lunes, 27 de junio de 2016
CAPITULO 208
Nos detenemos en el garaje y Pedro Henry, como de costumbre, rodea el auto para abrirme la puerta y ayudarme a salir. Salgo y me atrae en sus brazos para un dulce y delicioso beso.
Empieza lento y rítmico, pero rápidamente se vuelve apresurado y acalorado. Su boca deja la mía y se arrastra por mi cuello mientras sus manos se mueven por debajo de mi camisa hacia mi sujetador de encaje color rosa. Frota los pulgares sobre mis pezones e instantáneamente los siento endurecerse bajo su toque.
No estaba segura de que realmente me apeteciera hacer esto después de ser colocada sobre estribos completamente extendida con unas tijeras metidas en mi vagina, pero Pedro Henry tiene buena mano conmigo. Nunca le puedo decir que no. Casi. No tengo problema con rechazarlo después de que me ha hecho enojar.
Decide que ha terminado con los besos en el garaje y me lleva a la casa a través de la cocina. La Sra. Porcelli está ahí guardando los platos cuando se voltea a vernos.
—Aww… sin bebe hoy. Lo siento, Paula. Sé que esperabas que sucediera.
—Está bien. El bebé llegará cuando él o ella esté listo.
Pedro Henry no pierde el tiempo en tratar de empujar la Sra. Porcelli por la puerta.
—Paula y yo tuvimos un gran almuerzo en la ciudad, así que creo que estará bien si quiere tomarse el resto del día libre. Podemos comer sándwiches esta noche o iré a la ciudad por comida para llevar.
—No me importa quedarme para preparar la cena. Estaba planeando cocinar carne a la stroganoff.
Me temo que va a echarla a patadas, por lo que intervengo para persuadirla.
—Tuvimos un gran almuerzo por lo que un sándwich está bien para esta noche. Puede hacer la carne a la Stroganoff mañana en la noche.
Parece estar considerándolo, pero de lo que no se da cuenta es que Pedro Henry no le está dando una opción.
—Tengo un par de cosas que atender en la ciudad. No me importaría salir un poco más temprano para salvarme de pasar el sábado haciéndolas.
—Perfecto. Me alegra que funcionará para que pueda disfrutar de su sábado libre.
—Está bien. Supongo que los veré en la mañana. —Va hasta el gabinete para tomar su bolso—. Disfruten su día juntos.
Me sonrojo al escuchar sus palabras pero espero hasta que se ha ido para decir algo.
—Lo sabe.
—¿Sabe qué? —pregunta.
Como si no tuviera idea de lo que quiero decir.
—Lo que estamos tramando.
—¿Y?
—Es un poco vergonzoso.
—¿De qué hay que avergonzarse? Eres mi esposa y estás embarazada, así que estoy bastante seguro de que sabe que tenemos relaciones sexuales.
Sé que tiene razón, pero en ocasiones todavía me siento incómoda.
—No lo sé. A veces se siente raro tener a otra persona en nuestro hogar al tanto de nuestra vida personal. Nunca parece que tenemos una total privacidad. —Trato de no pensar en ella lavando nuestra ropa de cama y viendo la evidencia de nuestras relaciones sexuales en ellas.
—¿Quieres que la deje ir?
—Oh, no. Me encanta tener a la Sra. Porcelli alrededor. Me libera para hacer el trabajo que tengo que hacer.
—Se está haciendo mayor y tiene un nuevo nieto que no ve tanto como le gustaría. Podría estar interesada en reducir sus horas. Eso nos daría más tiempo en casa, sólo nosotros dos. —Apunto a mi vientre y se ríe mientras lo acuna con sus manos—. Perdóneme, Srta. Maggie James. Quise decir nosotros tres. —Ya no digo nada de que siempre llame al bebé Maggie James. Me di por vencida hace tiempo.
Toma mis manos y me saca de la cocina hacia nuestro dormitorio. Casi atravesamos la puerta cuando se voltea y acuna mi rostro, dándome otro beso cariñoso.
—Te amo muchísimo.
—Yo también te amo.
Nos movemos hacia la cama, besándonos en el camino, antes de que nos detengamos a su lado. Me quita la chaqueta de los hombros y la arroja al banco a los pies de la cama antes de sacar mi camisa por encima de mi cabeza.
Estoy usando un sujetador de encaje color rosa, no lo que yo considero sexy, pero mis pechos se han vuelto más grandes el último par de semanas, así que están realmente levantados.
—Estos son fantásticos. —Acaricia cada uno antes de tirar el sujetador hacia abajo y meter la mano en las copas para sacarlos. Roza los pulgares por mis pezones otra vez, viéndolos endurecerse antes de tomar uno en su boca.
Deslizo mis dedos por su cabello mientras succiona uno y luego el otro.
Cuando termina, se inclina por las rodillas y se agacha para quitarme los calcetines y las botas. Me desabrocho el sujetador mientras él saca mis leggings y bragas por mis piernas.
Quedo completamente desnuda delante de él. Da un paso atrás, mirándome de arriba abajo, y de pronto me siento cohibida por mi cuerpo como nunca antes. Sujeto mis manos
frente a mi gran barriga porque temo que vaya a pensar que soy poco atractiva.
—No te cubras. Me encanta mirar tu cuerpo de embarazada y lo único que veo es belleza cuando te miro. —Viene a mí y acaricia mi panza—. Puede que sea uno de esos sujetos con un raro fetiche por el embarazo porque esto realmente me excita.
Le desabrocho la camisa y la empujo por sus hombros mientras él se encarga de los puños.
Después de que está sin camisa, trabajo en sus pantalones mientras se saca los zapatos.
Trabajo en equipo. Es por eso que somos una pareja perfecta.
Me atrae más cerca y mi abdomen se presiona contra el suyo. El contacto envía escalofríos por todo mi cuerpo. Se me ponen los pelos de punta. Anhelo la sensación de su cálida piel contra la mía. Sujeta mis caderas mientras baja sus labios sobre mi hombro y arrastra un lento beso hacia mi garganta.
—Te deseo de noventa y nueve maneras diferentes en estos momentos, pero dime que es lo que va a ser mejor para ti.
Realmente no lo sé. Mi vientre no era enorme la última vez que estuvo encima de mí. Si hubiésemos seguido teniendo relaciones sexuales a lo largo de mi embarazo, estoy segura
de que habríamos adaptado nuestras posiciones a medida que crecía. Pero vamos de hacerlo cuando yo tenía un vientre casi plano a… esto.
—No sé, salvo que no puedo tolerar estar acostada. Me marea. —Ha pasado tanto tiempo y quiero que esto sea bueno para él—. Puedo ponerme sobre mi estómago… más o menos. Quiero decir, puedo ponerme en cuatro. —Supongo que debería haber dicho entrada trasera, de todos modos es la manera en que más le gusta.
Desliza su mano por mi mejilla.
—No, quiero ver tu hermoso rostro mientras te hago el amor. —Palmea la cama—. Siéntate aquí para mí. —Llega hasta la cabecera de la cama para tomar varias almohadas y las coloca detrás de mí—. Recuéstate sobre éstas.
Tengo los pies en la barandilla de la cama y estoy en una posición sentada reclinada. Pone sus manos debajo de mis muslos y empuja mis piernas hacia atrás.
—¿Se siente bien?
Ya estoy meciendo las caderas en la anticipación.
—Sí.
Su erección se frota contra mí y anticipo que se deslice en mi interior en cualquier momento, pero no lo hace. Espero un poco más. Y todavía no lo hace.
—¿Qué pasa?
Sus ojos están fuertemente cerrados como si tuviera dolor.
—Me estoy preparando mentalmente así no me corro en dos metidas.
—No va a suceder. Pero si lo hace, seguiremos haciéndolo hasta que lo hagas bien. —Abre los ojos para mirarme y le guiño un ojo—. Tú puedes, tigre.
Entra con cuidado en mí y gime:
—¡Joder! —Se retira y luego empuja lentamente de nuevo, al parecer como si estuviera saboreando el mejor momento de su vida—. No puedo creer cuán apretada estás. —Se
sacude con rigor—. Dios mío, está enviando escalofríos por mi espina dorsal, se siente tan bien. —Empuja en mí un par de veces más—. ¿Es bueno para ti, nena?
—Mmm-hmm.
Mueve la mano hacia donde se está moviendo dentro y fuera de mí y acaricia el punto sensible por encima de nuestra unión.
—¿Te gusta que pase el pulgar por tu clítoris?
¿Me está tomando el pelo?
—Oh, sí. No te detengas. —Lo rodea rápido y duro y luego lento y suave. Justo en el momento en que creo que va a alternar la fuerza y la velocidad, cambia los movimientos por completo y lo frota hacia adelante y atrás, de lado a lado. Me está acariciando en el exterior con los dedos y en el interior con su polla al mismo tiempo. Él creía que iba a ser
el que se corriera rápido, pero voy a ser yo si sigue así—. Ya me estoy acercando.
Se está moviendo más rápido ahora.
—Hazlo. Quiero sentir tu cuerpo estremecerse y el contraerse a mi alrededor porque te vienes duro.
Me apoyo en los codos porque quiero ver a Pedro Henry moviéndose dentro y fuera de mí.
Ver lo que está haciendo y la expresión de su rostro inicia la aparición de esas sensaciones pre-orgásmicas que darán vida a esos estremecimientos abajo en mi ingle. Me inclino hacia atrás y levanto mis caderas, encontrándolo estocada con estocada. Entonces llega la primera ola.
—Ohh… Aquí viene. —Aprieto mis piernas a su alrededor con fuerza pero él sigue moviéndose mientras mi interior se oprime alrededor de él.
—P… —Eso es todo lo que consigue decir y sé que es porque está en ese lugar conmigo. Lo veo en su rostro. Muy pocas cosas lo hacen explotar más rápido que escucharme decir que me ha hecho venirme. Creo que es porque le gusta saber que es el único hombre en este mundo que tiene el poder de romperme en mil magníficos pedazos.
Me da una traviesa sonrisita ladeada y se inclina para besar una de mis rodillas dobladas.
—Eso fue tan fantástico.
Muevo las almohadas detrás de mí y me deslizo hasta el medio de la cama.
—Ven aquí conmigo. —Ya que no puedo tolerar estar acostada, me giro a mi costado izquierdo y se acurruca detrás de mí, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura y
frotando mi barriga.
El bebé está activo, moviéndose por todo el lugar.
—Creo que eso la alborotó.
Cuando miro hacia abajo, puedo ver las ondas de movimiento debajo de mi piel como un mar agitado.
—Voy a extrañar esto.
Me acerca y besa la parte de atrás de mi cuello.
—No lo harás porque en su lugar ella estará en tus brazos.
Ahora nada está manteniendo a este bebé dentro.
—Él o ella podría llegar en cualquier momento.
—¿Estás triste que hoy no entraste en trabajo de parto?
Por supuesto, lo estoy.
—Sí, pero sobre todo porque es lo que había llegado a esperar. Cortan la sutura… un bebé sale. Mi cuello uterino es incompetente, entonces ¿por qué de repente decide volverse
capaz de mantener a este bebé dentro?
—No lo sé. Tendrías que hacerle esa pregunta a la buena doctora.
—Estoy un poco triste de que no estemos en el hospital teniendo un bebé en este momento, pero estoy feliz de que estemos teniendo este tiempo especial juntos antes de
que llegue.
Se acurruca detrás de mí y sé a dónde lleva eso.
—Me alegro de que te sientas así porque voy a estar listo para tener un poco más de este tiempo especial juntos dentro de un rato.
Codicioso perro cachondo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario