuevo cuando lleguemos a casa en Avalon.
Salgo del auto y me levanta.
—Estás siendo tonto, pero estoy muy cansada para discutir contigo, fenómeno, así que llévame a la cama.
—Con gusto.
Sacudo mi cabeza.
—No para eso, Alfonso. Para descansar. Estoy cansada.
—Has estado durmiendo bastante los últimos días. ¿Te sientes bien?
Tiene razón. Pasé más tiempo en cama de lo usual, pero era nuestra luna de miel. ¿No se supone que nos debemos quedar en cama bastante tiempo?
—Estoy bien… solo cansada por el gran apetito sexual de mi esposo esta semana.
—¿Te estás quejando?
—Ciertamente no.
—Bienvenida a casa, en cierto modo, mi hermosa esposa. —Ríe mientras me lleva a través de la puerta principal y me pone en el suelo. Me mira y luego pone su palma contra mi frente—. Te ves pálida. ¿Segura que te sientes bien?
—Estoy realmente cansada.
Toma mi mano.
—Vamos a llevarte a la cama para que puedas recuperar el sueño perdido. Necesitas tener energía para mañana.
¡Mierda! No tengo idea como voy a tener todo listo.
—Pero no tengo tiempo para dormir. Hay mucho que hacer. —Miro alrededor de la sala de estar pero no veo ninguna entrega. Me pregunto dónde las puso Daniel—. Debería haber paquetes de Navidad escondidos por alguna parte. Necesitan ser envueltos antes de mañana. Tomará bastante tiempo porque yo misma hago los moños.
—No, señora. Hay bastante tiempo para eso. Lo primero que vas a hacer es dormir y puedes encargarte de esas otras cosas después, si te sientes lo suficientemente bien.
Odio admitirlo, pero estoy muy cansada para discutir con él.
—Bien. Despiértame en dos horas.
Está oscuro cuando abro mis ojos así que eso significa que Pedro Henry no me despertó como se lo pedí. ¡Mierda! He dormido todo el día.
Mi cabeza late y tengo escalofríos. Mi cuerpo se siente como si hubiera sido atropellado una y otra vez. No me encuentro del todo bien y puedo admitirlo.
Me siento en el borde de la cama y enciendo la lámpara. La tenue luz es dolorosa y me gustaría apagarla, y recostarme, pero tengo una necesidad urgente de usar el baño. Me levanto para ponerme de pie al lado de la cama pero mi cabeza da vueltas, así que me siento de nuevo.
Como si fuera una señal, Pedro Henry entra al cuarto.
—Finalmente despertaste. Has estado dormida como un muerto. —Camina hacia mí y de nuevo pone su mano sobre mi frente—. Estás caliente.
—Me alegra que lo pienses.
—Estás bastante animada para alguien con fiebre.
Me levanto y sostengo mi cabeza.
—Estoy mareada, pero en serio tengo que ir al baño.
—Te ayudaré.
Me ayuda a ponerme de pie y mi cabeza se siente como si hubiera estado corriendo en círculos, así que cierro mis ojos.
—Oh Dios. Tal vez vomite. —Y si lo hago, mi vejiga va a explotar—. Baño. Ahora.
Toma mis manos y me guía en la dirección que necesito ir, pero no abro mis ojos porque sé que vomitaré si lo hago. Siento sus manos guiándome hacia el retrete antes de que baje mi ropa interior por mis piernas.
—Siéntate.
Hemos hecho esto antes y sabe que no lo quiero cerca para mis necesidades corporales.
—Pásame el bote de basura y vete.
—No voy a dejarte sola cuando estás a punto de caerte del retrete hacia tu propio vómito.
¿En serio? ¿Quiere discutir sobre esto ahora? Soy miserable porque mi vejiga está a punto de explotar. Aprieto mis ojos mientras están cerrados a pesar de que los estoy cubriendo
con mi mano.
—No puedo hacer pipí cuando estás aquí. Tienes que irte.
—No me iré si estás inestable.
—Grr —gruño—. No me voy a caer, pero estoy a punto de explotar si no te vas de aquí.
—Tienes un minuto, pero es mejor que me llames si te sientes inestable. ¿Entiendes?
—¡Sí! Fuera de aquí. —Sueno odiosa, no es mi intención, pero mi miseria es la culpable.
En el minuto en el que escucho la puerta cerrarse, finalmente soy capaz de relajarme lo suficiente para vaciar mi vejiga. Y luego comienzan las arcadas, seguidas por el vómito.
Mis ojos aún están cerrados, pero escucho a Pedro Henry abrir la puerta del baño.
—¿Estás bien? —Una arcada suena fuerte y supongo que lo interpreta como una negativa porque está a mi lado con un paño frío y húmedo sobre mi cuello—. ¿Qué crees que esté
mal?
—No lo sé. Supongo que alguna clase de virus ya que tengo fiebre. —Incluso después de vomitar, no me atrevo a abrir los ojos porque no quiero comenzar de nuevo—. Maldición.
Esto pasó rápido. Ni siquiera recuerdo haberme sentido así de mal en mi vida.
Estoy más enferma cuando me doy cuenta de que no seré capaz de asistir a la fiesta de Navidad con mi nueva familia.
—No hay manera de que pueda ir a casa de tus padres mañana.
Frota mi espalda.
—No tienes que tomar esa decisión ahora mismo, pero apuesto que probablemente te sentirás mejor mañana.
No lo entiende.
—Tengo fiebre, así que eso significa que probablemente sea contagioso. Incluso si me siento mejor, no pudo exponer a la familia a lo que sea que tengo, menos a los niños.
—Has estado muy cansada y ahora estás vomitando y estás mareada. ¿Podrías estar…?
No termina, pero sé lo que está pensando. Odio reventar su burbuja.
—El embarazo no te provoca fiebre.
—A menos que estés embarazada y tengas un virus. —¿En realidad está deseando un embarazo encima de esto? Miró hacia arriba y mi expresión debió transmitir mis pensamientos—. No me mires así. Estabas ahí conmigo sobre el mostrador del baño la noche antes de la boda. Pudo haber pasado. Además, no es como si últimamente hubiéramos sido muy consistentes en el departamento de control de la natalidad.
Quiero preguntar de quién es la culpa de eso, pero mantengo el comentario para mí.
—Mi período debería comenzar en cualquier momento.
Está acariciando mi cuello.
—¿Quieres intentar regresar a la cama?
Estoy mínimamente mejor así que parece una buena idea.
—Sí. Creo que ya terminé por ahora, pero dame un minuto. Te diré cuando esté lista.
Suspira, una señal de que no aprecia mi necesidad de privacidad, pero no me importa.
Tengo cosas que atender y no le conciernen. Y estoy muy agradecida de haberle pedido que se fuera cuando veo la sangre después de limpiarme. Hablando de tener una pista, mi período ha llegado, así que no tendremos que esperar para saber si estoy embarazada.
Ver la evidencia de lo que ya sabía me deja inestable. No creí que estuviera embarazada, pero creo que tal vez tenía la esperanza, quizá en algún lugar en lo profundo de mi mente, de que habíamos concebido. ¿Es decepción lo que estoy sintiendo?
Salgo del baño una vez que termino y él instantáneamente está a mi lado, ayudándome a llegar a la cama.
—Mi período comenzó justo ahora.
—Oh. —Escucho su decepción y no estoy segura de cómo responder. Decir lo lamento no se siente bien, ni tampoco decir que lo intentaremos. La verdad es que no sé lo que quiero.
Solo sé que lo amo y que quiero complacerlo, ¿pero acceder a tener un bebé cuando no estoy segura solo para hacerlo feliz? ¿Cómo puede eso ser lo mejor para nuestro matrimonio?
Le dije que pensaría sobre el bebé —y lo haré— pero no ahora. No tengo ganas de nada más que de subir a nuestra cama y caer dormida rápidamente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario