lunes, 13 de junio de 2016
CAPITULO 166
La fiesta no fue un total fracaso. P conoció a tres de mis amigos —Trevor, Ellis y Wade— lo cual la hizo extremadamente feliz. Supongo que siente como que esa es un área en la que no conoce nada ya que no los conocía de antes. Pero hay razones. Han sido muy unidos este año. No estoy seguro de querer saber que han estado haciendo porque no puede ser algo bueno. Y estoy seguro que hubiera sido parte de lo que sea que han estado haciendo si no hubiera estado tan ocupado en encontrar a Paula, pero tengo mis prioridades en orden. Ellos también tienen las suyas: T y C, tetas y culos.
Los tres han estado echándole un vistazo a mi esposa justo enfrente de mí, pero Ellis es un descarado en su adoración por los pechos. Se veían increíbles en el vestido que estaba
usando, pero aun así terminé por decirles que se fueran a la mierda. No importa quien sea, nadie mira a mi esposa así. Idiotas.
Se rieron a carcajadas, pensaron que fue jodidamente gracioso. No puedo creer que una vez fui como esos idiotas, pero todo eso fue antes de Paula. Ella no puede imaginar todas las formas en que me ha cambiado.
Estoy manejando de vuelta hacia el apartamento que conservamos en Sidney. Preferiría estar en casa con P en Avalon para mi cumpleaños, pero no me atrevería a ir en contra de los planes de Margarita Alfonso cuando se refieren a una celebración de cumpleaños.
Ama las tradiciones, incluso las demanda.
A P pareció no importarle y creo que es porque disfruta de su nuevo lugar en esta familia.
Es bastante diferente a lo que tuvo mientras crecía. Disfruta estar rodeada de quienes la aman, y chico, mi familia está loca por ella, especialmente mamá. Había algo diferente entre ellas esta noche y no sé qué es. Sea lo que sea, nunca vi a mamá así con Emma, o incluso con Chloe.
—No estás de acuerdo con lo de Benjamin y Chloe.
—No, definitivamente no, ¿pero qué puedo hacer? No es una niña. Tengo que recordarme seguido que tiene la misma edad que tú. —Paula y Chloe son diferentes chicas de veintitrés años. P fue forzada a crecer rápido así que siempre la sentí más madura. Aunque amo a Chloe, ha sido mimada por todos nosotros, incluyéndome, así que es difícil pensar en ella como un adulto.
—Benjamin, no es un mal chico. Sácame de la ecuación y no habrías tenido un problema con él. Los dos tienen mucho en común. Puedo verlos siendo amigos.
Tal vez, pero P está en la ecuación.
—No sé si alguna vez podría ser amigo de él. Sabía que eras mía y aun así fue detrás de ti.
—Pero no me consiguió y nunca lo hará porque soy tuya y eso no va a cambiar. —Se estira para tomar mi mano—. Fue muy sincero en su disculpa conmigo y en verdad creo que le gusta Chloe por las razones correctas. Por favor trata de tolerarlo por el bien de ella, en verdad le gusta.
Espero no arrepentirme por esto.
—Le daré una oportunidad, pero su trasero es mío si hace algo para herir a mi hermana.
—Estaré contenta de que le des la oportunidad, Alfonso. —P alcanza su celular—. Nada de Aldana. Ella y Chloe han estado pasando mucho tiempo juntdas desde la boda, pero estoy desconcertada de que no me dijera sobre ellos.
Yo no estoy confundido.
—No quería que me dijeras así no podría arruinarlo antes de que comenzara.
—Tal vez. Ella esperaría que te pusieras todo loco, así que tal vez esa es la razón. Pero ha estado rara últimamente, como si me estuviera comprobando las últimas dos semanas.
Aldana nunca ha sido buena en estar ahí para P, así que no estoy seguro de por qué está sorprendida por esto.
—Pídele que vaya a desayunar cuando regresemos a Wagga. Llévala a Fusion y puedes sacarle la verdad con los gofres belgas. Son magníficos.
—Hablando del desayuno, voy a salir a comer con tu mamá y con las chicas en la mañana antes de que regresemos.
—Eso suena bien.
—¿Qué harás mientras no estoy?
—Voy a dormir hasta tarde.
Me mira escéptica.
—Tú no te levantas tarde.
—Lo hago una vez al año porque necesito mi descanso después de que mi esposa me haya dado sexo de cumpleaños toda la noche. —Su risa me dice que debe pensar que eso es bastante gracioso—. No me digas que encuentras eso gracioso porque estoy equivocado.
—No estás completamente equivocado, pero hay más ahí que eso.
—¿Parcialmente equivocado?
—Me rehúso a contestar eso. Lo descubrirás en dos minutos, cuando estemos dentro y abras tu regalo. —Bien.
Apuesto que va a usar alguna lencería sexy.
Entramos al apartamento. P me dice que me siente en el sofá mientras va por mi regalo de cumpleaños a nuestra habitación. No estoy seguro si es en lo que estaba pensando. No está actuando como ella misma, parece nerviosa.
Regresa a la sala y se sienta junto a mí antes de poner una pequeña caja rectangular en mi mano. Está envuelta en un papel color chocolate con un moño de listón azul y
definitivamente no es lo suficientemente grande para ser lencería, a menos que sea muy pequeña.
—Ábrela.
Quito el moño y rasgo el papel mientras reflexiono en lo que podría estar adentro. Es una simple caja color blanco. ¿Qué es esto? ¿Una pulsera? Espero que no, ya que no soy aficionado de las pulseras para hombre, pero la usaría si ella me la diera.
Quito la tapa y estoy confundido por lo que veo.
—¿Una prueba de embarazo? —Acaba de tener su periodo hace un par de semanas, así que no puede ser posible que necesite tomar una prueba.
—No. Es un indicador de ovulación. Me dice cuando soy más fértil.
Solo puedo pensar en dos razones en que ella usaría esto: para evitar tener sexo en los días que es fértil así no se queda embarazada, o lo opuesto, porque está lista para eso.
—¿Y quieres saber cuándo eres fértil porque…?
—Me pediste que tenga a tu bebé, y esta soy yo diciendo que sí. —Una sonrisa se extiende en su rostro—. Un bebé… es mi regalo para ti.
Me inclino hacia ella para besar su boca y acariciar mi pulgar sobre su mejilla.
—El mejor regalo jamás.
Levanta una ceja.
—Tomé una prueba hace un rato y estoy ovulando.
Es extraño. Algo sobre oírla decir esas palabras me hace querer lanzarla sobre mi hombro y arrastrarla hacia nuestra habitación así puedo hundirme profundamente dentro de ella.
—¿Eso quiere decir que quieres comenzar a tratar ahora?
—Así es.
—Amo cuando esas dos palabras salen de tu boca. Significa que algo loco está por pasar.
Me levanto del sofá y la halo de manera que se levante conmigo. Pongo mis manos en su espalda baja y la atraigo cerca. Sin abrazarla. Sin besarla. Simplemente la miro a los ojos.
—Esto es lo que quieres, ¿verdad? ¿No estás aceptando porque te sientes presionada o porque sabes que es lo que quiero?
Acaricia mi cara con su mano y levanto mi mano para ahuecar su mano sobre la de ella.
—Es todo en lo que he pensado desde que me lo pediste en nuestra luna de miel. —Se ríe—. Es totalmente loco estar casada un mes y tratar de tener un bebé a propósito, pero es
lo que quiero. Estoy lista para comenzar nuestra familia.
—Nuestra familia. Amo el sonido de eso.
—Yo también.
Agarro su mano en la mía y la guio por el pasillo hacia nuestra habitación.
—¿Puedo tener un minuto? Quiero ponerme algo especial para ti.
¡Sí! Sabía que se estaría poniendo alguna lencería caliente para mi cumpleaños.
—Sí. Puedes tener dos si los necesitas. —Camina hacia el closet y sale con una bolsa de compras. Whoa. ¿Me pregunto qué hay ahí?—. Tómate todo el tiempo que necesites.
Me da una sonrisa traviesa.
—Estaré de regreso en un santiamén.
Eso es todo, Alfonso. Tú y P van a hacer un bebé. No habrá vuelta atrás después de que esté hecho. Mmm. Estoy sorprendentemente tranquilo sobre eso, pero supongo que es así como se siente cuando sabes que está bien.
No hay razón para seguir vestido para cuando P regrese.
Ambos sabemos la razón por la que estamos aquí, así que me quito mi camisa y pantalón y lo pongo en la silla en el rincón de la habitación. Solo estoy usando mis bóxers cuando sale del baño y se detiene en la entrada de la puerta, reclinándose contra el marco. Cambia su peso a una pierna y pone una mano en su cadera, levantando sus pechos en su camisola de color marfil. Es un sostén en la parte superior con tela transparente fluyendo hacia el borde del pequeño triangulo entre sus piernas. Es el último preludio para hacer un bebé.
—¿Qué piensa el chico del cumpleaños?
Camino hacia ella y se acerca para encontrarme en medio de la habitación. Estoy recordando las veces en que ha estado más hermosa: la noche cuando la conocí; verla otra
vez después de que pensé que se había ido para siempre; verla caminar por el pasillo para ser mi esposa. Pensé que era hermosa todas esas veces, pero la forma que se ve ahora mientras viene hacia mí para hacer un bebé… es algo que no sé cómo etiquetar. Hermosa no comienza a describirla. Estoy asombrado.
Estoy abrumado por el amor que siento por esta mujer. Mis ojos se llenan y una sola lágrima escapa. Está temblando mientras se pone de puntillas para atraparla con sus labios.
—Lo sé. —Este es un momento surrealista para mí. Esta hermosa mujer ha aceptado tomar una parte de mí en su cuerpo y unirlo con una de ella para hacer un nuevo ser, una personita que se parezca a nosotros.
Pone sus manos en mis caderas y camina hacia atrás a la cama hasta que la parte posterior de sus rodillas golpea el colchón. Se sienta y se desliza hacia la mitad de la cama. Levanta su pie y curva sus dedos alrededor de la cinturilla de mis bóxers, tirando de ellos, y de mí, en su dirección. Usa su dedo índice para persuadirme.
—Ven aquí, chico del cumpleaños. He conseguido algo pequeño para ti.
Trepo por su cuerpo, tomándome mi tiempo mientras dejo un camino de besos comenzando en su vientre. Cuando estamos cara a cara, agarra la parte posterior de mi cuello.
—Bésame —dice mientras me atrae hacia abajo, de tal manera que nuestras bocas se encuentran.
Su boca le está haciendo el amor a la mía. Lentamente. Profundamente. Amorosamente.
—Te amo, Paula Alfonso.
Me mira a los ojos mientras me cierno sobre ella y pasa la punta de sus dedos por mi mejilla, donde besó mi lágrima hace solo unos momentos.
—Y yo también te amo, Pedro Henry Alfonso.
Beso un lado de su cara y muevo mi boca hacia abajo a lo largo de su cuello antes de estirarme para desatar su top. Arquea su espalda, permitiéndome un fácil acceso para desabrocharlo, y no puedo resistir poner un beso entre sus pechos, sobre su corazón.
Cuando he terminado de quitarlo, levanta su culo y repetimos el mismo procedimiento con sus bragas.
—Me siento un poco desvestida aquí. —Empuja en la cinturilla de mis bóxers—. Tal vez deberías quitarte estos, así no me siento fuera de lugar. —Me ayuda a empujar la última barrera y la descarto sobre el borde de la cama.
Sus piernas están abiertas y anidan mi cuerpo entre ellas hasta que mi dura polla está contra su calidez, invitando la entrada. Pero no estoy listo todavía. Hacer el amor es algo que hemos hecho incontables veces, pero nunca ha sido por esta razón. Esta vez es diferente.
—Esto es por algo más que nosotros.
Está temblando debajo de mí.
—Lo sé —susurra—. Y me asusta hasta la muerte, pero de una buena manera.
Estoy presionado contra ella, listo para entrar, pero tengo que preguntar por última vez.
—¿Estás segura?
Levanta sus caderas y mi punta se desliza justo dentro de ella.
—Sí. —Aprieta sus piernas y me trae más cerca—. Sin dudas.
Presiono mi mano en el colchón, así puedo envolverla alrededor de su espalda baja. Me levanto para jalar sus caderas hacia arriba y me hundo en ella tanto como es posible, estoy seguro de que estar tan profundo es lo mejor cuando tratas de embarazar a tu esposa.
Embarazar a mi esposa. Me gusta el sonido de eso.
Me muevo dentro de ella lentamente y mis manos se mueven para rozar la parte inferior de sus brazos. Los empujo hacia arriba de su cabeza y entrelazo mis dedos con los de ella.
Nuestras manos están unidas como una sola, justo como nuestros cuerpos.
Eso es, dos se volverán tres. Tal vez. Si las cosas van bien, esto podría ser el último momento que compartiremos antes de que nuestro niño encuentre su camino hacia su matriz.
Libero sus manos y paso la mía por su cuerpo. Sus piernas están dobladas en cada lado de mis caderas así que las agarro y me empujo hacia atrás. Paula gime y deslizo mi mano entre nuestros cuerpos al punto en que nos volvemos uno mismo. Sin comienzo. Ni fin.
Pero conozco el cuerpo de P tan bien como el mío. Ella necesita más, así que encuentro ese lugar —el que la vuelve loca cada vez que lo toco— y froto mis dedos contra la protuberancia. Un momento después, su respiración se acelera mientras agarra mi espalda y me aprieta más contra ella. Empuja sus caderas hacia arriba, entonces sé que estoy justo donde necesito estar.
—Justo ahí. No pares.
Esta mujer lo sabe bien. Nunca paro hasta que está deshecha.
Sus piernas se aprietan y sé que esperar después. Y entonces pasa. Sus paredes internas se aprietan alrededor de mí, contrayéndose en ritmo. Una vez. Dos veces. Y entonces otra y otra vez hasta que pierdo la cuenta porque estoy perdido en mi propio mundo derrumbándome. Explotando.
Empujo sus piernas hacia atrás y las separo mientras me impulso profundamente una última vez. Estoy haciendo que esta vez cuente, pero no será una lástima si no queda embarazada y tenemos que hacer esto otra vez. Y otra. Lo disfruto demasiado.
La parte superior de mi cuerpo está apoyado en mis codos mientras me cierno sobre ella.
Todavía sigo dentro de ella, sin moverme. Quito el cabello de su cara y ella suelta una risita.
—¿Qué es tan gracioso?
—Estoy pensando en todas las medidas extremas que tomamos para prevenir un bebé y ahora estamos tratando de tener uno.
Se le llama ironía.
—Eso es lo que pasa cuando tu mundo está patas arriba. Las cosas que una vez pensaste que nunca querrías se transforman en tu más grande deseo.
—Ciertamente hiciste un giro de 180 grados.
—Decidí ir por todo, nena. No darme por vencido. —La beso antes de salir lentamente y rodar a mi costado—. Nunca me imaginé amando a una mujer de la forma que te amo. Tú
cambiaste mi todo.
Señala hacia la cabecera de la cama.
—Pásame una almohada.
—¿Con sueño tan pronto, amor? —Le tiendo la almohada y la toma—. Pensé que podríamos intentar eso otra vez en caso de que la primera vez no fuera exitosa.
—No es para mi cabeza. —Levanta sus caderas—. Ayúdame a poner esto debajo de mi trasero.
De acuerdo. Entiendo eso ahora. Está tomando ventaja de la gravedad, lo cual quiere decir que ha estado investigando. Podría ser entretenido volver y mirar el historial de nuestra
computadora.
—¿Dónde encontraste este consejo?
—Tu madre me dijo que pusiera una almohada debajo de mis caderas y me quedara en la cama por un rato… después de que hicieras “tu cosa”. Sus palabras exactas.
Oh joder. ¿P le dijo a mi mamá?
—Probablemente llamará para ver cómo fueron las cosas. No tienen límites cuando se trata de sus niños y ahora eso te incluye. Sabes eso, ¿verdad?
—Amo a tu mamá. Somos cercanas, así que cedí cuando me preguntó lo que te iba a dar para tu cumpleaños.
P estira sus piernas y las levanta en el aire. Me pregunto si ese es otro consejo de mi mamá.
—¿Quieres que te pare sobre tu cabeza y te dé una buena sacudida?
—No, pero no te rechazaría si vinieras hacia acá y me dejaras apoyar estas en ti. —Voy hacia ella y engancho un tobillo sobre cada uno de mis hombros. Pone sus manos detrás de su cabeza y sus pechos nunca han parecido más llenos. La gravedad siempre ayuda a mi chica, nunca va en su contra—. No estoy segura si ayuda a que el esperma llegue ahí o no, pero no dolerá.
Mierda, ¿cómo se supone que un chico tenga la vagina de su esposa mirándolo a la cara y no se abalance?
Sonrió abajo hacia ella y puede adivinar lo que estoy pensando.
—No pienses en eso por al menos diez minutos.
Tiene que estar bromeando.
—Es más fácil de decir que de hacer, P. —Me inclino hacia abajo y paso mi pulgar sobre su raja húmeda—. Esto está prácticamente rogando ser lamido.
—No te atrevas, Alfonso. —Me advierte pero no escucho. Estoy muy cautivado por lo que está frente a mí gritando ser probado. Me inclino hacia abajo, pero ella cierra sus rodillas alrededor de mi cabeza—. No es una Tootsie Pop. No vamos a descubrir cuántas lamidas se toma para llegar al centro, al menos no por nueve minutos más.
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