sábado, 30 de abril de 2016

CAPITULO 22




Es la mañana de la víspera de Navidad. Cuando despierto, veo a Chiara durmiendo sobre su estómago de nuevo. 


Estoy aprendiendo cosas de ella. Es una persona que duerme sobre su estómago. No quiere acurrucarse cuando es tiempo de dormir. Y le gusta tener su espacio en la cama. Todas esas cosas están bien para mí.


En lugar de levantarme para tomar café y leer el periódico, permanezco en la cama. Quiero estar al lado de ella cuando despierte porque voy a tomarla de nuevo antes de llevarla de vuelta. Quiero estar reciente en su piel y dentro de ella
cuando regrese a él.


Mi chica americana no es una persona madrugadora. Le gusta dormir, así que tengo que permanecer recostado al lado de ella estudiando sus formas por más o menos una hora antes de que se despierte. Estoy a punto de dormirme de nuevo cuando la siento rodar en mi dirección. Mis ojos se abren de golpe y ella me está viendo fijamente.


Hmm. El observador se convirtió en el observado.


Enlaza sus dedos juntos sobre mi pecho y sostiene su barbilla encima de sus manos.


—Buenos días.


Alzo la cabeza y la beso encima del cabello.


—Buenos días para ti, dormilona.


—No puedo ser llamada dormilona si soy la que te atrapó a ti durmiendo.


—He estado esperando por una hora para que despiertes, huesos perezosos.


—¿Y qué te mantiene en la cama en lugar de levantarte para tener un café mañanero?


—Tú.


Estoy dentro de ella dos veces antes de abandonar el viñedo, una en la cama y de nuevo en la ducha. En tanto la llevo al departamento, me reprendo a mí mismo por no ser más aventurero y haberla tomado por toda la casa, dado que todo el personal estaba fuera. Habría sido el momento perfecto. Será difícil hacer eso una vez que hayan regresado.


Estaciono frente al apartamento pero mantengo el motor del Sunset encendido.


Necesito ponerme en camino si quiero llegar a tiempo.


Mamá odia cuando alguien llega tarde, y yo ya tengo un infierno que pagar por no llevar a mi “novia” conmigo.


Salgo del auto y la encamino a la entrada del apartamento. 


Alcanzo sus manos y les doy un suave apretón.


—Te llamo más tarde esta noche. Cuando escuches cantar a Bret, sabrás que soy yo.


—Eso me recuerda. Necesitas un tono de llamada personalizado, así sabrás que soy yo.


No puedo creer que ella no sepa que ya tiene uno.


—Tienes uno. Sólo que no sabes cuál es.


Alcanza su teléfono para llamarme, pero la detengo.


—Oh, no, no lo harás.


—Pero quiero saber cuál es el mío.


—Después. —Acuno su cara con mis manos y la beso con fuerza, así estará “borracha de amor” por mí mientras esté fuera.


—Maneja con cuidado.


—Lo haré.


Justo como la primera vez que nos interrumpió, Benjamin Donavon aparece como un fino aire. Aclara su garganta, interrumpiendo nuestro beso de despedida.


Su sonrisa, como en un intercambio entre nosotros, era una que dice: “Hey. Voy a tener a esta chica.”


Le doy una engreída sonrisa en respuesta que dice: “Hey, adivina qué. Yo ya tuve a esta chica. Y es increíble.”


El pequeño bastardo levanta el bolso de Chiara y se queda parado esperando con él sobre su hombro. Sabe que está interrumpiendo nuestros últimos momentos juntos. Y lo está disfrutando.


Que se joda. Si piensa que acaba de arruinarme esto, está equivocado. De cualquier manera voy a besarla como el infierno.


—Discúlpanos. Estamos en medio de algo.


Sujeto su cara y rozo mis labios a lo largo de los de ella, pero entonces persuado su boca para que la abra y ella me permite besarla como lo hice cuando estábamos a solas, como si hubiera olvidado que Benjamin estaba ahí con nosotros.


Deslizo mi boca hasta su oído y mis ojos se encuentran con los de Benjamin mientras le susurro:
—Recuerda. No te compartiré.


Me susurra de vuelta:
—¿Cómo podría olvidarlo?


Decimos un último adiós, y Benjamin está esperando para apartarla de mí. Cuando ella entra en el apartamento, él voltea para darme un guiño de mierda mientras le coloca la mano en la parte baja de su espalda.


¡Maldición! No en la parte baja de su espalda. Ese es mi punto para tocar.


Mi única opción es observar. Me siento inútil, como un pastor viendo a su cordero favorito desaparecer dentro del bosque con un peligroso lobo. Ella cree que él es inofensivo, pero no lo es. Lo conozco mejor.


Es infantil, pero le mando un mensaje antes de ponerme en marcha en un esfuerzo de mantener su atención lejos de él.


Extráñame mientras no estoy.


Un momento después, escucho el sonido de su mensaje en respuesta.


No puedo extrañarte hasta que te hayas ido. ;)


Me alejo de la acera y espero hasta estar fuera de la vista para darle enviar al siguiente mensaje.


Me fui. Ahora puedes extrañarme.


Lo hare pero no ¡TMC!


Está preocupada por mi seguridad. Eso me hace reír.


Uso la manejada para pensar en un montón de cosas, pero mis pensamientos mayormente giran alrededor de la hermosa morena nueva en mi vida a la que no parecen preocuparle las cosas que puedo hacer por ella. Sabiendo lo poco que se preocupa por el dinero que podría yo gastar, me hace querer comprarle el mundo.




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