sábado, 7 de mayo de 2016

CAPITULO 45





Voy al dormitorio extra para recoger mi equipaje. Lanzo las maletas encima de la cama de Alfonso y me dirijo al armario para quitar la ropa de las perchas. La meto dentro sin ningún tipo de orden. Sé que todas mis cosas nunca van a caber ahí de esta manera, pero no me importa. Dejaré lo que no pueda meter dentro.


De alguna manera, hago que todo quepa. Empujo mi equipaje en la cocina y lo coloco junto a la puerta para mi salida a primera hora de la mañana. Recuerdo que necesitaré un aventón. Llamo a Daniel, el único otro contacto programado en el teléfono que me dio Alfonso.


—Hola, Daniel. Soy Paula. Necesito que me lleves a la ciudad por la mañana. ¿Puedes estar listo a las siete?


—Ciertamente, Srta. Beckett. La veré por la mañana.


Srta. Beckett. Siento el ceño fruncido en mi rostro y suspiro.


—Gracias, Daniel.


Contemplo la pila de equipaje y me imagino donde iré por la mañana. No tengo ni idea. Estoy corta de dinero así que un hotel para más de una noche está fuera de consideración. 


No puedo pedir regresar a donde Benjamin después de la manera en que me fui, así que creo que no tengo opción. 


Estoy obligada a regresar a casa.


Julia estará feliz.


Decido ducharme esta noche de manera que no haya retrasos al salir de este lugar a primera hora de la mañana. 


Bajo el agua que está tan caliente como puedo soportar, necesito que este tormento sea limpiado. No estoy teniendo éxito en librarme del dolor, y el agua eventualmente se pone fría, muy parecido al sentimiento que tengo en el interior.


Estoy acostada en la cama, pero ni de lejos dormida, cuando Alfonso llama por cuarta vez. Finalmente silencio el timbre porque ya no quiero escuchar más a Bret cantar. Es una pena porque nunca podré escucharlo cantar otra vez sin
pensar en Alfonso Henry.





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