martes, 10 de mayo de 2016

CAPITULO 53





Alfonso se levanta de la cama y me pone sobre mi espalda. 


Él está de rodillas entre mis piernas y las engancha alrededor de sus brazos para poder hacerlas retroceder. No es suave al respecto. Entra en mí sin piedad, pero ésa es la forma que yo quiero esto. Su boca está contra mi oído.


—Eres mía. ¿Entiendes?


—¡Sí! —grito en parte porque es mi respuesta, pero sobre todo porque lo que está haciendo se siente tan bien.


—Quiero que lo digas.


Estamos de lado en la cama y cada embestida me empuja lejos a través del colchón hasta que mi cabeza está colgando por el borde.


—Soy… tuya… y… de… nadie… más.


Él libera una de mis piernas y su mano se desliza hacia debajo de modo que sus dedos pueden acariciarme por encima de nuestro punto de fusión.


—Nadie más te toca aquí de esta manera.


Estoy jadeando a medida que elevo mis caderas contra él y sus dedos.


—Sólo tú, Alfonso.


Él golpea mi dulce punto a la perfección y me siento contraer alrededor de él, detonando su orgasmo. Siento deseos de gritar a todo mi pulmón, y así lo hago porque no hay nadie alrededor que me escuche.


—¡Ah, ah!


—Ah, Paula. —Ahí está mi nombre, justo como siempre cuando él acaba.


Él sale de mí y se derrumba en la cama. Mi cabeza todavía cuelga del lateral, así que me deslizo de nuevo sobre el colchón. Estoy de espaldas y miro los hermosos paneles transparentes colgados en el dosel por encima de nosotros con un pensamiento: esta cama fue hecha para hacer el amor, pero eso no es lo que acabamos de hacer. Nunca lo es.





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