sábado, 7 de mayo de 2016
CAPITULO 44
La Sra. Porcelli me hizo compañía después de que Alfonso se marchara.
Ella se quedó y me acompañó a cenar, por mi petición, pero ahora se ha ido a su habitación por la noche y estoy sola en la casa de noche por primera vez.
No estoy asustada. Estoy aburrida. Y sola. Quiero a Alfonso aquí conmigo.
Llamo a Aldana, pero no obtengo una respuesta, así que dejo un mensaje de voz.
—Hola, Aldi. Pensé que podríamos reunirnos para comer mañana. Llámame si te apetece ir.
Enciendo la televisión, pero no puedo encontrar nada que quiera ver. Decido que la ausencia de Alfonso puede ser el momento perfecto para usar mi barra para un entrenamiento. No la he utilizado para hacer ejercicio ni una vez desde que fue instalada. Cada vez que lo intento, él pone algo de música sexy y mi entrenamiento se convierte en un espectáculo para su deleite.
Pongo mi cabello en un moño porque voy a ponerme acalorada y sudada. Me cambio al conjunto de dos piezas que compré para practicar. No es sexy como las que Alfonso compra para mí. Es un práctico top con corte de mariposa con unos shorts a juego, el mismo tipo de traje que llevaría si estuviese yendo a clase.
Voy al gimnasio y enciendo el receptor. Pongo “Lift Me Up” de Christina Aguilera en modo repetición. He estado pensando sobre coreografiar una lenta y graciosa rutina para esa canción durante meses y ésta es la primera oportunidad
que he tenido para estar a solas con una barra.
Cuando acabo los estiramientos, comienzo haciendo la posición del Fénix. La he practicado en mi cabeza una y otra vez. Creo que me queda perfectamente pero apesta no tener un instructor que me diga si lo estoy haciendo bien. Todo lo que puedo hacer es mirar en el espejo y juzgarlo en base a mi memoria.
Hago varios giros y transiciones que he dominado para entrar en calor antes de intentar un nuevo invertido: el Arcoíris Marchenko. Su nivel de dificultad es un 5, y no tengo nada que hacer intentándolo sin un instructor, pero ésta puede ser mi única oportunidad de ir por ello sin Alfonso a mi alrededor para verme caer de cabeza si no lo consigo.
Afortunadamente, la Sra. Porcelli no me encontrará
con el cuello roto por la mañana.
Me las arreglo para hacerlo sin matarme y ahora lo sé de forma intuitiva. Sé que puedo hacerlo más grácilmente, pero mi frecuencia cardíaca necesita volver a la normalidad antes de hacer otro intento. Bajo hasta el piso para recuperar el
aliento.
Estoy de pie con las manos en mis caderas cuando veo movimiento en el espejo a través de mi visión periférica. Me volteo para ver si mis ojos están engañándome, lo que es una posibilidad real, pero no lo están. Hay una mujer de pie en el medio del suelo del gimnasio y me está mirando fijamente.
No sé por qué, pero tengo la sensación que ha estado ahí por un tiempo observándome. No hay una conmoción inicial en su rostro, al menos no como la que está en el mío ahora mismo. ¿Quién es esta mujer y por qué está aquí?
Me digo que podría ser la hermana de Alfonso, o la hija de la Sra. Porcelli pero sé que es hacerme ilusiones. Mi estómago me dice que he conocido a un pitbull en un callejón oscuro, listo para una pelea.
Alcanzo el mando a distancia y apago la música y ella habla antes de que tenga oportunidad.
—Esa es una hermosa canción. Va bien con los giros lentos, pero no con esa cosa al revés que estabas haciendo. —Ella usa sus dedos mientras habla.
—El Arcoíris Marchenko. Es un invertido.
—No sabría porque no soy una bailarina de striptease.
Admito que me tuvo por un breve momento con su amable discurso de apertura, pero el comentario de la bailarina de striptease es su intento de ponerme en mi lugar. Ésta no es una amiga o la hermana de Alfonso. Ésta es una antigua novia o compañera, y está cabreada de que yo esté aquí.
Es alta y esbelta en un elegante vestido gris pardo con tacones a juego. Su cabello rojo natural está cortado a media altura con el flequillo demasiado contundente, como su forma de entrar aquí y llamarme bailarina de striptease.
Quiero decirle que Alfonso no está aquí, pero no sé cómo llamarlo, así que voy con algo genérico.
—Él no está aquí.
Ella se está riendo.
—Cariño, ni siquiera sabes su nombre, ¿verdad?
No respondo.
—Y sé que no está aquí porque lo deje en casa de sus padres. Quería verte cuando él no estuviese alrededor para que pudiéramos dejar algunas cosas claras.
Ahora estoy confundida, sé que él está en casa de sus padres. ¿Cómo lo sabe ella y por qué dice que lo ha dejado allí?
—Lo siento, pero estoy un poco en desventaja aquí. Pareces conocerme, pero yo no te conozco.
Ella camina provocativamente hasta la silla que Alfonso usa cuando me mira bailar. Se sienta y cruza sus piernas como si planease estar aquí un tiempo.
—Que grosero de mi parte no presentarme. Soy Adriana, su mujer.
No. Esto no está pasando de nuevo.
—No lo sabías, ¿verdad?
Me siento enferma. Estoy devastada. Él pudo haber tenido cualquier cantidad de mujeres a las que no le importase que tuviera una esposa... excepto yo. Estuve de acuerdo con todas sus locas normas y la única cosa que le pedí fue que no me mintiera sobre estar casado.
—¿Cómo te llamas?
—Paula.
—Paula —repite,Ella está sonriéndome de un modo amable. Eso es confuso—. No estoy enfadada contigo. Puedo leer tu rostro y decir que no sabías que él estaba casado, pero puedes entender por qué tengo que pedirte que dejes de ver a mi esposo, ¿no es así?
—Lo hago, pero no tienes que pedirlo. Con mucho gusto me iré por mi propia voluntad.
—Gracias Paula. Quiero que te vayas y nunca le vuelvas a ver. Conozco los... gustos de mi esposo. Confío en que no sabes su nombre real y él no sabe el tuyo.
No tiene sentido decirle que sé su apellido.
—Correcto.
—¿Y no lo llamarás con el teléfono que te dio? ¿Te irás y nunca volverás?
¿Ella sabía hasta lo del teléfono?
—No puedo irme esta noche porque no tengo a donde ir, pero será la primera cosa que haga por la mañana, antes de que él regrese.
—Gracias por ser tan comprensiva, Paula. Amo mucho a mi esposo y él tiene un problema, pero estoy dispuesta a buscarle solución por nuestros niños.
¿Niños? Ahí es cuando ya no puedo mirarla más.
—Si me disculpas, Tengo maletas que hacer.
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