lunes, 16 de mayo de 2016
CAPITULO 73
Me acuesto de espaldas y miro al techo. Bueno, que me condenen.
Paula me ama. No esperaba escuchar eso. No estoy muy seguro de cómo me siento al respecto.
Nuestros días se están terminando y he estado pensando mucho sobre cómo me voy a sentir cuando se haya ido.
Admito que estoy confundido por las emociones que tengo. Nunca me he encariñado a ninguna de mis compañeras en el pasado, pero he sabido desde el principio que todo lo relacionado con Paula es diferente. Ella significa para mí más de lo que cualquiera de las otras lo ha hecho, ¿pero lo hace igual al amor? No tengo ni idea.
Una parte de mí quiere que Paula se vaya, así puedo volver a mi vida antes de ella, pero luego hay otra parte que quiere rogarle que se quede para siempre. Por mucho que lo intente, no puedo decidir cuál es más fuerte.
Siento un terrible dolor en el pecho cuando pienso en su partida. ¿Es así como se siente el amor? No lo había pensado así, pero luego la escuché decir que me ama y me siento más confundido que nunca.
Me incorporo al borde de la cama y reflexiono sobre qué decirle cuando salga del baño. Varios minutos pasan y me doy cuenta de que no tiene intención de salir mientras yo siga aquí.
Toco la puerta.
―Paula, ¿saldrás para que podemos hablar?
―Realmente no quiero. Por favor, no me obligues. ―Su voz sonaba nasal, por lo que sé que está llorando. Es casi más de lo que puedo soportar, porque quiero ser el que seque sus lágrimas, no el que las ocasione.
―Realmente creo que deberíamos. ―Estiro mi mano para girar el pomo, pero ya sé que va a estar bloqueado―. Por favor, sal.
Pasa otro minuto antes de escucharla desbloquear la puerta.
La abre y se mantiene en pie envuelta en una toalla, su mirada desconsolada negándose a encontrarse con la mía.
Extiendo la mano y levanto su barbilla para poder ver sus
ojos, pero ella los cierra y me bloquea.
Le pedí que saliera para que pudiéramos hablar, pero ahora no tengo una maldita pista en cuanto a qué debería decir.
Siento algo genuino por ella, pero no sé lo que es. No puedo decir que la amo, así que hago la única cosa que puedo,
mostrarle cómo me siento.
Desamarro la toalla debajo de sus brazos y cae al suelo.
Puse sus brazos alrededor de mis hombros y la levanto.
―Envuelve tus piernas en torno a mí.
Puse mis manos debajo de sus muslos y la llevo de vuelta a la cama. La recuesto atravesando de lado a lado el colchón y me arrastro sobre ella a cuatro patas.
Tomo su barbilla en mi mano.
―Mírame, Paula.
Titubea y luego abre sus ojos y me mira fijamente. Las lágrimas ruedan por sus sienes y me inclino hacia delante para apartarlas con besos. Me gustaría poder decir “Te amo”.
No puedo darle mi corazón, pero hay una cosa que puedo darle.
Bajo mi mano y siento que ella está empapada con mis fluidos todo el trayecto hasta el interior de sus muslos. Paso mis dedos por él y lo froto en su piel como si marcara mi territorio. Estoy impactado al descubrir lo mucho que me gusta tener esa parte de mí ser sobre ella. Y en ella.
Ella es mía, al menos durante un poco más.
Entro en ella despacio, y en cuestión de segundos sus caderas están reuniéndose conmigo golpe a golpe. Quiero ser gentil porque hacer el amor con ella es nuevo y me gusta la forma en que se siente, pero ella tiene otras ideas en mente. Usando sus muslos, ella me persuade para que me mueva más rápido por lo que me deslizo dentro y fuera de ella. Se estira hacia mi cuello para tirar de mí contra ella y susurra en mi oído:
―¡Más fuerte! ―Le doy lo que pide y cuando siento su contracción en torno a mí, eso me impulsa al borde. Me empujo profundamente dentro de ella una vez más mientras entro en erupción.
¿Qué es eso de llegar en su interior?
Aparto el cabello de su rostro y ella mira mis ojos. Veo el miedo cuando pregunta:
―¿Estamos bien?
Bajo mi boca y suavemente beso sus labios.
―Estamos mucho mejor que bien. ―Le doy un beso esquimal, y luego me incorporo para ver la hora. ¡Mierda! Realmente tengo que volver al trabajo. Logro vestirme mientras ella observa. Me siento en el borde de la cama para ponerme los zapatos y ella se arrastra detrás de mí para deslizar sus brazos alrededor de mi cintura. Echo mi cabeza hacia atrás contra la suya―. Nunca lograré regresar al
trabajo a este ritmo.
―Te voy a dejar ir en un minuto. Sólo necesito saborear este momento por un poco más.
¿Por qué necesitaría saborear el momento? ¿Va a dejarme porque no le dije que la amaba?
Me doy la vuelta y la empujo hacia la cama. La encarcelo con el peso de mi cuerpo, sujetándole los brazos sobre su cabeza. La miro a los ojos cuando pregunto:
―¿Estás dejándome? ―Ella traga fuertemente y no responde―. Ni siquiera se te ocurra no estar aquí cuando vuelva a casa esta tarde. Iré por ti y te arrastraré de vuelta por el pelo como un hombre de las cavernas. ―Esto trae una sonrisa en su rostro y no puedo resistir besarla por última vez antes de irme―. Probablemente llegaré tarde esta noche ya que tengo que recuperar el trabajo que he perdido esta mañana. Te quiero aquí cuando vuelva a casa esta noche.
Todavía tengo sus manos presionadas sobre su cabeza.
―Lo estaré.
―Prométemelo. ―No sé cuan buena creo que una promesa lo hará. Si ella quiere irse, lo hará.
―Te lo prometo.
Mis tripas me dicen que ella estaba a punto de huir, por lo que no importa si me da su palabra o no. Ella correrá si la idea la ataca, así que estar lejos de ella hoy no va a ser fácil para mí. No voy a descansar hasta que llegue a casa y la encuentre todavía aquí.
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