sábado, 30 de abril de 2016

CAPITULO 23







Mi mamá me encuentra en la puerta, cosa que nunca hace, y echa un ojo hacia mi auto. Está buscando a mi “novia”.


Ve que estoy sólo y está molesta.


—¿No la trajiste?


¿Por qué se hace eso a ella misma?


—No, mamá. Te dije que no lo haría.


—Esperaba que cambiaras de opinión. Quiero conocer a la mujer que atrapó los ojos de mi hijo. ¿Es eso mucho pedir?


—No, mamá, no lo es. —No debería, pero le doy falsas esperanzas porque es la cosa correcta por decir si Chiara fuera mi novia realmente—. Tal vez la traiga la próxima vez.


Sus ojos brillan con mi propuesta.


—Tenemos la cena de tu cumpleaños el próximo mes. Puedes traerla entonces.


—Lo hablaré con ella y veremos —le miento.


Está satisfecha con esa respuesta y finalmente me permite entrar en la casa.


Estamos sentados en la mesa de la cena cuando lo trae a colación de nuevo.


—Quiero escuchar acerca de tu novia.


Todos alrededor de la mesa miran fijamente mientras esperan que dé una respuesta. Veo que seré forzado a mentir. Trataré de ser lo más vago posible.


—Es americana.


Veo la cara de mi madre caer.


—¿No vive en Australia?


—No. Está aquí en una larga visita con una amiga.


—¿Así que no regresará a los Estados Unidos pronto?


—No por un tiempo.


Eso hace a mi mamá sonreír de nuevo.


—Eso es bueno. ¿Qué es lo que hace?


—Ella es cantante... Una muy buena. Así es como nos conocimos… La escuché cantar en un club en WaggaWagga.


Evito decirles el nombre de Chiara, pero la ilusión se siente real por un momento, y me gusta. Encuentro placer en la felicidad que se ve en sus caras, pero entonces la culpa se asienta. Todo lo que les diga a ellos con respecto a ella es la verdad envuelta en una sábana de mentiras.



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