jueves, 16 de junio de 2016

CAPITULO 174




Mis planes de cumpleaños para P fueron enviados al infierno ida y vuelta anoche.


Imagínalo. Ninguno de los dos estaba de humor para celebrar después del truquito de Bianca, así vamos a cenar en Ash esta noche. No es una sorpresa como lo había planeado pero van a darnos nuestra mesa de la esquina cuando esté disponible.


Tenía una reunión de negocios de último minuto así que P conduciría a la ciudad para encontrarse conmigo. Dice que no le importa porque quiere conducir su nuevo todoterreno. 


Por lo menos esa parte no fue arruinada.


Le envío un mensaje a P para hacerle saber que he terminado mi reunión y la estoy esperando en el bar. Tomo asiento en un taburete para esperar y ordeno dos Pinot Noirs — no de mi propia viña— porque tengo curiosidad acerca de la competencia. Es decente, sin duda no para tirar cohetes, así que me regocijo porque sé que el mío es mucho mejor.


Compruebo la hora y veo que Paula llega considerablemente tarde, así no es ella en absoluto.


—¿Fuiste plantado? —La voz pertenece a una mujer sentada un par de asientos de distancia. Echo un vistazo breve en su dirección y veo a una rubia de piernas largas vistiendo un traje color ciruela de negocios, una chaqueta ajustada y falda corta con tacones muy altos. No puedo ver su cara porque está mirando hacia el frente, pero puedo decir que es hermosa.


Elijo responder ya que no quiero ser grosero, pero probablemente más porque quiero hacerle saber que no estoy en el mercado. No quiero que coquetee conmigo cuando llegue Paula.


—Nada de eso. Estoy esperando a mi esposa.


—Su error. Si fuera sabia, tu esposa no te dejaría sentado solo en un bar de hotel para que te invite arriba.


Que me aspen si no estoy aturdido. Ni siquiera he hecho contacto visual con esta mujer y me invita a tener sexo. Claro, suena muy parecido a lo que una vez hice, pero ahora sólo parece una locura.


—Lo siento. Tendrás que encontrar a alguien más.


Deja su silla y se mueve a la que está a mi lado.


—No creo que a tu esposa le importe. —Coloca de forma inesperada su mano sobre mi cabeza y tira de mi para poder susurrar en mi oído—. Sé que es un hecho que a tu esposa
no le importará si me llevas arriba y me follas como un campeón. —Su falso acento australiano ha desaparecido, reemplazado por un acento sureño más natural.


Me vuelvo para mirar a la mujer a mi lado y reconozco los ojos dorado-marrón que me devuelven la mirada.


—¿Paula?


—Shh… sin nombres. Sólo quiero un compañero para pasar la noche. Sin complicaciones. Sin comunicación después.


Mi cerebro registra el hecho de que mi esposa está sentada a mi lado en un lugar público con una peluca rubia y un traje sexy y entiendo que es esto. Es todo para mí. P admitió durante nuestra confesión que tenía miedo de que echara de menos tener diferentes mujeres, por lo que se ha convertido en otra persona por mí esta noche. Empujo la copa de vino de P en su dirección y sostengo el mío.


—Un brindis por la mejor esposa ya que no tiene ninguna objeción a esto.


Tintinea su vaso con el mío y toma un sorbo antes de ponerlo en la barra. Me olvidé. Está evitando el alcohol ya que estamos tratando de concebir.


—¿Quieres algo sin alcohol en su lugar?


Pone su mano sobre mi pierna y la desliza hacia arriba. 


Roza mi polla aún blanda, haciendo que se mueva.


—No. Lo que realmente me gusta es esto.


—Bueno, ¿quién soy yo para interponerme entre una chica y lo que quiere? —Lanzo unos billetes sobre el mostrador delante del camarero—. Sin cambio.


—Gracias, señor.


Salimos del bar y entramos en la zona del vestíbulo.


—¿Tengo que conseguir una habitación?


Sostiene la tarjeta de acceso.


—Ya me he ocupado de ello.


—Perfecto. —No tenía muchas ganas de pararme en el mostrador para registrarme, con una furiosa erección.


Entramos en el ascensor y espero a que las puertas se cierren para poder descender sobre… hmm. ¿Cómo debo llamarla? No es Paula esta noche.


—Necesito algo para llamarte.


Inclina la cabeza y sonríe.


—Puedes llamarme tuya por esta noche.


—Entonces puedes llamarme increíblemente complacido.


Extiende su mano para un apretón.


—Es muy agradable conocerte.


Me suelta la mano cuando una pareja mayor entra en el ascensor. Maldita sea. Tenía la esperanza de hacerla encenderse en el paseo.


La mujer en el ascensor nos está juzgando. Es claro como el día por la expresión en su rostro. Nos vio presentarnos y ahora se ha dado cuenta de que un solo botón del ascensor
fue presionado. Supongo que piensa que Paula es una puta y apostaría todo el dinero en mi billetera que ha comprobado mi mano por un anillo de bodas.


—No dijiste cuánto me iba a costar esto.


Paula se torna una sombra profunda de rojo y baja la cabeza, riendo.


—Tengo hasta mañana. Ese fue el acuerdo, ¿no?


Paula se endereza y quita la sonrisa de su cara.


—Sí, señor. Su esposa lo arregló para que me tuviera toda la noche.


—Como dije antes… la mejor esposa.


El elevador emite un sonido y las puertas se abren en nuestro piso. Hago un gesto a Paula para que salga primero.


—Después de usted, señorita. —Salimos y no puedo resistir mirar a la pareja en el ascensor, ella me da una mirada de desaprobación mientras que él parece envidioso.


No decimos nada mientras caminamos por el pasillo hacia nuestra habitación.


—Es nuestra. —P desliza la tarjeta en la puerta. Doy un paso detrás de ella y empujo su pelo rubio de su cuello para poder besarla. Gime y deslizo mi mano bajo su falda corta y exploro, encontrando sus bragas para que mis dedos puedan sumergirse en su centro húmedo—. Maldita sea. Ya estás resbaladiza. —Está luchando por hacer que la tarjetallave abra la puerta mientras la follo con el dedo—. Voy a inclinarte y dártelo tan fuerte.


La luz verde parpadea en la puerta y la abre.


—Voy a venirme antes de que lleguemos dentro si no te detienes.


Saco mis dedos de ella, pero sólo porque quiero que se venga con mi boca en ella. Quiero saborearla.


La llevo a la cama y se sienta. Me dejo caer y me arrodillo 
entre sus piernas antes de tirar de su culo hasta el borde. Acerco la mano debajo de su falda y arrastro sus bragas por sus piernas. Llevo su sexy tanga rojo a mi nariz e inhalo profundamente.


—Hueles tan jodidamente bien, casi podría correrme simplemente oliendo estas.


Dejo caer sus bragas en el suelo y agarro la parte posterior de sus muslos, empujándolas y abriéndolas. Se apoya sobre los codos, preparándose para ver lo que mi boca va a hacer con ella. Es jodidamente caliente como el infierno cuando mi chica me mira lamerla.


Está mirándome, su cabello rubio se derrama sobre sus hombros. Nuestros ojos —azul claro y marrón dorado— se encuentran cuando coloco mi lengua contra su centro y la
arrastro hacia arriba.


—Oh, mierda. Eso se siente bien. —La lamo de la parte inferior hacia la parte superior y luego hago un círculo con mi lengua alrededor de su clítoris. Empujo dos de mis dedos
dentro de ella y grita—: ¡OhmiDios, sí! —Es un ruego para que haga que se venga. Y entonces lo hace. Siento las contracciones alrededor de mis dedos y pruebo el sabor salado de su orgasmo en mi boca. Es absolutamente delicioso.


Vuelve a caer en la cama, con las piernas apoyadas en el colchón. Están temblando, así que pongo mis manos sobre sus rodillas para sostenerlas.


—Qué bien, ¿eh?


—Sí. Estuvo así de bueno.


Se acerca y me empuja hacia la cama. Desabrocha mis pantalones y tira de ellos, ansiosa por bajarlos.


—No estoy segura de haberte dado una mamada adecuada recientemente. Creo que necesitas una.


—No podría estar más de acuerdo.


Una vez que mis pantalones están fuera, se mueve a sus rodillas sobre el suelo. Tira de mí hacia el borde de la cama y comienza a lamer mi polla desde la base hasta la punta. La agarra en su mano y sus ojos ven los míos mientras arrastra la lengua por la punta de lado a lado.


—Me encanta el sabor de tu pre-semen. —Se lame los labios y traga antes de chuparme plenamente en su boca, tomando toda mi polla en la parte posterior de su garganta.


—Eso se siente increíble. —Pero tan genial como es, tengo que cerrar los ojos porque no puedo ver la cabeza rubia balanceándose arriba y abajo sobre mi polla, a pesar de que sé que es Paula.


»Cariño, estoy a punto de venirme. —Todavía le digo antes de hacerlo. Siempre lo haré pero al igual que P siempre lo hace, chupa aún más fuerte. Siempre quiere que me corra en su boca.


Paula no está ovulando, pero todavía se siente como si no debiera haberse desperdiciado en su boca. Por otra parte, no se trata se tratar de tener un bebé. Este es nuestro juego de roles porque P quiere mantenerme feliz y satisfecho. No tiene idea de lo innecesario que es porque todo lo que quiero es ella. No otras mujeres.


Tiro de ella hacia mis brazos y rozo mi boca contra la suya. 


Quiero un beso suave y dulce en sus labios cuando la incline sobre la cama y la folle hasta dejarla sin sentido.


—Recuerda este delicado beso.


—Está bien. —No tiene idea de lo que quiero decir. Pero lo hará.


Tomo una almohada de la cama y la coloco en el suelo.


—Date la vuelta y arrodíllate. —Lo hace como instruyo y estiro sus brazos sobre la cama.


Quito mi camisa y la lanzo al otro lado de la habitación. Me agacho y pongo mis labios en su oreja—. Pretendes ser alguien más y voy a follarte como si fueras otra persona.


Conduzco mi polla dentro de ella duro y rápido, lo que la hace jadear. Me quedo quieto hasta que siento que se relaja y luego comienzo a moverme dentro y fuera de ella lentamente, probando el agua hasta que construyo un ritmo más rápido, que ella pueda tolerar. Agarro sus caderas y aprieto, tiro de su cuerpo contra el mío para encontrar mis embestidas. Este sexo es más rápido y más duro que al que está acostumbrada.


Miro el cabello rubio que cae sobre sus hombros y espalda y me doy cuenta que esto no es lo que quiero. No quiero follar a otras mujeres. Ni siquiera quiero follar a Paula mientras está fingiendo ser otra persona.


Salgo de ella.


—P, quítate esa maldita peluca. No puedo soportar ver esa mierda rubia. Me hace sentir como si estuviera follando a alguien más.


Está de rodillas con la parte superior de su cuerpo extendida sobre la cama, apretando el edredón con fuerza en sus puños cuando oigo sollozos.


—P, ¿por qué lloras? —Suelta la ropa de cama y utiliza su mano para limpiar su cara—. ¿Qué pasa? ¿Te he hecho daño?


No responde, así que físicamente la giro y veo su cara llena de lágrimas y ojos rojos.


—Háblame, P. Dime lo que está mal.


Se niega a mirarme a los ojos.


—Fuiste diferente conmigo en este momento.


—Sólo porque viniste a mí como alguien más.


—Nunca me has follado así antes. ¿Así es como eres con otras mujeres?


Uso mi mano para girar su cara hacia la mía.


—No estoy con otras mujeres.


Finalmente me mira a los ojos.


—¿Así es como te ponías cuando estabas con las otras doce? ¿Y con Lana?


—No.


Se levanta del suelo y se endereza la falda.


—Esta fue una mala idea.


—Lo siento. —Ruedo para sentarme en el suelo con la espalda apoyada en la cama y presiono las palmas en mi frente—. No sé lo que pasó. —Pero eso es una mentira. Sé exactamente lo que pasó. Le di una follada de castigo porque todo lo que hizo y pretendió ser esta noche fue un recordatorio de las cosas repugnantes que he hecho. Y mi propia esposa fue la que me obligó a recorrer ese camino de nuevo.


—No debería haber hecho esto. —Pone las manos sobre su boca y luego empuja las manos a su frente—. Lo siento. Tengo que salir de aquí.


—Voy contigo.


—Por favor, no. —No puede mirarme y no sé lo que significa. ¿Está enojada? ¿Herida?—. Necesito un poco de tiempo para pensar.


Paula se va sin decir nada más y me quedo sentado en una habitación de hotel preguntándome qué demonios necesita pensar.







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