martes, 21 de junio de 2016
CAPITULO 188
Nuestros amigos y familia han sabido sobre el bebé por semanas pero hay algo grandioso acerca de llegar a la marca de las doce semanas. Finalmente somos capaces de respirar de alivio, ya que por lo general significa que el embarazo ha llegado a la parte segura y el riesgo de aborto involuntario está detrás de nosotros.
Oímos que de doce a catorce semanas es cuando el malestar de la mañana se pone mejor, así que estamos esperando que sea más temprano que tarde. Estas últimas semanas han sido horribles para P, pero nunca se queja.
Hace lo que tiene que hacer por las mañanas, mientras escucha el sonido y choque de las obras de construcción en su estudio, y después trabaja escribiendo música tan pronto como es capaz de levantarse y caminar. No es lo ideal, pero de alguna manera lo hace.
Estoy listo para ir a trabajar, pero estoy sentado al lado de P en la cama mientras pasa penosamente a través de otra mañana con náuseas. Maldita sea, ha sido implacable, pero al menos no suele durar más allá de las horas de la mañana.
He oído que algunas mujeres lo tienen todo el día.
—¿Tienes algo planeado para hoy?
—Estoy esperando poner los toques finales a una canción que escribí para Southern Ophelia y luego ir a ver a Aldana por un rato.
—¿Cómo está manejando de todo el asunto de reposo en cama?
—No bien, me temo. Se siente como un animal enjaulado pero sigo diciéndole que sea obediente para que no termine de vuelta en el hospital. Su médico le advirtió que si tenía problemas en casa, la internaría por el resto del embarazo.
No me importa quién eres, eso sería una tonelada de mierda de carga para manejar.
—Estoy seguro de que está aburrida y necesita algo que hacer. Tal vez un proyecto podría apartar su mente de todo. ¿Por qué no contratas a un diseñador de interiores para decorar el cuarto del niño? Puede ser nuestro regalo para ella.
—Eres increíble. No ha sido capaz de salir y comprar nada desde que descubrieron que era un niño, por lo que estará muy emocionada. —Se sienta para abrazarme. —Te besaría si eso no me hiciera vomitar.
—Bonito, P. Muchas gracias.
Se encoge de hombros.
—Sabes lo que quiero decir.
Otra razón por la que enfermedad de la mañana se tiene que ir lejos. Mi esposa no me besará —o algo más— por las mañanas, y realmente extraño nuestro primer revolcón antes de ducharme para el trabajo. Ernesto me advirtió que un bebé sería un bloqueador de polla —y lo es— pero sólo por las mañanas hasta el momento. Las hormonas de embarazo de P la tienen preparada y lista para ir por ello en todos los otros momentos del día. En serio.
—¿Así que no consigo un mediodía travieso en el almuerzo?
—No, ¿a menos que consideres a la señora Porcelli para esto?
Podría haber ido toda mi vida sin que dijera eso.
—Maldita sea, P. Podrías solo haber dicho que no.
—Pero eso no habría ni de cerca tan divertido.
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