sábado, 21 de mayo de 2016

CAPITULO 91







Somos llamadas de vuelta adentro de un estudio y me siento nerviosa como el infierno. Esta no soy yo probando para alguna mediocre banda tocando en pequeños clubes. 


Aquellos chicos están haciéndolo a lo grande.


Aldana se presenta y me distancio cuando deja caer la bomba.


—No seré la que haga la prueba de audición hoy. —Hace un gesto sobre el hombro—. Ella está aquí para cantar en mi lugar.


Hay un breve momento de silencio antes que el chico que reconozco como el vocalista levanta la voz:
—No lo creo, así no es como las cosas funcionan aquí. Aldana Donavon es la persona que estamos esperando. Esa es a quien nuestro agente dispuso, así que no hay excepciones. No jugamos a la mancha.


Sabía que esto era una mala idea. Estoy a punto de darme la vuelta y salir por la puerta pero Aldana no está lista para ceder.


—Mi representante arregló esta audición para mí antes de que supiera que estaré dejando el país. ¿No parece ridículo dejar que esta audición se desperdicie cuando lo que necesitan está parada justo aquí en frente de ustedes?


—No estamos buscando un segundo reemplazo. —Es obvio que el líder está aquí como el portavoz: el Sr. Perfecto de Mechones Rubios con aretes y antebrazos tatuados.


—Eso no es lo que tienes aquí. Ella es una vocalista increíble y músico. Toca de oído guitarra y piano. —Tanto como aprecio a Aldana enumerando mis virtudes, estoy comenzando a sentirme como algo de un caso de caridad. Lo desprecio.


—No. No tiene programada una audición así que no consigue tocar o cantar a menos que su representante lo arregle. —Ni soñar que eso suceda ya que David me abandonó después del incidente con Fernando.


La discusión continua así —de ida y vuelta— hasta que al fin interrumpo.


—Está bien, Aldana. Vamos.


—¡No! No está bien. —Gira de vuelta al único con el que ha estado discutiendo— Estás jodiéndola a lo grande si la dejas salir de aquí.


Esto es humillante, y me rehúso a permanecer aquí siendo debatida como si no estuviera presente mientras que Aldana suplica por mí. Levantó el estuche de mi guitarra del piso y camino hacia la puerta.


—Caballeros, lo siento por cualquier inconveniente que pude haber causado y les deseo la mejor de las suertes en encontrar la vocalista perfecta. —Es mi forma educada de decirle que me besen el trasero tanto como un código para que Aldana se calle y venga. Puedo estar una pizca en el lado desesperado, pero estaré maldita si voy a rogar. Puede que no tenga un trabajo o al hombre que amo, pero todavía tengo mi orgullo. Esta banda de idiotas no va a robarme eso.
—Que tengan una tarde maravillosa —digo con un atisbo de veneno cuando giro hacia la puerta. Y puede que sus entrepiernas se infecten con las ladillas de un millón de putas.


—Espera.


Me detengo cuando estoy casi afuera y miro atrás para ver quién de estos pajeros está hablándome. Es el líder de nuevo, el alto con el cabello Keith Urban. Él está recostándose en su silla y pregunta a los otros miembros de la banda:
—¿Deberíamos dejar que la pequeña señorita nos entretenga?


Maldición, él es petulante.


—No me hagas ningún favor. —Seh, lo sé. No debería hacerme la lista con aquellos tipos pero no puedo evitarlo. Están enojándome en una forma mala, actuando como si estuviera por su compasión.


El tipo golpeando lápices contra el escritorio comienza a reír.


—Ella es alguien combativa. Eso podría ser una buena señal.


El rubito me señala para que vuelva, pero mis pies no se mueven.


—Ven y muéstranos lo que puedes hacer.


No soy rápida para saltar ante su pedido. No quiero lucir desesperada, entonces paseo en mi mejor cara de póker y camino de forma despreocupada de vuelta hacia ellos. El estuche de mi guitarra hace un ruido sordo sobre la mesa de
conferencias y saco la guitarra gastada de mi mamá. Deslizo la correa sobre mi cabeza y me muevo hasta un banqueta vacía.


—¿Cuál es tu nombre?


Creo que es mejor que no use mi nombre real ya que estoy en contacto con mi padre ahora. No hay manera de saber lo que sucederá cuando su relación con mi madre se vuelva pública, y estoy segura que sólo es una cuestión de tiempo antes que eso suceda. Aquella clase de cosas no permanecen enterradas por siempre, y no puedo arriesgar una asociación con él que pueda identificarlo como mi padre.


Me preparo al punto de encontrar un nombre, justo como la noche que Pedro Henry me preguntó quién era. De inmediato pienso en usar “Chiara Beckett”, pero ese alias rechazará el propósito completo de evitar una conexión a mi paternidad.


—Paula Chaves, pero planeo usar Chiara Alfonso como mi nombre artístico.


Veo a Aldana sacudir la cabeza alrededor para mirarme fijamente. Ella tiene que pensar que me he vuelto loca. 


Tendré que encontrar algo para decirle. Más tarde.


Ahora mismo, tengo tres chicos que convencer con mi voz.


—Soy Claudio. —Es el vocalista principal, con el que cantaría. Rasgo la guitarra cuando apunta al chico con un cabello brillante y lacio, encorvado en una silla, brazos cruzados. No parece entusiasmado por mi presencia—. Ese es Ryan. Toca el teclado y la mandolina. —Avanza al del lápiz y ya sé que va a decir—. Ese es PJ, nuestro baterista.


Todavía no me estoy sintiendo como Miss Simpatía después de mi fría bienvenida, pero sonrío cuando respondo:


—Gusto en conocerlos.


—¿Qué vas a tocar para nosotros?


Tengo confianza en mi decisión. La canción de Rascal Flatts es la mejor elección ya que tiene ese cruce country pop que suena como Southern Ophelia.


—“What Hurts the Most”.


—Buena elección.


Comienzo a tocar, cantando con los ojos cerrados. La mayoría de las personas piensa que lo hago así por los nervios, pero no es el por qué. Uso el tiempo para sentir la música y visualizar. Me transfiero a ese lugar así mi público sentirá la autenticidad de lo que estoy cantando. Encontrar ese lugar en mi cabeza no va a ser difícil; esta canción ha tomado un completo nuevo significado para mí por la forma que me despedí con Pedro Henry.


Estoy manteniendo el tempo con el tacón de mi bota en el soporte de la banqueta cuando llego al coro. Y ahí es cuando abro los ojos. Los tres miembros de Southern Ophelia están observándome con intensidad pero sé que es crucial; aquí es donde debo lanzarme al ataque, y elijo a Claudio como mi víctima ya que se ha mostrado a sí mismo siendo el líder de este trío.


Mis ojos encuentran los suyos y me expongo por completo, usando la letra de la canción como mis emociones. Le muestro mi corazón y mi alma, y la forma horrorosa en la que luce sin Pedro Henry. Ve mi lado oscuro pero únicamente porque lo permito.


Cuando termino, hay un momento de silencio antes de que Ryan y PJ tomen turnos para felicitarme. Claudio simplemente me mira. Ryan chasquea en frente de la cara de Claudio, y él finalmente parece salir de su aturdimiento.


—Claudio. ¿Qué pensabas, hombre?


Hago un gesto hacia la puerta.


—Puedo salir y dejarlos hablar en privado.


—Estoy bastante seguro que no será necesario —dice cuando sonríe.


Ahí es cuando sé que no hay decisión que tomar. He convencido a la triada de Southern Ophelia.






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