jueves, 9 de junio de 2016
CAPITULO 154
Vuelvo con sus productos para el baño y me quito los pantalones, que de alguna manera no consiguieron ser sacados durante nuestra aventura sexual. Nos metemos juntos en la bañera. Me siento primero, según nuestra rutina, y luego P se agacha elegantemente como siempre a su lugar usual entre mis piernas para que pueda recostarse contra mi pecho. Me deleito en la simple sensación de la piel de mi amada contra la mía.
Así es como debería ser la vida. No más frivolidad en aventuras de tres meses con mujeres que no me importa conocer. No puedo creer que una vez que encontré —cualquiera sea la palabra correcta— en lo que yo solía hacer. Ciertamente no era felicidad o satisfacción. No tengo una etiqueta para eso. P es mi todo y no hay vuelta atrás. No lo tendría de ninguna otra manera.
Paso mis manos por sus caderas, masajeándolas bajo el agua. Siento algo pegado a una de ellas. Se siente como un adhesivo y la esquina se levanta cada vez más a medida que lo froto así que le doy un tirón.
Jadea y de inmediato sé que he hecho mal.
—¡Pedro Henry!
Oh infierno. Creo que estoy en problemas.
—¿No debería haber hecho eso?
—No. No deberías.
—Lo siento, P —Sostengo en alto el cuadrado color carne, y palidece—. Creí que era una especie de adhesivo pegado accidentalmente en tu trasero. ¿Qué es esto?
—Era mi parche anticonceptivo.
—Oh. —Va a pensar que se lo quité a propósito por lo de la charla sobre el bebé. Probablemente va a estar enojada conmigo el resto de nuestra luna de miel, o se va a distanciar de mí para no quedar embarazada. Mierda—. No lo sabía. Lo juro. ¿Tienes para ponerte otro? —Me muevo para salir de la bañera—. Te lo buscaré ahora mismo.
Me detiene agarrando mi mano.
—Me queda uno pero es para la próxima semana. Estaré corta de hormonas por una semana así que probablemente eso es tan bueno como no usar ninguno en absoluto.
—Por favor no te enojes. Fue un movimiento estúpido, pero yo no sabía.
Se relaja contra mí de nuevo e inhala un suspiro de alivio.
—Está bien. Te dije que empecé un nuevo método anticonceptivo, así que estoy segura de que asumiste que era la píldora. Supongo que debería haberte dicho qué tipo para que estuviésemos de acuerdo.
No sabía las consecuencias de mis acciones pero eso no me impedía sentir como si la hubiese ofendido.
—Te dije que me negaba a usar condones en nuestra luna de miel, pero lo haré. Me lo merezco por ser tan estúpido como para arrancarte ese parche sin primero preguntar qué
era.
—Cariño, está bien. No tienes que hacer eso. Los condones no son divertidos ni para ti ni para mí. Usé un espermicida como refuerzo anoche. Lo usaremos durante el próximo par
de semanas y volveré a empezar el parche el próximo mes. No había estado usándolo por mucho tiempo de todos modos.
Tengo suerte. En serio ella podría estar mandándome a la mierda ahora mismo.
—Gracias por no estar enojada conmigo.
—No hay razones para estar enojada, Alfonso.
—Eso dices ahora, pero ¿cómo te sentirás si terminas con un bollo en el horno, porque te arranqué esa cosa del trasero?
Echa la cabeza hacia atrás e inclina su rostro para besar mi barbilla.
—Pensaré que se necesitan dos para bailar un tango y que está destinado a ser
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