lunes, 23 de mayo de 2016

CAPITULO 96





Le doy la espalda a Pedro Henry y me acurruco contra él. No ha pasado mucho tiempo, pero sé que él estará otra vez conmigo tan pronto como esté listo.


Definitivamente estoy dispuesta siempre que los sistemas lo estén.


Su mano se desliza alrededor de mi cintura y frota con movimientos circulares de nuevo mi estómago. Parece estar colgado de esa zona esta noche por alguna razón. Cubro con mi mano la suya.


—¿Estás descubriendo por segunda vez lo mucho que te gusta mi piercing en el ombligo? Parece que esta noche no puedes mantenerte alejado de él.


—Tu piercing no es con lo que estoy obsesionado.


Hmm... suena interesante. Tal vez ya esté calentando motores para una segunda ronda. Eso es más rápido de lo esperado, pero ha pasado bastante tiempo. Me doy la vuelta, de forma que estoy apretada contra él.


—Entonces, ¿qué es lo que te ha fascinado esta noche?


No se mueve ni responde de inmediato.


—Encontré las pastillas anticonceptivas después que te fueras.


—Oh. —Sabía que las había dejado en alguna parte de la habitación, así que no me sorprende en absoluto que las encontrara. Sospecho que probablemente se vino abajo cuando las encontró, sé lo mucho que quiere evitar un embarazo.


—Durante el tiempo que perdiste tus pastillas, hubo dos noches en las que no usamos preservativos. Ni siquiera intenté terminar fuera, así que puedes entender por qué me he pasado los últimos tres meses preguntándome si estabas embarazada. —Empuja mi cabello a un lado y besa la parte trasera de mi cuello— No tengas miedo de decirme si lo estás a causa de este jodido malentendido que tuvimos en la casa de mis padres. —Su boca se mueve sobre mi oído y chupa mi lóbulo—. Te quiero mucho y te juro que también querría a nuestro bebé.


Justo cuando pienso que no puedo amar más a este hombre, dice algo así y me enamoro aún más profundamente.


Sujeto su mano extendida sobre mi estómago y entrelazo mis dedos entre los suyos. Aprieta con fuerza mi mano mientras espera que conteste a su pregunta.


—No estoy embarazada.


Pero ahora seguro que me gustaría estarlo.


—Me puse al día con las píldoras que no me había tomado tan pronto como llegué a casa con un nuevo paquete.


No parece aliviado como yo esperaba. ¿Quería que estuviera embarazada? Antes de esta noche, pensaría que se habría asustado a lo grande por el tema del embarazo, pero después de decirme que querría a nuestro bebé, me hace pensar lo contrario.


—Tenía que preguntar, Paula. Me estaba volviendo loco pensando en que nuestro bebé podía estar creciendo dentro de ti, pero que tú estarías demasiado asustada como para decírmelo por lo estúpido que había actuado antes.


—Probablemente habría tenido miedo de decírtelo. —Diablos, ¿a quién estoy engañando? Estaría petrificada por decirle que iba a tener a su bebé —. Para que lo sepas, ya no estoy tomando la píldora debido a mis migrañas. Me puse un DIU, ya que no parecía que fuera a desear tener hijos en cualquier momento de un futuro próximo.


—Estaría bien con esto si estuvieras embarazada. Quise decir lo que dije. Te quiero y querría a nuestro bebé.


Nunca dejaba de sorprenderme lo mucho que este hombre podía hacer que lo deseara. No estaba segura de sí era por sus manos en mi cuerpo, o por oírle prometer amar a nuestro bebé que nunca existió, pero una de las dos cosas me hacía desearlo con fuerza.


Estoy restregando mi trasero contra su ingle antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo y siento lo duro que está en contra mí. Sí, ha pasado el tiempo suficiente para que esté listo de nuevo. Desliza su mano entre mis piernas y siento su boca contra la piel de mi cuello.


Ahueca su mano entre mis piernas y me acaricia hasta que enciende cada terminación nerviosa de mi cintura para abajo. No tengo ninguna duda de que recuerda exactamente lo que mi cuerpo necesita cuando hace círculos alrededor de mi punto más sensible.


Cuando mezo mis caderas contra su mano, desliza dos dedos dentro de mí y usa su pulgar para masajear lentamente mi botón del éxtasis y el área sensible a su alrededor. Empiezo a sentir la tierra temblar mientras esas contracciones se inician dentro de mí. Las sensaciones llegan fuertes y rápidas, es demasiado condenadamente bueno en esto. Creo que sospecha que estoy a punto de correrme, porque ralentiza el movimiento de sus dedos, pero sólo logra que la presión se concentre y la espiral se acerque aún más rápido. El creciente placer está por todas partes; en mi ingle, por mis piernas, poniéndolas rígidas, incluso irradiando de los dedos de mis pies, doblándolos. En este momento, Pedro Henry tiene un poder total sobre mí, tengo la sensación de que lo anhela, y yo libremente se lo entrego.


Cuando finalmente llego al orgasmo, me derrito contra él.


—Woo. Ese fue otro agradable recordatorio.


—Sabes que ni siquiera estoy cerca de haber terminado todavía, cariño.


Por supuesto que no lo está. Mi hombre de las cavernas nunca lo está.


—Bien.


Besa mi nuca mientras sus manos exploran suavemente mi cuerpo. Pero quiero... más. Estiro mi cabeza hacia atrás, hasta que lo siento detrás de mí y me besa el costado de mi rostro.


—Pedro Henry, ya has hecho el amor conmigo y fue absolutamente maravilloso, pero han pasado tres meses desde que estuvimos juntos y yo realmente necesito que me folles duro.


Oigo su risa ronca junto a mi oreja.


—Nena, no tienes que decírmelo dos veces. —Toma mis manos y las levanta por encima de mi cabeza mientras usa sus caderas para empujarme sobre mi estómago—. Boca abajo.


Boca abajo. Suena tan sucio la forma en que lo dice. Y me encanta. Desde atrás es una de sus posiciones favoritas y es increíblemente talentoso en ella, así que sé que esto va a ser grande.


Ruedo con él y sujeta mis manos sobre mi cabeza. Me mueve en la cama y coloca las palmas de mis manos contra el cabecero. Muerde en el lóbulo de mi oreja y susurra:
—Hagas lo que hagas, no dobles los brazos.


—Lo que tú digas. —Haría lo que sea este hombre me dijera en este momento.


Coloca sus rodillas en la parte exterior de mis muslos, forzando mis piernas a juntarse, no es su método habitual, y lo siento empujar contra mi trasero mientras agarra con fuerza mis caderas. Todavía estoy resbaladiza por su semen por lo que se desliza fácilmente dentro de mí encontrando el ángulo perfecto.


Oh mi... esto es diferente. Nunca lo hemos hecho así.


La posición es inesperada porque él está sujetando mis piernas juntas en vez de separadas, pero se siente increíble. 


Aprieta mis caderas contra la cama, golpeándome contra el colchón empujándose cada vez más profundo. Ahora sé por qué quería que mantuviera mis brazos estirados. Sabía que me golpearía la cabeza contra la cabecera de la cama y conseguiría una conmoción cerebral si yo no oponía un poco de resistencia.


Pedro Henry también sigue las instrucciones. Le digo que me folle duro y no me decepciona. 


Nunca lo hace.


Siento su piel caliente contra toda mi espalda cuando baja su cuerpo contra el mío. Oigo su respiración entrecortada en mi oído. Sus embestidas son más lentas, pero aún duras y profundas. Sé lo que eso significa, que ya está cerca de llegar, así que espero oírle gritar mi nombre. Pero no lo hace. 


En su lugar, le escucho gemir en mi oído:
—Ohh, te quiero, joder —mientras empuja dentro de mí una vez más.


No creo que esas palabras se suponga que deban ir juntas, o que deba gustarme mucho oírlas, pero Pedro Henry hace que funcionen para mí.


Está recuperando el aliento mientras besa los parches de pecas sobre mi hombro y me dice que me echaba de menos. 


Lo miro.


—Yo también te quiero, joder


Se ríe mientras me besa en la espalda entre los omóplatos. 


Se retira y traza senderos de besos por mi espina dorsal. 


Instintivamente arqueo mi espalda mientras escalofríos estallan sobre la piel. Su boca se mueve por mi espalda y siento la caricia de esa lengua que tanto amo. Su pequeño fetichismo con la espalda puede ser tan extraño a veces, pero tengo que admitir que me encanta sentir su lengua húmeda en mi piel. —He tenido síndrome de abstinencia por no ser capaz de probar este pequeño lugar salado después de que haya terminado de follarte.


—Eres un bicho raro. —Me pregunto si hay un nombre para su extraña obsesión.


—Lo sé, pero te encanta. —Su boca se mueve hacia abajo hasta la mejilla de mi culo y lo muerde juguetonamente.


—Un rarito lamedor de sudor, un increíble mordedor de culos, eso es lo que eres. —Me río mientras me giro para mirarlo.


Rueda conmigo y coloca mi cabeza descansando sobre su pecho. Engancho mi pierna por encima de él y frota su mano arriba y abajo por mi muslo hasta llegar a mi nalga y apretarla.


—Es cierto. Soy un confirmado lamedor de sudor y mordedor de culos. Pero eso sólo se aplica a este dulce culo, nena.


Sólo a mi dulce culo, ¿eh?


Estoy totalmente feliz, pero sé lo altamente sexual que es Pedro Henry y no puedo dejar de preguntarme si ha habido otras mujeres en su cama durante los últimos tres meses. Él me preguntó si yo había estado con Claudio, así que ¿no tengo yo derecho a saber si ha estado con otras mujeres?


Claro que sí, tengo todo el derecho a saberlo, pero ¿podría manejarlo si hubiesen habido otras mujeres tomando mi lugar? No lo sé. No saber es una tortura, pero también sé que sería una agonía si me dijera que ha tenido relaciones íntimas con otra mujer. No estoy segura de si puedo soportar oír esas palabras, así que me debato entre si quiero ir a ese lugar sin retorno.


Tengo que saber.


—Me preguntaste si había estado con Claudio. Ahora te voy a hacer la misma pregunta. ¿Has estado con otras?


Se ríe, pero yo no lo hago porque no le encuentro la gracia a mi pregunta.


—Te pregunté si habías estado con un hombre y tú preguntas si yo he estado con otras. Plural, más de una.


—O plural como muchas.


Golpea mi culo y lo aprieta con fuerza mientras me empuja contra él.


—Bebé, mi polla sólo se ha familiarizado con la señora Palma y sus cinco hermanas.


No dijo que no haya habido mujeres en su cama.


—Respóndeme. ¿Eso significa que no ha habido otras mujeres en los últimos tres meses?


Frota la palma de su mano sobre la nalga donde antes me dio la bofetada.


—No he estado dentro de otra mujer después de ti.


No estoy segura de que me haya sentido más aliviada en mi vida.


—Bien. Vamos a mantenerlo de esa manera.






No hay comentarios:

Publicar un comentario