sábado, 18 de junio de 2016
CAPITULO 180
Estoy conduciendo a Avalon, sabiendo todo el camino que Paula me echará apenas llegue. Es lo suyo, lo que hace cuando está molesta conmigo. Y ahora está súper enojada.
No hay forma de que dejará que me quede después de como salieron las cosas esta mañana, pero no puedo sentarme y no hacer nada. Debo tratar.
Entro en la casa por la cocina y tiro mis llaves en la mesada. P no está en la cocina o en la sala.
—¿Paula? —No estoy seguro de que me vaya a contestar si no me está dirigiendo la palabra, pero la llamo de todas formas—. Paula. —Sin respuesta; no es sorpresa.
Entro al dormitorio y nada me prepara para lo que encuentro.
—¿Qué demonios pasó aquí? —Hay una enorme mancha de sangre en el lado de la cama de Paula, dejando un camino hacia el baño. Y otro saliendo por la puerta hacia el pasillo. Debí haberlo pasado en mi camino al dormitorio.
¿Cómo no lo vi?
Esta no es una cantidad pequeña de sangre. Algo significante paso aquí.
Tomo mi celular y la llamo. El sonido de mi tono de llamada personal llega desde el baño.
No tiene su celular y estoy completamente alarmado. Lo levanto y veo sus llamadas recientes. La última fue a Aldana anoche, mucho antes de que volviera al hotel, así que llamo a Aldana y no tengo respuesta. ¡Mierda!
Miro la piscina de sangre en el piso y comienzo a imaginarlo en mi cabeza. Huelo su jabón corporal, así que que tomó una ducha. Dejó una toalla mojada en el piso, algo que nunca hace, así que o estaba apurada o algo sucedió, como un caso repentino de sangrado masivo.
Hay un hilo que va desde el charco a la cama. Debe haber ido a recostarse después de que sucedió, esperando que se detuviera, pero por lo que parece, sólo empeoró.
¡Oh, mierda! Estoy entrando en pánico porque esto es muy malo.
Hay un par de bragas empapadas en sangre en el piso así que debe haber tenido una pérdida, es el único posible escenario que encaja. Y todo es mi culpa. Le hice esto a ella y a nuestro bebé.
Sigo el rastro de la habitación, por el pasillo, a través de la cocina, al garaje. Su auto no está. No estaba aquí para ayudarla así que debe haberse subido a su auto para ir ella misma al hospital. ¿Por qué no llamó a una ambulancia? ¿O a mí?
Hay más de un hospital, así que no tengo idea de a cuál habrá ido. Saco mi teléfono y comienzo a llamar.
—Estoy tratando de encontrar a mi esposa. Paula Alfonso.
Me ponen en espera al menos una docena de veces antes de finalmente hablar con alguien que puede darme respuestas.
—Señor, no tenemos una paciente con ese nombre.
Corto y llamo al siguiente, y me dicen por segunda vez que Paula no es una paciente en su hospital. Mi mente corre.
Quizás no llegó al hospital porque se desmayó por la pérdida.
Es posible. Hay una cantidad inmensa se sangre en nuestra cama, sin mencionar lo que hay en el piso.
Su auto. Puede ser rastreado. Estoy en proceso de encontrar un número para llamar cuando oigo la puerta del garaje abrirse y luego cerrarse. Corro a la cocina y veo a Paula, sana y salva. Tiro mi teléfono y corro a ella, tomándola en mis brazos y apretándola.
—Mierda, me asustaste. ¿Qué demonios pasó en nuestra habitación?
Aflojo mi agarre porque temo estarla apretando muy fuerte, pero no la suelto.
—Aldana comenzó a sangrar. Mucho.
—¿Están bien ella y el bebé?
—Sí, pero ¿podemos ir adentro? Ha sido una mañana alocada y realmente me gustaría sentarme.
La suelto y entramos a la casa. Se sienta en el sillón y se saca los zapatos antes de ponerlos sobre la mesa de café.
—El doctor dice que tiene una previa. Su placenta se adhirió a la parte baja de su útero en su cérvix en lugar de la parte de arriba donde debería estar.
Eso no suena bien.
—¿Qué tan serio es eso?
—Dicen que probablemente se resuelva porque crecerá lejos del cérvix cuando el bebé se desarrolle, pero la pusieron en reposo hasta que eso suceda por lo enorme de su sangrado.
—¿Y si no se resuelve por sí solo? —pregunto pero temo la respuesta.
—No la dejarán entrar en parto si la placenta aún está unida al cérvix. Se quedará en cama el resto del embarazo y tendrá una cesárea cuando llegue su fecha.
—¿Cuándo es?
—El 24 de julio. —Estoy tratando de hacer la matemática en mi cabeza pero ellos descubren esas cosas del embarazo diferente—. Casi está de cuatro meses.
—Vaya. ¿Está de tantos meses y aún no le ha dicho a Zac?
—Le dijo, y estaba feliz por eso, como realmente feliz. Se lo propuso, ya tenía el anillo y todo. Había estado cargando con él por semanas y estaba esperando el momento perfecto
para hacerlo.
Entiendo eso.
—Y nunca le pareció el indicado. ¿Suena familiar?
—Sí. De algunas manera.
No quiero hacer referencia a la última pelea, pero debo hacerlo.
—Tenemos una prueba de paternidad al final de la semana. Es lo más pronto que pudimos hacerla con el doctor que recomendó mi abogado. Dice que tomará un poco más obtener los resultados dado que es una prueba legal y no personal.
—¿Qué tan largo?
—Probablemente una semana. —Suspira y mira el techo mientras se forman lágrimas en sus ojos—. Mírame, P. —Baja su cara y lágrimas caen por sus mejillas—. Si ese chico es mío, tengo que cuidarlo. Sabes que debo.
—Lo sé, y es una de las cosas que amo de ti. Nunca abandonarías a un hijo como lo hizo mi padre.
Pensará que estoy diciendo tonterías, pero debo decirle
como me siento.
—Pero no es mío. No me pidas que te explique cómo puedo estar tan seguro sin pruebas, pero no estoy equivocado con esto, P.
—No puedes saberlo —discute.
—No siento una conexión con él en absoluto.
—No lo has visto nunca. No sentirías nada por un niño al cual nunca has mirado.
Pongo una de mis manos en su estómago.
—Nunca he visto a este y ya siento una conexión. Amo a este bebé con todo mi corazón.
—¿Estoy embarazada? —Ella suena… No lo sé. ¿Molesta? ¿Decepcionada?
Definitivamente no entusiasmada. Probablemente está enfadada porque miré, pero no me arrepiento. Este bebé es una bendición que necesito desesperadamente en mi vida ahora.
—Sí. La prueba quedó en la encimera del baño mirándome a la cara. Me debatí pero no pude tirarlo sin mirar el resultado primero. —Mira mi mano presionada en su estómago y un sollozo se escapa, preguntándome si es uno de alegría o tristeza—. Por favor no llores, P. Me parte el corazón.
—Esta no es la hermosa imagen que tenía en mente para cuando descubriéramos que esperábamos un bebé. Nos imaginaba teniendo un momento especial lleno de alegría y lágrimas de emoción. Nos imaginé haciendo el amor después, quizás besarías mi vientre y me dirías lo mucho que amarías verla crecer con tu bebé.
Esto no es lo que quería tampoco, pero es lo que es.
—Escúchame. Hay una parte mía creciendo dentro de ti y él o ella no es menos especial por lo que pueda o no haber pasado tres años atrás. No, este no es el modo en que lo había imaginado, pero hemos creado vida, P. Merecemos nuestro momento de felicidad así que por favor no disminuyas lo especial que es nuestro niño por lo que sucedió esta mañana.
—OhporDios. Tienes razón. Eso es lo que estoy haciendo. —Mira su estómago y pone sus manos sobre las mías—. Lo siento tanto. No sé qué me pasó.
Yo lo sé. Jenna Rosenthal. Nos ha echado una maldición a ambos
Me arrodillo en el piso a los pies de Paula. Empujo su trasero al borde del sillón y levanto su camiseta para besar su estómago. Está plano como una tabla, pero no por mucho.
—Los amo tanto a ti y a este bebé. No puedo esperar a verlo crecer en tu vientre cada día.
Pasa sus dedos por mi pelo.
—Te amo a ti y a este bebé más que a nada en el mundo.
Siento que puedo respirar de nuevo.
—No sabes lo feliz que me hace oírte decir eso.
—Pero al mismo tiempo, no siento que esté siendo honesta si no te digo lo molesta que estoy sobre tu pasado emergiendo para interrumpir nuestras vidas de nuevo.
Realmente desearía poder chasquear los dedos y hacer que todo desapareciera.
—Daría lo que sea si pudiera cambiarlo. Mereces mucho más que la mierda por la que te hago pasar. De esto hablaba cuando decía que me aterraba que despertaras un día y vieras que no soy digno de tu amor.
—Te lo he dicho antes… detesto lo que has hecho. Es una píldora dura de tragar cada vez que es empujada por mi garganta.
—Lo sé. Lo odio tanto como tú, y parece que los fantasmas de mi pasado seguirán metiéndose en nuestras vidas, así que necesito saber si puedes manejarlo. —Dijo que no podía esta mañana, pero acababa de descubrir sobre ese posible hijo mío y no sabía que estaba embarazada. Espero que haya cambiado de parecer.
—Sabía en lo que me estaba metiendo cuando me casé contigo, y la decisión de tener un bebé fue a medias mía. No puedo retroceder ahora.
Esa no es la respuesta que esperaba.
—¿Te alejarías de mí si no estuvieras embarazada?
—No puedo decir lo que haría o no si ese fuera el caso. No es posible que lo sepa.
Está tan dolida y enojada. Estoy inclinado a creer que me dejaría si no estuviera embarazada, así que debo cuestionar si está repensando su decisión.
—Nuestro bebé no es un error.
—En vista de los eventos de esta mañana, el tiempo no es perfecto, pero jamás pensaría que nuestro bebé es un error.
Ningún niño debería ser considerado así, pero es todo lo que pienso cuando considero el hijo de Jenna siendo mío. Y soy un hijo de puta por sentirme así.
—¿Irás conmigo a la prueba de paternidad?
—¿Iremos con ellos a la misma sala de examen? —pregunta.
—No. Hice nuestras citas con una hora de diferencia para no tener que verlos. No hay razón en tener contacto con el niño si no es mío.
—Entonces iré contigo.
—Gracias. —Pongo mi mano en su regazo y me quedo así un rato mientras considero como serán las cosas si el hijo de Jenna es mío—. Estoy asustado, P. Estoy aterrorizado de que nada será lo mismo entre nosotros si esto sale mal. —Dice que quiere oír mis miedos y conocer mis demonios, pero no pienso que quiera saber lo que siento realmente.
Podría traer recuerdos sobre el modo en que su padre se sentía sobre ella, así que me lo guardo para mí.
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