martes, 7 de junio de 2016
CAPITULO 146
Abro los ojos y miro el reloj. Son las 6:37 de la mañana del sábado, y el lugar de Pedro Henry ya está vacío. Está levantado antes de lo habitual en la mañana de este fin de semana. El pensamiento despierta mi curiosidad,
y luego la razón de su ausencia me golpea.
Es el día de nuestra boda.
Me pongo la almohada sobre el rostro para que nadie me oiga y chillo a todo pulmón. No puedo creer que este día esté aquí. Pedro Henry será mi esposo hoy más tarde.
Me cambio rápidamente a algo más presentable que la camiseta de Pedro Henry y voy a la cocina. Oigo a alguien allí y echo un vistazo por la esquina para asegurarme de que no es mi novio, aunque estoy segura de que sabe que no debe estar hoy en esta casa conmigo. Margarita me ve y se ríe.
—Él no está aquí. Sabe que lo golpearé casi hasta la muerte si pone un pie en esta casa hoy. —Me siento en mi lugar habitual en la barra y puedo oler la taza de café recién hecha de Margarita. Ella la sostiene el alto—. ¿Quieres una taza de café?
No sé cuándo sucedió, pero adquirí un gusto por el café en algún punto a lo largo del camino. Probablemente fue en la gira con la banda ya que era lo único disponible para energizarme.
—Tomaré una, aunque tal vez no sea una buena idea tomar cafeína en adición a mis nervios.
—Está bien estar nerviosa.
—Tal vez nervios no es la palabra correcta. —Margarita es mi suegra ahora y lo más cercano que tengo a una madre, por lo que puedo ser honesta con ella sobre lo que estoy sintiendo—. Estoy dolida porque mi mamá no vendrá. Todavía está enojada porque la dejé a ella y a mi carrera. Cuando me dijo que nunca iba a visitarme, pensé que lo estaba usando como ventaja para hacer que me quedara, pero ahora veo que hablaba en serio. Si no va a venir para mi boda, entonces tampoco la veré nunca viniendo de visita.
—Lo siento, Paula. Tenía la esperanza de que viniera, pero ni se te ocurra pensar que no tienes gente que te quiere. Tus padres siempre serán tus padres, pero nosotros también somos tu familia, no sólo Pedro Henry. Siempre estaremos aquí para cuidar de ti porque eres nuestra ahora, y te amamos.
Siento las lágrimas llegando.
—Sé lo importante que es la familia porque nunca he tenido una. Estoy tan feliz de estarme convirtiendo en un miembro de los Alfonso. Los amo a todos y a cada uno de ustedes.
Margarita se seca los ojos con una servilleta.
—Son suficientes lágrimas en el día de tu boda. No quieres que tus ojos estén rojos e hinchados.
Este es el día más feliz de mi vida, y no voy a dejar que el egoísmo de mi madre me lo estropee. Se detiene aquí.
—Tienes razón. No puedo cambiar las cosas sobre las que no tengo control, así que no más lágrimas. —He derramado demasiadas de esas y tengo esta maravillosa vida por delante de mí ahora. De aquí en adelante, todo va a ser diferente con Pedro Henry a mi lado.
—Tu novio tiene una sorpresa para ti. Organizó que todas nosotras tengamos un mañana en el spa. Nuestra cita es a las nueve.
Ese es mi Pedro Henry, siempre mimándome como una princesa. Es lo que me prometió la noche de nuestra primera cita y todavía no me ha decepcionado.
—Le encanta mimarme. Estoy segura de que tengo que darte las gracias por eso.
—Traté de enseñárselo a él y a Ernesto. Tenía la esperanza de que crecieran como hombres atentos y detallistas que trataran a las mujeres con respeto, así que puedes imaginar mi horror cuando Pedro Henry me dijo sobre el acuerdo que tenía contigo.
¡Oh, mierda! Había tenido la esperanza de que nunca tuviese esta conversación con ella.
—No te molestes con él. No lo hizo él solo. Estuve de acuerdo en todo.
—Me alegro de que sucediera de la manera en que sucedió. Ese tiempo separados les mostró a cada uno de ustedes lo que se estaban perdiendo por no estar juntos. Probablemente es lo mejor que les pudo haber pasado a ustedes dos. Dudo seriamente que alguna vez quieran pasar un día separados de nuevo.
Pienso en todos los días que hemos pasado separados, y sé que tiene razón.
—No. Nunca quiero volver a estar lejos de él. Jamás.
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