jueves, 26 de mayo de 2016
CAPITULO 108
Ella cierra la llave del agua y aparta la cortina. Sale y se para goteando sobre la alfombra mientras me espera. No estoy seguro de que mi segundo pie esté en la alfombra de baño antes de que ella ponga sus brazos alrededor de mis hombros y salte para envolver mi cintura con sus piernas.
Afortunadamente, mis reflejos son rápidos y la atrapo por debajo de los muslos antes de que aterrice de trasero en el suelo.
—Maldición, nena. Podrías haberme advertido.
—Lo siento. Sólo estoy ansiosa.
La cargo a la habitación y el aire frío nos enfría a ambos.
Juguetonamente, la lanzo sobre la cama. Me deslizo dentro junto a ella, y las sábanas absorben las perlas de agua de nuestros cuerpos.
—Acabamos de joder esta cama.
—No, todavía no lo hemos hecho —dice mientras tira de mí encima de ella.
Nuestros cuerpos mojados se deslizan sin esfuerzo el uno contra el otro y es emocionante tenerla deslizándose contra mí, piel sobre piel. Ella pasa las piernas alrededor de mi cintura y me aprieta más cerca—. Quiero que me folles en serio.
No te atrevas a contenerte porque crees que soy frágil… no lo soy y no me romperé.
Agresivo no es una buena opción para nosotros en este momento, incluso si ella así lo cree.
—Sé cuán fuerte eres. —Beso el lado de su rostro donde hay un recordatorio desagradable de lo que ese bastardo le hizo—. No necesito verte tolerar el sexo duro para estar convencido de ello. —Le beso la frente justo debajo de la laceración—. No hagas que esto se trate de él.
Ella pone sus manos en mi rostro y acaricia mis pómulos todavía mojados con los pulgares.
—Te amo tanto.
—Yo también te amo. —Y ahora quiero demostrarle cuánto.
Muevo mis labios sobre los de ella y ella sigue mi ejemplo para el lento y seductor beso que quiero darle. Ella desliza los dedos por mi cabello mojado y siento gotas de agua rodar por mi cuello. Sus manos dejan mi cabello y se deslizan por mis hombros y espalda a través de la humedad no reclamada por las sábanas.
Piernas relajadas reemplazan a las tensas apretando mi cintura. Ella permite que se separen debajo de mi peso y lo reconozco por lo que es; me está dando dominio sobre su cuerpo. Me da mucho placer saber que ella confía en mí lo suficiente para hacerlo.
Muevo mi mano por su cuerpo hasta que está entre sus piernas y ahí es donde la ahueco y comienzo a rotarla en un movimiento circular con sólo la más ligera presión. Mi boca todavía se presiona contra la de ella, pero ninguno de los dos está concentrándose en el beso. Sé en qué tarea elige que me concentre.
Aplico gradualmente más presión y siento el aumento de su respiración contra mi boca. Ella comienza a levantar las caderas al ritmo del movimiento de mi mano y me concentro en su área más sensible. Sé cómo rematarla rápidamente, pero espero porque quiero que ella disfrute esto por un tiempo más.
Ella monta mi mano con más fuerza y siento su urgencia inmediata.
—¿Quieres que te haga acabar?
—Oh, Dios, sí. —dice con respiración jadeante contra mi boca.
Deslizo dos dedos en su interior y coloco el pulgar sobre su capullo erógeno.
Aplico ligera presión con un aumento gradual a medida que el pulgar se desliza hacia atrás y hacia adelante.
—Siempre te cuidaré, cariño.
Siento todo su cuerpo tensarse, seguido por los espasmos rítmicos internos contra mis dedos. Sus piernas tensas mientras arquea la espalda. Verla así nunca pierde la novedad. Todavía estoy sorprendido de cuán fuerte puede acabar y lo hermosa que es cuando lo hace.
Cuando el subidón de su orgasmo termina, ella se relaja y me mira mientras me cierno sobre ella.
—Eres tan bueno en esto.
Me siento aliviado de que haya lidiado tan bien con mi contacto íntimo. Confío en que ella va a estar bien con que yo esté dentro de ella, pero aun así elijo proceder con cautela. Presiono mi polla contra su coño húmedo y busco señales externas de tensión en su rostro.
—¿Estás bien?
—Sí. Por favor, deja de actuar extraño. Eso me molesta más que lo que realmente ocurrió. No quiero incomodidad entre nosotros, así que ahora soy yo quien te está diciendo que lo dejes afuera de esto.
Tiene razón. Soy yo el que se está comportando en forma extraña y esto se detiene aquí y ahora.
Me arrodillo entre sus piernas y la tomo desde detrás de las rodillas para tirar de ella hacia abajo de la cama. La toco en la cadera mientras le digo que levante el trasero y empujo las dos almohadas debajo de sus caderas antes de entrar en ella.
Ella jadea y luego me sonríe.
—Eso me gusta más.
Me deslizo dentro y fuera de ella en esta posición diferente, ella nunca aparta los ojos de mí y codicio la profunda conexión que siento con ella. Es erótico, sin embargo increíblemente amoroso, y es algo que nunca he sentido con ninguna otra mujer. Jamás.
Mientras embisto en ella una y otra vez, me pierdo en sus ojos color caramelo, porque es tan fácil hacerlo, y soy capaz de olvidar los acontecimientos de esta noche. Siento la tensión aumentar y luego sucede mi parte favorita, cuando tengo la oportunidad entrar tan profundamente dentro de Paula como puedo y grito su nombre. Cuando termino, permanezco dentro de ella, porque estos son los momentos que amo. Soy capaz de imaginar todo cuando estamos así; nuestro futuro como marido y mujer con nuestros hijos. Y siempre lo veo sucediendo en Australia. Nunca aquí.
Y me temo que podría ser un problema.
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