lunes, 27 de junio de 2016

CAPITULO 209






Ya han pasado tres semanas desde que le retiraron el cerclaje, dejando a Paula en treinta y nueve semanas y siete días a partir de su fecha. Decir que está decepcionada de que no hemos tenido al bebé es un eufemismo. Está más allá de miserable, dando vueltas toda la noche porque es muy incómodo, y ayer por la noche no fue diferente. Finalmente se quedó dormida por el cansancio alrededor de las tres. Lo hice también. Pero ahora son apenas las cinco y está inquieta de nuevo.


—Mmm… ohh… —He oído sus gemidos mientras está en la cama. Ese es un nuevo sonido.


—¿Estás bien, P?


—Sss… —La oí succionar aire a través de sus dientes—. Ooh…


Me incorporo para encender la lámpara y la veo acostada de lado con las piernas en una posición medio fetal.


—¿Qué está pasando, amor? ¿Estás con dolor?


Está cubriendo su cara con la mano.


—Mmm-hmm. Malo.


Mi corazón despega en una carrera de velocidad para correr contra mi estómago hasta la garganta.


—¿Son dolores de parto?


—Creo que sí.


Mierda. Me he estado preparando para esto durante meses, pero estoy viendo que no hay preparación para esto.


—¿Cuándo empezaron?


—Hace más o menos una hora.


¿Una hora? ¿Cómo llegué a dormir a través de su dolor por tanto tiempo?


—¿Por qué no me despertaste?


—Estaba esperando a ver si se iban. No quería despertarte completamente si era un falso trabajo de parto.


El desinterés de Paula, a veces puede meterla en problemas.


—Tienes un cuello uterino incompetente. La Dra. Sommersby te dijo que no esperaras si pensabas que estabas en trabajo.


—Bueno, no creo que sea una buena idea esperar por más tiempo, debido a que el último par de contracciones fueron muy fuertes.


Estoy fuera de la cama y junto a ella para ayudarla a levantarse.


—¿Me ayudarás a cambiarme a mis pantalones de yoga y una camiseta?


—Sí. ¿Dónde están?


—En el segundo cajón, a la derecha de la cómoda.


Excavo a través del cajón.


—¿Los negros o los grises?


—Los negros. —Meto los otros de nuevo, sin importarle si están ordenados o no.


—¿Cuál camiseta?


—La crema y plateada a rayas con cuello en V.


Ayudo a vestirla y luego se va al baño a cepillarse los dientes y peinarse. Cuando termina, asoma la cabeza fuera.


—Voy a usar el baño y entonces podemos irnos.


Estoy sentado en la cama con su bolso en la mano cuando me llama en voz alta. Abro la puerta y está sentada en el inodoro, con las piernas apretadas.


—Sentí la presión de que tenía que usar el baño. Cuando me senté, sentí que algo hacía pop.


Frunce el ceño cuando escuchamos algo que gotea. Separa sus piernas para mirar.


—Eso no es pis, supongo que rompí fuentes. Sea lo que sea no va a dejar de salir y no puedo controlarlo. —Entonces ya es tiempo para ir al hospital—. ¿Puedes conseguir una toalla para que me ponga entre mis piernas? Probablemente va a brotar cuando me ponga de pie.


La coloca entre las piernas y se para.


—Eew, se siente como que me estoy haciendo pis. Obtén algunas toallas más para el auto, porque tengo la sensación de que esto va a seguir viniendo.


No me preocupo por el asiento del auto.


—Podemos recuperarlo.


—Es una tontería arruinar el cuero por no protegerlo con toallas.


Meto la mano en el cajón y agarro un puñado.


—Está bien, vamos.


Nos metemos en el auto y me doy cuenta de su tensión, y que contiene la respiración, cada tres o cuatro minutos.


—¿Cuánto dolor tienes?


—¿Qué? ¿Al igual que en una escala de dolor? —pregunta.


—Claro. De uno a cinco.


Hace una mueca y aire silba entre sus dientes.


—Cuatro y medio.


—¿Lo clasificarías como un cinco? —Probablemente no quiero oír su respuesta.


—Mi pierna siendo cortada y sin anestesia. —Nop. No necesitaba escuchar eso.


Mierda. Va a estar muy dilatada cuando llegamos al hospital. 


Eso es lo que el la Dra. Sommersby nos advirtió, una entrega precipitada. Lo busqué cuando usó esa palabra y
significa que el bebé viene en menos de tres horas desde el inicio del trabajo de parto. Está a casi dos horas de tener contracciones dolorosas.


No hay manera de que mi familia pueda llegar a tiempo, por lo que vamos a estar solos cuando el bebé llegue.


—Debo llamar a mi mamá y decirle para que se ponga en camino.


—Voy a ser admitida de seguro, ya que rompí aguas, así que supongo que podemos llamarla.


Marco a mi mamá y contesta a la segunda llamada.


—¿Es el momento?


—Vamos de camino al hospital ahora. Empezó con dolores hace un par de horas y rompió aguas.


—Estoy en camino. —Oigo la emoción en su voz—. Dile a nuestra chica que no tenga ese bebé hasta que yo esté ahí. He estado presente cada vez que uno de mis nietos nació y no tengo la intención de dejar pasar este.


No corto con mi madre, pero estoy bastante seguro de que se lo va a perder.


—Le diré que apriete las piernas hasta que estés aquí.


—Dile que la amo, y que este bebé vale la pena cada dolor que está sintiendo.


—Lo haré. Te quiero, mamá.


Termino la llamada, sabiendo que no hay necesidad de llamar al resto de mi familia, porque ella lo hará por nosotros.


—¿Quieres que llame a Aldana… o tus padres?


Mira la hora.


—Es muy temprano para molestar a Aldy y el bebé si están durmiendo. Esperemos hasta que sea un poco más tarde, ya que va a depender de la madre de Zac para cuidar a
Donavon cuando venga.


Es un tema delicado, pero tengo que preguntar.


—¿Y qué hay de tus padres?


—Quiero que Nanna y Pops lo sepan, así que supongo que se les puede llamar. Pero dile que no puedo hablar si ella pregunta por mí.


Marco a la madre de P y va directamente al correo de voz.


—Hola, Julia. Es Pedro Henry, estaba llamando para informarte que Paula está en trabajo de parto y estamos en nuestro camino hacia el hospital, así que por favor llámame cuando te llegue este mensaje. —Cuelgo y miro a Paula.


—Mis padres tienen muy poco lugar en mi vida ahora, y eso está bien. Estoy de acuerdo con esto porque los Alfonso son todo lo que necesito. Me reconcilié con esta realidad
hace un tiempo.


—Eres uno de nosotros ahora y siempre lo serás. —Llego hasta ella y extiendo mi mano sobre su estómago—. Y ésta también. —Su abdomen se endurece demasiado bajo mi mano y agarra el borde de su asiento, jadeando—. ¡Whoa! ¿Eso es una contracción?


No responde, pero respira dentro y fuera hasta que su abdomen se suaviza.


—Sí.


—Wow, eso fue muy fuerte.


—¿Crees que me estás diciendo algo que no sé? —Pregunta.


—Supongo que estoy sorprendido. Pensé que tendrías la epidural para el momento que estuvieras tan mal.


—Desearía. Se siente como si fuera a toda marcha ahora.


—Ya casi llegamos, nena.


Paula es llevada a una sala de observación, donde una enfermera entra para verla. Es la misma rutina de siempre: guante en mano, desaparece bajo las sábanas.


—Diría que estás un poco más de seis, casi siete centímetros, por lo que tenemos que conseguir que ingreses a una sala de partos lo antes posible. ¿Estás pensando en una epidural?


Me mira inquisitivamente.


—No me mires a mí. Yo no soy el que está sufriendo.


—Otra cosa sería si estuviera en un centímetro y fuera a estar con este tipo de dolor durante horas, pero estoy casi en siete. Sólo tengo tres centímetros más. Me pregunto si realmente necesito una epidural, porque creo que puedo hacerlo sin una.


—Todo depende de ti, señora Alfonso, pero te aviso que cuando llegue el bebé, va a haber mucha presión y ardor.


—Deseo que tu mamá estuviera aquí. No sé qué hacer. —Deseo que mi mamá estuviera aquí también.


—No podemos ponerte una epidural hasta que estés movida y con una vía intravenosa de todos modos, por lo que piensa en ello mientras trabajamos en esas cosas.


Eso suena razonable.


—Está bien.


La enfermera promete regresar en breve para mover a Paula a su habitación. Cuando se ha ido, veo cuán desgarrada está.


—Eres fuerte y sabes que puede hacerlo sin la epidural, pero no me gusta verte dolorida cuando no tienes que estarlo.


—Es el parto, un proceso natural que las mujeres han estado haciendo durante años sin anestesia. 


—Lo sé, pero esas otras mujeres no son mi esposa y me mata a verla con dolor—. Es un buen tipo de dolor, creo que puedo tolerarlo.


Me temo que va a llegar un punto en el que cambiará de opinión y querrá una epidural, pero no haya habrá vuelta atrás.


—El dolor es el dolor.


—Puedo hacer esto.


Parece tan segura.


—Es tu cuerpo y eres la que está sufriendo… es tu decisión.


Amy, la enfermera que vimos cuando le retiraron el cerclaje, vuelve y P es llevada a una habitación como la que ocupamos durante una semana, cuando estábamos en peligro de perder a Maggie James. Hace su trabajo de ingreso mientras que una segunda enfermera le pone una vía intravenosa y una tercera la establece en la habitación. 


Amy llega a la parte de plan de parto de P y anuncia su decisión.


—He decidido que voy a tenerlo naturalmente.


Gimo interiormente porque no quiero ver a mi chica herida. 


Espero que no asustarme si empieza a gritar. Miro la hora y veo que mi madre está, probablemente, a tres horas de
distancia. Ojalá hubiera llamado tan pronto como P me dijo que estaba teniendo dolor.


Realmente necesito que esté aquí para calmarme.


—Voy a salir y llamar a mi mamá. Querrá una actualización.


—Está bien.


Me detengo en el escritorio de las enfermeras y atraigo la atención de Amy.


—Quería hacerte saber que estoy en la sala de espera para hacer una llamada en caso de que me necesites.


—No hay problema. Saldré y lo buscaré si pasa algo.


Llamo por teléfono a mi mamá y rápidamente responde.


—¿Qué está pasando?


—Laurelyn tiene casi siete centímetros.


—Oh, querido. No voy a llegar a tiempo para el nacimiento.
Estoy seguro de que el cuello uterino incompetente es la razón de que esté avanzando tan rápidamente.


—Su médico nos advirtió que esto podría suceder, pero estoy preocupado porque decidió ir naturalmente.


—¿Por qué te preocupa eso? —pregunta.


—Yo no quiero que tenga dolor.


Puedo oír a mi madre reírse de mí.


—Noticia de última hora, Pedro Henry. El parto duele. Estoy segura de que Paula lo sabía cuando tomó la decisión de no tener una epidural. Conoce su cuerpo y lo que puede
manejar. Estará bien, hijo. —No estaré convencido de eso hasta que no vea un bebé en sus brazos—. Estoy segura de que te alejaste para hacer esta llamada, así que lleva tu culo de vuelta allí con tu esposa para que no esté sola. Espero estar allí a las diez, pero llámame si ocurre algo antes de esa hora.


Cuando cuelgo con mamá, no tengo la sensación de alivio que esperaba. No tengo a nadie con quien poder hablar… excepto tal vez mi hermano. Ha estado en mis zapatos y ha
hecho esto tres veces, así que marco su número. Es temprano, pero debe estar despierto.


Se necesitan varios tonos antes de que responda.


—¡Qué!


Qué idiota mal educada puede ser mi hermano.


—Ernesto, ¿qué mierda? ¿Por qué eres tan malditamente grosero?


—Porque acabas de interrumpir mi follada de la mañana. —Está bien. Lo dejaré pasar esta vez—. Em me hizo parar para contestar el teléfono porque quiere saber si estás llamando para decirnos que Paula está con trabajo de parto.


—Lo está, pero tengo que hablarte de algo.


Lo escucho gruñir.


—¿Qué está pasando?


—No tendrá una epidural y estoy volviéndome loco al verla sufrir.


—Por el amor de Dios, está dando a luz. Va a sufrir. Em no tuvo la epidural con los dos últimos y estuvo bien, así que deja de quejarte, chico, y vuelve a la habitación con tu
esposa. Imbécil, no debería estar sola. ¿No sabes nada?


Aparentemente no, pero tiene razón. He dejado a mi esposa sola mientras estoy aquí afuera haciendo llamadas telefónicas para conseguir cierta seguridad cuando ella es la que necesita consuelo.


—Tienes razón.


P está respirando muy fuerte cuando regreso a la habitación.


—Me revisaron y dijeron que estaba con casi nueve centímetros por lo que este bebé está viniendo muy rápido. Dijeron que probablemente estaré lista para empujar pronto.


—Entonces tal vez deberíamos considerar llamarla Maggie Swift en su lugar.


—El momento está casi aquí. Estamos a punto de conocer a nuestro hijo o hija. Estoy tan contenta de que no lo supiéramos. Gracias por ser persistente en eso. —Agarra mi mano y la aprieta, apretando sus dientes. Observo en el monitor mientras la línea que representa la contracción sube—. Ohhh… ¡este duele mucho, Alfonso! Puedo sentirlo todo el camino bajando… ¡en mi trasero!


Eso no suena bien.


—¿Qué significa eso?


—El bebé está moviéndose hacia abajo. —Rueda para sujetarse de la barandilla, así que no puedo ver su cara—. ¡Oh, mierda! Llama a Amy. Se siente como que… necesito empujar.


Gruñe mientras me estiró por el botón de llamada para golpearlo.


—¿Puedo ayudarle?


—Paula dice que siente como que necesita empujar.


Amy entra en la habitación y se pone guantes para su examen.


—Apuesto a que está lista, si siente la necesidad de hacerlo. —Su mano se desliza bajo las sábanas y Paula aprieta sus ojos con fuerza—. Vaya, eso fue rápido. Está a diez, así que es el momento de empezar a empujar. Le dejaré saber a la Dra. Sommersby porque la cabeza está abajo. No creo que le tomará mucho tiempo, por lo que no va a querer estar lejos, sobre todo porque está viniendo natural. Una vez que corone la cabeza del bebé, es casi imposible de detener.


Oh mierda. La pesadez de la realidad me golpea: estoy a punto de ser padre. Llevo una de sus manos a mis labios para besarla.


—Estás a punto de hacerlo. —Naturalmente.


Amy coloca a P en posición.


—Está bien, Paula. ¿Te acuerdas de todo esto del parto de Aldana?


—Más o menos…


—Vas a empujar tres veces con cada contracción. Tomarás una respiración profunda y la expulsarás, luego una segunda que sostendrás mientras empujas tu parte inferior. Coloca
tus manos detrás de tus muslos y estiras hacia atrás y sepáralos tan rápido como puedas.


P se mueve a su posición, con sus piernas dobladas y separadas, sus manos envueltas alrededor de la parte de atrás de sus muslos.


—La presión está construyéndose. Oh Dios, tengo que empujar.


—Esta puede ser nuestra sesión de práctica. Respiración profundo y expúlsalo. Una segunda respiración profunda, mantenla, estira hacia atrás de tus piernas, y empuja hacia abajo tu parte inferior. —P lo hace mientras es instruida—. Empuja dos y tres y cuatro y cinco… —Amy cuenta hasta diez mientras Paula empuja y luego lo hacen de nuevo tres veces en total, con cada contracción—. Eso fue realmente bueno para tu primera vez. Eres una buena empujadora, así que ya puedo decir que no harás esto mucho antes de que estés lista.


P es buena en todo lo que hace. No estoy sorprendido de que lo esté haciendo bien en esto.


—¡Oh Dios! Otra está viniendo.


Amy repite el proceso, cuenta hasta diez tres veces con cada contracción, y luego me hace señas para que mire ahí abajo.


He visto la vagina de P innumerables veces, así que no soy tímido acerca de mirarla, pero hay algo diferente pasando en este momento y no estoy seguro de que sea una buena idea
que lo vea.


—No sé si quiero ver o no. —Estoy un poco asustado de que nunca sentiré lo mismo de nuevo.


—Depende de ti, pero esta es la única oportunidad que jamás tendrás para ver esto. Es bastante especial.


Puedo cerrar mis ojos y retroceder si es demasiado.


—Está bien. —Camino desde la cabecera a los pies de la cama.


—Estás empezando una nueva contracción así que vamos a mostrarle la parte de arriba de la cabeza del bebé.


Paula comienza a empujar y y veo la cabeza de nuestro bebé descender hasta que puedo ver toda la coronilla y siento algo tan surrealista ocurriendo.


—Oh, wow, P. Ella tiene la cabeza llena de cabello oscuro. —Nunca he visto algo así en mi vida.


P empuja tres veces y luego cae de nuevo, respirando con dificultad. Este es un trabajo duro para ella.


—Lo bueno es que ella lo está tomando de ti porque me quedare calvo.


Amy se levanta de la cama y camina hacia la puerta. ¿Adónde va?


—Estamos listos, por lo que voy a llamar a la Dra. Sommersby para que venga.


Me inclino y beso a P mientras estamos esperando que su doctora llegue.


—Te amo demasiado.


—También te amo. —Acaricia mi cara con su mano—. ¿Vas a estar bien si ella resulta ser un él?


—Te he dicho que estaré encantado con un hijo. Solo he sido persistente acerca de que sea una niña porque es lo que me dice mi instinto, no porque no quiera un niño.


—Lo sé.


La Dra. Sommersby entra en la habitación y se pone la bata mientras las enfermeras se preparan para cuidar a nuestro bebé.


—Este peque tiene prisa por llegar. —Se sienta en un taburete entre las piernas de P y me mira—. Entonces, ¿todavía está convencido de que es una niña?


Totalmente.


—Cien por ciento.


—¿Y tú, Paula?


—Es un niño o una niña. Eso es lo único de lo que estoy segura.


La doc se ríe.


—Me voy con usted en eso. Estás empezando una contracción así que empuja fuerte y lo descubriremos.


P toma una respiración profunda y la expulsa antes de tomar otra y sostenerla. Amy y yo le ayudamos a estirar sus piernas hacia atrás y su rostro se vuelve rojo remolacha mientras empuja con todas sus fuerzas. Se detiene a medio empuje y libera sus piernas mientras se inclina desde la cama.


—OhmiDios, es demasiada presión… y me estoy quemando. Estoy ardiendo.


Me mira y no hay nada que pueda hacer para ayudarla. Esto es lo que temía.


—Lo siento mucho, P.


Sus piernas están temblando y se estira para agarrarme. Me estira hacia abajo y aprieta alrededor de la parte de atrás de mi cuello.


—Ayúdame. Ayúdame. Ayúdame.


—¡Haz algo para ayudarla! —grito.


Amy empuja hacia atrás su pierna, pero P la tiene bloqueada, como una piedra inmóvil.


—Paula, tienes que empujar al bebé afuera. Esa es la única manera en la que podemos ayudarte.


—No puedo. Duele demasiado.


—Mírame. —P suelta mi cuello y lágrimas están rodando por su rostro. Deja caer su cabeza sobre la almohada y mira a Amy—. Puedes hacer esto. Eres la única que puede, así
que estira tus piernas hacia atrás y empuja tu bebé hacia afuera. Cuanto antes lo hagas, más pronto tendrás alivio. —P agarra su frente y la sostiene—. Hazlo. Empuja con fuerza.


—Oh Dios. Aquí viene. Tengo que empujar. —Paula se arquea hacia arriba y estira sus piernas hacia atrás.


Amy está palpando el abdomen de P.


—Empuja tan fuerte como puedas y termina con esto.


Los ojos de P están fuertemente cerrados, su frente arrugada. Lágrimas escapan de sus ojos y me rompe el corazón que esté sufriendo en silencio.


—Puedes hacerlo.


—Mira aquí abajo, Sr. Alfonso, y podrá ver a su bebé venir al mundo. —Me inclino sobre las piernas de P y veo la cabeza de nuestro bebé salir del cuerpo de P. El bebé sale con su cara hacia abajo, pero entonces la Dra. Sommersby le da la vuelta para poder succionar su boca y su nariz.


Veo su cara por primera vez.


—La cabeza está afuera, Paula.


Nunca había visto nada más asombroso.


—P, ella es hermosa.


—Vamos a sacar el resto de este bebé y ver lo que tenemos. —Amy empuja contra la pierna de P y me señala para que haga lo mismo—. ¡Empuja, Paula, empuja!


Veo la determinación en su cara y sé que su siguiente empuje será el último. Y lo es.


Oigo el chorro de un líquido y luego un perforante grito, el primer sonido de nuestro bebé.


—Lo hiciste, P. —Beso la parte de arriba de la cabeza de mi esposa—. Te amo tanto.


La Dra. Sommersby está sosteniendo a nuestro bebé, limpiando los fluidos.


—¿Quieren que les diga o les muestre lo que tienen?


P y yo nos miramos el uno al otro y al mismo tiempo decimos:
—Muéstranos.


La Dra. Sommersby levanta a nuestro bebé para que veamos. Sin pajarito.


—Tengo mi Maggie James y es hermosa, igual que su mamá. —Sólo puedo recordar un puñado de veces en las que he llorado desde que he sido un adulto, y siempre se trataba de Paula, pero ahora lo estoy haciendo de nuevo por mi hija—. Nunca he visto una bebé más hermosa. Gracias por darme una hija.


Maggie James es colocada sobre el pecho de su madre y Amy la mete dentro de la bata de P por lo que están piel a piel antes de que le ponga un gorro rosado en su cabeza. Extiendo mi mano y acaricio su mejilla con mi dedo y no recuerdo haber sentido nada tan suave.


—Ya la amo mucho, P. No sabía que fuera posible.


—Lo sé. ¿No es increíble?


Está tumbada boca abajo contra P, contoneándose y estirándose, y Amy viene a evaluarla.


—Este es un proceso bastante increíble que ocurrirá en la próxima hora. Mientras está descansando aquí en contra de usted, va a empezar a deslizarse por su cuenta para que poder prenderse de tu pecho. Algunos bebés lo hacen rápidamente, mientras que a otros les toma un tiempo. Ya comenzó a hacer su camino hacia abajo, así que apuesto a que será rápida.


—Si su parto es algún tipo de indicador, entonces lo será.


P es limpiada y colocada en una posición más cómoda, mientras que Maggie James permanece en su pecho, explorando y buscando el pecho de P. Es un proceso asombroso de ver, este bebé recién nacido desplazándose lentamente en busca de su primera comida.


Amy tiene razón. Tarda aproximadamente una hora, pero Maggie James finalmente se desliza lo suficientemente hacia bajo como para encontrar el pecho de P. Es algo para ver
cómo se aferra a su madre por primera vez.


—Mira eso.


P está radiante.


—Es increíble.


—Esto es todo, la vida que vi cuando soñé con nuestro futuro. Siempre fuiste tú, yo y ella, pero esto es sólo el comienzo. Mucho más está por venir. Más vida juntos. Más felicidad. Más bebés.


P ayuda a MJ a aferrarse para tener una mejor succión.


—Una vez fuiste mi belleza del dolor, antes de convertirte en mi belleza a partir de la rendición. Una vez más, ahora has cambiado a algo diferente.


—¿Y qué es eso?


—Mi belleza del amor, ambas. Para siempre.




No hay comentarios:

Publicar un comentario