sábado, 30 de abril de 2016
CAPITULO 21
Siento el modo en que está temblando y no tiene nada que ver con su orgasmo. He sido demasiado agresivo con ella.
Ahora necesito demostrarle que puedo ser gentil.
Me levanto del cuerpo de Chiara y me arrodillo entre sus piernas desde atrás. Beso el hundimiento en la parte baja de su espalda y pruebo la salada humedad creada durante nuestro frenesí sexual. Es otra manera en la que me gusta probar a esta dulce chica.
Deslizo mis manos desde su cintura hasta sus hombros y comienzo a masajear sus tensos músculos. Toma algunos minutos, pero siento que eventualmente comienza a relajarse bajo mi toque y medito sobre cómo justificar mi posesivo estallido.
Podía decir que no sabía de dónde había salido mi irracional exigencia, pero eso sería una mentira. No debió haber existido espacio en mi cabeza para otra cosa que no fuese lo bien que se sentía estar dentro de ella, pero algo más se deslizó en mis pensamientos. Alguien más, Benjamin Donavon.
No puedo creer que dejé a ese pequeño bastardo meterse en mi cabeza. Él quiere lo que es mío y estoy obligado a entregársela mañana. Bien podría ser servida en una bandeja de plata.
Por dos días estaré en Sydney, y ella estará con él en su apartamento. Podrían encontrarse solos. Ahí es cuando la mierda pasa.
Podría verme mal con respecto a eso, pero quiero ser claro con Chiara; ella es mía mientras esté en Australia. No la voy a compartir con Benjamin Donavon o cualquier otro idiota.
Me inclino para besar sus hombros y pasarle mi nariz por encima de la nuca y el cuello. Huele tan bien... A todas las frutas, dulces y feromonas. Montones de feromonas. Si sigo oliéndola, me podría apartar de lo que necesito hacer.
Coloco un lado de mi cara contra el centro de su espalda y la dejo ahí por un momento mientras trato de recuperar algo de la posición que pude haber perdido por mi trato menos que caballeroso.
—Siento mucho si fui muy agresivo.
—Fuiste bastante intenso. —Me echó un vistazo sobre el hombro—. Pero nunca dije que me oponía a lo intenso. —Siento sus palabras retumbar contra mi oído presionado en su cuerpo—. Sin embargo, estoy un poco confundida acerca de lo que dijiste.
Me bajo de ella y me recuesto a un lado. Ella hace lo mismo y sostiene la cabeza en sus manos. Saca sus labios hacia mí y como si se burlara dice en un tono ronco:
—Te ves tan serio.
Lo estoy. Mortalmente serio.
—Podremos estar juntos sólo algunos meses, pero tú eres mía mientras estás aquí. No te compartiré con Benjamin Donavon o ningún otro hombre.
Veo la confusión en su cara.
—¿De dónde viene eso?
Oh, infiernos. Voy a sonar como una chica.
—Vives con él.
Me está dando ese mirada de "duh, ¿en serio?", como las que me da mi hermana pequeña. Las mujeres deben nacer con ese talento especial.
—Y tú sabías eso cuando nos conocimos. Sólo que no lo entendiste.
—Lo sé, pero tengo que llevarte a él mañana.
La comprensión hizo click en su cabeza y entendió.
—No le estás cediendo mi custodia a Benjamin. Me estás llevando al lugar donde me estoy quedando con mi mejor amiga.
—El cual resulta pertenecer al hombre que te quiere en su cama. —No lo vi antes, pero se ha vuelto claro. Ahora que he tenido a Chiara en mi cama, su estancia con Benjamin Donavon será un problema para mí.
Se encoge de hombros, como si no le pudiera importar menos.
—No importa si me quiere o no. Yo no lo quiero a él. —Se levanta y se monta a horcajas sobre mí—. Pero a ti si te quiero.
Va a usar el sexo para distraerme de esta conversación. Lo permitiré… Esta vez.
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