sábado, 11 de junio de 2016
CAPITULO 160
Está quedando más claro a medida que pasan las horas que P y yo no pasaremos la Navidad en casa de mis padres como estaba previsto. Había tenido la esperanza de que tuviera una recuperación milagrosa así podríamos ir, pero no tenemos esa suerte. En todo caso, está más enferma.
Odio despertarla de nuevo, pero no puedo ser bueno para ella pasar tanto tiempo sin tomar líquidos.
—P —Muevo ligeramente su hombro—. Amor, vas a deshidratarte si no bebes otra cosa.
Poco a poco se despierta después de sacudirse un segundo.
—Te he traído un poco de agua fresca.
Cierra los ojos.
—No quiero más. Vomitaré si pongo algo en mi estómago.
La empujo de nuevo.
—Por favor, inténtalo. ¿Prefieres ir al hospital y tener una vía intravenosa?
Pone su mano sobre sus ojos.
—Estoy demasiado enferma para levantarme e ir al hospital.
Incluso enferma, trata de ser graciosa.
—Puedo llevarte allí si es lo que necesitas.
Suspira, o tal vez “bufa” es una mejor palabra.
—Está bien. Beberé la maldita agua, pero tráeme algo en lo que vomitar. No hay manera de que pueda correr al baño cuando decida volver a subir.
Pongo un par de almohadas contra la cabecera y la ayudo a sentarse. Toma el vaso de mi mano, pero no lo suelto ya que temo que esté demasiado débil para mantener su agarre.
—Ya lo tengo. —No estoy convencido, pero dejo que lo tome de todos modos—. ¿Qué hora es?
Miro el reloj.
—Casi las dos. ¿Cómo te sientes?
—Todavía estoy débil, pero creo que me siento mejor de lo que me sentía esta mañana. — Es pequeño, pero toma un sorbo y no lo devuelve de inmediato—. Nos estamos perdiendo la Navidad. ¿Margarita está terriblemente molesta?
Muchísimo, pero no hay manera de que le diga eso a P.
—Está decepcionada, pero entiende que no es tu culpa que estés enferma.
Lleva el vaso a su boca y toma otro sorbo.
—Creo que es un virus de veinticuatro horas o algo así, dado que me estoy sintiendo mejor.
No tiene ni idea de cómo me alivia oír eso.
—Me alegro porque realmente consideré recogerte y llevarte al hospital.
No está demasiado enferma como para darme su mirada de oh diablos no.
—Creo que sabes que eso no hubiese funcionado muy bien conmigo.
Es mejor que se dé cuenta que nada me detendrá de cuidar de ella.
—No importa cuando se trata de tu bienestar.
—Entonces, es bueno que esté mejor.
—¿Crees que te sientes lo suficientemente bien como para abrir tu regalo de Navidad?
Sonríe y por primera vez me tranquilizo al pensar que en realidad pueda estar sintiéndose mejor.
—Por supuesto.
Estoy emocionado como un niño pequeño.
—Ya vuelvo.
—No. Quiero ir a la sala de estar.
—¿Segura que te sientes lo suficientemente bien?
—No bailaré un concierto, pero estoy lo suficientemente bien para llegar hasta el sofá. — Se desliza hasta el borde de la cama—. Dame un minuto para refrescarme y te veré en el sofá.
Se ha cambiado y refrescado, luciendo muy diferente a la persona por la que estaba tan preocupado hace doce horas. Está sentada en el sofá esperando por sus regalos, y no puedo dejar de preguntarme cómo fueron sus navidades anteriores.
Recuerdo el año pasado. La encontré sola cuando conduje desde Sydney a Wagga Wagga y la traje a Avalon a casa conmigo, después de que mamá insistiera. Era un tonto en ese entonces.
—Dime cómo fueron las fiestas mientras crecías.
Parece desconcertada.
—¿Por qué?
Me encojo de hombros.
—Eres mi esposa. Quiero saber.
—Terribles hasta que mi mamá se limpió. Las clasificaría como tolerables después de eso. Mis abuelos fueron la única parte alegre de los días festivos para mí. —Esos no son mucho detalles acerca de cómo fueron, pero supongo que es tan lejos como quiere ir hoy.
—Quería que esta fuera la Navidad más especial que has tenido.
Sonríe y se estira para tocar mi brazo.
—Lo es. Soy tu esposa y estamos juntos. Nada podría estropear eso, ni siquiera yo estando enferma como un perro.
—Eres tan preciosa para mí. —Me inclino y beso la parte superior de su cabeza. Camino hacia el árbol de Navidad que Mamá nos había entregado y decorado para que tuviéramos uno propio para nuestra primera Navidad juntos.
Me siento al lado de Paula con sus regalos.
—He estado llevando tus regalos conmigo desde el día que nos fuimos de luna de miel. Quería pasar las festividades en Maui para poder tenerte para mí en Navidad. Parece que estoy teniendo lo que quería, aunque esto no es exactamente lo que tenía en mente.
—Me siento como una mierda. Compré tus regalos antes de la boda, pero están bajo nuestro árbol en Avalon. Lo siento. Creí que íbamos a ir a casa después de salir de lo de tus
padres y tendríamos nuestra propia pequeña Navidad allí.
—No me preocupo por mí, nena. Esta Navidad es sólo acerca de ti. —Pongo el primer regalo en su regazo y se le ilumina el rostro como a un niño—. Ábrelo.
Sonríe mientras rasga el papel de la pequeña caja cuadrada.
Me mira cuando ve la caja de joyería.
—Me has dado un collar, pendientes y un brazalete. ¿Qué podría ser esto?
—Sólo hay una manera de averiguarlo.
Voltea la tapa de la caja de joyería y sus ojos bailan mientras toca su nuevo aro de platino y diamantes para el ombligo.
—Oh Dios mío. Compraste diamantes para mi ombligo. —Lo toma de la caja y lo levanta para verlo mejor—. Es hermoso.
—No pude encontrar uno que me gustara así que tuve que mandarlo hacer con un joyero.
—Señalo a la piedra más grande—. Esta es la tercera parte de un quilate. Los dos más pequeños son cuartos de quilates cada uno. El joyero recomendó mantener el peso total por debajo de un quilate para que no fuera mucho.
Levanta su camisa y lo sostiene sobre su aro actual.
—¿Qué opinas?
No puedo esperar a verlo en ella, pero no ahora.
—Es perfecto, pero espera hasta que te sientas mejor para ponértelo.
Extiende su mano a mi cara y la acaricia con su palma.
—Siempre tan atento.
—No has visto nada todavía, cariño.
Le doy los regalos femeninos que mi madre y mi hermana me ayudaron a escoger —nada particularmente especial— y le entrego el último.
—Esta es una especie de regalo de bodas-barra-Navidad. —Pongo los papeles enrollados sobre sus piernas—. Quería darte esto antes de irnos de luna de miel, pero no estaba listo.
Veo su intriga por la forma en que se arruga su frente.
—¿Qué es esto?
—Desenróllalo y echa un vistazo.
Se desliza hasta el borde del sofá y desenrolla los papeles sobre la mesa de café.
—¿Son planos?
—Sí.
—¿Para... una casa?
—No exactamente. —Pongo un marco de fotos a un lado de los papeles y una vela en el otro para que actúen como pisapapeles, para poder mostrarle la sorpresa—. Esta es la adición más reciente en Avalon: un estudio de música para ti. Fue diseñado por el ingeniero acústico que lidera el negocio. El tipo se supone que es una especie de genio cuando se trata de la ciencia del sonido y las vibraciones en tecnología. —Hago un gesto hacia la esquina noreste del dibujo—. Esta sala tendrá equipos de última generación.
Está silenciosa y no sé lo que eso significa.
—Sé que esto no es como viajar alrededor del mundo con Southern Ophelia, pero es una manera para que puedas continuar con tu música. Vivimos en un mundo de tecnología y puedes trabajar con la gente de Nashville desde aquí en Australia. Espero que lo encuentres como un término medio.
—Término medio significa que tengo que conformarme con menos de lo que realmente quiero, pero esto no lo es, o tú. Lo eres todo para mí, mi número uno. Me encanta la música, pero siempre vendrá después de ti y cuando tengamos una familia, vendrá de ellos. —Agita su mano sobre los planos—. Me encanta esto. Es absolutamente increíble y demuestra una vez más cuán considerado eres y lo mucho que me quieres. —Abre sus brazos para que vaya a ella, y así lo hago—.Te follaría en este sofá si no estuviera enferma.
Esa es mi chica.
—Acepto vales.
—Estoy segura de que sí.
—Tengo que llamar a Aldana para decirle sobre esto. —Suena el timbre y una mirada de perplejidad aparece en la cara de Paula—. ¿Quién demonios podrá ser?
—Sólo hay una persona que se me ocurre. —Margarita Alfonso. Me muevo para abrir la puerta—. Supongo que es una buena cosa que no estoy siendo follado en el sofá en estos momentos.
Mi conjetura dio en el clavo.
—Mamá. Esto es una sorpresa. —En realidad no. Sabía que no iba a quedarse lejos.
Está sosteniendo varios platos de comida y me los pasa.
—Les traje algo de comer. —Tomo la comida de ella y pasa a mí alrededor para ir a Paula—. ¿Cómo está nuestra chica?
—Estoy mucho mejor, gracias.
Se sienta al lado de P y de inmediato comienza su instinto maternal sintiendo la frente de P. Supongo que aprendí eso de ella.
—Estás un poco caliente, pero no tienes fiebre. ¿Algo de escalofríos?
—Los tuve más temprano, pero no los he sentido en horas.
—Bueno. Sea lo que sea, está pasando rápidamente. Hice sopa. ¿Tienes ganas de comer?
Paula asiente y mi mamá hace señas para que el mesero —yo— se mueva.
—Vas a comer sopa por ella, pero apenas bebiste agua por mí. —Sueno como un niño berrinchudo.
—Me siento mejor desde que me he levantado de la cama. —Apunta a los planos en la mesa de café—. Y desde que tengo este increíble regalo de Navidad.
Mi madre se inclina para mirar los planos.
—¿Qué es esto?
—Estoy construyendo un estudio de música en Avalon.
Mamá asiente en señal de aprobación.
—Qué gran idea. Debes estar feliz con esto.
Paula se inclina y ajusta la almohada detrás de su espalda.
—Más allá de emocionada diría yo.
—Mi hijo lo hace bien.
—Ciertamente lo hace. —Estoy contento de tener la aprobación de las dos mujeres más importantes en mi vida.
Tomo el tazón de sopa vacío de Paula cuando termina y mamá me sigue a la cocina.
—Está pálida.
Está cien por ciento mejor de lo que estaba.
—Pálida es una mejora sobre el color que tenía temprano esta mañana. Me asustó, mamá.
No se da cuenta lo cerca que estuve de llevarla al hospital.
—Seguía diciendo que su vestido de novia estaba apretado, así que pensé que podría haber estado embarazada pero aún no lo sabía. Tenía la esperanza de que no se sintiera bien por eso, pero veo que ese no es el caso. —Así que no soy el único con la esperanza de un bebé pronto.
—Yo había esperado lo mismo, pero no lo está. Lo sabemos a ciencia cierta. —No quiero decirle a mi madre acerca del período de mi esposa, así que espero que entienda lo que quiero decir.
Está sonriendo.
—Es posible que quiera trabajar en eso tan pronto como se sienta mejor.
Me encojo de hombros.
—No lo sé. Lo discutimos en Maui. Me dijo que lo pensaría.
—No estés tan desanimado. Pensar en ello no es un no.
—No es un sí, tampoco —sostengo.
—Hijo, está abierta a la idea si está pensando en ello, pero no la apresures. La presión es la última cosa que necesita. Han estado casados una semana. Hay un montón de tiempo para los bebés.
Paula tiene un montón de tiempo para los bebés. No estoy tan seguro sobre mí, pero no voy a molestar a mi madre por discutir eso con ella.
—Lo sé.
—Disfruten de estar juntos mientras puedan. Confía en mí, ese momento especial es raro cuando los pequeños vienen.
¿No es lo mismo que Ernesto me dijo de Emma? Eso, junto con un montón de otra mierda que no quería oír sobre ellos follando en el sofá de la sala y ella amamantando a los niños
todo el tiempo.
—Valoro cada momento con Paula.
—Justo como deberías. —Toma la cuchara y el cuenco de mí y va al fregadero para lavarlos—. No podrías haber elegido un mejor regalo que un estudio de música.
—Paula dejó la banda, pero no dejó la música. Quiere seguir trabajando, tal vez escribiendo canciones para otros artistas. Creo que el estudio será la vía perfecta para que trabaje desde casa en lugar de hacer viajes a Nashville.
—¿No es Nashville donde vive ese hombre, el que la atacó?
—Toda esa situación pesa mucho en mi mente.
—Sí, y tendrá que regresar a declarar.
—¿Cómo te sientes sobre eso? —pregunta mi madre.
Realmente no quiere oírme decir lo que siento, cómo quiero matarlo.
—No quiero que estén en la misma habitación nunca más, pero quiero a ese hijo de puta encerrado y que tiren la llave. Se necesitará su testimonio para hacer eso.
—Nunca me has hablado de él.
Y no pienso hacerlo.
—No puedo. P no quiere que nadie sepa lo que le hizo. —Deja caer el plato de sopa en el fregadero, rompiéndolo, antes de volverse hacia mí, luciendo enferma—. No lo hizo, mamá. Lo detuve a tiempo. Pero un minuto más y no creo que los resultados hubieran sido los mismos.
Agarra el paño de cocina y se seca las manos antes de caminar hacia mí.
—No tenía ni idea.
—No le digas nada a Paula.
—No lo haría, hijo. —Toma mi cara con sus manos—. Has hecho un montón de cosas para hacer que me sienta orgullosa, pero nunca tanto como cuando tomaste a Paula como tu esposa. Como su marido, es tu trabajo amarla. —Está inmóvil mientras sus ojos miran en los míos—. Es una de nosotros ahora y protegemos a los nuestros… a cualquier precio.
Asiento con la cabeza, estando de acuerdo con mi madre.
—Con cada latido de corazón que me queda, la mantendré a salvo.
Oigo el eco del teléfono de Paula y reconozco el tono de la llamada de su madre.
—Julia está llamando, estoy seguro para desearle a Paula una Feliz Navidad.
—Bien. Paula necesita que su madre esté presente en su vida, aunque sea desde la distancia.
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