lunes, 2 de mayo de 2016

CAPITULO 28




Me despierto la mañana siguiente y mi mano se extiende en busca de un cuerpo caliente que no está ahí. El pájaro mañanero está fuera del nido ya, lo que me hace adormecer de nuevo, excepto por el hecho que sólo son las siete de la mañana. Eso no califica como dormir hasta tarde en ninguna forma o modo.


No encuentro a Leonel en la cocina, así que camino hacia el gimnasio. Oigo Whatever You Like a todo volumen a través de los altavoces antes de llegar a la puerta. Cuando camino dentro, él está corriendo en la cinta y la parte trasera de su camiseta está empapada. Ha estado aquí por un tiempo.


Me está dando la espalda, pero sus ojos se encuentran con los míos en el espejo.


—Buenos días, dormilona.


—Buenos días, pájaro mañanero. Buena elección musical.


—Yo también lo creo, aunque me gusta más tu versión. Acabas de perderte a Snoop Dogg.


—Odio eso. ¿Has estado corriendo desde hace mucho tiempo?


—El tiempo suficiente. —Detiene la cinta de correr y alcanza la toalla para limpiar el sudor de su rostro. Sus mejillas están sonrosadas y eso le hace parecer más joven, como un niño jugando bajo el sol caliente.


—Probablemente necesite llamar a Aldana para hacerle saber cuánto tiempo voy a quedarme.


—¿Cuánto tiempo quieres quedarte?


Me encojo de hombros.


—No sé. ¿Cuánto tiempo soy bienvenida? —Escúchame. Ahora soy como Aldana, sin querer abusar de su hospitalidad.


Él se seca el cuello y el pecho... ¡Cristo! me encantaría ser esa toalla.


—Saldré de la ciudad el lunes por la mañana. ¿Estarás conmigo hasta entonces?


No tengo que pensarlo, pero vacilo un momento para que no vea cuan exaltada estoy de estar con él los próximos dos días.


—Claro. Es factible.


Él lanza la toalla a través de la cinta cuando se baja y sé lo que está a punto de hacer. Veo la travesura en su sonrisa. 


Sabe que estoy a punto de correr y me atrapa antes de que pueda dar un segundo paso. No soy rival para un corredor en forma.


Me empuja contra su caliente y sudoroso cuerpo. Quería ser su toalla. Ahora lo soy. Cualquier otro hombre sudoroso sería asqueroso, pero no Alfonso . Él es definitivamente excitante, pero recuerdo que no tenemos condones, dado que anoche tiró la caja entera de potenciales defectuosos.


Pretendo estar asqueada y me alejo de él.


—Hombre de las cavernas, necesitas desesperadamente una ducha.


Me frota su sudoroso cuerpo por todas partes.


—Ahora tú también.


¿Se le ha olvidado la falta de protección?


—¿Crees que es la mejor idea dado que tiraste todos los condones anoche?


Está usando esa pequeña sonrisa pícara que he llegado a amar tanto.


—No los necesitamos para lo que vamos a hacer.



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