martes, 24 de mayo de 2016
CAPITULO 100
El chofer debe haber acelerado porque la limo se detiene en un hotel mucho antes de nuestro horario estimado de llegada, y Paula aún está completamente desnuda. Se retuerce buscando su ropa y ropa interior mientras maldice.
—Mierda. Ya estamos aquí y estoy desnuda. —Mira su reflejo en la pared espejada—. Parece que me hubieran montado y dejado mojada.
No puedo resistirme.
—Definitivamente ha habido mucha montura y debo decir que estabas bastante mojada cada vez.
—No es gracioso. Los chicos van a mirarme una vez y sabrán exactamente qué estuve haciendo.
Estoy completamente bien con que ellos sepan.
—Definitivamente espero eso. Al mejor ese idiota de Claudio se alejará.
—Claudio sabe lo mucho que te amo y le alegra verme feliz, incluso si eso significa que nunca podrá haber algo entre nosotros. Es ese tipo de chico, así que por favor, no le hagas la vida imposible. No es como Benjamin en absoluto.
—No te preocupes. No te avergonzaré volviéndome todo un Neandertal. — Quizás. Puede que no vaya a golpearme el pecho o a arrastrar a Paula del cabello, pero aún así mostraré que esta chica es mía para que no haya confusiones.
—Gracias.
Se mira otra vez en el espejo e intenta suavizar su cabello.
—Oh, demonios. Es bueno que hayamos llegado antes de lo pautado porque tendré que empezar de cero.
—Nena, te ves hermosa.
—Esto te hace feliz, ¿no? Me tienes viéndome como un desastre con todo mi maquillaje arruinado de tus frotadas y mi cabello viéndose como si hubiera estado dando vueltas por el asiento trasero.
Juguetonamente la empujo al asiento y me pongo sobre ella.
Estamos mirándonos a los ojos cuando le digo:
—Tienes toda la maldita razón. Quiero que sepan que te cogí todo el camino hacia aquí y que mi esperma aún está dentro tuyo así ni siquiera piensan en acercarse de esa forma a ti. —Meto mi mano bajo su falda para frotarla entre las piernas. Siento el lugar húmedo donde mi descarga ha goteado hasta sus pantis—. ¿Recuerdas lo que te dije sobre esta parte de tu cuerpo?
—Sí.
—Dilo. —Quiero oír la prueba de que no lo ha olvidado.
—Nadie más me toca allí.
Amo oírla decir eso.
—¿Y por qué nadie puede tocarte así?
—Porque soy tuya y de nadie más. —Me hundo en esas palabras.
Empujo sus pantis a un lado y deslizo mi dedo dentro de ella.
—Lo que hace a esto mío.
Ella gira sus ojos, sonriendo, y eso me dice que le gusta la naturaleza posesiva que siento por ella.
—Puedes ser verdaderamente crudo a veces.
—Pero amas cada cosa sucia que digo o hago.
Resopla dramáticamente.
—Sí, lo hago. Ahí lo tienes. Lo admito. ¿Contento?
No tiene idea.
—Sí, mucho.
—Bien. Ahora, déjame levantarme porque tengo que prepararme para el show.
Le doy un beso en la boca.
—Sí, señora.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario